jueves, 17 de enero de 2013

Cowboy de Mi Corazón.






                    Capítulo 21:                      El final del verano

Edward abrió lentamente los ojos, y poco a poco fue desperezándose; apenas eran las nueve de la mañana; esperaba poder dormir un poco más, después de la ajetreada nochecita... pero su cuerpo parecía tener un despertador dentro.

Un pequeño suspiro hizo que girara la cabeza; sus ojos enfocaron la imagen de su pequeña, profundamente dormida y volviendo a suspirar a la vez que se acurrucaba contra él. Una pequeña sonrisa cruzó su cara mientras que la acomodaba delicadamente entre sus brazos. La admiró unos minutos, en completo silencio para no importunar su sueño; una de sus piernas rodeaba las suyas, y su pequeña mano descansaba cómodamente en su pecho.

Sabía que hoy sufriría las consecuencias del alcohol... pero una cosa era cierta; nunca podría olvidar la forma en la que hicieron el amor esa noche, con una mezcla de dulzura y pasión desaforada. Estaba claro que el alcohol desinhibía a su pequeña de manera asombrosa. Jamás la había visto así, y la imagen del cuerpo de su novia, moviéndose sensualmente encima de él... su cabeza hacia atrás, sus pechos rebotando... los gemidos y suspiros de ambos, que él mismo tuvo que acallar con besos... los te quiero que los dos se dedicaron entre esos besos... pero un pequeño susurro le sacó de sus recuerdos.

-¿En qué piensas?- giró la cabeza, para ver los preciosos ojos de su pequeña, todavía entrecerrados.

-En la noche tan increíble que pasamos- le susurró mientras tomaba su mano y depositaba un pequeño beso en ella; Bella sintió el sonrojo acudir a sus mejillas, y en un acto reflejo, escondió su rostro en el pecho de Edward, lo que provocó que éste riera por lo bajini.

-¿No estás enfadado conmigo?- le preguntó ésta, todavía con la cara escondida en su pecho. Edward la miró divertido, y con un pequeño gesto hizo que le mirara.

-¿Por qué tendría que estar enfadado?- le interrogó, intentando parecer serio.

-Bueno... ayer se me subió un poco el alcohol a la cabeza y...- confesó, avergonzada y mordiéndose el labio. Su novio rió divertido, estrechándola entre sus brazos.

-Reconozco que te encontré un poco... ¿cómo decías ayer?... contentilla- le respondió, encantado de ver a su pequeña muerta de la vergüenza.

-Dios- masculló ésta entre dientes, pero su novio la interrumpió.

-Bella; no pasa nada- la tranquilizó -todos nos hemos emborrachado alguna vez... además... puede que tenga que emborracharte alguna que otra vez más- le confesó divertido. Su pequeña frunció el ceño, sin entender lo que quería decir -anoche estabas desatada... el alcohol saca un lado de mi novia que no conocía-.

-¿Y qué lado es ese?- interrogó, con una ceja alzada.

-Lo que ocurrió una vez que llegamos a la habitación- le susurró, atrayéndola más hacia su cuerpo -fue increíble la manera en la hicimos el amor-.

-¿Ah, si?- exclamó ella, con tono bajo e insinuante -es una buena manera para quemar el alcohol... debo reconocer que sólo tengo un pequeño dolor de cabeza- exclamó con una pequeña sonrisa, pero al momento se disipó de su cara -pensé que te enfadarías conmigo... por el espectáculo que monté cuándo te vi-.

-¿Te acuerdas?- le preguntó, un poco sorprendido.

-Me vienen imágenes a la cabeza... ¿te llamé Eddie?- le interrogó extrañada. Edward no pudo hacer otra cosa que reír a carcajadas.

-Sip, me llamaste Eddie- respondió entre risas.

-Lo siento- se disculpó -se que no te gusta-.

-Bella- la llamó Edward para que lo mirara -no pasa nada... además, a ti te dejo que me llames Eddie de vez en cuándo- le murmuró en su oreja, dejando un pequeño beso en ella; ella rió complacida... se esperaba una pequeña bronca de su novio por haber bebido más de la cuenta.

-Además... creo que Rose y Alice se llevaron la palma en cuánto a dar el espectáculo- le recordó su novio, para después relatarle con pelos y señales los sucesos de la noche anterior. Su novia le escuchaba atenta, riendo divertida.

-Uffsss... no querría con Rosalie esta mañana- exclamó ella, con una mueca de diversión.

-Pues yo no querría estar en la piel de Jasper, créeme- bufó Edward.

-Cierto- le dio la razón Bella, ahogando una risita -¿y vuestra cena, cómo estuvo?-.

-Bien- se encogió éste de hombros -la comida deliciosa; después estuvimos charlando- le contó -¿y la vuestra?-.

-También bien; conversando- se relató.

-¿Y de qué hablasteis?- le preguntó interesado. Su pequeña le miró arqueando una ceja.

-Al final va a ser verdad que en los genes Cullen está incluido el gen cotilla- murmuró para si misma -cosas de chicas... nada interesante-.

-¿Nada interesante?- interrogó su novio, con una sonrisa maliciosa -eso del gen cotilla Cullen me interesa- replicó, haciéndose el ofendido -te he oído-.

-Simplemente hablamos del encanto que tiene esta familia... sobre todo sus miembros masculinos- le aclaró. Edward disfrutaba del sonrojo de su pequeña; pero sabía que no la iba a sonsacar nada más, de modo que decidió pasar a otro punto, atrayéndola hacia él y haciendo que se sentara a horcajadas encima suyo.

Contempló el maravilloso espectáculo que se exponía ante sus ojos... la nívea y suave piel de su pequeña le llamaba de una manera poderosa; Bella sonrió azorada mientras que sentía las manos de Edward por su cuello, por sus brazos, por su clavícula...

Se levantó para que sus rostros quedaran a la misma altura, y ambos quedaron sentados.

-Eres tan preciosa, cariño- susurró contra su cuello, dejando suaves mordiscos y lamidas. Bella cerró los ojos, las caricias que le dedicaba su novio todavía la hacían sonrojar, y más aún si iban acompañadas de palabras. Sus pequeñas manos se anclaron en la nuca de Edward, haciendo que levantara su cabeza.

Sin pronunciar palabra alguna estrelló los labios en la boca de su novio, gesto que éste correspondió de manera inmediata; sus manos acariciaban la espalda de su pequeña, a la vez que la estrechaba más contra él; ese pequeño movimiento propició que sus partes más recónditas e íntimas se rozaran, creando una deliciosa e insoportable fricción.

-Dios Bella...- siseó Edward -no sabes cómo me pones...-.

-¿Sabes de que hablamos también, ayer en la cena?- le dijo ella, echando su cuello hacia atrás y cerrando los ojos al sentir que uno de sus pezones era suavemente apretado. Edward levantó la cabeza, interesado por escuchar la respuesta.

-De lo bueno que es el sexo matutino- murmuró traviesa, contra sus labios. Éste arqueó una ceja, sonriendo con malicia y volviendo a deslizar sus labios por la piel de su cuello.

-Dime quién eres y qué has hecho con mi tímida novia- exclamó contra su piel. Ella sonrió complacida.

-Digamos que... voy cogiendo confianza- replicó satisfecha, pasando sus manos por los marcados músculos de su pecho.

-Me encanta esa confianza- ronroneó satisfecho -y el sexo matutino- esas palabras bastaron para que Bella se levantase levemente, apoyándose en sus hombros y deslizando su cuerpo a lo largo del miembro del joven, plenamente despierto desde hace mucho rato.

-Ahhh...- un lánguido suspiro brotó de la boca de Bella, pero fue interrumpido por los labios del joven ranchero, dejando en ellos un beso que la robó el poco aliento del que disponía. Otro sonoro jadeo salió involuntariamente de su garganta cuándo Edward dejó sus labios para besar delicadamente su hombro.

-Shiiiisssstttt- le previno el joven -no estamos solos- ella captó el mensaje, y tuvo que morderse el labio para contener los gemidos... menos mal que anoche se aseguró de echar el cerrojo.

Edward también tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para permanecer lo más callado que podía. Bella se movía de arriba abajo, lentamente... el placer se adueñó de tal forma de su cuerpo, que no pudo resistir agarrar la cintura de su pequeña, haciendo que se moviera más deprisa.

-Eso es cariño... así... así- repetía una y otra vez; sentía la cálida y húmeda estrechez de las paredes de su pequeña contrayéndose cada vez más fuerte contra su miembro; cegado de pasión, su boca recorría la parte superior de los senos de la joven, disfrutando del sabor de su piel y de su tersura.

-Edward... aaaahhh- gemía su nombre entre suspiros; su cuerpo se arqueaba cada vez más; apoyó las manos en los muslos de Edward y echó la cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos, ofreciéndoselo. Su vaivén cada vez iba tomando más y más rapidez... necesitaba liberar todo ese placer que recorría su cuerpo. Un escalofrío la recorrió entera al sentir la boca de Edward en uno de sus pechos y uno de sus dedos masajeando su centro de placer. Sintió cómo una familiar sensación se apoderaba de ella... necesitaba gritar, pero era consciente de que no podía... así que cuándo el orgasmo se apoderó de ella, mordió el cuello de Edward con fuerza, tanta que de seguro sus dientes le dejarían una pequeña marca. Se desplomó encima suyo, unos pocos segundos, pero sacó fuerzas para seguir moviéndose, y al cabo de un minuto un gruñido gutural le indicó que Edward también había llegado.

Con sus cuerpos sudorosos y más débiles que una hoja de papel, se tumbaron en la cama; Bella permanecía abrazada a Edward cómo una lapa, intentando encontrar aire que llevarse a los pulmones. Su novio tampoco estaba en mejores condiciones, pero poco a poco fue recuperándose; sintió cómo su pequeña se relajaba mientras él peinaba su larga melena con los dedos.

-¿Bella?- murmuró al cabo de unos minutos de reconfortante silencio.

-¿Hum?- ronroneó ésta, a modo de respuesta.

-¿Crees que podrías despertarme así todos los días?- inquirió con un tono de voz inocente.

-En San Antonio puede...- exclamó ella, riendo ligeramente; su novió también la acompañó en sus risas, estrechándola más entre sus brazos.

Pasó un buen rato hasta que consiguieron moverse y prepararse para bajar a desayunar. Al aparecer por la cocina, sólo estaban Jake y Emmet con sus respectivas parejas. Nessie estaba sentada al lado de su prometido y con Owen en su regazo. Emmet tenía dibujada una mueca de fastidio en su cara, mientras que su esposa estaba apoyada en la encimera, con el ceño fruncido y sujetando la taza del café.

-Buenos días- murmuró Bella con voz suave.

-Buenos días Bellie Bells... ¿cómo amaneciste?- le interrogó Jake con una sonrisa.

-Sólo me duele un poco la cabeza- le aclaró ésta.

-Qué suerte- masculló Rose entre dientes -yo ya llevo tres aspirinas- Jake soltó una pequeña carcajada, pero ante la mirada que recibió de Nessie, se recompuso, poniéndose serio.

-Hablando de lo de anoche... ¿cómo es que terminasteis en el Mistic River?- interrogó Rose a su marido y cuñados -nunca vais allí-.

-Se nos ocurrió- se encogió Edward de hombros; Bella le tendió una taza de café y el le abrió los brazos, para que se sentara encima de sus piernas, ya que ni Carlisle ni Esme, ni los padres de Nessie estaban allí.

-No íbamos en vuestra búsqueda, si eso es lo que pensáis- añadió Emmet. Pero Rose emitió un siseo por lo bajo, en desacuerdo con su esposo.

-Es cierto- se defendió Jake.

-No queríamos cortaros la fiesta- se excusó Edward -ella vino corriendo hacia mi- aclaró con una sonrisa, mirando a su pequeña.

-Estabas muy cómica ayer, cuñada- rió Jake -te pasaste todo el camino cantando- inquirió divertido, mirando cómo el rostro de la joven castaña enrojecía de manera furiosa.

-Seguro que Bella no ha atacado a Edward- siseó Emmet entre dientes.

-Sí que lo ha atacado- contradijo Jake -pero no de la manera que te habrá atacado Rosalie- aclaró con una sonrisa lobuna -¿eso que llevas en el cuello es un chupetón, Edward?- Nessie contuvo la sonrisa que quería asomar de sus labios, ante la vergüenza de la pobre Bella y el mosqueo de Edward.

-Lo siento- se disculpó en voz baja, mirando la marca rosada situada en el cuello de su novio.

-Tranquila- la reconfortó el joven, dejando un beso en su sien; decidió no contestar a su hermano y dejarlo pasar.

-¿Cómo creéis que le habrá ido a Jasper con Alice?- preguntó Nessie en voz alta, y echándole un cable a la más joven de sus cuñadas.

-Seguro que le ha cerrado la puerta en las narices- exclamó Emmet, con una carcajada.

-No me extrañaría en absoluto- replicó Rosalie, dejando la taza y sentándose en la mesa -cuándo los Cullen sacáis vuestro gen cavernícola, no hay quién os aguante- le dijo acusatoriamente a los hermanos.

-¿También tenemos gen cavernícola?- indagó Jake, mirando a Nessie.

-A veces os pega un brote de esos- le respondió su prometida, arrancando las risas de Rose y Bella. Justo en ese momento aparecía Jasper por la puerta, con aspecto cansado.

-Hola- masculló entre dientes, con tono molesto.

-¿Cómo has dejado a Alice?- interrogó Rose, con una sonrisa maliciosa.

-Pues la verdad es que no lo sé- respondió, tomando asiento y sirviéndose un café bien cargado.

-¿Y eso?- preguntó Edward, arqueando una ceja.

-En cuánto llegamos a su casa, me montó un follón impresionante- empezó a relatar- me llamó cavernícola, troglodita y no se cuántas palabras más- las risitas del resto no se hicieron esperar -después se encerró en su dormitorio y no me ha abierto la puerta-.

-Así que has pasado la noche en el sofá- adivinó Emmet, sin poder contener la risa. Jasper le lanzó una mueca.

-No la iba a dejar sola- se excusó.

-Tiene carácter- musitó pensativo Edward -al fin has encontrado a una mujer que te sabe hacer frente-.

-Y que sabe dejarte con la palabra en la boca- añadió Jake -ahora tendrás que ganarte su perdón-.

-Sería más fácil que las vacas aprendiesen a bailar que la señorita Brandon me perdonara- masculló entre dientes.

-Entonces creo que tienes un gran trabajo por delante- le palmeó el hombro Edward, ante las risas del resto.

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La semana pasó rápido, y llegó el sábado en el que se celebraba la boda; aunque la ceremonia se celebraría al atardecer, desde primera hora de la mañana el rancho era un completo caos. Bella, ayudada por las chicas, llevaba desde la siete de la mañana en la cocina, elaborando el menú y dándole las instrucciones a los camareros que lo servirían. Todo estaba listo para calentarlo y servirlo y la tarta, la única cosa que ella no había cocinado, había llegado también.

El jardín dónde se celebraría la ceremonia estaba precioso; habían puesto una pequeña pérgola cuajada de rosas blancas y amarillas, las mismas flores que adornaban el jardín. Cinco pequeñas filas con sillas blancas delimitaban un pequeño pasillo, cubierto por una alfombra también blanca. Justo enfrente habían ubicado las mesas dónde cenarían, al resguardo de un toldo enorme. Las mesas estaban situadas en círculos, y en el centro los ya esposos abrirían el baile, una vez entrada la noche.

Minutos antes de la siete de la tarde, llegaron los escasos treinta invitados que acompañarían a los novios en su gran día. Carlisle Cullen y sus hijos daban la bienvenida a la gente, elegantemente enfundados en sus trajes oscuros. Jake saludaba a todo el mundo con una sonrisa de nervios, los cuales se acentuaron cuándo el pastor le indicó que debía posicionarse en su sitio; los peones del rancho, con Sam y su mujer Emily a la cabeza, Jenks y su esposa, la señora Harris y su esposo, los padres de Rosalie... todos esperaban impacientes la llegada de la novia.

Kelly Rale retorcía su pañuelo, sonriendo emocionada al lado de Esme y Carlisle; los hermanos y sus parejas miraban expectantes hacia la puerta que comunicaba el interior de la casa por el jardín,

-¿Te he dicho que estás preciosa?- susurró Edward en el oído de su novia, dejando un beso justo detrás de su oreja. Bella llevaba un sencillo vestido color violeta, palabra de honor y falda recta hasta la rodilla. No llevaba joya alguna más que el colgante que le había regalado Edward las pasadas navidades; su pelo estaba recogido en un elaborado moño, con varios mechones sueltos, enmarcando su carita, con el mínimo maquillaje.

-Desde hace cinco minutos no- contestó ella, posando su mano encima de la de su novio, que permanecía en su cintura. A su derecha estaban Rosalie y Emmet, con un vestido negro y con el pequeño Owen en sus brazos; Jasper y Alice les franqueaban por el lado izquierdo.

Después de la ajetreada despedida de solteros y solteras, Alice se enfadó de tal manera con Jasper, que se negó a escuchar disculpa alguna que proviniera de boca del joven. Incluso una noche le dio con la puerta en las narices, no sin antes tirarle a la cara el ramo de flores que había dejado unas horas antes en su puerta; finalmente, la noche anterior a la boda consiguió hablar con ella, y accedió a acompañarle a la boda, aunque según la joven morena, aún no le había perdonado del todo.

Por fin, la música entonó la marcha nupcial, y Nessie hizo su aparición cogida fuertemente al brazo de su padre. Llevaba un sencillo vestido blanco con unos finos tirantes, largo hasta los pies, sin ningún encaje ni dibujo. Se ceñía perfectamente a su pecho, para después caer suelto. Sus rizos caían sobre su espalda formando una cascada pelirroja, sin ningún adorno en él. En su mano derecha portaba un pequeño ramo de margaritas blancas.

La emoción del momento, incentivada en parte por las hormonas, fue la causa de que antes de que llegara al lado de su novio sus ojos ya estuvieran cristalinos. La sonrisa que adornaba el rostro de Jake era inmensa, y besó delicadamente la mano de su prometida cuándo Stanley Rale le tendió la mano de ésta.

La ceremonia fue breve y emotiva; Bella miraba emocionada a la feliz pareja, a la vez que ellos pronunciaban sus votos. Estaba apoyada en el pecho de Edward y no pudo evitar en volver a recrear una imagen en su mente... la imagen dónde Edward y ella ocupaban el lugar de Nessie y Jake. Estaba tan absorta en sus pensamientos, que bajó a la tierra cuándo oyó los aplausos y silbidos de la gente; el ya matrimonio se estaba besando, después de que el pastor Adam los declarara marido y mujer.

-Ha sido una ceremonia preciosa- exclamó con una sonrisa emocionada. Su novio la besó suavemente en el tope de su cabeza.

-Sí que lo ha sido- le dio la razón éste -vamos a darles la enhorabuena- la agarró de la mano para adelantarse unos pasos. Jake la envolvió en un abrazo de oso.

-Felicidades grandullón- le dijo ésta entre risas.

-Gracias- le respondió éste. Edward se acercó a su hermano, y ella se volvió para abrazar a una emocionada Nessie.

-Enhorabuena- le dijo la joven castaña.

-Uffsss... todavía no puedo creerlo- decía la ya señora Black, riendo nerviosamente.

-Pues créetelo- le respondió Emmet por detrás de ellas -has retirado a mi hermanito del mercado-.

-Emmy- le llamó burlón el novio -¿podrías, por una vez, ser un poco serio?-.

-Soy serio- rezongó éste.

-Seguro- exclamó Carlisle, que se había acercado al grupo -felicidades hijo- abrazó con fuerza al mayor de sus retoños -mamá y Billy estarán orgullosos de ti, seguro- Jake sonrió, acordándose de su padre biológico y de su madre. Los hermanos, que hacían piña alrededor de los novios, también sonrieron con melancolía a la mención de Meredith Cullen.

Después de recibir los abrazos y felicitaciones de todos los presentes, el pequeño grupo se encaminó hacia la zona que habían habilitado para la cena y el baile. Bella recibió elogios de felicitación por la comida. Por petición expresa de Jake y Nessie, los cuatro hermanos y sus parejas compartieron mesa; justo al lado de la de Carlisle y Esme, los señores Rale, los padres de Rosalie y el matrimonio Jenks.

Comieron, bebieron, brindaron y rieron en una cena llena de animadas conversaciones y bromas por doquier, cómo no podía ser menos en la mesa de los hermanos Cullen. El padrino y padre de la novia dio un pequeño y emotivo discurso, arrancando lágrimas de emoción a su hija y aplausos al resto de los comensales. Bella no pudo evitar pensar quién la llevaría a ella al altar algún día... su padre, por desgracia, no podría hacerlo, y ahora no tenía más familia que los Cullen. Edward la miró de reojo cómo escuchaba emocionada el discurso de Stanley Rale, y la tomó de la mano, dándole un cariñoso apretón, gesto que ella agradeció con una de sus preciosas sonrisas.

La noche iba avanzando; el tiempo caluroso, cómo era normal en agosto en el estado de Texas, hizo que la velada prosiguiera sin problema alguno. Los novios abrieron el baile con un aromántica balada; a la segunda canción, casi todas las parejas salieron a la pista.

-¿Sigues enfadada conmigo?- indagó Jasper con cautela; Alice estaba deslumbrante, con un vestido en tonos grises y su melena negra graciosamente peinada, con las puntas hacia fuera. La respuesta de ésta fue una mirada cargada de enfado. El joven siseó para sus adentros... a veces no entendía a las mujeres.

-¿Necesitas que responda a eso?- le dijo a modo de respuesta la joven morena, enarcando una ceja.

-Reconoce por lo menos que si no llegamos a aparecer por allí, Nessie no hubiera podido con las tres- le recordó.

-¿Pero hacía falta que me sacaras del bar cómo un fardo de paja?- inquirió ésta, haciendo rechinar sus dientes.

-No estabas para razonar mucho en esos momentos- le volvió a recordar él. Alice se zafó se su agarre, alejándose de él. Jasper salió tras ella y la interceptó al final del jardín, dónde horas antes se había celebrado la ceremonia.

-Alice- la llamó; ésta permanecía de espaldas a él -Alice por favor... yo sólo quería cuidarte, y...- la joven le cortó, todavía de espaldas a él.

-Ese ataque tan posesivo me recordó mucho a Peter- murmuró ella, con rabia y pena mezcladas en su voz; el joven ranchero se quedó parado, sin saber qué decir -no me dejaba hacer nada... perdí a mis amigas- relataba ella, con pena en su voz -una vez me escapé para tomarme un café con ellas, y al llegar a cas...-.

-No hace falta que continúes- exclamó Jasper... la sangre le hervía por dentro, pues sabía lo que venía a continuación.

-Al llegar a casa me encerró en nuestro dormitorio, increpándome que quería abandonarle... me gritó- silenciosas lágrimas bajaban por las mejillas de la joven, cómo cada vez que revivía el horror de aquellos dos años -y también me...- Jasper no pudo soportarlo más, y con dos enormes zancadas se plantó delante de ella, abrazándola con fuerza.

-No llores por favor- le suplicó -yo no pretendía otra cosa que cuidarte y protegerte; reconozco que tanto mis hermanos cómo yo mismo somos un poco posesivos- se medio disculpó, con una pequeña sonrisa -pero Alice... no todos los hombres somos cómo el impresentable de tu ex marido-.

-Ya lo sé- hipó ella, agarrando fuertemente la solapa de la chaqueta del joven ranchero y escondiendo su cara en su pecho.

-Pero somos posesivos con lo que más queremos- le dijo con voz suave; Alice levantó sus ojos, y enseguida se encontraron con los grises de él.

La miraba con cariño, una mirada que Alice hacía mucho tiempo que no recibía. Aunque llevaban un tiempo saliendo, ella se había impuesto unos límites, sobre todo en el contacto físico y en muestras y palabras de cariño; y aunque Jasper no la obligaba a nada, a veces tenía que reprimir el impulso de cogerla en brazos y darle un beso de esos que te dejaban sin aliento. Era bellísima, y cuándo se derribaba un poco ese escudo de desconfianza y cautela, era extrovertida con todo el mundo... y ese genio que se gastaba le volvía loco... nunca se había topado con una mujer que le respondiera con el mismo sarcasmo, y eso le gustaba a rabiar.

La joven le miraba fijamente, perdiéndose en los hermosos ojos grises del joven... hacía tiempo que su corazón no repiqueteaba así de furioso por un hombre; en la cena las chicas la sonsacaron, y ella había admitido que estaba loca por Jasper Cullen... pero tenía tanto miedo. Maldijo una y mil veces a Peter... él la había hecho ser desconfiada y cerrada.

Pero hubo algo en las palabras del joven que hizo que su muralla se resquebrajara; tenía que aprender a confiar, todos los hombres no eran iguales.

-Alice- la llamó Jasper, sacándola de sus pensamientos -sólo quiero cuidar de ti- le susurró, acariciando su barbilla con un dedo -no quiero hacerte daño, tienes que creerme- lo intentó de nuevo; sabía que no debía presionarla... pero ya no podía aguantar más; si ella no sentía lo mismo por él, no la agobiaría. Esbozando una triste sonrisa se alejó de ella, dándole la espalda y volviendo a la fiesta.

Alice se quedó mirando cómo se alejaba... su cuerpo entero sentía la ausencia del joven, se estaba tan bien entre sus brazos. ¿Y si le daba una oportunidad... pero una oportunidad de verdad... de ser una auténtica pareja?; recordó las palabras que el joven le había dedicado hace escasos minutos... somos posesivos con lo que más queremos... y ella también le quería.

-¡Jasper!- echó a correr hacia él; al oír su voz, éste se dio la vuelta, y le abrió los brazos, dónde ella se refugió mientras se abrazaba a él.

-Sigue cuidándome- le dijo en voz baja; esbozando una sonrisa feliz, el joven asintió encantado, acercándose a los labios de la joven. Simplemente quería darle un pequeño beso, pero Alice no lo permitió, y no le dejó alejarse, abriendo su boca y acariciando con su lengua el labio inferior de Jasper. Sin poder creer lo que estaba sucediendo, automáticamente correspondió a los deseos de la que esperaba, era su novia oficial a partir de éste momento.

No lejos de allí, una pareja les observaba en la distancia, sonriendo encantados.

-Parece que le ha perdonado- le susurró Bella a su novio. Éste asintió, sonriendo divertido. Habían bailado durante casi toda la velada, y habían ido a dar un paseo, con las manos entrelazadas.

-Ven, vamos a dejarles intimidad- tiró de su pequeña, perdiendo a la pareja de vista.

-Ha sido un día precioso- suspiró Bella -a Jake y Nessie se les ve tan felices...-.

-Eso es cierto- corroboró Edward -te has emocionado mucho- le recordó; el sonrojo apareció en las mejillas de Bella, que se encogió ligeramente de hombros.

-Si te soy sincera, me dan un poco de envidia- Edward rodeó los hombros de su novia, dejando un pequeño beso en su frente.

-Te prometo que nuestra boda serán tan bonita cómo ésta- la consoló – pero primero tienes que estudiar- le recordó.

-Muchas chicas universitarias están casadas- contestó ella -pero tendré paciencia hasta que me lo pidas- bromeó.

-Eso dalo por hecho- le aseguró -Bella... eres muy joven, y quiero que disfrutes cómo cualquier joven de tu edad- le explicó.

-Disfruto- le aclaró ésta -salimos por ahí, hacemos muchas cosas... aunque nos llevemos casi diez años, nos compenetramos muy bien- Edward asintió, con una pequeña sonrisa... si por el fuera, se casaría mañana mismo... no podía concebir su futuro sin esa bella criatura en él; además, ella no tenía a nadie más que a ellos. El silencio del joven inquietó a la muchacha... quizá le había molestado.

-Perdona, no quería agobiarte- se disculpó.

-Bella- la atrajo hacia sus brazos -no me agobias; haremos un trato... veremos a ver cómo va el primer año de universidad... y después hablaremos; siempre me has oído decir que nos casaríamos algún día... y eso no va cambiar- hizo una pausa -todo llegará a su debido tiempo-.

-Me parece bien- aprobó ella -gracias por enterderlo-.

-Se que es importante para ti- le aclaró su novio -y también para mi... y no quiero que mi pequeña estrellita se ponga triste-.

-Tranquilo- le dijo ella, dejando un pequeño beso en sus labios y abrazándose a él. Sabía que todo tenía un momento, y debía ser paciente. Le importaba un comino lo que pensara la gente, hace mucho que dejó de hacerlo... pero su sueño seguía ahí, latente en su corazón.

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Palabras como: PERDÓN!¡ He tenido de todo en la cabeza! Jamas me volverá a pasar, SE LOS JURO!

Las Quiero Mucho!  (comenten) :/

1 comentario:

  1. siiiiiiiiiii me encantoooooooooooooooo y vale la pena la espera...Gracias linda...

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