martes, 22 de enero de 2013

La Bestia del Castillo





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25.- Una carrera contra la muerte 

Edward pov 

Apenas fui consciente de correr hacía el cerco, apenas fui consciente de romper las estacas que hacen de encierro, apenas fui consciente de nada que no sea la canasta. Pero por más que corrí no llegue a tiempo. 

Se estrello contra el suelo. El llanto ceso. 

Lo siguiente que supe fue que algo me cayó encima, enterrándome en la espalda pequeñas dagas, cortando mi piel y desgarrándola al pasar. No sentí dolor, no sentí miedo, solo sentí la creciente necesidad de saber si mi hijo ha sobrevivido a la caída. 

En algún momento deje de sentir las dagas en mi cuerpo, me arrastre hasta donde mi hijo esta. El silencio que hay después de la gritadera de mis hombres es de muerte. 

Solo el sonido de mi corazón retumba en mis oídos. 

Por fin llegue. La canasta cubre el cuerpo de mi Charlie, la quite despacio y con terror creciendo por lo que encontrare... 

Mi niño… está muerto. 

Y deje que la oscuridad lo invadiera todo. 


Bella pov 

-señora… señora despierte, hay noticias de su esposo, señora…

Por fin abrí los ojos. A mi lado Marco duerme plácidamente. 

-¿noticias de Edward, de Charlie?- pregunte mientras me incorporaba rápidamente y Carmen me ayudaba con el vestido. 

-si señora, abajo hay un hombre que dice venir de Forks, pero no nos dijo más- salí antes que terminara de hablar. 

Baje corriendo, aun descalza, mientras Carmen corría con mis botas cortas, esas que Edward me regalara después de la matanza de serpientes. 

-José… ¿Qué noticias me traes de mi esposo y mi hijo?- pregunte apenas llegue al salón. 

-señora no puedo decir mucho, pero su hijo… su esposo… niña ¿quiere sentarse?- pregunto. 

Ante eso me sentí morir, no pueden ser buenas noticias si necesito sentarme. 

-dímelo de una vez y déjate de pendejadas - dije por primera vez dejando mi papel de señora. 

El hombre me miro con los ojos muy abiertos. 

-están muy mal los dos señora, quizá no sobrevivan- dijo sin rodeos. 

El grito que se escucho en toda la torre salió de mi antes de darme cuenta que soy yo quien grita. Las piernas me fallaron, el corazón se detuvo en medio de mi pecho. Y las lágrimas no esperaron. 

-Isabella tranquilízate, ¡¡¡reacciona por Dios!!!- 

No logre respirar hasta que sentí el ardor en mi mejilla. Inspire profundamente. Esme arrodillada frente a mi me sostiene de los hombros. 

-tengo que ir- dije. 

Limpie mis lágrimas. 

-Carmen, dile a Sam que prepare a Divina, ¡¡¡ahora!!!- camine hacía donde Alice estaba de pie abrazando a Marco - te encargo a mi hijo, con tu vida me respondes por él Alice, con tu vida- dije tomándola de los hombros. 

-con mi vida- respondió -Bella… Jasper… se lo dices, que regrese vivo y de preferencia completo- dijo mi amiga reteniendo mi mano. 

Asentí. 

-¿A dónde crees que vas? Estás embarazada, no puedes solo salir corriendo como si nada, es mucho camino, al menos son tres días en carruaje- dijo Esme. 

-llegare hoy en la noche- dije mientras por la ventana alta veía el cielo aun oscuro. 

Me acerque a Alice, bese a mi hijo y me dirigí hacia afuera apenas después de ensartarme las botas. Me siguieron, el llanto de Marco me rompe el alma, pero su hermano y padre me necesitan. 

-Bella… no lo hagas- dijo Carlisle tomando mi brazo. 

-es mi esposo y mi hijo, no puedo solo quedarme aquí... no puedo- dije soltándome. 

-señora la yegua esta lista y su escolta también- dijo Laurent. 

-vamos entonces- respondí. 

Así, con un vestido que no es para montar, mis botas favoritas para estar en casa, el cabello suelto y con nada más que la determinación de llegar a donde están mis hombres, salí. 

-vamos Divina, mis hombres me necesitan- susurre al oído del animal. 

Pareció entender mi desesperación porque nunca bajo el ritmo. Monte en mi caballo y no voy a parar hasta ver las torres de Forks. 

En las pocas ocasiones que mire hacia atrás, los hombres me seguían con algo de distancia, solo Laurent parecía ir a mi ritmo. Pero igual iba detrás. Tal como dije, llegue cuando el sol se ocultaba. Apenas entramos con los caballos salte frente a la entrada del castillo. 

¡¡¡Edward!!!- grite nada más entrar. 

-¡¡Bella!!- escuche. 

Mire en dirección a donde la voz provenía. Jacob de pie con cara de asombro. 

-¿donde están? ¿Están vivos? ¿Llegue tarde? ¿Los perdí?- pregunte mientras las lagrima aparecían por primera vez desde que me subiera a Divina. 

-acompáñame, te llevare con tu hijo- dijo sin responderme. 

Entre en la habitación que fuera la mía. En medio de la cama esta mi niño, empatado completamente. 

Un grito ahogado salió de mí. Tuve miedo de acercarme, de tocarlo. 

-no lo lastimaras si no lo presionas fuerte, Edgar lo reviso, cuando cayó del árbol aterrizo sobre una oveja que estaba muerta justo debajo, pero aun así el golpe le rompió varios huesitos. Estuvo inconsciente lo que duro el camino de regreso y parte de la noche, hace unas horas se despertó pero en la comida el dieron unas gotitas de láudano para que el dolor no lo torture. No podrás levantarlo de la cama en un mes- dijo mi amigo sosteniéndome. 

-Jacob ¿Qué paso?- pregunte cuando sus palabras parecían no tener sentido. 

-siéntate, te contare todo- 

Me senté en la cama, me acomode abrazando a mi pequeño apenas, tiene unos moretones en su mejilla. Me negué a ver que más hay. Estoy segura de no soportarlo. 

Dos horas después lloraba con ganas al terminar de escuchar lo que ha pasado. 

-¿Dónde está Edward?- pregunte. 

-en la recamara que era de tu padre. Bella debes de saber que antes que pudiéramos darles muerte a las panteras, una de ellas lo ataco, lo dejo muy mal. No sabemos si sobrevivirá- dijo mientras salíamos de la recamara y una de las mujeres entraba para quedarse con Charlie. 

Caminamos rápidamente a donde Edward esta, Jacob abrió la puerta y me quede en el umbral, no estoy segura de superar lo que habrá adentro. Aspire profundamente antes de entrar del todo. 

-Bella ¿Qué haces aquí?- pregunto Jasper levantándose. 

Lo mire un momento antes de entender que es a mí a quien habla. 

-Jasper… ¿Cómo esta?- pregunte regresando la mirada hacía la cama. 

Donde mi esposo yace acostado sobre su pecho y estomago. Lienzos cubren su espalda, empapados de sangre. 

-señora… no lo toque, necesita tener las manos limpias o la infección lo matara definitivamente- dijo un hombre cortándome el paso. 

Me detuve justo donde me interceptara. 

-¿vivirá?- pregunte. 

-eso solo Dios lo sabe, hemos hecho todo lo posible, lave, cure, desinfecte y costure la piel de nuevo pero… hay demasiado daño los cortes fueron muy profundos, lo siento señora... no puedo hacer nada más- dijo Edgar. 

-iré a lavarme- dije saliendo sin responder las preguntas que Jasper seguía haciéndome e ignorando todo lo demás. 

Por suerte Jacob había ordenado que me preparen una tina en la habitación donde mi hijo esta. En media hora me bañe, vestí y estuve lista para hacerme cargo de mi familia. 

-señora, revisare al niño- dijo Edgar, el curandero del castillo. 

Asentí mientras las dejaba entrar. Con mucha delicadeza lo desenvolvió. Lo fue tocando por todo el cuerpo mientras mi alma lloraba al ver la cantidad de moretones que mi hijo tiene. 

-Dios… ¿estás seguro que sobrevivirá?- pregunte llorando. 

-su hijo cayo de una altura considerable, decirle ahora que sí o no sería adivinar, está reaccionando bien, sigue respirando y al parecer por ser tan pequeño sus huesos soldarán bien, pero no puedo decirle como este por dentro, siempre existe la posibilidad de que este reventado por dentro… no lo sabremos hasta dentro de unos días. ¿Señora no ha sangrado?- me pregunto mirándome seriamente. 

Lo mire sin entender. 

-el señor Jasper me dijo que estaba usted esperando y Jacob dijo que llego a caballo, ¿me permitirá revisarla?- pregunto. 

Me quede pensando que ningún otro hombre más que mi esposo me ha visto jamás desnuda y no empezare ahora. 

-solo tocare su vientre, no necesita quitarse nada, solo acuéstese y si está más cómoda, puedo llamar a alguna de las mujeres- dijo al notar mi indecisión. 

-sí, eso estará bien- dije. 

-bien, iré por mi esposa, es partera solo que ahora mismo está embarazada y no le dejo hacer demasiado esfuerzo, ella le revisara en caso de que algo no esté bien, Margarita, ¿se acuerda de ella?- pregunto el hombre antes de salir. 

Asentí apenas y con eso se marcho. 

Me quede mirando a mi niño aun dormido por el láudano. Sin saber cómo logre tomar su mano, el miedo a lastimarlo es enorme pero mi deseo de tenerlo entre mis brazos es aun más grande. Me aferre a su calor mientras lloraba a su lado. 

Me perdí en el tiempo hasta que un toque en la puerta me hizo reaccionar. Me seque el rostro lo mejor que pude y abrí. 

-Margarita- dije abrazando a una de las mujeres que viviera y sirviera en el castillo mientras viví ahí. 

No es muy grande, apenas 8 años mayor que yo. Luce un vientre nada despreciable. 

-mi niña, lamento verte en estas condiciones, pero es bueno verte, anda, recuéstate para que mi esposo te revise. Veamos cómo va ese pequeñín- Dijo colocando su mano en mi cuerpo. 

-aun no se nota nada, según la mujer de allá, llevo 13 semanas, 14 quizá, hace días que me lo dijo- respondí mientras me quitaba el vestido y me acostaba. 

Me cubrió las piernas con una manta y los senos con otra. Se acerco a la puerta y llamo a su esposo. 

-veamos señora, le tocare solo lo necesario- dijo Edgar sonriendo. 

Lo mire mientras me revisaba, no es joven, tendrá unos cuarenta y mucho… cincuenta y nada pero es muy atractivo. Entendí porque Margarita se había casado con él aunque le lleva la delantera. 

-pues está en lo correcto señora, tiene entre 14 y 15 semanas le daré un té para que se mantenga tranquila y no le afecte demasiado todo esto- dijo antes de salir. 

Su esposa me sonrió y se marcho también. Me quede ahí acostada, media desnuda, llorando. Aun esta el asunto de que Edward no lo quiere. 

Aunque tal vez con esto cambie de parecer, tal vez el horror de casi perder a un hijo le dé una perspectiva de lo que para mí será perder este. 

Pesando en eso, cansada del viaje, aterrada por lo que viene y que no pinta halagadoramente me acosté. Un toque en la puerta me despertó de nuevo. Me puse el camisón y abrí sin prestar atención a nada. 

-quizá quieras ver a Edward… esta peor Bella- dijo Jasper mirándome directamente a los ojos. 

Asentí mientras hacía por salir. 

-¿no te vestirás primero?- pregunto si apartar sus ojos de los míos. 

Entonces caí en cuenta que sigo solo con el camisón transparente que uso debajo de mis vestidos. Me di la vuelta y entre de nuevo. 

Genial. Edward me matara cuando lo sepa que su primo me vio casi desnuda, pero… al menos estará vivo. Ruego que siga vivo. 

Me puse un vestido rápidamente y note que me apretaba un poco a la altura del vientre. Mi criatura se hace notar, mal momento para eso. Quise ponerme otro pero… mi esposo me necesita, además ninguno me quedará, todos los que hay son de cuando era soltera, o sea hace unos tres o cuatro kilos atrás. 

Me puse un chal por encima de los hombros para cubrir mi vestido abierto. Y salí con Jasper pegado a los talones mientras una de las sirvientas se quedaba con Charlie. 

-señora que bueno que vino, me temo que su esposo no está respondiendo a las remedios, la fiebre le ha empezado y no sé si sea capaz de resistir. Ayudaría mucho si usted le habla, quizá al saber que está usted aquí se anime y ponga de su parte - 

-no entiendo, ¿qué tiene eso que ver con la fiebre?- pregunte acercándome a la cama. 

-cuando paso lo de tu padre y hermano tu estuviste igual, Rhona recomendó animarte, dijo que tus ganas de vivir debían ser grandes para que superaras las fiebres, creemos que con Edward es lo mismo, cuando perdió el conocimiento, el niño estaba inconsciente y lleno de sangre, pero no de él sino del animal sobre el que cayó, lo que Edward vio fue a tu pequeño, callado, con los ojos cerrados y cubierto de sangre, estoy seguro que cree que Charlie esta muerto y eso… se dejara morir pensando que…- 

-que lo perdimos- dije mientras lloraba antes la escena que me describía porque de haberlo visto yo también habría querido morir. 

-sí, exacto- dijo Jasper de nuevo. 

-¿Dónde está Emmet?- pregunte cuando recordé que no lo había visto. 

Ese hombre no se despega de mi esposo. 

-en la otra recamara, la de Mike, peleo con un oso y digamos que no salió tan ileso, pero está en mejores condiciones que Ed, solo tuvo cortes en brazos y piernas y una dentellada en el hombro derecho- dijo Jasper. 

-¿nada más?- pregunte sarcástica. 

-sí, nada más, considerando que el oso termino muerto- dijo con una media sonrisa. 

-siempre imagine a Emmet como uno de los osos negro de ese bosque- dije. 

-bueno, mi hermana seguro que se ha ganado un abrigo, así como el tuyo, tu esposo pidió el primer oso que matamos, ahora mismo están haciendo la prenda- dijo Jasper. 

-¿y qué le llevas a Alice? Debes regalarle algo muy bueno porque lo que ella tiene para ti es… invaluable- dije. 

Me miro serio hasta que mis manos sobre mi vientre le hicieron entender. Su cara paso de seria a feliz en un parpadeo. 

-¿de verdad?- pregunto tomando mis manos. 

-sí, me pidió que lo dijera, quiere que te cuides un poco y que regreses, de preferencia, completo- dije. 

Me abrazo sin más y después de dejarme un beso salió a todo correr. 

Mi realidad regreso al ver a mi esposo entre la vida y muerte. 

-señora, puede acercarse, venga quizá usted pueda hacer más que mis remedios. Estamos en una carrera contra la muerte y quizá su mera presencia nos haga ganar- dijo Edgar tomándome de la mano y llevándome junto a Edward. 

-Edgar, pide que traigan a mi hijo a esta habitación- dije tocando la mano de Edward. 



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3 comentarios:

  1. Necesitamos MAS!
    tiempo apurate, te necesito rapidito... Ya quiero que vuelvas a PUBLICAR!¡
    EL CAPITULO ESTA MUYyyyyy BUENOooooo! :D

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  2. wowwwwww increible!!! de verdad!!! necesito leer masssssss!!!!

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