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Capítulo 12: Día de novedades
Jasper y Edward se apiadaron de Jake, y cuándo su padre y Esme terminaron su desayuno y se levantaron de la mesa, empezó el interrogatorio.
-¿Y bien?- preguntó Jasper cómo si tal cosa, sirviéndose otra taza de café.
-¿Y bien, qué?- repitió Jake, bufando cómo un toro encabritado.
-Pues eso, ¿cómo se dio la noche?- el hermano mayor giró la cara, incrédulo ante la pregunta de su hermano pequeño.
-¿Desde cuándo te interesas por algo que conlleva que una mujer esté por medio?- resolvió burlón y enfadado. Bella contuvo la carcajada, levantándose de la mesa y recogiendo los platos vacíos.
-Sólo me preocupo por mi hermano mayor- contestó inocentemente, esbozando una sonrisa satisfecha.
-Lo que hay entre Nessie y yo es asunto mío- respondió entre dientes.
-Vamos Jacob- gruñó Jasper -somos tus hermanos, y nos preocupamos por tu felicidad y paz interior-.
-Seguro- refutó éste -sois unos cotillas, y menos mal que no está Emmet- refunfuñó casi para sus adentros... pero no tuvo tanta suerte.
-Buenos días familia- Edward y Jasper rieron por lo bajo ante a cara de Jake, que veía incrédulo cómo Emmet y Rosalie aparecían por la cocina, con el pequeño Owen en brazos de su padre.
-Hablando del rey de Roma...- gimió Jake para sus adentros; lo suyo era mala suerte y lo demás tonterías.
-Hola chicos- saludó Bella, que se dirigió directa al pequeño, que a sus casi cuatro meses de edad miraba con los ojos muy abiertos a sus tíos.
-Hola Owen- canturreó la joven, cogiéndolo ella en brazos y sentándose al lado de Edward.
-Hola pequeño- le saludó éste, haciéndole cosquillas en la tripa. El pequeño sonrió encantado, haciendo unos graciosos gorjeos con la boca. Rosalie miraba a Edward con el ceño fruncido; aunque su cuñado adoraba a su sobrino, no era muy dado a muestras de cariño con él.
-¿Por qué estás vestido así?- interrogó Emmet a Jake, con el ceño fruncido -no me digas que acabas de volver a casa- exclamó mientras servía dos tazas de café para su mujer y para él.
-Digamos que, efectivamente, acaba de volver a casa- resolvió Jasper, estirando las piernas y cruzándolas.
-¿Estuviste con Nessie?- preguntó directamente Rose, con una sonrisa; al ver el ruedo de ojos de su cuñado, no pudo evitar la risa -lo sabía- corroboró satisfecha.
-No os despegasteis en toda la fiesta- apoyó Emmet las palabras de su mujer.
-Ya os he dicho que es asunto mío y no os importa- les advirtió serio.
-No te enfades- le intentó aplacar Edward.
-Vamos Jake- le intentó animar Rose -estoy harta de ser la única chica- Jasper sonrió con malicia, al ver el ligero sonrojo que repentinamente apareció en las mejillas de Bella. Éste echó una significativa mirada a Edward, instándole a contar las novedades al resto. Emmet se percató de lo que ocurría, y volvió la vista a su hermano pequeño.
-Me parece que tenemos más novedades- canturreó ansioso. Rosalie tomó a Owen en brazos, mirando a la joven con una mirada interrogativa.
Muerta de la vergüenza, Bella hizo amago de levantarse y ponerse a recoger la mesa, pero Edward tomó su muñeca con delicadeza, y con un ligero movimiento, la sentó en su regazo, rodeando su cintura. Emmet y su mujer no daban crédito a lo que veían, al igual que Jake, que se quedó parado de la impresión, con la taza de café suspendida entre sus dedos.
-Edward...- susurró Bella, muy nerviosa, pero éste negó con la cabeza, dejando un besito en su nariz.
-Ya te dije que no te iba a esconder- le recordó con una pequeña sonrisa, para después volverse al resto de los presentes.
-¿Esto es en serio?- preguntó Emmet.
-Y tan en serio- se adelantó Jasper a responder -deberíais haber visto la cara de papá y Esme cuándo los hemos pillado dándose los buenos días- Bella creyó morir ante ese comentario, y le pareció escuchar un siseo de enfado procedente de su novio.
-Por fin- alabó chistosamente Emmet, elevando los brazos al cielo -ya estabais tardando-.
-De modo que tenemos nuevo miembro en la familia- musitó Jake, mirando a la pareja con una gran sonrisa -me dejas más tranquilo, no tendré que casarme contigo para que te quedes en el rancho y sigas deleitándonos con esos platos que cocinas- Bella no pudo menos que echarse a reír, ya que debajo de esa broma, se veía la sincera alegría de que por fin, ella y Edward estuvieran juntos.
-Yo me casaré con ella, no hace falta que te sacrifiques- le devolvió la broma Edward, abrazando más el cuerpo de su pequeña; ella me miró con una ceja arqueada, y Edward no pudo hacer otra cosa que sonreír -algún día- le susurró, sólo para ella. Bella agachó la mirada, emocionada por esas palabras, pero su vista, inconscientemente, se posó en Rose, que permanecía demasiado callada. Ésta le devolvió una sonrisa que apenas le llegó a los ojos, pero no dijo nada.
Justo en ese momento, Sam entró por la puerta de la cocina, reclamando a los chicos; al parecer, los toros de los Denali habían vuelto a destrozar la cerca.
-Voy a cambiarme- Jake se levantó y subió presuroso las escaleras, en dirección hacia su cuarto. Jasper y Emmet salieron de la cocina, para ir a avisar a su padre.
-Será mejor que vaya yendo- Bella se levantó del regazo de Edward, mirándole preocupada.
-Tranquila- murmuró Edward, dejando un pequeño beso en su mejilla.
-No quiero que os peleéis con ellos- exclamó temerosa, conociendo las diferencias entre ambas familias y el carácter de sus ahora cuñados y novio.
-No te preocupes- le dijo de nuevo Edward -pero ésto ya pasa de castaño oscuro- siseó malhumorado.
-Después nos acercamos a los establos- dijo Rosalie, mirando a la pareja.
-Allí os esperaremos- aprobó Edward -hasta luego preciosa- se despidió de Bella con un pequeño beso. La joven se quedó mirando cómo salía de la cocina, con paso presuroso. Con un imperceptible suspiro de preocupación, se dispuso a recoger la cocina, ante la silenciosa mirada de Rosalie, que parecía meditar algo para sus adentros.
-¿Te pasa algo, Rose?- indagó la joven, con tono precavido. Su rubia amiga tomó aire, antes de hablar.
-Nada- se encogió de hombros -simplemente me ha sorprendido- dijo solamente; Bella se mordió el labio, adivinando a qué se refería.
-Ya sé que nunca te he contado nada de ésto- se explicó torpemente Bella -per...-.
-Bella, Bella- la interrumpió Rosalie -se notaba demasiado que había alguien rondando tu mente- le explicó ésta- y por ciertos comentarios que se le escaparon a mi marido... sólo tuve que atar cabos-.
Bella la escuchaba en silencio, mirándola sin saber qué hacer o decir. Pero Rose siguió hablando.
-¿Sabes?; en cierto modo lo sospechaba- hizo una pausa, buscando las palabras correctas -Jessica nunca lo quiso de verdad, y él se enamoró de ella ciegamente- rememoró con el ceño fruncido -eres justo lo que Edward necesita- Bella la miró interrogante, sin llegar a entender el significado de esas palabras.
-Edward es muy sobreprotector, y Jessica no podía soportar eso; ella era... mas libre, por así decirlo- le aclaró ésta.
-A mi me gusta sentirme cuidada y protegida- murmuró Bella en voz baja -nunca he sido importante para nadie, excepto para mi padre, y ahora vosotros- terminó de decir, ignorando el nudo que se formó en su garganta al recordar el abandono de su madre, y los años que estuvo bajo la tutela de su abuela.
-Es comprensible Bella- añadió Rosalie -nunca pensé que vería de nuevo a Edward ilusionado y feliz con alguien- le dijo con una sonrisa sincera -¿le quieres mucho, verdad?-.
-Claro que sí- murmuró Bella -pero a veces me siento tan inferior a su lado...- se auto reprochó con pena -no dejo de pensar que ha podido ver en una niña cómo yo-.
-Bella- Rosalie se acercó a ella, tomándole de los hombros -no eres una niña, eres una mujer; la mujer de la que Edward se ha enamorado- le recordó con cariño -créeme, no tienes nada que envidiarle a Jessica-.
-Per... pero soy muy inexperta en esos temas, y...- su rubia amiga negó con la cabeza, instándola a que le dejara seguir hablando.
-Bella, no se nace sabiendo eso; el amor se descubre poco a poco, y para eso hay que esperar a que aparezca la persona adecuada- hizo una pausa, escogiendo las palabras -podemos equivocarnos, cómo le pasó a Edward... pero si algo te puedo decir de los hermanos Cullen, y sobre todo de Edward, es que nunca jugarían con los sentimientos ajenos; deja que las cosas sucedan de un modo natural... y verás lo maravilloso que es-.
-Gracias por tus palabras- dijo la joven castaña, sonriendo tímida; en verdad agradecía que la familia hubiera aceptado la nueva situación tan bien.
-No me las tienes que dar... y ya sabes... puedo darte algunos consejitos picantes...- le guiñó un ojo Rosalie.
-¡Rose!- le reprochó, muerta de vergüenza y ya completamente sonrojada.
-Para eso están las amigas- canturreó de forma inocente; ambas jóvenes terminaron de recoger la cocina entre risas y una divertida conversación. Al de un rato, vieron que Esme entraba por la puerta de la cocina.
-¿Ya han vuelto?- le preguntó Rosalie, preocupada.
-No lo sé- musitó la mujer -iba a acercarme a los establos- les informó.
-Te acompañamos- resolvió Bella -nosotras hemos terminado por aquí-.
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Después de acomodar a Owen en su carrito, las tres emprendieron el camino; el día estaba soleado, pero estaban demasiado inquietas cómo para disfrutar del aire libre; cuándo el apellido Denali era nombrado en el rancho Killarney, era el equivalente a decir problemas.
Al acercarse al portón distinguieron a Emmet y Jasper, rodeados por Sam y varios de los peones. Rose se adelantó, caminando directa hacia su marido.
-¿Qué ha pasado?- interrogó ansiosa.
-Ha sido un descuido de su capataz- le explicó éste -papá y Jake han ido a casa de Eleazar, pero tanto él cómo sus hijos están fuera de la ciudad, y el capatazdice que no hablará sin la presencia de du jefe-.
Bella y Esme escuchaban atentas las noticias; la joven agarraba con fuerza el mango de la sillita de Owen, mientras que buscaba a Edward con la mirada.
-Han corneado a tres terneros- siguió relatando Jasper -uno de ellos está muy malherido-.
-¿Habéis llamado al doctor Johns?- preguntó Esme; el doctor Johns era el veterinario local de Huntsville.
-Jake ha llamado a Nessie; está de camino- contestó Emmet. Justo en ese momento Bella vio a Edward hablando con Jared y Paul. Se debatió entre ir a su encuentro o esperar a que terminara de hablar; pero él mismo, nada más verla, fue a su lado.
-¿Estás bien?- le preguntó nada más llegó a su lado -¿hay muchos desperfectos?-.
-Los toros han roto varios de los postes de la cerca; sólo arreglarlo supondrá más de tres mil dólares- resopló fastidiado -pero lo importante son los terneros-.
-Más le vale a esa maldita familia que pague los destrozos- siseó cabreado Jasper -deberíamos haberlos denunciado la primera vez que ocurrió-
Bella permanecía en silencio, escuchando a los dos hermanos; un escalofrío le recorrió la espalda al recordar su nada agradable encuentro con los hermanos Denali, al poco de llegar al rancho. Edward se dio cuenta de la cara contraída de su pequeña, e intentó tranquilizarla.
-Mi padre hablará con Eleazar, no pasará nada- Bella asintió, no muy convencida; sabía que tarde o temprano se montaría un buen lío. Ante la mirada sombrada de los peones, Edward rodeó suavemente la cintura de Bella, pero antes de que diera tiempo a los murmullos, un pequeño coche blanco apareció.
-Ahí llega Nessie- anunció Rosalie; la joven pelirroja bajó de un salto del coche, tomando su maletín y acercándose a ellos casi corriendo.
-Menos mal que has llegado- Jake se adelantó a todos y salió a su encuentro, cogiéndole el maletín en un acto reflejo y conduciéndola al interior.
-Es mejor que os quedéis fuera; si ven mucho jaleo, los terneros se revolverán inquietos- el resto acató las órdenes, y sólo Carlisle y Jake entraron con la joven.
Nada más ver a los animales magullados, la joven se arrodilló ante el que se suponía estaba peor. Aparte de magulladuras y golpes, en su pata trasera izquierda se veía una herida desgarrada, que sangraba. Jake observaba a la joven con una pequeña sonrisa, era increíble que alguien tan menudo y frágil pudiera agarrar a un animal hasta conseguir inmovilizarlo.
Carlsile miraba atento los gestos y las muecas de enfado que ponía Nessie, y observando de reojo a su hijo mayor... parecía que la joven había calado hondo en Jake. Unos minutos después, la sudorosa joven se quitaba los guantes manchados de sangre.
-Los golpes sanarán ellos solos- les informó, haciendo alusión a los otros dos terneros.
-¿Y ella?- preguntó Jake, señalando a la pequeña ternera, que respiraba con dificultad.
-El asta del toro ha desgarrado la piel y parte del músculo- Carlisle lanzó un juramento por lo bajo -no parece que haya hemorragia interna, ya que no ha perdido el conocimiento y reacciona a los estímulos- les explicó, poniéndose de pie y aceptando la toalla que le tendía Jake, con la que se secó las manos.
-¿Entonces se recuperará sin problemas?- interrogó Carlisle.
-Eso es; pero primero debo suturar esa herida; es bastante profunda, y no sanará por sus propios medios-.
-¿Necesitas ayuda?- se ofreció Jake.
-No hace falta, ya que debo administrarle un sedante; pero si quieres quedarte- propuso la joven, sintiendo cómo sus mejillas se encendían. Su mente recreaba los susurros y caricias que habían compartido hacía apenas unas horas... dios... estaba loca por él.
-Te echaré una mano encantado- dijo Jake, con una graciosa galantería; cuándo levantó la vista, le dirigió a Nessie una pícara sonrisa, que no pasó desapercibida para Carlsile,
-Os dejaré a solas- se despidió de ellos, dejándolos solos en el establo.
-Jake, ¿puedes sostenerla un minuto?- el joven asintió mientras observaba cómo Nessie preparaba una jeringa con un líquido transparente, y después sacaba las tijeras y la aguja de sutura.
-¿Qué es eso?- preguntó, señalando el contenido de la jeringuilla.
-Sólo es una pequeña dosis de procamina; lo utilizamos para anestesias locales- le explicó la joven. El animalillo profirió un quejido de dolor al notar la aguja, pero enseguida la anestesia hizo su efecto, quedándose tranquilo y relajado.
-Se te da bien- exclamó Jake con una risa, al ver a la joven suturar al animal con movimientos rápidos y precisos. Ella también rió ante la observación.
-Bueno... digamos que estudié cinco años para ésto- le aclaró burlona. Jake sonrió, negando con la cabeza y viendo cómo daba las puntadas finales, para después cubrir la herida con una venda elástica.
-Pues esta pequeña ya está lista- replicó satisfecha. Jake llamó a Sam y a otros dos peones, que llevaron al animal a un habitáculo aislado. Carllisle y sus hijos entraron también, y después de que Nessie les diera las últimas recomendaciones y recoger el pequeño desorden que se había organizado, salieron al exterior.
-¿Y Rosalie y Bells?- preguntó la joven, girando la cabeza y buscándolas con la mirada -quería saludarlas-.
-Owen tenía hambre- explicó Emmet -de modo que se han ido a casa-.
-Y ya va siendo hora de que los adultos también coman- anunció Carlisle -señorita Rale, muchísimas gracias por ayudarnos- agradeció.
-Encantada de ayudar en lo que sea- contestó Nessie, poniéndose la chaqueta.
-Quédese a comer con nosotros- le ofreció amablemente el patriarca Cullen.
-Es muy amable de su parte, señor Cullen, pero no quiero molestar; ya son mucho a la mesa y...-.
-De eso nada- le cortó Jasper.
-Insisto- volvió a decir Carlisle -usted nos ha ayudado mucho hoy, déjenos agradecérselo de alguna manera-.
Nessie miró a Jake unas milésimas de segundo; ella quería quedarse, pero al no salir palabra alguna de los labios del joven, quizá se sintiera incómodo... pero no fue así.
-Quédate, por favor- le rogó el joven.
-Además, Bellie Bells ha preparado una de sus especialidades- se relamió los labios Emmet.
-Es agradable tener una cuñada que cocina tan bien- expresó Jasper con voz resuelta.
-Aprovechad el tiempo que esté Bella en casa, porque llegará un día que sólo cocine para mi- contestó Edward tan tranquilo, metiéndose las manos en los bolsillos y caminando hacia la casa, riendo despreocupado.
-Acaparador- le pincharon Emmet y Japser entre risas; Carlisle suspiró con resignación, siguiendo a sus hijos, y Nessie y Jake fueron un segundo al coche de ésta, para dejar allí su maletín.
-¿De modo que tu hermano y Bella están juntos?- interrogó sorprendida, después de cerrar el coche.
-Sí- contestó resuelto -ya era hora... llevaban meses sin dar el paso-.
-Me alegro por ellos; hacen una pareja muy bonita- dijo la joven, con una sonrisa. Jake asintió con la cabeza, y al ver que Nessie tomaba el camino hacia la entrada principal de la casa, la agarró de la mano, desviándola. La muchacha se sorprendió ante el repentino gesto, pero dejó que la guiara sin chistar.
Al llegar al edificio de las oficinas, y por supuesto sin hacerle daño, la giró repentinamente, apoyando el cuerpo de la joven contra la pared y aprisionándola con el suyo propio.
-No te he dado un beso en condiciones cuándo has llegado- murmuró Jake con voz ronca, rodeando su pequeña cintura y pegándola a él.
-¿Y a qué estás esperado?- susurró la joven, acercándose a él y sintiendo que su corazón salía de su pecho cuando Jake aprisionó sus labios, dejando un profundo beso en ellos. La joven subió las manos por su fuerte pecho, en lo que pretendía ser una caricia cariñosa. Pero los pequeños dedos de la muchacha tuvieron el efecto contrario, ya que pudo sentir que la respiración de Jake se volvía entrecortada al sentir el contacto; las manos de éste encontraron el camino a seguir por debajo de la blusa de la joven; su piel se estremeció al sentir esas manos fuertes acariciar su estómago, y aún sin interrumpir el beso, rememoró los acontecimientos de la noche pasada... cómo bailaron durante toda la noche, el momento en el que él se ofreció a llevarla casa, el atrevimiento de ella al besarle cómo signo de despedida... y cómo ese beso pasó de suave y tierno a salvaje y ardiente.
Algo dentro de Jake se había encendido... no podía parar de besarla ni de tocarla. Estos tres años había vivido con su recuerdo, y anoche volvieron a revivir lo que pasó en Tucson... todavía sentía en su oído los jadeos y gemidos de Nessie, podía sentir la suave piel de la chica, que lo envolvía completamente.
Recodó su perfecto cuerpo desnudo junto al suyo cuándo, después de quitarle la ropa entre besos, la recostó con cuidado en la cama... sus pechos, su vientre, sus caderas... toda ella entregada por y para él... los suaves arañazos que ella imprimió en sus hombros, sus piernas entrelazadas de forma desordenada; sus cuerpos juntos, amándose durante toda la noche.
Cuándo la falta de aire los obligó a separarse, Jake alzó la mano, acariciando delicadamente su mejilla.
-Esta mañana te has ido muy temprano- le medio reprochó ella, intentando coger un poco de aire.
-Estabas dormida y no quería despertarte- le aclaró éste, esbozando una sonrisa -¿viste la nota que te dejé?- la joven asintió, todavía abrazada a él.
-Entonces... ¿quieres salir a cenar conmigo esta noche?- Nessie frunció la frente en un gracioso gesto, cosa que hizo reír al joven.
-No sé no sé... nunca me habían pedido una cita por medio de lápiz y papel- meditó cómicamente. Jake rió con ella, pero el repentino silencio que se instaló entre ambos empezó a inquietarle... dios... su padre tenía razón; parecía un adolescente de instituto.
-Está bien- dijo por fin la joven, que retuvo la carcajada al ver a Jake soltar el aire de repente.
-Pasaré a buscarte a las ocho- de dijo éste -y ahora será mejor que entremos en casa; se estarán preguntando dónde estamos- la joven asintió con la cabeza, y después de que Jake le diera un breve beso en los labios, retomaron el camino a la casa, dónde les esperaba una divertida comida familiar al estilo Cullen.
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-Por fin- suspiró Bella, cuándo cerró el lavavajillas y accionó el botón de encendido. Había sido un día agotador, ya que a la numerosa comida familiar había seguido una divertida sobremesa, que se prolongó hasta bien entrada la tarde.
Rosalie y Emmet hacía rato que se habían ido a casa, al igual que Jake, que esa noche cenaba fuera. Jasper también se había ido después de cenar, así que sólo quedaban en casa Carlisle y Esme, que veían una película en el salón, y Edward.
Apenas habían tenido tiempo de estar un rato a solas, aunque durante la comida y el resto de la tarde Edward apenas se apartó de su lado. Sonrió al recordar la animada charla y las bromas de los hermanos; nunca había visto al joven sonreír tanto, participando activamente en la conversación y en las risas. Había dado un cambio muy grande, y Bella quería verle siempre así; feliz, relajado y contento.
Justo cuándo apagaba la luz y salía por la puerta de la cocina, se encontró cara a cara con su novio.
-Hola- susurró la joven acercándose a él.
-Hola preciosa- Edward rodeó la pequeña cintura de su novia -¿has terminado?-.
-Ajam...- acertó a decir, acurrucándose entre sus brazos. El joven rió divertido, besándole suavemente la cabeza.
-Apenas hemos estado a solas- protestó ella, con voz lastimosa -te he echado de menos-.
-Yo también a ti- murmuró sobre su pelo -por eso he venido a buscarte; ¿quieres dar un paseo conmigo?-.
-Claro- aceptó encantada la joven. Después de subir y de ponerse una chaqueta, salieron a los inmensos jardines, y tomados de la mano, empezaron su paseo.
-Parece que todo ha terminado bien- suspiró la joven.
-Por hoy sí; por lo menos no ha muerto ningún animal- meditó Edward en voz alta -pero mi padre hablará seriamente con Eleazar-.
-Me lo suponía- rodó los ojos Bella.
-Pero no hablemos de eso- Edward se detuvo de repente, quedando frente a su pequeña -¿te ha dado vergüenza lo de esta mañana?- la interrogó con una sonrisa cómplice.
-Un poco- contestó ella, sintiendo un repentino calor en sus mejillas; el joven rió para sus adentros, adoraba verla así.
-Pues a mi me encanta que todos sepan que eres mi novia- exclamó, ante el sonrojo de la joven, cada vez era más notorio. Bella respondió con una pequeña sonrisa, y con paso tímido se acercó a él, rodeando su cuello con sus brazos y alzando la cabeza. El joven adivinó sus deseos, que eran los suyos propios, y agachó la cabeza, encontrándose sus bocas a medio camino.
Bella cerró los ojos, disfrutando de la suavidad y calidez de los labios de Edward... dios mío... la besaba de un modo que parecía que se iba a fundir en sus brazos. Su lengua se introdujo pausadamente, explorando su boca de un modo exquisito. Sintió que una de las manos de Edward acariciaba lentamente su cintura, y junto con la otra, que se desplazaba sinuosamente por su espalda, hizo que pegaran más cuerpos, volviéndose el beso mucho más tórrido y desenfrenado.
Edward sintió cómo Bella tomaba su pelo entre sus manos, empujando su cabeza hacia ella. La forma en la que Bella devolvió su beso hizo que algo dentro de él se encendiera, y su cuerpo empezara a reaccionar antes las caricias de su novia... pero no tenían ninguna prisa, quería hacer las cosas bien con Bella, y lentamente fue deshaciendo el beso.
La joven castaña arrugó la frente en un gracioso gesto de desacuerdo, cosa que hizo sonreír al ranchero.
-Besarte es adictivo- musitó ella, juntado su frente con la él.
-Toda tú eres adictiva- la respuesta de Edward hizo que se pusiera más roja que un tomate -y me encantan tus sonrojos- añadió, pasando su nariz por una de la mejillas de Bella.
-Pues a mi no me gustan- contraatacó ella, cual niña pequeña. Iba a seguir protestando, pero un reguero de besos que nació en su cuello y murió en sus labios hizo que se callara. Cuándo Edward la liberó de otro estupendo beso, que no de su abrazo, pudo ver un brillo especial en los ojos de su novio, que la observaban atentamente.
-Eres tan bonita- dijo en un murmullo -dios... no sé cómo he podido vivir sin ti todo este tiempo- las lágrimas cristalizaron los ojos de Bella al escuchar esas palabras... todavía no entendía cómo podía quererla de esa forma; pero si había algo de lo que estaba segura, es que ella compartía al cien por cien esa sensación. Escondió su cara en el hueco de su cuello, abrazándolo con fuerza y rogando para que ese sentimiento durara toda la vida.
-Te quiero- musitó suavemente, casi para ella... pero al sentir los brazos de Edward ciñéndose más fuerte en torno a su cuerpo, supo que la había escuchado.
-Yo también te quiero, mi pequeña estrellita- dijo éste en voz alta... y sintiendo, después de mucho años, cómo su corazón latía de nuevo por una persona.
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