martes, 7 de agosto de 2012

Cowboy de mi corazon


Capítulo 11: Mi estrella


Con el corazón encogido de nervios e incertidumbre, Bella se mantuvo en silencio durante los veinte minutos que duró el trayecto desde la puerta principal del rancho hasta su destino final. Sintió que su respiración se volvía irregular cuándo se dio cuenta de que estaban llegando al lugar en el cual a ella le gustaba perderse, evadiéndose así del resto del mundo; el mismo lugar hacia dónde se había dirigido Edward después de la pelea con Jake, el lugar dónde había decidido luchar por el corazón de su dulce tormento.

Edward no aflojó el agarre la cintura de Bella en todo el camino, disfrutando de la cercanía de la joven y embriagándose de esa mezcla de fresas y lavanda, tan característico de ella. Su brazo izquierdo rodeaba con firmeza, pero a la vez con suavidad y delicadeza, la pequeña cintura de Bella, encarcelándola entre éste y su cuerpo para asegurarla en el caballo. Se quedó de piedra cuándo ella, al cabo de unos pocos minutos, se relajó completamente y descansó sobre su pecho... se veía tan vulnerable y delicada, tan pequeñita. Un cómodo y reconfortante silencio acaparó todo el camino hasta el lugar dónde el quería llegar... el sitio favorito de Bella.

Cuándo tiró de las riendas para frenar a Concord, Bella miró a su alrededor y después al cielo. Éste estaba cubierto por un manto de tintineantes y pequeñas estrellas; siguió mirando al iluminado cielo sumida en sus pensamientos... no se atrevía a romper el silencio que imperaba; estar entre los brazos de Edward le provocaba paz y tranquilidad, pero también estaba sorprendida... ¿por qué la había llevado allí?. Pero su corazón sufrió una descarga eléctrica cuándo notó que el brazo que apresaba su cintura de movía de su sitio, y que en ambos lados de su cadera unas fuertes manos la tomaban con firmeza y suavidad, ayudándole a darse la vuelta y quedando frente a frente con Edward. Justo en ese momento Concord se revolvió inquieto, y en un acto reflejo apoyó sus pequeñas manos en los hombros del joven.

-Perdona- murmuró, sonrojada por la vergüenza, pero la reacción de Edward la dejó todavía más descolocada, ya que el joven esbozó una pequeña sonrisa y la acercó un poco más a él, rodeándola con sus brazos y dejándolos de nuevo en la cintura de la joven.

El corazón de Bella palpitaba de forma furiosa, y no tenía intención alguna de relajarse, no podía... ni en sus mejores sueños había pensado que estaría tan cerca de Edward, que miraba fijamente la pequeña boca entreabierta de Bella. Tuvo que reprimir el impulso de tomar esos labios y dejarla sin sentido... pero antes debía hablar con ella.

Estaba buscando las palabras apropiadas, pero su dulce tormento se adelantó.

-Lo siento- susurró Bella con la voz ahogada y agachando la mirada. No sabía por qué Edward se había enfadado con ella, desapareciendo de forma abrupta de la fiesta; es su cara se formó una mueca de pena... ahora que las cosas iban muchísimo mejor, volvían al principio, y ella no podría soportar de nuevo la ira y el rechazo de Edward. Sintió que las lágrimas hacían acto de presencia en sus ojos, y cuándo un dedo alzó con delicadeza su mentón, una de ellas rodó suavemente por la mejilla de la joven.

-¿Por qué lo sientes?- el corazón de Edward se encogió al verla llorar; ella no se merecía eso, ella no merecía sufrir por un patán cómo él.

-Por lo de la fiesta... yo sólo estaba bail...- murmuró en voz baja. Edward comprendió por dónde iban los tiros, y negando con la cabeza, no la dejó continuar.

-Tú no has hecho nada, Bella- comenzó a explicarle -la culpa de todo este embrollo es mía... siempre lo ha sido-.

-Edward, hemos hablado de eso muchas veces- le recordó ella -y todo lo ocurrido en los primeros meses está arreglado y olvidado- musitó ella, mirándole fijamente.

-Eso ya lo sé... me refiero a mi comportamiento en la fiesta- le aclaró éste -tú no tienes culpa de nada- terminó de explicarse, mirando esos orbes color chocolate que tanto adoraba, esperando que ella captara el mensaje. Los ojos de la joven le miraban fijamente también, sin entender una palabra de lo que le estaba diciendo... pero la voz de Edward volvió a reclamar su atención.

-¿No lo entiendes, verdad?- dijo con un lánguido suspiro -cuándo vi que Peter te agarraba del brazo y no te soltaba... yo... no podía permitir que te hiciera nada-.

-¿Por qué?- atinó a decir Bella, después de un largo minuto de silencio, procesando todo lo que estaba sucediendo. Los ojos de Edward centellearon con un sentimiento indescifrable para ella.

-Porque no puedo permitir que nadie te haga daño- le empezó a explicar desviando su vista de la de ella por un momento, para después volver a posarla -porque durante meses no he sentido otra cosa que celos-.

Bella se quedó sin saber qué decir... ¿de qué estaba celoso Edward?, si el no sentía por ella nada más que un cariño fraternal.

-¿Cel...celoso?- artículo con dificultad -Edward...- el joven esbozo una triste sonrisa, negando con la cabeza.

-Es uno de mis muchos defectos- musitó con un hilo de voz -dios Bella, te juro que he intentado contenerme, sé que eres muy joven... pero no puedo más- la respiración de Bella se alteró con las últimas palabras que había pronunciado, ya que el agarre que sostenía su pequeña cintura se estrechó, acercándola más a él; sus caras quedaron tan cerca, que Bella sentía el dulce hálito que emanaba de la boca de Edward. Cerró los ojos un momento, recreando la increíble sensación de estar entre sus brazos, pero los abrió súbitamente de la impresión al sentir un toque suave y delicado en su boca. Presa de los nervios y muda de la impresión no atinó a devolver el beso, haciendo que Edward se apartara de ella, mirándola fijamente.

-Bella...- susurró casi para sus adentros; la respiración de la joven se volvió pesada e irregular... Edward la había besado, y no era un sueño; ¿acaso el también sentía lo que sentía ella por él?.

-Llevo mucho tiempo deseando hacerlo- le confesó el joven -sé que la diferencia de edad es considerable, y pensarás que estoy loco... per...- no pudo terminar la frase; las manos de Bella se posaron en su pecho, y sacando un valor que ella creía no tener, alzó la cara y junto de nuevo sus labios a los suyos.

Edward se sorprendió ante ese acto, tardando unos mínimos segundos en reaccionar, pero el dulce aliento de Bella se coló por su garganta, y dejando escapar un suave gemido, subió las manos por la espalda de la joven, hasta que una de ellas se enredó en su pelo, acercándola más hacia su cuerpo y empezando a responder a su beso. El suspiro que abandonó los labios de Bella hizo que algo se encendiera en su interior, y el beso se volvió mucho más intenso.

La joven no podía creer lo que estaba sucediendo, estaba besándola, estaba entre sus brazos... no se dio cuenta de que sus manos agarraban el pelo color bronce que tanto le gustaba, y cuándo la lengua de Edward acarició delicadamente su labio inferior, perdió la noción de todo lo que sucedía, abriendo automáticamente su boca para él.

Un cúmulo de sensaciones totalmente desconocidas para Bella se arremolinaron de repente en la boca de su estómago, haciendo que su cuerpo se estremeciera; Edward la besaba con desesperación, con ansias, con cariño... todo un torrente de emociones que ella correspondió; por suerte ambos estaban sentados encima de la grupa del caballo, porque el cuerpo de Bella no hacía más que temblar cómo una débil e indefensa hoja.

Edward se encontraba en el séptimo cielo; los labios de Bella eran suaves, cómo tantas veces los había imaginado... sintió un pequeño tirón en su pelo, lo que hizo que a duras penas evitara el siseo de placer que quería salir de su boca. Notó que Bella ya respiraba con dificultad, de modo que poco a poco se separó de ella; observó atentamente las reacciones de la joven, más sonrojada que nunca. No pudo evitar que una de sus manos se posara en su mejilla, pasando suavemente el pulgar por ella, y mandado placenteras descargas que recorrían el cuerpo de la joven. Al ver que sus ojitos estaban cerrados, la llamó.

-Bella- la joven los abrió, encontrándose con esas esmeraldas, que brillaban intensamente, más de lo que nunca había visto.

-Edward...- un dedo en los labios de la joven hizo que guardara silencio.

-Llevaba mucho tiempo queriendo hacer ésto- le confesó de nuevo, esbozando una pequeña sonrisa -desde el día que llegaste aquí, acompañada por mi padre y Esme- los ojos de la joven brillaron debido a las lágrimas que se acumulaban en ellos; Edward lo vio, y tomó con la otra mano la otra mejilla de la joven, enmarcando su bonito rostro.

-No llores cariño mío- le suplicó dejando un suave y casto beso en sus labios -sé que he cometido muchos errores, pero no voy a permitir que eso suceda de nuevo- la observó emocionado, tratando de buscar las palabras correctas. El corazón de Bella sintió una fuerte descarga al escuchar el apodo tan íntimo y cariñoso con el que se dirigió Edward a ella... su voz sonaba tan bonita cuándo la llamó cariño mío.

-¿T...tú... tú me quieres?- atinó a preguntar, con la voz temblorosa, cómo todo su cuerpo. Edward no pudo evitar sonreír, era tan inocente... pero esa inocencia le volvía loco hasta extremos insospechados.

-¿Quererte?- murmuró alucinado, repitiendo las palabras de la joven -sólo quererte no abarca todo lo que siento por ti- respondió con suavidad y dulzura -desde que apareciste en el rancho has iluminado de nuevo mi vida, cómo una estrella fugaz que pasa de repente, iluminándolo todo- al escuchar esas palabras, Bella llevó involuntariamente la mano a su cuello, acariciando la estrella de plata.

-Una vez me dijiste que te gustaba contemplar el cielo plagado de estrellas- le dijo él, pasando un dedo por el colgante -y tú te has convertido en mi estrella... por eso te la regalé- le confesó, buscando sus ojos, ya que Bella había vuelto a agachar la vista. No podía asimilar las palabras de Edward, y mucho menos que sintiera eso por ella. Adivinando los pensamientos de la joven, Edward continuó hablando.

-¿Recuerdas ese día, en el que me peleé con Jake?- la joven hizo un gesto afirmativo con la cabeza -ese día mis hermanos me abrieron los ojos, por así decirlo; y esa conversación hizo que mis sentimientos salieran a la luz- hizo una pausa, tomando con cuidado una de las manos de la joven -después vine aquí, necesitaba pensar; y entonces los muros que yo mismo me había impuesto cedieron. Pensé que nunca volvería a sentir esto por nadie... pero apareció mi estrella, con sus ojitos chocolate, con su pelo castaño, con su gran corazón...- susurró en voz baja y con una sonrisa -y desde esa tarde ya no me importó nada; me da igual que nos llevemos diez años... me da igual todo-.

-Per... pero soy muy joven para ti- murmuró ella -y no teng...-.

-Bella, ¿tú que sientes por mi?- la cortó Edward, mirándola fijamente. La joven agachó la cabeza, no tenía valor para decirle todo eso si su vista estaba conectada a la de él.

-Yo te quiero, no sé desde cuándo- murmuró roja de vergüenza -y me dolía tanto tu rechazo. Nunca pensé que tú sentías eso por mi, y simplemente me conformaba con poder llevarme bien contigo, al igual que me llevo con toda la familia. Sé que prácticamente soy una niña, y seguro que tú estarás acostumbrado a... bueno... ya... ya me entiendes... a alguien con más experiencia, y que haya vivido más, y...- Edward sonrió por las torpes palabras de la joven, y estrechándola con fuerza entre sus brazos, dejó un pequeño beso en su mejilla.

-Eso no me importa cariño- la tranquilizó -ese día que reflexioné, me prometí a mi mismo que poco a poco iría ganándome tu confianza y tu amor-.

-Y precisamente eso último ya lo tenías ganado- las palabras de Bella hicieron que el corazón de Edward latiera lleno de alegría y esperanzas, pero sabía acerca de las inseguridades y de la poca autoestima de Bella, y sería mejor ir despacio.

-Y por el resto, no te preocupes, iremos poco a poco- le dijo con una tierna sonrisa -solamente me importas tú- nada más terminar de decir la última palabra, Bella se volvió a colgar de su cuello, abrazándole con todas las fuerzas que tenía. Edward rió encantado, devolviéndole el abrazo con la misma intensidad y enterrando el rostro en el hueco de su cuello, inhalando su perfume y dejando pequeños besos en él.

-Dios Bella... tenía tantas ganas de tenerte así, de besarte... -murmuró con la voz ronca, separándose de su cuello y dejando pequeños besos por su cara -ya no podía aguantar más, si no te besaba y te confesaba lo que sentía iba a volverme loco-.

.Me alegra que lo hayas hecho- respondió la joven, con un poco más de confianza -¿y cómo vamos a hacerlo?- inquirió curiosa. La ceja arqueada de Edward le hizo explicárselo -es decir... ¿cómo vamos a mantener esto en secreto?-.

-¿Mantenerlo en secreto?- preguntó alucinado -dudo mucho que en mi casa se pueda tener un romance en secreto... ¡aquello es peor que un aeropuerto!- esa frase hizo que Bella riera divertida.

-Pues cierta pareja cree que les va bien de tapadillo- le contestó ella, aludiendo a Esme y Carlisle.

-Eso es cierto- respondió el joven, con una sonrisa cómplice -pero no pienso tenerte escondida, ahora eres mi chica- le recordó. Esa simple palabra hizo que el pecho de Bella se inflamara de emoción, y cómo no podía ser de otra manera, se puso roja de vergüenza y nervios.

-Pero guardaremos las formas delante de la familia por un tiempo- se apresuró a aclarar Edward, viendo la mueca de vergüenza de la joven -y por supuesto, no haremos nada que tu no quieras hasta que no estés preparada- el sonrojo de la joven aumentó, adivinando por dónde iban las palabras de Edward... ella era tan inexperta en esos... temas.

-Tranquila- susurró su ahora novio -poco a poco, ¿de acuerdo?- la joven asintió tímidamente, y en un acto reflejo característico de ella, mordió tímidamente su labio inferior.

-Adoro cuándo haces eso- siseó Edward, acercándose a ella y volviendo a tomar su boca en un apasionado beso. Esta vez fue Bella la que tímidamente rozó el labio inferior del joven con la lengua, y el gemido que escapó de la garganta de Edward provocó que una corriente, hasta ahora desconocida para ella, la recorriese de la cabeza a los pies, y la hizo desear mucho más.

Los labios de ambos apenas se despegaban unos segundos, no se daban tregua alguna: ni tampoco las manos de Edward, que recorrían con sumo cuidado la espalda y la cintura de la joven, incapaz de detenerse en algún punto concreto, y cuándo sintió a Bella estremecerse, deshizo poco a poco el beso, para que su dulce tormento pudiera recuperar el aire.

-Me encanta besarte cariño- susurró sobre sus labios, haciéndole cosquillas con su aliento. La muchacha sonrió complacida, acurrucándose contra él, sin querer alejarse un sólo milímetro de Edward. La mano de éste acarició delicadamente su espalda, y sintió que besaba su cabeza.

Un bostezo involuntario salió de la boca de la joven, y Edward lo notó.

-Tenemos que volver cariño- le susurró al oído -es muy tarde- Bella asintió lentamente, de modo que cogió las riendas, haciendo que Concord girase y se encaminara rumbo a casa.

0o0o0o0o0o0

La luz del sol hizo que Bella abriera los ojos lentamente; anoche ni se dio cuenta de bajar la persiana, todavía no podía creer los sucesos que habían ocurrido la noche anterior... Edward diciéndole que la quería, Edward besándola y abrazándola... no podía hacerse una idea que se él sintiera todo eso por ella, por una simple niña de apenas diecinueve años; se sentó encima de la cama, frotándose los ojos y poniendo orden en su cabeza. Recordaba cómo su padre le había dicho varias veces que el amor no atiende a razones lógicas la mayoría de las veces... por lo poco que le había contado Edward acerca de Jessica, eran completamente opuestas. Jessica era alta, atractiva y con estudios universitarios... y ella era una simple cocinera que apenas había podido acabar el instituto.

Se levantó encaminándose al baño y abriendo la ducha. Se miró al espejo... era tan simple, tan normal, que no entendía lo que Edward veía en ella, el era tan guapo y tal alto... y la quería a ella, era sorprendente.

Terminó de arreglarse y de enfundarse sus vaqueros y una camiseta con un jersey negro por encima. La casa todavía estaba sumida en el silencio cuándo encendió la luz de la cocina. Puso el café, siguiendo la rutina de cada mañana, y cuándo estaba trasteando con el pan de molde y la tostadora, unos fuertes y musculosos brazos la rodearon. Se sobresaltó un poco, pero sonrió al sentir un dulce cosquilleo en su oreja cuándo Edward la saludó.

-Buenos días cariño mío- la joven giró la cabeza, y ojos de Edward la recibieron brillando cómo nunca antes los había visto.

-Hola- murmuró en voz baja y ligeramente sonrojada. El joven se dio cuenta de su sonrojo, y sonrió para sus adentros.

-¿No me das un beso de buenos días?- preguntó Edward, con un penoso puchero de lástima, que hizo que Bella sonriera. Con timidez se acercó a su boca, y el joven acortó la distancia uniendo sus labios a los de ella, dejando un suave beso que a Bella le supo a gloria.

-Buenos días- susurró ella, después de que sus bocas se separaran. Todavía agarrado a su cintura, observó cómo su pequeña preparada las tostadas.

-¿Interesado en aprender a cocinar?- inquirió ella, curiosa.

-No viene mal saber de todo- le respondió él, dejando un beso en su cabeza -sobretodo para cuándo tú no estés- Bella se giró, quedando cara a cara con Edward y mirándole sin entender.

-No estarás toda la vida metida en la cocina; ¿o acaso has olvidado tu sueño de estudiar?- le recordó él, haciendo alusión a una conversación que mantuvieron hace unos días. El rostro de Bella se ensombreció; había retomado la ilusión de, algún día, continuar sus estudios... pero eso significaría irse del rancho Killarney.

-¿Qué pasa pequeña?- interrogó Edward preocupado, al percatarse del semblante de la joven.

-Es que... para estudiar tendría que irme a Dallas, o a Houston, o a San Antonio, y ahora que... bueno, yo...- Edward adivinó por dónde iban los tiros, y no la dejó continuar.

-No voy a dejar que desaproveches una oportunidad así- le previno un poco serio -y eso no va a cambiar aunque tú y yo estemos juntos-.

-Per... pero tendría que irme, y...-.

-Bella- sus manos enmarcaron el rostro de la joven , haciendo que le mirara directamente a los ojos -¿qué punto no te quedó claro anoche?; quiero estar contigo, dónde tú estés; no pienso separarme de ti, y si tú quieres ir a la universidad yo lo acataré- Bella le miraba sorprendida -el trabajo contable podría hacerlo a distancia, hoy en día con internet estás conectado con todo el mundo- le explicó -y si tengo que venir aquí, podría ser una vez cada una o dos semanas, unos dos o tres días a lo sumo- Bella no parecía muy convencida, pero Edward siguió hablando -me ha costado demasiado admitir lo que siento, y no pienso dejarte ir de mi lado; no podría vivir sin mi pequeña estrellita- le susurró con cariño; la joven lo escuchaba emocionada, por fin sentía que pertenecía a algún lugar, y ese lugar estaba con la familia Cullen, y por supuesto, junto a Edward. Escondió la cara en su pecho y abrazándole por la cintura.

-Gracias- murmuró con voz ahogada.

-No me las tienes que dar; cuándo quieras empezar, todo se verá y se hablará; no te preocupes por eso- Bella sentía que estaba dentro de un sueño... nunca podría haberse hecho imaginado que Edward estuviera dispuesto a dejar su casa, su vida, y todo por que ella fuera feliz y cumpliera sus sueños.

-¿Qué pasa cariño?- preguntó preocupado, quitando con uno de sus dedos la solitaria lágrima que caía por la mejilla de la joven; ni ella misma se dio cuenta.

-Todavía no puedo creerlo- susurró incrédula -es tan irreal que estés conmigo, que me cuesta hacerme a la idea- el negó con la cabeza, besando sus labios de nuevo.

-Pues te tienes que hacer a la idea- le aconsejó con una sonrisa torcida y atrayendo de nuevo su boca; esta vez el beso duró mucho más que los anteriores, y Edward gimió extasiado cuándo sintió que las manitas de Bella rodeaban su cuello y pasaba sus dedos por su pelo, dándole dulces y placenteros tirones.

Estaban tan metidos en su mundo que no se dieron cuenta de que tres pares de ojos los miraban desde el marco de la cocina; Esme y Carlisle no daban crédito a lo que veían, mientras que Jasper observaba la escena sonriendo complacido; por fin su hermano volvería a ser el que era. Al ver que la feliz pareja no se separaba, Carlisle carraspeó ligeramente. Jasper no pudo evitar soltar la carcajada al ver el bote que pegó Bella entre los brazos de su hermano. Edward rodó los ojos, maldiciendo en voz baja... definitivamente, en esta casa no había intimidad alguna; sopesó seriamente, por unos segundos, el mudarse.

-Papá, Esme, buenos días- Bella hizo amago de esconderse detrás de Edward, pero este la retuvo firmemente a su lado, pasándole un brazo por la cintura.

-Buen... buenos días- tartamudeó Bella, por supuesto roja cómo una amapola y con la mirada fija en un punto del suelo, que de repente se había convertido en lo más interesante del mundo. Esme los miraba con una sonrisa inmensa, pero Carlisle estaba serio.

-¿Y bien?- el patriarca Cullen se cruzó de brazos, mirando a la pareja y esperando una explicación. Edward tomó aire, dispuesto a explicarle a su padre la nueva situación.

-Eh... verás papa... bueno...- parecía un niño a que le habían pillado en una travesura, sin poder encontrar las palabras oportunas.

-Ven a mi despacho un momento- Esme y Jasper miraron a Carlisle incrédulos, al igual que Edward y Bella... por el amor de dios, los dos eran adultos. Le dirigió a Bella una mirada tranquilizadora y ambos salieron de la cocina.

-No te preocupes Bella, no pasará nada- Esme se acercó a ella, abrazándola con cariño -lo sabía, sabía que tarde o temprano Edward se daría cuenta- Bella la miró arrugando el ceño.

-Conozco lo suficiente a Edward, y debajo de toda esa fachada se le veía lo que sentía por ti-.

-Todos lo sabíamos- le aclaró Jasper, que se había mantenido en silencio -conocemos de sobra a mi hermano, y créeme, se le notaba demasiado- Bella los escuchaba atónita... estaba claro que ella había malinterpretado muchos gestos y situaciones... dios... no tener currículo amoroso realmente pasaba factura.

-Y no te preocupes por Carlisle- la consoló Esme -puede que la noticia le haya impactado, pero te aseguro que es el primero que se alegrará por vosotros-.

-Hacía mucho tiempo que no veía a mi hermano sonreír cómo en las últimas semanas- Jasper le dirigió una sonrisa cómplice, que Bella correspondió tímidamente -¿de modo que oficialmente... te puedo llamar cuñada?- preguntó con un sonrisa pilla.

-Sup... supongo- musitó Bella, retorciendo sus manos nerviosa... ¿qué estaría pasando en el despacho de Carlisle?

0o0o0o0o0o0o0

-¿Quieres explicarme lo que he visto en la cocina?- interrogó Carlisle a su hijo nada más cerrar la puerta de su despacho. Edward pasó las manos por su pelo, nervioso; le había prometido a Bella guardar las formas delante de la familia durante un tiempo... y ahora el tema era vox pópuli.

-Papá, simplemente pasa que me he enamorado de ella- declaró con voz firme.

-Edward- empezó a decir su padre -no quiero que me malinterpretes; pero ella es muy joven y...-.

-Eso ya lo sé- murmuró Edward -¿crees que no he intentado evitarlo todos estos meses?- repuso sarcástico.

-Ella no es cómo Jessica, Edward- los ojos verdes del joven brillaron con enfado.

-Precisamente eso es una de las cosas que me ha enamorado de ella- le respondió, rodando los ojos cómo si fuera obvio -¿tal mal te parece que vuelva a ilusionarme?- le reprochó con pena.

-No hijo, no es eso- le aclaró inmediatamente Carlisle -sólo me ha sorprendido- le confesó pensativo -se ve que la quieres... y ella siente lo mismo- Edward por fin esbozó una pequeña sonrisa.

-Charlie me pidió que cuidara de Bella- le recordó de nuevo -y no quiero verla sufrir- le espetó serio. Al ver la cara asustada de su hijo pequeño, no pudo evitar sonreír divertido -era una broma, Edward- no pudo aguantar la carcajada al ver que el joven soltaba de golpe el aire contenido -estoy muy contento por los; sobre todo por ti- le explicó, palmeándole el hombro -sólo recuerda que es muy joven, y tomaos las cosas con calma- le volvió a decir.

-Ya lo sé, y tranquilo por eso- respondió Edward, visiblemente más relajado. Carlisle y él salieron de nuevo rumbo a la cocina; en su fuero interno, el patriarca Cullen respiró aliviado; por fin su hijo volvía a ser el que era.

Cuándo llegaron allí, el resto estaba esperándoles para desayunar. Bella interrogó a Edward con la mirada, pero el propio Carlisle se acercó a ella, dándole un pequeño abrazo.

-Ahora puedo llamarte hija con todas las de la ley- le dijo afectuoso -y si te hace algo malo, no dudes en pedirme ayuda- Bella sonrió divertida, mientras Edward se acercaba a ellos y la tomaba de la mano.

-Si este gruñón te hace rabiar, no dudes tampoco en pedir ayuda a tus estupendos cuñados- repitió Jasper las palabras de su padre, ganándose una mirada de advertencia por parte de Edward.

-No soy un gruñón- siseó fastidiado, ante la divertida mirada de todos. Bella se abrazó con timidez a él, sonriendo por el mosqueo de Edward.

-Bien familia, vamos a desayunar- anunció Carlisle, tomando asiento en el cabecero de la mesa. El resto imitó la acción, y una vez Bella y Esme sirvieron café a todos, Carlisle lanzó la pregunta del millón.

-¿Y JaKe?- interrogó a los chicos. Los hermanos y Bella se encogieron de hombros.

-Yo lo dejé en la fiesta- explicó Jasper, cogiendo un trozo de pan.

-Estará durmiendo, volvería tarde- musitó Bella, acomodada al lado de Edward -además, es sábado- les recordó.

Esme iba a decir algo, cuándo el mismo Jake apareció pro la puerta de la cocina, con el mismo traje de la fiesta y la chaqueta colgada al hombro. Venía silbando despreocupado y feliz. Edward, Bella y Jasper se miraron entre si, sonriendo con malicia.

-Buenos días familia, bonita mañana- les saludó mientras tomaba asiento. Carlisle miraba su hijo mayor con una ceja arqueada, ante la sonrisa mal disimulada de Esme. Al ver que todos le observaban, se dirigió a los comensales.

-¿Me he perdido algo?- preguntó confuso.

-¿Cómo has dejado a Nessie?- preguntó Jasper, arqueando ambas cejas. La mesa estalló en carcajadas al ver el rostro de Jake rojo como la grana, y todos oyeron el suspiro resignado de Carlisle.

-Peor que cuándo eran adolescentes- refunfuñaba entre dientes, pero contento de ver a todos los miembros de su familia feliz, después de mucho tiempo.

2 comentarios:

  1. awwwwwww si si si si siiiiiii ha sido tan tiernoo, me ha encantado el capi de verdad, lo he leido dos veces seguidas jajaja muchas gracias por actualizar nena. un besito

    ResponderEliminar