Capítulo 10: El comienzo de algo
Edward cabalgó durante más de media hora sin rumbo fijo, hasta que de pronto se encontró que había llegado al lugar dónde Bella solía pasear... aquel lugar dónde la vio con los tediosos hermanos Denali. Consciente de que Concord necesitaba un pequeño respiro, bajó del caballo, y después de asegurar las riendas en el delgado tronco de un árbol, se sentó en el suelo, apoyado en otro árbol mucho más grande y fuerte, y ahí se sumió en sus pensamientos.
Por su cabeza pasaban miles de cosas... esa conversación con Jake, a la que posteriormente se había unido Jasper, le había dejado fuera de combate... e inconscientemente y por primera vez en muchos años, había dejado salir a la luz sentimientos y emociones... sentimientos de los que era causante su dulce tormento. Después de esa reveladora charla, y aunque sus hermanos no lo dijeran en voz alta, sabía de sobra que Jake le había provocado para que todo eso que tan celosamente guardaba su corazón saliera a la luz... ¿tanto se le notaba?.
Aunque el había dicho que tenía envidia de que sus hermanos se llevaran tan bien con Bella, reconocía que envidia no era la palabra adecuada... sino celos.
Los celos, que tantos meses llevaban carcomiéndole por dentro cada vez que Bella seguía las bromas a sus hermanos... ellos la hacían sonreír, con ellos se sentía bien; y en el fondo de su corazón, el deseaba ser el causante de todo eso en la joven.
Meditó por unos minutos la afirmación de Jake, de que ella le correspondía; sí que era cierto que se ponía nerviosa en su presencia, y no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa al recrear en su mente las sonrojadas mejilla de Bella. Pero el atribuía ese sonrojo a su timidez con las personas con las que no tenía confianza... y él , para su desgracia, era una de ellos.
¿Y si Jazz y Jake tenían razón?, ¿y si Bella no captara todas esas señales?; era muy joven, y por lo poco que le habían contado sus hermanos, muy inexperta en el amor... conocía vagamente la existencia de un ex novio durante sus años de instituto, y por lo que pudo deducir por aquel entonces, apenas pasaron de unos simples besos. Uno de los aspectos a los que él más se aferraba sin duda era la diferencia de edad; puede que el futuro no se notara mucho... pero ahora esos diez años se convertían en un abismo grande. Ella prácticamente acababa de hacerse adulta, y él ya lo era hace mucho tiempo... pero cómo bien dijo Jake, cuándo te enamoras eso es insignificante.
Cerró los ojos, deleitándose con las imágenes que pasaba por su cabeza... en todas ellas salía su Bella... Bella riendo, Bella revoloteando por la cocina, Bella montada a caballo, Bella hablando con Rosalie y la señorita Brandon... Bella con el pequeño Owen en brazos...
Esa imagen hizo que su corazón latiera de forma desacompasada... y aunque estuvo a punto de casarse con Jessica, su ex prometida no quería oír hablar de bebés durante los primeros años de matrimonio, y el, ciego y enamorado de ella, estaba dispuesto a acatar ese deseo, desechando esas imágenes de su mente y posponiendo su deseo de formar una familia. Pero esa imagen de Bella hizo que esa visión resucitara... Bella con un pequeño entre sus brazos... y con una alianza rodeando su dedo corazón; una alianza que esperaba ponérsela él mismo, algún día.
Pero ahora no debía pensar en el futuro... debía pensar en el presente; y el presente pasaba por intentar acercarse a ella, ganarse su confianza y sobre todo, esperaba que su amor. Sabía que era muy inocente en esos temas, y debía ser cauteloso... si por él fuera, la apresaría entre sus brazos y la besaría hasta dejarla sin aliento... si ella le quisiera, pondría el mundo entero a sus pies. Todavía pensando en alguna forma de empezar a acercarse a ella, miró de forma distraída su reloj, levantándose de un salto y regresando al rancho de forma apresura, debido a la hora.
Maldijo para sus adentros cuándo entró por la puerta de la cocina y vio la estancia meticulosamente recogida y limpia; eran casi las tres y media de la tarde, y todos habían vuelto al trabajo. Rezongando enfadado, abrió la puerta de la nevera para prepararse un simple sándwich o alguna otra cosa, cuándo la voz que más le gustaba habló detrás de su espalda.
-Hola Edward- al girarse, no pudo evitar que las comisuras de sus labios se levantaran en una imperceptible sonrisa cuándo vio a Bella.
-Hola... es... esto... yo sólo iba a prepararme algo de comer; no es necesario qu...- la frase le salió cómo una disculpa, pero Bella le interrumpió.
-Puedo calentarte un poco de estofado- le propuso con timidez, apartando su vista de él; entonces Edward se dio cuenta de su sonrojo... y de cómo se mordía le labio inferior... bingo... ahí estaban los dichosos nervios.
-Eso estaría bien- le contestó, sonriéndola con cariño. El corazón de la joven se aceleró con ese simple gesto... dios... que sonrisa tan bonita. Bella le indicó que fuera a sentarse, y en unos pocos minutos, puso enfrente suyo un plato lleno a rebosar.
-Vaya- murmuró sorprendido -me sorprende que mis hermanos hayan dejado algo-.
-Al ver que no venías, te he guardado un poco- se encogió Bella de hombros -ellos no se han enterado- le confesó con una sonrisa divertida. El pecho de Edward se contrajo... por lo menos, se preocupaba por él de la misma manera que se preocupaba de todos los habitantes de esta casa, y no le extrañaba en absoluto... ella era así, siempre pensando en los demás. Al ver a la joven parada enfrente suyo, se reprochó para sus adentros... quizá ella tuviera cosas que hacer, en vez de estar ahí observando cómo comía.
-Si tienes algo que hacer, no es necesario que te quedes- no tenía intención alguna de echarla, al contrario... pero por la mueca de desilusión que puso su dulce tormento, tuvo que golpearse mentalmente para sus adentros.
-Entonces te dejo sol...- Bella iba a girar sobre sus talones, para dejarle comer tranquilo, pero un pequeño grito la detuvo.
-¡No!- contestó Edward -quédate por favor... a menos que no tengas nada más importante que hacer- Bella le miró sorprendida, y durante unos segundos se debatió entre salir por la puerta o lo que realmente quería... quedarse allí con él.
-No tengo nada mejor que hacer- respondió con una pequeña sonrisa. Edward asintió contento, y siguió comiendo mientras Bella se preparaba un café para sentarse con él a la mesa.
Dios... Bella se repetía en su cabeza lo masoquista que era... pero algo le impedía apartarse del todo de ese chico de pelo cobrizo, aunque ello conllevara por una aparte desilusión; desilusión porque nunca sería nada para él más que una empleada en su casa... y nunca podría tener ni siquiera esa complicidad que tenía con el resto de la familia. Quería a Carlisle cómo a un padre, envidiaba el no haber tenido una madre cómo lo era Esme para todos los habitantes de la casa, incluida ella, y se sentía protegida por los tres hermanos mayores, que cuidaban de ella cómo si fuera la hermanita pequeña.
Decidió que intentaría llevarse bien con él, o por lo menos no darle pie para un comportamiento hostil hacia ella.
-Edward- lo llamó con voz suave, mientras se sentaba a su lado -¿qué querías decirme antes de que entraran tus hermanos?- interrogó curiosa; ella no sabía por qué había huido de esa forma tan brusca de la cocina.
El aludido se quedó parado de la impresión... no creía que ella recordara eso, y por un momento se envaró, rezando para sus adentros para que nadie hubiera dicho nada acerca del encontronazo que había tenido con Jake... pero no tuvo tanta suerte.
-¿Por qué te has peleado con Jake?- preguntó la joven, con el ceño fruncido y tono de voz preocupado.
-¿Cómo te has enterado?- le devolvió en respuesta.
-Oí a tu padre comentárselo a Esme, pero no escuché los motivos- confesó avergonzada -y no me he atrevido a preguntarle a Jazz o a Jake- Edward respiró aliviado para sus adentros.
-Tranquila, no ha pasado nada, y ya lo hemos arreglado- Bella iba a replicar, pero al observar los ojos de Edward comprendió que no quería sacar el tema a relucir, así que tuvo que conformarse con esa respuesta.
-Peleas de hermanos sin importancia- la guiño un ojo tranquilizándola, ya que sabía que no se había quedado conforme.
-¿Seguro que lo habéis arreglado?- inquirió de nuevo.
-Si, tranquila por eso- le volvió a decir -te preocupas demasiado de todos nosotros-.
-No me gustaría que estuvierais peleados- musitó la joven, mordiéndose el labio inferior... dios... ese inocente gesto que hacía le encantaba.
-Lo entiendo por la parte que le toca a Jake... pero no por mi- musitó, dejando la cuchara y girándose para encararla directamente. Los ojitos cafés de la chica lo miraban sin entender a qué se refería. La vista de Edward bajó a lo largo de todo su rostro, deteniéndose en esos pequeños labios rosa pálido... si moviera ligeramente la cabeza, los tomaría sin piedad alguna, pero tuvo que apartar esos pensamientos de su cabeza... despacio... se recordó mentalmente. Bella achicó los ojos, y frunció de forma graciosa su pequeña naricita, dándose cuenta de las imperceptibles pecas que asomaban por su pálida piel.
-No entiendo esa última frase- le reclamó. Edward pasó su mano derecha por su pelo, desordenándolo más, si era posible.
-Después de cómo te he tratado, no merezco que te preocupes por mi- susurró éste en voz baja, pero Bella lo oyó.
-Claro que te lo mereces- murmuró ella con voz ahogada -todo el mundo se perece una oportunidad... sé que no empezamos con buen pie- sonrió con tristeza -pero nunca quise molestarte, ni hacer nada que pudiera...- Edward se quedó embobado escuchándola... ella no tenía nada por el que pedir perdón; al contrario, él había sido un patán terco y desagradable con ella.
-Bella- la llamó, pero la joven no levantaba la vista del suelo, así que en un acto reflejo y totalmente involuntario, tomó su pequeña mano, dándole un suave apretón para que le encarara. La joven percibió el hormigueo que le recorría los dedos de arriba abajo, y lo rápido que repiqueteaba su corazón; no podía evitarlo.
-No eres tú la que tiene que pedir disculpas- le explicó; al ver que la joven no levantaba su vista, el mismo lo hizo, posando delicadamente su dedo en la barbilla de la chica. Los ojos chocolate que siempre le acompañaban en su pensamiento brillaban a consecuencia de la mezcla de emociones que sentía Bella en esos instantes; después de perderse por unos segundos en esa cálida mirada, prosiguió hablando.
-Desde que llegaste a esta casa no he hecho otra cosa que tratarte mal- le dijo en tono mustio.
-No todo ha sido malo- le contradijo Bella con voz tímida, y en un impulso, su mano libre sacó de debajo de su jersey la estrella de plata que él le había regalado por navidades.
-Todavía la llevas- murmuró en un susurro Edward, sorprendido por ese descubrimiento.
-Nunca me la he quitado- le aclaró ella; Edward no pudo disimular la sonrisa que le habían provocado sus palabras. Bella le sonrió de vuelta -también recuerdo la conversación que tuvimos cuándo fuimos a ver los terrenos que quería comprar tu padre- le siguió relatando ella.
-Me acuerdo- le dio la razón Edward -me gustó mucho hablar contigo- le confesó con una pequeña sonrisa.
-A mi también- exclamó la joven, ya completamente sonrojada.
-¿Crees que podemos hacer borrón y cuenta nueva?- inquirió Edward esperanzado. La joven no daba crédito a lo que estaba escuchando... ¿Edward quería ser su amiga?; se quedó callada unos pocos minutos, debatiéndose interiormente.
Sabía que eso era únicamente lo que le podía ofrecer... pero era la única forma forma que tenía de estar cerca del hombre que quería con todo su corazón. Esbozó una tímida sonrisa, asintiendo con la cabeza. El corazón de Edward brincó con fuerzas e ilusiones renovadas... era un pequeño paso, pero muy importante para él, y al menos ya no huiría despavorida; lucharía por ganarse su corazón.
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Las dos semanas siguientes fueron cómo un sueño para la joven pareja. Inmediatamente después de esa conversación en la cocina, ambos se fueron a dar un largo paseo, hablando de muchos aspectos desconocidos para ambos hasta ese momento.
Bella le descubrió una faceta de Charlie que desconocía mucha gente. Edward no imaginaba que el serio capataz fuera un cariñoso y compresivo padre; también le habló de su niñez, de su vida en Forks de sus años de instituto. En apenas dos semanas Edward descubrió sus gustos y manías, y ella hizo otro tanto con Edward, que hasta se atrevió a hablarle del tiempo que estuvo comprometido con Jessica. Habían tomado la costumbre de salir cada tarde después de comer, ya fuese a dar un paseo o a los establos de ganado, dónde estaban las crías recién nacidas.
Hacia allí se dirigían una tarde, cuándo vieron a Jazz y Jake escondidos tras una de las paredes del establo.
-¿Qué hacen?- interrogó Bella con el ceño fruncido, mirando a Edward.
-Cualquiera sabe- dijo con un deje de fastidio en su voz y rodando los ojos.
-¿Se puede saber qué hacéis aquí, escondidos cual delincuentes?- interrogó la joven, mirando a los hermanos con cara de póquer al acercarse a su altura.
-¡Shist!- siseó Jake con un gesto de su mano, indicándole que se callara.
-¿Qué demonios...?- Edward dejó la frase inconclusa, al asomarse para ver lo que sus hermanos veían con tanta atención. A lo lejos se veía cómo su padre y Esme compartían confidencias al oído, amorosamente abrazados. Negando con la cabeza, se volvió hacia sus hermanos mientras Bella también se asomaba.
-Un día nos pillarán cotilleando- les previno Edward.
-Al contrario; son ellos los que se esconden- corrigió Jake – de modo que nosotros los pillaremos-.
-Dejadles que disfruten de su secreto- dijo Bella volviendo la cara hacia los hermanos. Carlisle y Esme se veían muy enamorados, y formaban una bonita pareja; su mente recreó, por unos segundos, que eran Edward y ella, haciéndose arrumacos y confidencias al oído... meneó la cabeza, poniendo de nuevo los pies en la tierra... Edward no la veía más que cómo la veían el resto de los hermanos Cullen.
-Al fin alguien cuerdo en esta casa- siseó Edward entre dientes.
-Bella, desde que te llevas bien con Eddie, te has convertido en un muermo- le reprochó en bromas Jake, volviendo su vista hacia la posición de Esme y su padre. Justo en ese mismo instante, Carlisle miraba hacia los lados, asegurándose de que no había moros en la costa, para después inclinar su cabeza hacia Esme y besarla con ímpetu.
-Vaya, vaya- dijo Jake pensativo, pero con una sonrisa traviesa en su rostro -no sabía que papá era tan apasionado-.
Jazz y Bella ahogaron una carcajada, asomándose ellos también a contemplar el espectáculo; ni siquiera Edward pudo reprimir las ganas de echar un vistazo. Dada su estatura, se posicionó detrás de Bella, pegando literalmente su pecho a la espalda de ella.
Bella se percató de que inconscientemente se había apoyado en un cálido y musculoso pecho; miró hacia atrás, y la sonrisa que le regaló Edward casi la hace caer de bruces al suelo... el característico olor de Edward la invadió, y ella aprovechó para aspirarlo disimuladamente, llenando sus pulmones. El joven clavó sus ojos verdes en la nuca y el cuello de Bella, a la vista gracias a la coleta que llevaba, reprimiendo el impulso de besar su pálida piel. El calor de la chica y la cercanía de sus cuerpos bastó para que una íntima parte de su anatomía reaccionara de forma casi inmediata... dios mío... cómo la deseaba. Pero al momento reaccionó apartándose disimuladamente de ella, ya que no le apetecía que Bella, y por supuesto sus hermanos, se percataran de la engorrosa situación.
-Joder, no la deja ni respirar- murmuró Jake, que siguió contemplando el espectáculo sólo, ya que sus hermanos y Bella dejaron de espiar a la feliz pareja.
-¿A dónde ibais?- interrogó Jasper a Edward y Bella.
-A los establos de los terneros- le dijo ella. Jasper asintió con la cabeza a modo de respuesta y sonriendo complacido para sus adentros. Desde ese enfrentamiento en los establos, si se le podía llamar así, su hermano pequeño y él no habían tocado el tema... pero había visto un cambio muy grande en la actitud de su hermano para con Bella, y para él eso sólo significaba una cosa, había empezado a luchar por ella.
-Os acompaño, antes de que llegue la señorita Brandon- siseó con un resoplido de fastidio -Jake, deja de hacer de mirón y ven aquí-.
-Aburridos- rezongó el hermano mayor -ahora se ponía la cosa interesante- Jazz le dio un codazo, empujándole a salir.
Los cuatro se dirigieron en animada charla hasta el establo, y cual fue la sorpresa de Jake al encontrarse allí a Nessie, arrodillada junto a una de las reses.
-Vaya, no esperaba verte por aquí hasta la semana que viene- le dijo a modo de saludo.
-Hola chicos, hola Bellie- saludó ésta al grupo -Sam vino a pedirme ayuda, parece que esta amiga tiene problemas- les explicó preocupada.
-¿Qué le ocurre?- preguntó Jasper, agachándose a su lado.
-Parece que ha entrado en labor de parto, pero el ternero debe estar mal colocado- murmuró la joven, quitándose los guantes y pasándose la mano por su sudorosa frente.
Bella se apartó un poco, dejando espacio a los hermanos y la joven veterinaria. Un mugido lastimero salió de la boca del pobre animal, se veía que estaba sufriendo.
-Debemos ayudarla; supongo que sabréis lo que hay que hacer- instó a los hermanos. Los tres asintieron, y Edward salió un momento, metiéndose en el cobertizo de enfrente. Volvió al cabo de un minuto, con una soga gruesa en su mano.
-Sujetadla- ordenó Nessie mientras se ponía otros guantes; Jake y Edward apoyaron su cuerpo en el pobre animal, dejándole con poco espacio para moverse. Bella vio como la chica metía una de sus manos, girando el ternero y ayudándole a salir. Al de pocos minutos, las patas delanteras de éste asomaron al mundo exterior; la joven pelirroja actuó en décimas de segundo, atando con la cuerda las patas y tirando con fuerza, hasta que la pequeña criatura vio la luz. Era de color blanco, con manchas negras.
-Ya está, podéis soltarla- exclamó Nessie con una sonrisa. Desató al animal, que a pesar de tener unos mínimos segundos de vida, se puso de pie, trastabillando un par de veces en el intento.
-Me recuerda a cierta chica un poco torpe- se burló Edward con simpatía, mirando a Bella con una ceja arqueada. El joven no pudo reprimir una sonrisa al ver a su dulce tormento sacarle la lengua de forma graciosa; tan niña pero a la vez tan mujer... esa combinación le volvía loco.
Jake y Jasper intercambiaron una mirada cómplice al presenciar la escena; justo en ese momento entraba Emmet por el establo, remangándose las mangas de su camisa.
-Hola familia; ¿qué haces aquí?- le interrogó a Nessie,
-Echando una mano- se encogió resuelta de hombros.
-¿A la vaca o a mi hermano?- preguntó alzando las cejas de modo sugestivo.
-Cállate Emmet- murmuró Jake entre dientes. Al ver el ceño fruncido tanto de su hermano cómo de Nessie, decidió guardarse las bromas para otra ocasión.
-Jared y Paul nos reclaman- les dijo a sus hermanos. Edward y Jasper se despidieron de Nessie, y salieron hablando despreocupadamente por la puerta; Bella también se despidió de todos ellos y de la joven, alegando que tenía una enorme colada que tender. Edward la observó detenidamente mientras se alejaba, y sólo cuándo Emmet le repitió por tercera vez una pregunta, prestó atención.
-¿Decías algo?- el hermano negaba con la cabeza.
-Eddie, estás en la inopia- le dijo con una risa -¿cómo va el plan de conquista?- le interrogó sin más rodeos.
-Por lo menos ya no me evita- exclamó en voz baja.
-Estas semanas os habéis acercado mucho- le dijo Jasper, contento por que su hermano volviera a ser el que era hace unos años.
-Hemos hablado- replicó Edward, encogiéndose de hombros -poco a poco nos vamos conociendo y entendiendo-.
-¿Así que vas con la primera marcha metida?- se medio burló Emmet -deberías meter la segunda o tercera, a ver qué pasa-.
-Yo creo que hace bien en ir con calma- apoyó Jasper a su hermano pequeño. Emmet los miraba con los ojos como platos.
-Pues yo creo que debería lanzarse a por todas; Bella también le quiere- Edward rodó los ojos... ¿por qué su vida sentimental era tema a debatir en esta familia?.
-Agradezco vuestra preocupación por mi vida amorosa... pero dado que es mi futura relación con Bella la que está en juego, haré las cosas a mi manera- les contestó en tono mordaz.
-Qué poca acción- murmuró Emmet, resignado.
-Nosotros no te dimos la murga cuándo perseguías a Rosalie hasta ir al baño- le recordó Jasper. Edward miró a su hermano con una sonrisa socarrona, pero Emmet dejó pasar el comentario, volviéndose hacia la puerta.
-¡Jake!, ¿vienes de una vez?- interpeló a su hermano, cruzándose de brazos.
-Ir para allá, os veré allí- le dijo éste mientras ayudaba a recoger las pertenencias de Nessie. Emmet observó que la soga con la que habían sacado al ternero se le caía un par de veces de las manos, acción que la joven observaba divertida.
-Uno estancado y el otro más pavo que cuándo tenía quince años- siseó Emmet entre dientes, dándose la vuelta y yendo de nuevo hacia sus hermanos pequeños.
-Te acompaño a tu coche- le ofreció el joven a Nessie, gesto que ella aceptó encantada.
-¿Cómo has estado estos días?- le preguntó ella.
-Bien- se encogió de hombros -hemos estado relativamente tranquilos, pero ya sabes que enseguida llega la primavera- la chica afirmó con la cabeza.
-Es cuándo los ranchos tienen más trabajo- replicó cual lección de escuela -el otro día estuve en el rancho de los Denali- le contó.
-Qué alegría- rodó los ojos Jake.
-Sí, la verdad es que son un poco raros-.
-Yo mas bien diría bordes e imbéciles- la joven rió ante la contestación.
-Te doy la razón- asintió haciendo una mueca de desagrado con la cara. Al llegar al coche, y una vez Nessie guardó sus pertenencias, se volvió hacia Jake. Los ojos negros del joven ranchero volaron a lo largo de todo su rostro, para terminar fijándose en la boca pequeñita y rellena de la chica, que en un intento por disimular sus nervios, carraspeó para llamar la atención del joven.
-¿Irás a la fiesta que ofrece la comisión de ganaderos la semana que viene?- le preguntó.
-Por supuesto, vamos todos- le explicó Jake -incluidas Esme y Bella; Rosalie ya ha contratado canguro- dijo en alusión al pequeño Owen -ésto... tú... ¿tú irás?- Nessie movió la cabeza, en un gesto afirmativo.
-Te veré allí entonces, espero me reserves un baile- el corazón de la joven brincó de alegría al oír esas palabras... ¿pero por qué no le pedía directamente que fuera con ella?. Pero no se esperaba esa ese ofrecimiento del joven, de modo que respondió gustosa.
-Todos los que quieras- le dijo con un poco de vergüenza mientras se metía en el coche, y dejaba allí a un embobado Jake.
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La semana pasó sin mayores altercados y el viernes, día de la fiesta, llegó.
-Es increíble- murmuró Bella, impresionada al ver la enorme carpa blanca, exquisitamente decorada con luces y mesas perfectamente dispuestas.
-La comisión se lo puede permitir- se encogió Carlisle de hombros.
-Sobre todo por la cuota anual que pagamos por pertenecer a ella- añadió Jasper.
Tú sí que estás increíble... se dijo Edward en su mente; desde que sus ojos vieron a Bella bajar las escaleras, enfundada en un sencillo pero elegante vestido negro a la altura de la rodilla y con unos elegantes zapatos de tacón también negros, en su mente no había otra cosa. El recogido que llevaba, obra de Rosalie, dejaba al descubierto su delgado y perfecto cuello, adornado por la estrella de plata. Estaba preciosa y muy sexy, y las miradas de varios hombres al verla entrar lo confirmaron
-Mira, ahí están Alice y Nessie- Rose la tomó del brazo para acercarse a ellas.
-Hola chicas- saludaron.
-¡Rose, Bella!- exclamó alborozada Alice -pensé que ya no veníais- suspiró la señorita Brandon, aliviada de ver aparecer a sus recientes amigas.
-La canguro se retrasó- se disculpó la joven rubia. Las cuatro amigas se dirigieron hacia una de las mesas, tomando cada una una copa y empezando a charlar.
-Hay muchísima gente- exclamó Nessie, mirando de un lado para otro.
-Las fiestas de la comisión atraen a casi todo Huntsville- les contó Rosalie -es de las más esperadas del año-. Durante un buen rato, Rose se entretuvo contándoles anécdotas de cosas sucedidas en las fiestas anteriores, pero Bella apenas le prestaba atención. Una y otra vez miraba de reojo al pequeño grupo que estaba en la otra punta del jardín. Los hermanos Cullen reían y bromeaban divertidos junto a varios jóvenes del pueblo. Reconoció entre ellos a varios amigos de Jake, que solían pasarse por el rancho. Y tampoco le pasó desapercibidas las miraditas que medio personal femenino lanzaba a Edward, y no le extrañaba. Estaba guapísimo con ese traje negro negro, y la camisa, también oscura, resaltaba su piel y el verde de sus ojos. Mordió su labio inferior, y la voz de Alice le sacó de sus cavilaciones.
-¿Bella, me estás oyendo?-.
-Ehh... claro... claro Alice- farfulló.
-¿A quién miras con tanto interés?- inquirió su rubia amiga, esbozando una sonrisa pícara.
-A nadie- mintió de forma descarada, y encogiéndose de hombros. Las tres chicas no le creyeron en absoluto; Rose iba a preguntarle por ciertos comentarios que había hecho Emmet, acerca de ella y de Edward, pero se los guardó al ver que su esposo se acercaba a ellas.
-¿Bailamos, Rosie?- le preguntó de forma galante. Ésta dedicó a las chicas una sonrisa de disculpa, tomando a su marido de la mano y saliendo a la pista.
-Hacen buena pareja- admiró Nessie.
-Sí- le dio la razón Bella, que justo en ese momento miró por encima del hombro de Nessie -me parece que tu joven Romeo se acerca- la joven la miró extrañada, y al darse la vuelta se encontró con que Jake se acercaba a su altura, acompañada de un hombre alto y rubio.
-Chicas, él es Peter, compañero de mis años de instituto -ellas son Alice, Nessie y Bella- les presentó.
-Es un placer- saludó cortesmente el aludido, dedicándole a Bella una sonrisa simpática. Conversaron durante unos minutos, hasta que la canción que estaba sonando en el ambiente terminó, dando paso a otra.
-Recuerda que me debes un baile- se dirigió Jake a Nessie.
-Todos los que quieras- le recordó la joven; los ojos del joven se iluminaron, disculpándose del resto y llevándose a la pelirroja al centro de la pista. Rodeó la cintura de la muchacha con sus manos, empezando a mecerse suavemente al son de la música.
-Nunca te había visto con traje y corbata- murmuró admirada -te queda bien-.
-Ehhh... gracias; tú también estás muy guapa- le devolvió el piropo -te queda muy bien el color rojo, hace juego con tu pelo-.
-Vaya, gracias. Nunca me lo habían dicho- agradeció la joven.
-La blusa que llevabas en Tucson el día de la subasta también era roja- murmuró en voz baja, pero Nessie lo escuchó perfectamente.
-¿Todavía te acuerdas?- inquirió sorprendida. En el corazón de la joven se instaló una punzada de alegría.
-Claro que me acuerdo; no he olvidado todo el tiempo que estuvimos juntos- le confesó él, bajando la vista hacia sus labios. La joven no pudo resistirse a apoyar la cabeza en su fuerte pecho, cerrando los ojos y disfrutando de la compañía.
-Yo tampoco- la frase salió en un tono tan bajo que ni siquiera su pareja de baile la oyó, pero no impidió que Jake la estrechase más entre sus brazos, enlazando una canción con otra.
Bella charlaba con Peter de forma cómoda, era un chico simpático y amable, con el que podía hablar con facilidad; Alice hace rato que se había encontrado con otra compañera de trabajo, y los había dejado solos.
-Jake me ha dicho que trabajas en el rancho- preguntó a la joven.
-Así, es, soy la cocinera oficial- le respondió ella.
-Entonces seguro que tendrás trabajo- le contestó de vuelta, riendo divertido -para alimentar a toda esa tropa se necesitará ayuda- la joven rió tímida ante el comentario, pero Edward, que no andaba muy alejado, volvió su vista. Sus ojos se achicaron al ver Peter tomar de la mano a Bella, para sacarla a la pista a bailar. Decidido, dejó su copa en la mesa, pero Jasper le tomó del hombro.
-Espera al menos que termine la canción- le recomendó. Edward asintió a regañadientes, pero cuándo terminó la canción y vio que Bella hacía amago de soltarse, Peter la retuvo de forma insistente.
-Estoy cansada, los tacones me están matando- se disculpó la joven.
-Sólo una más- pidió Peter con una sonrisa.
-Gracias, pero de verdad, prefiero sentarme- le repitió de nuevo la joven castaña... pero la mano de Peter no soltaba su brazo. Sin poder aguantarse las ganas, Edward se alejó de su hermano, para ir al rescate de Bella.
-¿Quieres salir a tomar el aire?- le propuso a la joven.
-Bella está conmigo, Edward- le espetó Peter muy serio.
-Y ella no quiere bailar más- le siseó con voz fría. Bella se alteró para sus adentros al ver los ojos de Edward brillar de enfado.
-Edward, no...- le suplicó con pena -Peter sólo se estaba despidiendo, ¿verdad?- la seria mirada chocolate de la joven hizo que éste desistiera de su intento. Se despidió de los dos, lanzándole a Edward una mirada poco amistosa.
-Gracias-murmuró sonrojada; el joven le dedicó un gesto afirmativo con la cabeza, y sin decir una palabra acompañó a Bella a sentarse, pero se mantuvo en silencio durante un buen rato. La joven lo miró extrañada, preguntándole.
-¿Qué pasa?- pero el gesto de negación de Edward, sin decir una sola palabra, hizo que no le volviera a preguntar en lo que quedaba de velada. Edward daba vueltas a todo lo sucedido... quizá se hubiera pasado un poco y los celos hubieran hecho acto de presencia, pero conocía lo bastante a Bella para haber advertido en su gesto la incomodidad por la insistencia del amigo de su hermano. Enfadado consigo mismo, y de que Bella pensara que era un celoso enfermizo, murmuró una disculpa, diciendo que necesitaba estar sólo, dejando allí a su dulce tormento.
-¿Qué le pasa a Edward?- preguntó Rosalie a Emmet, que alejados habían visto cómo Edward salía del recinto.
-Ni idea- se encogió su marido de hombros -puede que esté agobiado, hay muchísima gente y hace mucho calor aquí dentro- Rosalie iba a preguntarle si tenía algo que ver con Bella, pero justo en ese momento Esme la llamó, y dejó a su esposo y a su cuñado un momento.
-¿Qué diablos ha sido eso?- interrogó Jasper, una vez Rosalie se alejó lo sufiente.
-Celos, hermanito, estoy seguro de ello- Jasper iba a responder, cuándo una voz cantarina y demasiado familiar retumbó en sus tímpanos.
-Vaya señor Cullen, no le había reconocido sin los vaqueros ni las espuelas- al darse la vuelta Jasper, se encontró con Alice Brandon de frente.
-Pues ya ve, también tengo fondo de armario- le contestó con una sonrisa socarrona y escaneando el cuerpo de la joven, enfundado en un vestido de cóctel en tonos verdes muy muy ceñido, que remarcaba cada una de sus curvas. La joven morena iba a darse la vuelta, para dejarle con la palabra en la boca, pero una mano detuvo su paso.
-¿Qué quiere?- bufó molesta.
-¿Por qué no baila una canción conmigo?; y dejemos de tratarnos de usted, no somos tan viejos- la joven arqueó una perfecta ceja... ¿por qué era tan arrogante?. Pero la curiosidad pudo con ella, y accedió a bailar una canción con Jasper.
-¿Ves cómo no era tan difícil?- le reclamó el joven, divertido por la cara de resignación que tenía su pareja mientras empezaban a bailar -lo haces muy bien- alabó sorprendido.
-Lástima que yo no pueda decir lo mismo- contraatacó con retintín Alice. El hermano meneó la cabeza, revolviendo un poco su pelo rubio.
-Esas no son formas de tratar a tu pareja de baile-.
-Cuándo tu pareja de baile te hace una radiografía descarada con los ojos, si es forma- contestó molesta.
-Sólo estaba admirando tu vestido, que por cierto te queda muy bien- se medio disculpó Jasper -pero dejemos la moda para otro día-.
-¿Y de qué quiere hablar?-.
-¿Cuándo me vas a dejar demostrarte que puedo ser un perfecto caballero y vas a salir conmigo?- le preguntó sin rodeos.
-Cuándo dejes de decir que el estudio no vale para nada- contestó resuelta -y cuándo te comportes de forma amble conmigo cada vez que voy al rancho-.
-Eso sólo son tonterías; diferencias de opiniones... ¿sabes que del amor al odio apenas hay un paso?- le interrogó mientras la giraba repentinamente entre sus brazos y acercándola más a su cuerpo. La piel de la joven se estremeció ligeramente, pero mantuvo su fachada impasible.
-Tú y yo nunca vamos a llegar a eso-.
-Yo no estaría tan seguro, preciosa- dijo en un susurro Jasper, haciendo que el corazón de la joven se alterara -eres muy atractiva, y altiva... de mi tipo- expresó pagado de si mismo. Alice paró abruptamente de bailar, mirándole furiosa.
-Yo no soy altiva; eres tú el que eres un arrogante-.
-Tienes que reconocer que en el fondo te encanta- contestó divertido, esbozando una sonrisa torcida, muy parecida a la de Edward.
-No te soporto- masculló la joven entre dientes -y no pienso salir contigo ni aunque me paguen un millón de dólares-.
-No te saldrá tan caro- la tranquilizó éste, conteniendo la risa observando cómo la encantadora psiquiatra de vacas se alejaba con pasos agitados.
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Después del incidente con el amigo de Jake y de que Edward abandonara repentinamente la fiesta, Bella no hizo otra cosa que darle vueltas a la cabeza; parecía que se había enfadado con ella... pero no había hecho nada malo.
Le dolía pensar que él se había enfadado con ella por esa tontería, justo ahora que llevaban bastante tiempo llevándose bien. Tuvo que volver con Carlisle y Esme, ya que Emmet y Rose se marcharon pronto y Jasper y Jake querían quedarse un poco más. Al aparcar en el garaje, se dio cuenta de que el volvo de Edward estaba aparcado en su sitio, y después de despedirse de Esme y Carlisle, se adentró con paso rápido en la casa, esperando encontrarlo en algún lado... pero nada.
Estaba terminando de ponerse la parte superior del pijama, cuándo el relinchar de un caballo llegó a sus oídos. Extrañada por las hora que era, se acercó a la ventana... y la imagen que vio la dejó perpleja.
Edward galopaba de un lado para otro, espoleando al caballo una y otra vez. Se había quitado el traje, y ahora llevaba sus acostumbrados vaqueros y botas... y la camisa medio desabrochada, dejando ver una pequeña parte de su pecho. Bella sintió que sus piernas se doblaban cual gelatina recién hecha al ver esa imagen tan sensual. Sin pensarlo dos veces, cambió su pijama por unos vaqueros y un jersey azul, y corrió escaleras abajo, decidida a preguntarle que es lo que le había hecho para molestarle. Al llegar a las escalinatas de la entrada, se quedó parada mirándole, y al percartarse éste de su presencia, la joven vio una mueca extraña en su cara.
Edward se sorprendió de verla allí, y tirando de las riendas para que Concord girase, se acercó a paso suave a ella. Su dulce tormento se mordía el labio y jugueteaba de forma nerviosa con sus dedos... evocó la imagen de Bella hace unas horas, tan guapa con aquel vestido...
Al pararse a su lado, la voz de la joven pronunció unas palabras que le dejaron clavado en el sitio.
-Yo... lo siento Edward- musitó triste. El cuerpo del joven ranchero se estremeció, no era su culpa, no quería verla triste... lo único que deseaba era estrecharla entre sus brazos, decirle que todo estaba bien... no podía soportarlo más... la necesitaba demasiado.
Sin decir una sola palabra, extendió su mano hacia Bella, invitándola a subir al caballo. Bella se quedó de piedra, debatiéndose si ir o no... pero la voz de terciopelo por fin habló.
-Por favor...- la voz de Edward nunca había sonado tan desesperada, pero dándose valor dio un paso hacia delante y tomando la mano que éste le ofrecía. Edward la ayudó a subir, y la aseguró en el caballo pasándole un brazo por su cintura y haciendo que la joven se apoyara en su pecho. Aprisionada entre sus brazos, con la mano que tenía libre tiró de las riendas, sumergiéndose ambos en la oscuridad y adentrándose en las bastas tierras del rancho.