jueves, 4 de abril de 2013

Cowboy de mi Corazón.



           Capítulo 31:                                          Rutina

Las vacaciones finalizaron, y eso supuso volver a acostumbrarse a la rutina. Los días de celebraciones en familia dieron paso a la vuelta a los respectivos trabajos, y en el caso de Bella se traducía en la vuelta a la facultad. Por un lado tenía muchísimas ganas de volver a ver a Leah, a Zack, a Cindy...

Pero por otro tenía un nerviosismo que intentó controlar, sobre todo en presencia de Edward. No había vuelto a ver a Henry prácticamente desde la maldita noche de la fiesta, y esperaba que, de una vez por todas, hubiese entendido la negativa. Era un buen chico, no quería hacerle daño... pero no podía ofrecerle más que una sincera amistad.

Apenas dos días después de regresar a San Antonio, Edward tuvo que ausentarse un par de días, para ir a visitar dos empresas de alimentación que, informadas de la excelente calidad de la carne de las reses que criaban en el rancho, estaban interesados en hacer negocio. De modo que el miércoles por la mañana, después de besarla durante varios minutos, Edward se marchó a regañadientes; no le gustaba dejar sola a su pequeña... y además era la primera vez que se separaban después de la última discusión.

Silenciosamente Bella se dirigió hacia la facultad, dónde Leah ya la esperaba justo en la entrada.

-Buenos días- saludó la morena, con una sonrisa-.

-Hola Leah- contestó ésta de vuelta, intentado ahogar un bostezo que finalmente se escapó. Su amiga rió divertida ante tal imagen.

-¿Edward no te ha dejado dormir?- insinuó con voz sugerente, a la vez que elevaba las cejas.

-Muy graciosa- rodó los ojos la joven, pero sus mejillas se tornaron en un suave color cereza, delatándola – y sip, digamos que tuvimos una despedida en condiciones- terminó de explicarle. Leah rió suavemente, y ambas echaron a andar hacia los pasillos.

-¿Cómo van las cosas?- interrogó; le preocupaba mucho Bella.

-De momento las aguas están calmadas- respondió con un largo suspiro.

-Jessica le hizo mucho daño, Bells; es lógico que tenga inseguridades... y si a eso sumamos los celos...- Leah dejó la frase inconclusa.

-Lo sé, es una combinación peligrosa- le dio ésta la razón -sólo espero que aprenda a confiar en mi- Leah negó con la cabeza mientras dejaba el bolso encima de la mesa; la joven castaña ni se dio cuenta del momento en el que habían entrado en el aula.

-No es que desconfíe de ti, Bella- le aclaró -simplemente debe superar sus miedos, para poder embarcaros en un futuro juntos... y sé que poco a poco, lo lograrás- le guiñó el ojo, en señal de ánimo. Bella agradeció las sabias palabras de Leah con una sonrisa, y ambas pusieron su atención a la clase que acababa de empezar.

Las tres primeras horas pasaron lenta y tediosas; apenas tuvieron que tomar más que unas cuantas notas, y al final del segundo periodo Bella apenas podía disimular los bostezos, y poco le faltó para pegar un bote de alegría al escuchar el timbre que daba fin a la tercera hora.

-Alguien está ansiosa- se carcajeó su amiga, observando cómo Bella metía con relativa prisa sus cosas en el bolso, para después colgárselo al hombro.

-Necesito doble ración de café- le aclaró a Leah, cogiéndola del brazo y encaminándose hacia su sitio predilecto en esos instantes... la cafetería. Al entrar se fijaron en que no estaba muy llena; se notaba a leguas la proximidad de los primeros parciales. Después de pedir el improvisado desayuno, no pasaron ni cinco minutos cuándo Annie se acercó a su mesa.

-Hola chicas- saludó simplemente. Desde aquella vez en la que Edward había ido a buscarla, apenas habían coincidido. Su facultad era la que más alejada estaba de las del resto de los chicos, y últimamente parecía que había hecho nuevas amistades por allí.

-Cuánto tiempo- murmuró Leah, alzando una ceja.

-Demasiado- añadió Bella -hacía mucho que no venías a desayunar con nosotras- le dirigió una sonrisa amistosa, y para su sorpresa, Annie se la devolvió.

-He estado muy liada con varios trabajos, y ahora con los exámenes- les explicó mientras añadía azúcar a su infusión -hay un par de asignaturas que se me están atragantando-.

Las tres jóvenes mantuvieron una charla tranquila y distendida. Leah y Bella se dirigían miradas sorprendidas... la chica estaba demasiado simpática. La joven castaña se apuntó mentalmente comentarlo después con su amiga; estaban comentado algo referente a los trabajos que debían hacer en sus respectivas carreras, hasta que fueron interrumpidas.

-Hola chicas- Bella respiró profundamente, dándose paciencia, al oír el saludo que Henry dirigió a la mesa.

-Hola- saludó cordial Leah, al igual que Annie. El joven sonrió cortés, y su vista se posó en Bella.

-Hola Henry- respondió de manera educada.

-¿Cómo lleváis los exámenes?- les preguntó, pero sin tomar asiento.

-Con paciencia- se encogió de hombros Leah.

-Sip; a mi me han adelantado dos para dentro de diez días- rodó los ojos Annie. Henry asintió, y su vista se volvió a posar en Bella, que ojeaba distraída un libro.

-¿Y tú Bella, cómo lo llevas?-.

-Bien- respondió, levantando la vista del libro -todo controlado-.

-¿Y cómo llevas psicología de la educación?; sé que esa asignatura te cuesta- era la única clase que ambos compartían; la joven castaña rodó los ojos mentalmente; pensaba que su actitud distraída era lo suficientemente clara de que no quería hablar con él... pero parecía ser que no.

-Poco a poco- dijo, con un leve deje de molestia en su voz.

-Si quieres te puedo pasar mis apuntes; tengo resumidos los últimos temas... incluso podemos quedar para comentarlos- Bella ya no puedo evitar rechinar los dientes; Leah carraspeó, intentando aligerar el ambiente, mientras que Annie miraba sin comprender una sola palabra.

-No es necesario Henry- exclamó, ya con marcada molestia en su voz -si me disculpáis, tengo que irme- se levantó de manera apresurada, y salió de la cafetería cómo alma que lleva el diablo.

Caminó tan deprisa que no sabía a dónde se dirigía... dios... ¿es que este chico no había aprendido la lección?; se paró en mitad del pasillo, mirando a su alrededor; había recorrido los pasillos velozmente, y un poco más y atraviesa el campus de norte a sur. Dios... y encima la última clase era precisamente la que compartía con Henry.

Se dirigió hacia la entrada del campus, y tomó asiento en uno de los múltiples bancos que rodeaban los jardines y la fachada principal. Necesitaba aire fresco que le despejara la mente, y poder tranquilizar un poco sus nervios. Lo único que quería era que ese chico entendiera que no quería tener más problemas por su causa, y que su corazón ya estaba ocupado; nunca pensó en tener que enfrentarse a una situación así, y no era nada agradable.

Poco a poco fue calmándose; miró hacia la entrada del edificio. El timbre anunciando el cuarto periodo hacía rato que había sonado, pero lo único que le apetecía era irse a casa a descansar. Si se topaba de nuevo con Henry en el día de hoy iba a terminar por responderle de manera grosera, y no tenía ganas de volver a discutir.

Rebuscando en el bolso, dio con su teléfono móvil. Lo tenía en silencio y no se había dado cuenta de desactivarlo en el descanso. Revisándolo, se dio cuenta de que tenía un mensaje de Leah, diciéndole que permaneciera tranquila y que se marchara a casa, que ella le dejaría mañana los apuntes; ella y la joven morena parecía que tenía una especie de telepatía mental. Le escribió otro de vuelta, pidiéndole que no se preocupara por ella y que mañana se verían.

Vio también un mensaje de Edward, y al leerlo no pudo sino esbozar una sonrisa.

"Hola mi pequeña estrellita; espero que las clases

no se estén haciendo pesadas. Te añoro demasiado"

No se lo pensó dos veces, y apretó el botón de llamada; al tercer tono la voz que tanto amaba se escuchó al otro lado de la línea.

-Hola cariño-.

-Edward- exclamó, feliz y aliviada a la vez -¿cómo va todo?-.

-Bien cielo; si todo sigue su curso, mañana por la noche estaré de vuelta en casa- le explicó con cariño -estoy en un rancho precioso en un pueblo a sesenta kilómetros de Dallas, te encantaría ver el criadero de caballos que tienen-.

-Cuándo pasen los exámenes me gustaría acompañarte en uno de tus viajes- le confesó.

-¿Y tus clases?- inquirió Edward, divertido -y hablando de clases... pensaba que a estas horas estarías en ello- exclamó extrañado. Su pequeña sólo faltaba cuándo no se encontraba bien.

-Estoy en la facultad... bueno, saliendo de ella- le explicó -he venido a las tres primeras horas; pero lleva toda la mañana doliéndome la cabeza, y Leah me ha dicho que me vaya a descansar- aparte de que, gracias a dios, no había pasado nada, lo pensaba contarle a Edward el encuentro con Henry; sería capaz de volver y encararle de nuevo. Y lo que menos quería era otro altercado.

-Oh cariño, siento no estar allí para cuidarte; haz caso a Leah, vete a casa y métete en la cama- le ordenó con cariño, preocupado por ella. La joven rió suavemente.

-De acuerdo papá- exclamó cual niña pequeña -no tienes de que preocuparte-.

-Ya lo sé, pero no puedo evitarlo- respondió su novio, con tono serio -ahora tengo que colgar, te llamaré en un par de horas, cuándo finalice la visita... y tómate algo para el dolor-.

-No te preocupes; espero que la reunión no se haga muy pesada- le deseó.

-Después te cuento; un beso pequeña... te quiero-.

-Y yo también... hasta dentro de un rato- la comunicación se cortó, y Bella guardó el móvil con una pequeña sonrisa en su cara. Siempre preocupado por ella, pendiente de ella y de sus necesidades... no podía esperar a que regresara a casa.

Echó a andar, y justo cuándo traspasaba la salida, oyó que alguien gritaba su nombre.

-¡Bella, Bella!- al girarse vio con sorpresa cómo Annie se acercaba a ella, a paso apresurado.

-Hola- la saludó cuándo la tuvo sólo unos pasos.

-Hola Annie, ¿ya te vas a casa?-.

-Ha finalizado la cuarta hora, y hoy no tengo más clases- dios... había transcurrido más de una hora desde que había abandonado la cafetería de manera precipitada, y ni se había dado cuenta.

-Eso está bien- respondió, esbozando una cordial sonrisa -yo también me iba a casa-.

-¿No has ido a clase?- le preguntó, extrañada. La joven castaña negó con la cabeza.

-Me dolía la cabeza, y he preferido salir a despejarme; y para una hora que queda, prefiero irme a descansar- le explicó.

-¿Puedo acompañarte un rato?- le ofreció Annie.

-Claro, ¿por qué no?- a Bella se costaba asimilar la nueva actitud de la muchacha para con ella; era de las que opinaba que la gente puede cambiar y merecer otra oportunidad... a excepción de algunas.

-¿Puedo preguntarte algo?- inquirió la joven, después de unos minutos paseando en completo silencio.

-Claro- respondió la joven castaña, dispuesta a escucharla.

-¿Por qué has huido despavorida de la cafetería?- Bella suspiró; no quería hablar del tema con ella.

-No me encontraba bien- mintió de nuevo.

-Parecías molesta- siguió insistiendo Annie; al ver que la aludida desviaba su vista de ella, comprendió lo que le pasaba.

-Escucha Bella; se que nuestra relación no ha sido la mejor- paró un momento, buscando las palabras exactas -es cierto que ambas somos distintas, y tenemos formas diferentes de ver las cosas- Bella la escuchaba atenta, sin saber a dónde quería llegar.

-Bueno...- se encogió Bella de hombros -no podemos agradar a todo el mundo-.

-Sé que desde el día que Edward vino a buscarte, no he sido la personas más simpática para ti- Annie esbozó una mueca de disculpa -pero me dejó muy clarito quién es su dueña- Bella la miraba fijamente -y aunque te parezca mentira, no soy de esa clase de chicas-.

-Annie...- murmuró Bella, pero ésta la cortó.

-Una cosa es que vea a un chico y piense... caramba, está buenísimo, e intente conocerlo- hizo una divertida mueca con la cara, que hizo sonreír a la joven castaña -y otra que me meta en medio de una pareja- aclaró, ya con tono serio -siento lo que pasó ese día, Bella... de haber sabido que era Edward... -dejó la frase inconclusa.

La joven observó a la joven, sin saber qué decir; la cara y los ojos de Annie reflejaban verdadero arrepentimiento, y sus palabras parecían llevar impresas una disculpa verdadera. Pero su acompañante continuó con su explicación.

-Tuve un novio durante casi cuatro años, se llamaba Kyle, bueno se llama- aclaró con rapidez -teníamos una relación normal, cómo cualquier pareja, nos queríamos... hasta que una tercera persona se metió por medio- Bella abrió un poco los ojos, sorprendida por la revelación.

-Lo lamento- dijo con pesar.

-Me costó mucho, pero conseguí superarlo; sé que parte de la culpa la tiene esa tercera persona... pero la diferencia entre Kyle y Edward es evidente; yo no debía merecer tanto la pena, o Kyle no debía quereme lo suficiente- le relataba Annie.

-Me alegra que lo hayas superado-.

-Por eso tengo una regla, y es no meterme en medio de una pareja- resumió -me haría muy feliz que aceptaras mis disculpas... te aseguro que no tengo intención alguna de perseguir a Edward- le guiñó un ojo, de forma amistosa -no espero que lleguemos a tener la relación que tienes con Leah o Cindy... pero me gustaría que nos llevásemos bien-.

-Disculpas aceptadas- contestó Bella, acompañando sus palabras con una sonrisa sincera -ojalá uno que yo me sé tuviera ese mismo principio- masculló furiosa; lo hizo en voz baja... pero llegó perfectamente a los oídos de Annie.

-Eso va por Henry... ¿me equivoco?- afirmó con cautela.

-No te equivocas- resopló frustrada; le resumió el incidente de la fiesta; la joven le escuchaba atentamente, sorprendiéndose palabra tras palabra que salía de la boca de Bella.

-Se le notaba demasiado que le gustabas... pero nunca pensé que se entrometiera de esa forma, sabiendo que tenías pareja- murmuró pensativa -y comprendo que estés molesta; y la reacción de Edward-.

-Pues me parece que no entendió la indirecta- masculló la joven castaña, entre dientes.

-Tendrá que entenderlo, por su propio bien y por el de todos- añadió Annie -¿saben los chicos algo de ésto?-.

-Sólo Leah- le respondió -Henry volvió a la fiesta cómo si nada-.

-Entonces no comentaré nada delante de Zack y Cindy, no te preocupes... pero no dejes que ésto afecte a tu relación con Edward- le dijo, a modo de consejo.

-Eso espero- la mente de Bella voló hacia los gritos y reproches que ambos se dedicaron esa noche; aunque intentaba arrinconarlos en una esquina, la actitud despreocupada de Henry había hecho que se volvieran a instalar de nuevo, recordándolos.

-No te agobies, y espera a ver cómo van las cosas- le aconsejó; siguieron hablando unos minutos, hasta que Annie consultó su reloj -son casi la una y media de la tarde; mis padres no llegan hasta la noche... ¿qué te parece si comemos por ahí?- le ofreció. El estómago de Bella clamó en señal de asentimiento... tenía muchísima hambre.

-Me parece bien; Edward está de viaje, y no regresa hasta mañana... y es un fastidio comer sola- aceptó de buena gana.

-¿Te hacen unas hamburguesas y alitas de pollo?- sugirió la joven.

-Un menú muy ranchero- aprobó Bella entre risas -mis cuñados aplaudirían tu elección-.

Ambas se dirigieron a la hamburguesería, cambiando radicalmente de tema y dispuestas a disfrutar de los placeres de la comida texana.

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La comida resultó terminar bien, y Bella se alegró de haber podido limar asperezas con Annie, y de haberse concedido una segunda oportunidad. Pero la actitud despreocupada y pasiva de Henry hicieron que su sangre volviera a hervir de manera furiosa, y cuándo traspasó el umbral del apartamento, en verdad le dolía la cabeza.

Justo en ese momento recibió la llamada de Edward; después de explicarle su encuentro con Annie y su recién nacida amistad, y de que su novio se sorprendiera, decidió tomarse un analgésico y meterse en la cama.

Despertó pasadas las nueve de la noche... y peor que cuándo se había acostado. Ya no sólo le dolía la cabeza, sino cada músculo de su cuerpo, y su garganta ardía en llamas. Le llevaba molestando un par de días, pero pensó que sería un leve catarro. Hizo un esfuerzo por levantarse de la cama, y con pasos torpes se dirigió a la cocina, a prepararse un vaso de leche caliente.

Haciendo un esfuerzo logró tomárselo, y decidió tomarse otra pastilla y volver a la cama, no sin antes tomar el termómetro; esperó pacientemente al ruidito que avisaba de que ya podía retirarlo.

-Mierda...- gimió frustrada, al constatar que efectivamente, tenía fiebre; ahora sí que se perdería un par de días de clase.

Mandó un mensaje a Leah, para advertirle y que mañana no se preocupara al no verla aparecer por allí. Inmediatamente su amiga la llamó, y después de repetirle hasta la saciedad que no hacía falta que fuera con ella, que se las arreglaría sola, consiguió convercerla... pero tuvo que colgar al ver que tenía otra llamada entrante.

-Edward...- murmuró, con evidente esfuerzo.

-¡Cariño!, ¿te encuentras bien?- le preguntó alarmado cuándo escuchó la voz quebrada de su pequeña.

-Tengo fiebre, y me duele muchísimo la garganta... creo que tengo gripe- le contó con fastidio, tumbándose de nuevo en la cama; pudo sentir a su novio chasquear la lengua.

-Bella cariño, puedo adelantar mi regreso a casa- le propuso -no quiero que estés sola- le dijo, preocupado. Su novia suspiró con paciencia... se preguntaba cuándo tardaría el gen sobreprotector Cullen en hacer acto de presencia, y no había tardado ni un minuto desde que iniciaron la conversación.

-No es necesario, Edward; además, no puedes cancelar las reuniones- le recordó, cómo si fuera obvio.

-Sólo me queda reunirme con el último cliente; veré si puedo adelantarla a la mañana, y estar en casa a primera hora de la tarde- musitó el joven, cómo si hablara para consigo mismo.

-Eso está mejor- aprobó su novia; en el fondo reconocía que le encantaba esa vena protectora que corría por las venas de Edward, pero no iba permitir que desatendiera por ella su trabajo.

Continuaron hablando un buen rato, prácticamente hasta que los ojos de Bella se cerraron.

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Al día siguiente Bella apenas notó mejoría; al intentar incorporarse, su cabeza parecía querer estallar, cómo si tuviera un millón de agujas clavadas; y aunque parecía que la fiebre no había subido, el salir de debajo de las mantas le provocaba escalofríos.

Después de poder llegar al baño, decidió tumbarse en el sofá. Necesitaba cambiar de postura... pero no aguantó mucho tiempo sentada, de modo que arropada hasta el cuello se tumbó a ver un poco la tele. No pasó mucho tiempo hasta que se quedó dormida de nuevo.

Un par de horas después, Edward entraba por la puerta de casa; dejó la maleta en el vestíbulo y se dirigió al salón, alertado por el sonido de la televisión. Ahí se encontró a su pequeña, con los ojos cerrados y acurrucada bajo la manta. Se agachó a su lado, mirándola con una pequeña sonrisa y pasado su mano por su cara y frente, comprobando su temperatura. Su novia se estremeció, y lentamente abrió los ojos, enfocándole despacio.

-Edward...- susurró con voz rasposa, y volviendo a cerrar los ojos unos segundos.

-Cariño...- la llamó -¿cómo te encuentras?- inquirió preocupado.

-Mal- resopló mientras hacía un puchero; Edward rió divertido ante la estampa, y se inclinó para, suavemente, besar sus labios. Quemaban, señal de que la fiebre todavía era alta.

-Tienes mucha fiebre, cariño- le dijo una vez se separó de ella -te voy a llevar a la cama; ¿has tomado la medicina?- le preguntó mientras la alzaba en sus brazos.

-No... mi estómago está cerrado- Edward le dedicó una mirada reprobatoria.

-Debes tomar algo, aunque sea para poder tomar la medicación, y beber para no deshidratarte- le decía cómo si fuera médico -te calentaré un vaso de leche y te la tomarás con unas galletas-.

-Está bien- refunfuñó; su novio rió en voz baja mientras dejaba un beso en su cabeza; la posó delicadamente en la cama y la arropó hasta el cuello.

-Ahora mismo regreso-.

-No creo que pueda irme a ningún sitio- le aclaró con una pequeña mueca.

-Estar enferma te hace protestar por todo- sonrió Edward, apartándole el pelo de la frente, pegajosa y sudorosa.

-Lo sé, y lo siento- se disculpó ésta.

-No te preocupes cielo; en unos pocos días estarás mejor, ya lo verás- su pequeña simplemente asintió con la cabeza, y tapándola de nuevo salió de la habitación.

Ya en la cocina, se afanó en preparar el vaso de leche para llevárselo lo más rápido posible; consiguió que se tomara toda, pero apenas mordisqueó una de las galletas. Edward no insistió más, y dejando el vaso y el plato en la mesilla, se tumbó encima de la cama, rodeando el cuerpo de Bella con sus brazos. La joven se pegó a su cuerpo tanto cómo pudo.

-Te he echado de menos- murmuró ahogando un bostezo.

-Y yo a ti cielo, estaba muy preocupado- le recordó; no soportaba ver a su pequeña tan débil, parecía un animalillo indefenso, aferrándose a él.

-¿Cómo han ido las reuniones?, ¿vais a suministrar ganado a esos ranchos?- inquirió, curiosa.

-Con el primero que visité hemos cerrado el acuerdo- le contó animado -el segundo todavía está pensando la oferta-.

-Es estupendo, cariño- murmuró ésta, pero a la vez un bostezo involuntario abandonó su boca.

-Tienes que dormir- le dijo mientras besaba suavemente su frente -necesitas descansar- le volvió a decir.

-No quiero- espetó cual niña pequeña -cuéntame cosas de ese rancho que tenía caballos- le pidió con un tierno puchero. Su novio rió suavemente... su pequeña era demasiado cabezota, pero accedió a sus deseos.

Le relató su viaje hasta que sintió cómo se relajaba entre sus brazos; la observó dormir, le gustaba hacerlo. Con mucho cuidado se deshizo de su agarre, y dejando otro beso en su frente, se encaminó de nuevo a la cocina, para recoger todo y prepararse algo de comer.

Una vez comió y dejó la cocina reluciente, cómo siempre la tenía Bella, deshizo el equipaje y se duchó y cambió de ropa; salió sin hacer ruido, y comprobó que su pequeña dormía tranquila; su respiración no era tan agitada, y el analgésico para la fiebre había hecho su trabajo, ya que comprobó que le había bajado.

Volvió a tumbarse en la cama; inmediatamente su pequeña se dio la vuelta, abrazándose a él de nuevo. El cansancio del viaje se iba notando, y con ella entre sus brazos, cerró los ojos, en un intento por descansar un poco.

-Edward...- abrió un ojo al escuchar su nombre,pero enseguida se dio cuenta de que Bella estaba completamente dormida. Sonriendo, besó suavemente su pelo, antes de que el sueño le envolviera a él también por completo.

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Hay muero, no merezco ni su perdón Reinas de mi corazón, pero acá estoy, volví? 
Saben tengo buenas noticias, andaba como que sin trabajo, y ya ando haciendo capacitación para entrar en Avianca, agencia de viajes entre otros servicios. Estoy muy contenta, pero por lo mismo no había podido montar capis, PERDÓN  creo que me desean un poco de dolor, pero ya me lo iré ganando; LAS QUIERO, gracias por estar siempre! :* <3 <3

3 comentarios:

  1. tranquila nena no te preocupes por nosotras que la espera valdra la pena y espero tengas exitos en tus metas y todas se cumplas animo....Besos desde Ecuador...

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  2. no te disculpes corazón, felicidades por ese nuevo trabajo. Nosotras aqui seguiremos pase lo que pase.Besossss desde españa

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  3. que EMOCION, tengo unas super Chicas, en distintas partes del Mundo!!
    y saben, en mi nuevo trabajo, hasta las podria visitar! O.o
    Bueno, tengo unas pequeñas noticias?
    Dice que estoy escribiendo una super pequeña historia, la amo, logicamente, jejeje es mia, aun me falta mucho terminarla, pero podria ir montando uno que otro capi o lo que sea...
    denmen alientos y les digo: subire como palma, mi historia seria mega genial! jejeje si me lo permiten. :*¨
    Las Amo, desde Colombia- Medellin; y espero su visita, O.o Genial no??

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