jueves, 1 de agosto de 2013

Cowboy de Mi Corazón.

          
                             
                                                     Epílogo

Tres años después...

-Por el poder que me confiere el estado de Texas, yo os declaro marido y mujer; puede besar a la novia- la voz del celebrante rompió la atmósfera de silencio y expectación que había en los jardines del rancho Killarney, que se había convertido en el improvisado escenario de las bodas familiares.

La multitud estalló en aplausos cuándo los flamantes novios se besaron de manera discreta, pero dulce. Por fin, después de tantos años, Esme Platt pasaba a ser la señora de Carlisle Cullen.

Situados en la primera fila, Jake y Nessie sonreían e intentaban aplaudir, ya que cada uno de ellos tenía a Claire y Valerie en brazos; las pequeñas ya contaban tres años de edad, y eran la delicia de sus padres... y de toda la familia; con su pelo moreno y los ojos color avellana de Nessie... e igual de revoltosas que Owen, que con cuatro años era la viva imagen de Emmet, pero con los rizos rubios de Rose, que aplaudía feliz, a la vez que su marido se llevaba los dedos a la boca, silbando ruidosamente.

-¡Así se hace, papá!- le jaleó Jasper, elevando el puño hacia arriba en un gesto de victoria; Alice, su esposa desde hace un año, reía encantada.

-Les ha costado- exclamó divertido Edward, mirando a su pequeña estrellita, que sonreía emocionada.

-Ya lo creo- le dio la razón; el joven la acercó a su cuerpo, apoyándola en su pecho y dejando un pequeño beso en su frente. La joven no había podido evitar que sus ojos se aguaran en la ceremonia... quería a Esme y a Carlisle cómo si fueran sus propios padres, y estaba muy feliz por ellos.

Una vez terminó la ceremonia, los novios fueron acaparados por multitud de invitados, deseosos de felicitar al nuevo matrimonio... pero el primer abrazo lo recibieron de sus hijos y nietos, que ese día ejercieron de anfitriones. Los jardines del rancho estaban a rebosar, allí no cabía un alfiler. Carlisle Cullen conocía a muchísima gente dentro y fuera de Hunstville, y todos ellos habían querido apoyar a su amigo. Los padres de Rose, Alice y Nessie; Jenks y su familia...y por supuesto todos los peones del rancho... todos estaban allí en un día que Jake había calificado de histórico.

-¿Cómo sienta eso de ser una mujer casada?- interrogó Bella a la novia; ésta, elegantemente vestida con un discreto traje de falda y chaqueta en tonos beige, le sonrió con complicidad.

-No está mal- musitó pensativa, pero con un gesto divertido en su cara.

-Bienvenida al club de las señoras Cullen- la felicitó Rose, riendo. La buena mujer abrazó de nuevo a las que consideraba sus hijas... no había estado tan nerviosa en la vida, pero todo había valido la pena. En otro grupo, Carlisle y sus hijos conversaban de manera animada con varios de los invitados. Una sonrisa pletórica estaba instalada en el rostro del patriarca, que recibía una y mil felicitaciones, con graciosas coletillas cómo ya era hora, y cosas así.

La comida transcurrió en un ambiente distendido; los hermanos, junto con Leah y Randall, estaban acomodados en una mesa, charlando y riendo sin parar. Hacía un año que tanto ella cómo Bella habían terminado la carrera, y Leah y su marido no duraron un sólo segundo en mudarse a Hunstville cuándo ella, junto a su castaña amiga, habían sido contratadas para el Jardín de Infancia que se inauguró en la localidad hacía apenas dos años. Carlisle Cullen ayudó a Randall a establecer aquí su negocio de construcción, por lo que Bella estaba feliz de tener aquí a una de sus mejores amigas; incluso el marido de Leah hizo buenas migas con el resto de los hermanos... y eran considerados parte de la familia.

-Hace dos días hablé con Cindy- le contó ésta a Bella.

-¿Cómo les va?- le preguntó -yo la semana pasada recibí un correo de Annie- el resto de sus compañeros seguían viviendo en San Antonio, pero mantenían contacto permanente con ellos.

-Bien- le explicó -no me contaron gran cosa- se explicó.

-¿No iban a venir a pasar unos días, antes de que acaben las vacaciones?- preguntó Edward, rodeando los hombros de su esposa con un brazo. Era el primer sábado de septiembre, y dentro de pocos días Bella y Leah comenzarían un nuevo curso escolar.

-Eso le dije yo a Annie; pero estaba pendiente de las fechas de un curso que quiere hacer, y todavía no sabía- se explicó su pequeña.

-Yo creo que Zack y Cindy si van a venir- meditó Leah en voz alta... pero justo en ese momento la multitud se calló... Emmet se había puesto de pie, dirigiéndose hacia dónde estaba la orquesta y tomando el micrófono.

-¿Crees que es buena idea que él haya preparado el discurso?- susurró Alice a su marido, en voz baja.

-¿Prefieres un discurso de Jake?- le contestó el rubio ranchero con otra pregunta, mientras arqueaba una ceja.

-Te aseguro que yo, no- rodó los ojos Nessie, ante la cara de reproche de su marido.

-Ehhhh...- exclamó el aludido, visiblemente ofendido -¿qué tienen de malo mis discursos?-.

-¿Qué hay menores presentes, y que no necesitan oír cómo haces mención a la noche de bodas?- objetó Edward, cómo si fuera obvio, provocando las risas sofocadas del resto de la mesa.

-Estaba preparado- contraatacó, pagado de si mismo -no iba a permitir que mis princesitas oyeran esas cosas; por eso había traído tres pares de tapones para los oídos-.

-Gran idea, cariño- siseó Nessie, suspirando con paciencia, y volviendo su vista hacia el escenario, dónde el segundo de los hermanos cuadraba los hombros para tomar la palabra.

Esme sonreía, al igual que Carlisle, cuándo Emmet llamó la atención de la gente... pero éste rezaba para sus adentros; conociendo a sus hijos, se esperaba cualquier cosa.

-Queridos amigos, familia... - empezó a relatar, con voz pausada -hoy es un día grande para el rancho Killarney... el jefe ha pillado cacho- la cara de Esme se tornó de un rojo intenso, a la vez que los ojos de su padre se abrían de manera desmesurada. Jazz y Edward tosieron para disimular la carcajada, mientars que los ojos de Rosalie Cullen lanzaban dagas a su marido.

-¿Decíais algo acerca de mis discursos?- preguntó Jake, mirando al resto de sus hermanos con una sonrisa socarrona.

-Nah... era un broma- el recién estrenado matrimonio dejó escapar el aire, respirando aliviados -es un día muy feliz para nosotros; todos sabéis que para mi padre no existió otra mujer que nuestra madre -en su cara se dibujó una pequeña sonrisa, al igual que en las de todos los miembros de la familia -pero también era hora de que recuperara la ilusión... y la persona más indicada para ello estaba a su lado desde hace mucho tiempo; una mujer a la que toda la familia adoramos- todos posaron sus ojos en Esme, que azorada bajaba la cabeza; su ya marido tomó una de sus manos, dejando un suave beso en el dorso y entrelazando los dedos.

-De momento se está portando- aprobó Randall, ya completamente familiarizado con el carácter bromista de los hermanos Cullen.

-Veremos- musitó Bella, pasando los dedos por el brazo de su marido, para después volver su atención hacia el escenario.

-No sabéis lo contentos que estamos por ellos- continuó Emmet de manera solemne -quién nos lo iba a decir... el anuncio de su boda fue toda una sorpresa- canturreó con diversión, y esbozando una sonrisa maléfica, gesto que compartió la mesa de sus hermanos en pleno.

-Por favor... no- siseó su padre en voz baja.

-Dime que no va a contar eso, Carlisle- le imploró Esme, mirándole con aprensión.

La mente de Carlisle Cullen viajó unos meses atrás en el tiempo... a un día de febrero, que tardaría mucho, mucho tiempo en olvidar...

Era un sábado cómo otro cualquiera; los hermanos habían cumplido con sus obligaciones en el rancho, y cómo era costumbre en ese día de la semana, comían todos juntos en la casa principal. Las pequeñas Claire y Valerie, al igual que Owen, ya habían comido y estaban sumidos en su siesta; Bella y las chicas ayudaban a Esme mientras esperaban a los chicos... y Carlisle llevaba toda la mañana encerrado en su despacho.

Aunque cada hermano ya tenía su propio hogar, les gustaba reunirse en torno a la mesa de la casa principal; entre semana, las chicas tenían su propio horario de trabajo, y los pequeños ya iban a la escuela primaria, de modo que no todos los días coincidía la familia entera. Las costumbres se mantenían, y Bella seguía siendo la cocinera principal de la familia, para alborozo de sus cuñados y el fastidio de su marido... aunque según ella, estaba más que encantada de hacerlo.

La joven daba los últimos retoques al aliño de la ensalada, y el asado de ternera esperaba pacientemente en el horno a que llegaran los chicos. Rose y Alice preparaban los platos y cubiertos; justo en ese momento Nessie entró en la cocina.

-¿Ya habéis terminado por ahí arriba?- interrogó Bella a su pelirroja cuñada.

-Ya está todo, y los pequeños duermen profundamente- le confirmó; se quedó callada, sopesando sus palabras -chicas- las llamó; sus cuñadas se giraron, mirándola -¿no notáis a Esme muy rara estos días?-.

-Ahora que lo mencionas...- dijo Rose, pasados unos minutos -un poco, sí-.

-Está cómo inquieta, y nerviosa- añadió Bella.

-Pues Carlisle está igual o peor que ella- habló Alice, bajando la voz -puede que se hayan peleado-.

-Es posible- pero a Nessie no le convencía mucho ese razonamiento; iba a añadir algo... pero oyeron voces en el exterior de la puerta de la cocina... los chicos habían llegado. Decidieron dejar el tema, y se apresuraron en terminar de poner la mesa.

-Hola familia- saludó Jake de manera general; sus hermanos pasaron detrás suyo. Después de saludar a su esposa con un beso y de preguntar por sus niñas, sus pasos le llevaron directamente al horno.

-¿Qué tenemos de menú?- interrogó a la vez que se frotaba las manos, mirando a través del cristal de la pequeña puerta.

-Asado de ternera- le sacó Alice de dudas, después de recibir a su esposo con un beso.

-Y ni se te ocurra meter las manos en mi comida- añadió Bella, cruzándose de brazos; Edward sonreía divertido, rodeándole la cintura.

-No he hecho nada, que me registren- protestó de manera graciosa, levantando ambas manos. Bella rodó los ojos, para por fin, saludar a Edward.

-Hola vaquero- susurró sobre sus labios, para después dejar un tierno beso en ellos.

-Hola cariño, ¿cómo ha ido la mañana?- se interesó, rodeando su pequeña cintura con sus manos.

-Bien... metida en la cocina y ayudando a Esme- le explicó con una pequeña sonrisa. El joven la escuchaba embelesado... en los más de dos años que llevaban casados, habían pasado por momentos buenos y no tan buenos; se sentía afortunado de tener a su mujer a su lado, apoyándole cómo siempre lo había hecho. Las inseguridades estaban muertas y enterradas, y cuándo discutían, cómo todos los matrimonios, eran por otro tipo de cuestiones; y de alguna manera u otra, siempre lo terminaban arreglando. Y si había algo de lo que arrepintiese, era de no haberse casado antes con ella; Bella era su otra mitad -¿y tú?- le interrogó ella.

-Hemos terminado de cambiar la maquinaria de la nave de engorde- le contó; llevaban con eso casi dos semanas, y por fin habían concluido -ahora sólo quiero descansar; en cuánto lleguemos a casa no pienso moverme del sofá-.

-Contaba con ello- le guiñó un ojo -he ido al video club, y he alquilado cuatro pelis, para hoy y para mañana; ¿te hace en plan?- le sondeó, guiñando un ojo.

-Siempre que tu vayas incluida, seguro- sonrió de manera torcida, dejando un corto beso en sus labios -tú también debes descansar; trabajas de lunes a viernes y los fines de semana aquí y en nuestra casa-.

-Bueno... meditó la joven -tú también me ayudas en casa...- le recordó su pequeña. Su pequeño debate se vio interrumpido por el carraspeo de Jasper.

-¿Podríais dejar vuestros asuntos de limpieza para otro momento?- sugirió -el asado va a salir corriendo del horno, a este paso- Bella rodó los ojos, y su esposo iba a replicar, pero justo en ese momento aparecieron Esme y Carlisle por la puerta de la cocina.

-Hola hijos- les saludó de manera general, con voz cansada -¿comemos?- todos se miraron extrañados; su padre parecía nervioso, y Esme no hacía más que retorcerse las manos, gesto que denotaba intranquilidad por su parte.

Sus hijos y nueras decidieron dejarlo pasar, y se sentaron en torno a la mesa, dispuestos a comer. Su padre apenas abrió la boca más que para hacerles preguntas concernientes al trabajo; Esme apenas levantó la vista de su plato. Cuándo terminaron y tomaron el café, su padre se puso de pie, carraspeando.

-Me gustaría que hablásemos todos en el salón- Jake iba a abrir la boca, pero la mirada que le dirigió su padre hizo que desechara la idea. Sin decir una sola palabra más, Carlisle se adelantó, dirigiéndose a su despacho un momento mientras el resto tomaba posesión de los sofás.

-¿Qué les pasa?- exclamó Edward, cuándo Esme también se disculpó un momento, saliendo en dirección a la cocina. Su pequeña se encogió de hombros, sin entender nada tampoco.

-A saber qué mosca les ha picado- rodó los ojos su hermano Emmet, ganándose un codazo por parte de su mujer, avisándole de que entraban por la puerta. Una vez tomaron asiento, el patriarca Cullen resopló de manera audible, infundiéndose ánimos así mismo.

-¿Pasa algo malo, papá?- le preguntó Jasper, ya preocupado.

-¿Nuestros amados vecinos han vuelto a las andadas?- demandó Jake; desde el desagradable encontronazo con el ex marido de Alice, los Denali habían mantenido las distancias... y Nessie rezaba por que las cosas siguieran tal cómo estaban.

-No es eso... veréis hijos... ésto es muy complicado para mi- comenzó su discurso, mesándose el cabello con una mano -sabéis que para mi vuestra madre ha sido la mujer más importante de mi vida... pero desde hace algún tiempo... no estoy sólo- los ojos de los presentes se abrieron, debido a la sorpresa... ¿por fin iban a confesar?.

-Papá, no creo qu...- empezó a decir Jasper.

-No me interrumpas- Bella estaba sorprendida; su suegro era un hombre de palabra fácil... nunca le había visto tan serio y nervioso, tratando de buscar las palabras oportunas -cómo os iba diciendo... eso ha cambiado desde hace algún tiempo... puede que os pille de sorpresa; pero hace unos días le pedí a la mujer más maravillosa del mundo que se casara conmigo- se puso de pie, tomando la mano de Esme y levantándose ambos -sé que puedes pareceros precipitado, pero no voy a engañaros- los oídos de sus hijos y de sus nueras no daban crédito a lo que estaban escuchado, y sus caras eran de asombro total -ésto no es un capricho, hace mucho tiempo que mantenemos una relación en secreto... y quiero darle el lugar que se merece en esta casa- concluyó, mirando a su pareja con una pequeña sonrisa.

-Sé que ésto os ha pillado de sorpresa- habló la buena mujer, con voz temblorosa -pero os puedo asegurar que amo a vuestro padre, con todo mi corazón... al igual que a vosotros os considero mis chicos; por eso tanto vuestro padre cómo yo necesitamos vuestra bendición- concluyó, esbozando una sonrisa nerviosa.

Los hermanos y sus esposas estaban mudos y petrificados...pero después de unos segundos, los ocho rompieron en estruendosas carcajadas, dejando a su padre y a Esme con el ceño fruncido, mirándoles extrañados.

-Nos pilla de sorpresa, dice...- reía Jake, que se sujetaba la tripa mientras reía.

-Precipitado- musitaba Edward, limpiándose las lágrimas; a su lado, su pequeña escondía la cara en su pecho, riendo sin parar, al igual que Nessie y Alice, que no paraban de retorcerse.

-Parecían dos adolescentes confesando...- el comentario de Jasper de nuevo elevó el tono de las risas.

-¿Qué demonios...?- masculló Carlisle, mosqueado.

-Por favor...pero si el tema era de dominio público- les explicó Rosalie, sonriendo sin parar; al escuchar ese comentario Esme sintió que la sangre abandonaba su rostro; Carlisle no daba crédito a lo que oía.

-Yo os pillé abrazados en el avión, el día que vine a vivir a Killarney- se explicó Bella cómo pudo, haciendo un esfuerzo por sofocar las carcajadas.

-Por amor de dios, papá- le dijo Emmet -¿en serio pensabais que no estábamos al tanto?- les interrogó, intentando parecer serio. Las caras de póquer de Carlisle y Esme respondieron por si solas, y la sala volvió a estallar en incontrolables risas.

-Traidores- siseó Carlisle entre dientes, rodando los ojos. Cuándo los ánimos se calmaron, Jake se levantó, tomando la palabra en nombre de todos sus hermanos.

-Ya estabais tardando- les regañó a ambos, cómo si fueran niños pequeños -papá; no tienes que pedirnos permiso para nada... y menos si es para convertir a Esme en la nueva señora Cullen-.

-Sabes lo mucho que te queremos... y no sé a dónde habríamos ido a parar si tú no hubieras estado en esta casa- añadió Emmet. Los ojos de la buena mujer se aguaron, debido a esas palabras.

-Owen y las peques te llaman abuelita; y sabes que lo eres, a todos los efectos- le guiñó un ojo Rosalie.

-Gracias a ti, papá no se ha sentido solo- exclamó Edward, sonriéndole con cariño, lo mismo que Bella.

-Eres cómo una más de nuestra pandilla- le recordó Alice, a lo que Nessie afirmó, moviendo enérgicamente la cabeza.

-Y para mi, sois cómo mis padres- siguió Bella.

-Así que si lo que queréis es nuestra bendición... la tenéis desde hace más de diez años- terminó Jasper el pequeño discurso.

-Ohhh chicos- sollozó Esme; los cuatro hermanos se dirigieron hacia la sorprendida pareja, al igual que sus mujeres, para abrazarlos y felicitarlos por tan estupenda noticia.

-Muchas gracias hijos... pero ésta me la vais a pagar- les advirtió, apuntándoles con el dedo índice.

-¿Por?- inquirió Edward, de manera inocente.

-Por todo el cachondeo que habrá habido a nuestra costa todos estos años- explicó cómo si fuera obvio.

-¿Te refieres a cuándo os espiábamos... o cuándo os pillábamos en pleno beso de película?- la habitación de nuevo rompió en risas, incluida Esme, ante la cara de mosqueo de Carlisle, dándose paciencia para sus adentros...

-Pero cómo ya le dejamos claro ese día- el discurso de su hijo le sacó de su trance -no podía haber elegido a una mujer mejor... si ellos son felices, nosotros también lo somos- la sonrisa aliviada volvió al rostro de la pareja protagonista del día -así que por eso brindamos- la multitud alzó sus copas, al igual que el improvisado orador -por los señores Cullen, salud-.

-¡Salud!- coreó la gente, chocando las copas.

-Y por cierto... también quiero aprovechar la ocasión para felicitarlos por el nuevo nieto que viene en camino- terminó de decir, con una sonrisa inmensa. Los ojos de su padre de nuevo se volvieron a abrir de manera desmesurada, a la vez que en la mesa de sus hermanos los gritos se hacían notables.

-¡Rose!- chilló Alice, levantándose para felicitar a su cuñada. Bella, Nessie y Leah hicieron lo mismo, mientras que sus maridos aplaudían a su hermano Emmet.

-¿Por qué no nos lo dijiste antes?- le reclamó su suegro, que junto con Esme se había acercado a la mesa.

-Emmet quería daros la sorpresa, se encogió de hombros Rosalie; su marido ya se había acercado a la mesa, y era abrazado por sus hermanos. Los padres de Rosalie abrazaban felices a su hija, ya que tampoco sabían nada del asunto.

-Hijo, qué alegría- murmuró Carlisle, palmeándole el hombro y visiblemente emocionado.

-Otro pequeño correteando- exclamó Esme, encantada con la noticia.

-¿Para cuándo?- preguntó Jazz.

-Últimos de marzo- respondió Rose -estoy de dos meses y medio-.

-Bonita fecha- le dijo Edward, también encantado por la noticia... hoy en verdad era un día feliz.

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Después de esos momentos de alegría y celebración, y de que todo el mundo deseara los mejores deseos a los futuros padres, el baile dio comienzo. Todo el mundo se mezcló en la pista, hasta que Edward tomó de la mano a su mujer, alejándose del gentío y escondiéndose ambos en un rincón del jardín, lejos de miradas indiscretas.

-Lo necesitaba- susurró ella, quitándose por unos minutos los zapatos negros de tacón.

-¿Estás cansada, cariño?- ella afirmó con la cabeza, abrazándose a él y apoyando su cara en su pecho.

-Es una maravillosa noticia, otro bebé...- exclamó feliz.

-Cierto... - aprobó el joven pensativo -¿seguimos con lo planeado... o dejamos que Rose y Emmet disfruten de su momento?- su pequeña levantó la cabeza, separándose un poco de su cuerpo.

-No creo que aguanten otra bomba informativa por hoy... ¿qué tal si lo dejamos para mañana?- su marido sonrió cómplice, rodeando su cintura con un brazo y pegándola de nuevo a su cuerpo.

-Creo que será lo mejor- le dio la razón, antes de besar sus labios con ternura y apoyar sus manos entrelazadas en el vientre de la joven...lugar dónde los próximos siete meses, crecería su mayor tesoro.

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