jueves, 3 de mayo de 2012

Cowboy de mi corazon


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Capítulo 2: Isabella Swan



La muchacha observaba extrañada a la pareja de mediana edad que tenía enfrente. El hombre era alto, rubio y con unos bonitos ojos grises; y aunque ya pasaba de los cincuenta años, seguía conservando un atractivo y una naturalidad propias de alguien más joven. La mujer tenía una dulce sonrisa en su cara, y era algo más joven. Bella estudió sus ropas, se veía que eran gente adinerada.

-Sí, soy Isabella Swan- contestó, un poco sorprendida; su abuela y ella nunca tenían visitas.

-Soy Carlisle Cullen- se presentó el hombre; al momento la joven esbozó una pequeña sonrisa en su cara.

-Usted es el jefe de papá- el hombre asintió, dedicándole una sonrisa tranquilizadora -imagino que usted será Esme- se volvió a la mujer -papá me habla mucho de todos ustedes y del rancho; pasen por favor- la chica se hizo a un lado, cediéndoles la entrada. La casa estaba vieja, pero muy limpia y ordenada. La decoración era muy pobre, ya que tenían lo básico. Isabella les indicó que se sentaran en el sofá.

-¿Puedo ofrecerles un café?- les preguntó. Ambos asintieron, y vieron a la chica alejarse apresurada a la cocina, oyéndola trastear por ella.

-Pensaba que sería más joven- dijo Carlisle, observando a su alrededor.

-Yo también- concordó Esme -parece una joven educada y amable; es raro- musitó en voz alta -según las transferencias, Charlie les pasaba una buena suma de dinero al mes, y ésto- señaló a su alrededor -roza la miseria-.

-El dinero iba a nombre de la abuela- le recordó Carlisle- y según la carta, ésta no quiere a su nieta... le preguntaremos a Isabella, y veremos en que se lo gasta, pero me apuesto lo que sea a que la chica no recibe un sólo dólar; ¿cuándo fue la última vez que se ha comprado ropa?- meditó resignado, recordando los agujereados vaqueros que llevaba Isabella. Carlisle meneó la cabeza, haciendo una mueca desaprobatoria.

-¿Qué te preocupa?- Carlisle le tomó de la mano, acariciándola con el pulgar.

-¿Cómo se supone que voy a decirle que su padre ha muerto?- murmuró en voz baja, a modo de respuesta -es un golpe tremendo-.

-Lo sé- asintió Esme con pena -pero tenemos que hacerlo. Callaron al oír pasos acercándose. Esme se levantó a ayudar a la muchacha, que portaba una enorme bandeja con café y galletas.

Después de servirles el café, Isabella se sentó enfrente de ellos.

-¿Le ha ocurrido algo a papá?; hace días que no me llama- interrogó preocupada. Carlisle suspiró, dejando la taza encima de la mesa.

-Verás Isabella...- la muchacha lo cortó.

-Bella, por favor; todos los que me conocen me llaman así-.

-Bella... tu padre sufrió un infarto hace una semana, y...- en la cara de Bella se formó una mueca de horror.

-¡¿Qué?- exclamó horrorizada -¿por qué no me han avisado antes?- les reclamó, empezando a sollozar.

-No sabíamos que Charlie tenía una hija- intervino Esme, tranquilizadora -nos ha costado mucho localizarte-.

-Comprendo; ¿cómo está?, ¿puedo ir a verle?- suplicó angustiada.

-Verás Bella... tu padre no... tu padre no pudo superarlo- Carlisle no pudo sostener la mirada de la chica, que nada más oír esas palabras, ocultó su rostro con las dos manos, llorando desconsolada.

-Lo siento mucho, hija- dijo Carlisle apesadumbrado; le partió el corazón verla así. Esme se levantó inmediatamente, sentándose al lado de Bella y atrayéndola a sus brazos. Carlisle iba a decir algo, pero Esme le detuvo.

-Déjala que llore y se desahogue- el hombre asintió, levantándose y saliendo del salón, dejando a Bella un poco de intimidad.

-No puede ser- sollozaba Bella, llorando a lágrima viva -me he quedado sola, me he quedado sola...- Esme no decía nada, pero su corazón se estrujó al oír su lamento. No dijo nada, y simplemente la abrazó con más fuerza cuándo el llanto de Bella se hacía más fuerte. Poco a poco, y buen rato después, el llanto dio pasó a silenciosos hipidos. Bella levantó la cabeza y se apartó de Esme.

-¿Estás mejor?- le preguntó la mujer con cariño, tomándole una mano. Bella hizo un pequeño movimiento afirmativo con la cabeza, pero sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas.

-No puedo hacerme a la idea; me hubiera gustado estar a su lado, y poder despedirme y...- no pudo seguir, ya que su voz se quebró.

-Lo sé hija, lo sé- Esme no encontraba palabras que pudieran consolar a la joven. Carlisle entró de nuevo en el comedor, sentándose al lado de ellas. Bella le miró agradecida a través de sus empañados ojos.

-Muchas gracias por venir a verme, y decírmelo; no deberían haberse molestado, es un viaje muy largo y...- Carlisle meneó la cabeza.

-Teníamos que venir- explicó -Bella, hay ciertas cosas de las que tenemos que hablar- le dijo. La joven asintió, quitándose las lágrimas con la mano.

-¿Quieres que te prepare una tila?- se ofreció Esme. Bella meditó unos segundos.

-En verdad la necesito, pero puedo ir yo, no se moleste- iba a hacer amago de levantarse, pero Esme la retuvo sentada.

-Tranquila, yo iré-.

-Gracias- accedió Bella; estaba sorprendida, no se había topado con gente tan amable en su vida. Una vez se quedaron ella y Carlisle solos, el hombre tomó aire.

-¿Cómo es la relación con tu abuela?- preguntó sin más rodeos; Bella meditó la respuesta unos minutos, antes de contestar.

-No muy buena; mi madre y ella nunca se han llevado bien, y tampoco aprobó el matrimonio de mis padres. Cuándo mis padres se separaron, vinimos aquí- le explicó con una triste sonrisa en la cara -y mamá conoció a un tipo mucho más joven que ella, y se fue con él-.

-¿Por qué no te llevó con ella?- inquirió.

-Mamá tampoco se ocupó de mi demasiado; la abuela me ha contado muchas veces que ella nunca quiso tener hijos- negó con la cabeza -el único que me quiso era papá- susurró con pena -cuándo descubrió dónde estábamos, mamá ya se había ido-.

-¿Por qué no te llevó al rancho con él?- se preguntó Carlisle en voz alta.

-Cuándo usted contrató a papá- siguió explicando Bella -todavía debía grandes sumas de dinero, debido a las deudas que contrajo jugando al póquer- miró a Carlisle un poco avergonzada, pero éste la tranquilizó.

-Todos cometemos errores Bella; no se debe juzgar a nadie por su pasado- le explicó -y según tengo entendido, todas sus deudas económicas están saldadas-.

-Así es- confirmó Bella -pero entre ponerse al día con los pagos, y lo que le pasaba a la abuela, apenas le llegaba para comer- explicó con pena -y por eso, decidió que me quedara aquí con ella, y con el dinero que nos mandaba nos apañábamos; la abuela lo administra- le contó -además, ya iba a la escuela aquí, y quería que siguiera- Carlisle escuchaba con atención las palabras de Bella; tanto ella cómo su padre lo habían pasado mal. ¿Por qué no le pidió ayuda?; podría haberse llevado a Bella a Hunstville, y por lo menos podría haberla criado él, incluso podría haberle dado un adelanto, y así pagar la escuela de Bella allí, en Texas.

-Sé lo que está pensado, pero papá tenía su orgullo- adivinó la joven -no quería abusar más de usted; le dio una nueva oportunidad, y sé que le estará eternamente agradecido-.

-¿Tu abuela te da algo de ese dinero?- Bella negó con la cabeza.

-Parte de ese dinero se fue en mis estudios; he terminado el pasado junio- le contó -y hace dos semanas, cumplí diecinueve años-.

-Felicidades, aunque sea con retraso- Esme se acercó a ellos con una taza humeante en las manos, que entregó a Bella.

-Gracias, señora Esme- Bella sopló un poco, antes de tomar un sorbo y dejarla en la mesa.

-Llámame sólo Esme, y no me digas de usted- Bella asintió, esbozando una pequeña sonrisa.

-¿Qué piensas hacer, ahora que has terminado el instituto?- le preguntó de nuevo Carlisle.

-Nunca he pensado ir a la universidad; aunque he conseguido graduarme, no soy buena estudiante.. y me han denegado la beca- confesó, avergonzada -trabajo en una cafetería del pueblo, en la cocina; hace casi un año que estoy allí. No me pagan mucho, pero es una ayuda para la casa y...- la puerta de la calle se abrió, y una mujer de unos cincuenta y muchos años entró al salón. Vestía un un pantalón negro, con una blusa blanca de manga largas, y unos altísimos tacones... a simple vista, su ropa parecía bastante mejor que la de su nieta.

Su mirada arrogante se posó en las tres personas que estaban allí, sentadas en su salón.

-¿Quiénes son ustedes?- preguntó suspicaz.

-Soy Carlisle Cullen, el jefe de Charlie- se presentó; alzó la mano, pero la señora ni se molestó en tomarla. Eme se puso de pie, intentado aligerar el ambiente.

-Yo soy Esme Platt; trabajo para el señor Cullen- se presentó.

-¿Y qué desean?; ¿en qué lío se ha metido ahora ese inepto de Charlie?- preguntó de manera burlona, sentándose enfrente de ellos y encendiendo un cigarrillo.

Carlisle y Esme se quedaron parados ante la fría reacción de la mujer; volvieron a tomar asiento, dejando a Bella en medio de ellos. Los ojos de la chica volvieron a aguarse, a la mención de su padre.

-Verá señora McAdams... Charlie sufrió un infarto la semana pasada... murió antes de que pudiéramos trasladarlo al hospital- la mujer se sorprendió ante lo que le estaban contando.

-Vaya... no sé qué decir- murmuró, apartando la vista y dando una calada a su cigarrillo.

-Charlie me pidió que ayudara a Isabella- le explicó Carlisle -no sabíamos que tenía una hija, sino les habríamos avisado antes-.

-Isabella tiene un trabajo aquí- replicó la mujer -mi pensión de viudedad no da para mucho- la chica miró furibunda a su abuela.

-Si no te hubieras gastado en vicios el dinero que nos mandaba mi padre, otro gallo cantaría-. La mujer la fulminó con la mirada, apagando el cigarrillo en un cenicero.

-Cállate- la espetó de manera desagradable -te recuerdo que tu padre me cedió tu custodia, y me debes un respeto- Bella soltó una risa incrédula, antes de responder.

-Si, te cedió mi custodia... a cambio de recibir una cuantiosa suma de dinero todos los meses- le recordó Bella, con rabia contenida -y te recuerdo que ya soy mayor de edad, y ya no necesito tutor legal-.

La mujer se puso en pie, quedando delante de su nieta. Ésta se levantó también.

-¿Así me agradeces que te acogiera en mi casa, después de que tu madre te dejara tirada?- le preguntó con mala intención; -eres una desagradecida- le espetó con furia. Carlisle y Esme se levantaron, alarmados por lo que estaban viendo... ¿cómo podía Bella vivir con esta mujer?.

-No pienso trabajar para mantenerte a ti y a tus vicios- le espetó su nieta, llorando -y menos aun, que me sigas humillando y haciendo daño- la mujer la miraba divertida.

-¿Y dónde se supone que vas a ir?; tu trabajo de cocinera no te da para pagar el alquiler de un apartamento o una pensión- le recordó; al ver el silencio de Bella, la mujer celebró en voz baja su triunfo -de modo que cállate, y si quieres seguir aquí, más vale que me obedezcas- las lágrimas aparecieron de nuevo en el rostro de la chica. Esme la agarró de una mano, pidiéndole a Carlisle con la mirada que interviniese.

-No la hable en ese tono- le recriminó de buenas a la señora que tenía delante -acaba de saber que ha perdido a su padre- Lucy rodó los ojos, cómo si le importara un pimiento. Carlisle pasó por alto el gesto, volviéndose a Bella.

-¿Te gustaría venirte a Hunstville con nosotros?- la joven abrió los ojos por la sorpresa, ante tal propuesta. Lucy se alteró.

-¿Qué está diciendo?; ¡no puede llevársela así por así!- chilló cómo loca.

-Ella es mayor de edad- le recalcó Esme seriamente.

-Y por lo que veo, usted no la quiere en absoluto -intervino Carlisle de nuevo -si necesita ingresos extras, trabaje usted- le aconsejó con una sonrisa malévola.

-Per... pero señor Cullen, no puedo aceptarlo- tartamudeó la chica, alucinada.

-Bella- la llamó con cariño -tu padre me pidió, de alguna manera, que cuidara de ti- le dijo, pero ella negó con la cabeza, llorando de nuevo.

-Y yo le agradezco mucho su ofrecimiento- agradeció de corazón -pero no puedo aceptarlo; no puedo irrumpir así por así en su casa; ¿qué pensará su familia?-.

-Mis hijos estarán encantados de tenerte allí- le explicó -querían mucho a tu padre... todos le echamos de menos... y creo que se lo debo- ella le miró sin entender -mi mujer murió cuándo nació mi hijo pequeño, y sé lo que es criar sólo a los niños- le confesó -aunque mi madre me ayudó en ello, no es lo mismo; comprendo a tu padre, y comprendo el dolor que habrá sufrido todos estos años, por estar lejos de ti-. Bella seguía escuchando sus palabras... no creía que aun quedara gente buena en el mundo.

-Tu padre se convirtió en un buen amigo mío... y se lo debo- volvió a explicar.

-Si quieres, podemos ofrecerte un empleo en el rancho- le propuso Esme -has dicho que trabajabas en la cocina de una cafetería- le preguntó; Bella afirmó en silencio.

-La señora Filding, nuestra cocinera, se jubiló hace poco más de un mes- le explicó -podrías ocupar su lugar- Carlisle miró a Esme con una sonrisa aprobatoria.

-Por supuesto, vivirías en casa, cómo Esme -y tendrás un sueldo para tus gastos; podrás ahorrar, e ir a la universidad en el futuro...-.

-Te permitirá tener unos ahorros- srepitió Esme -y poder mirar al futuro un poco más tranquila-.

-Pero ante todo, no estarás sola- le recordó Carlisle -aunque trabajes allí, serías parte de la familia, al igual que Esme-.

Bella escuchaba con atención, pero también con una mueca de incredulidad en la cara... sería una oportunidad de empezar de nuevo; quizá podría estar allí durante un tiempo, y poder independizarse en un futuro.. su padre no exageraba cuándo hablaba de la generosidad de Carlisle Cullen, era un buen hombre.

-¿Y su familia?- inquirió preocupada.

-Antes de venir, hablé con mis hijos, y están más que de acuerdo con la decisión- le explicó.

-Ellos se esperan a una adolescente de quince años- dijo Esme con una risa -pero se alegrarán de tener nuevo miembro en la familia, y que además, sabe cocinar; comen cómo limas- rodó los ojos, resignada. Bella soltó una pequeña risilla ante el comentario, olvidando por unos segundos el dolor de la pérdida.

-¿Quieres pensalo un poco más?- le ofreció Carlisle. Su abuela, que se había mantenido en silencio, tomó la palabra.

-Si te vas con ellos y sale mal, no vuelvas con la cabeza gacha pidiendo ayuda- le advirtió.

-Tranquila, no volvería aquí aunque tuviera que arrastrarme- le desafió su nieta, en un acto de valentía -nunca te has preocupado por mi, y ahora que soy mayor de edad, ¿que más te da si me voy?- la mujer, alucinada ante el estallido de valentía de Bella, estampó su mano en la cara de la joven, abofeteándola fuertemente. Bella se llevó las manos a la cara, llorando de humillación. Carlise y Esme no daban crédito a lo que estaban viendo, pero ahora más que nunca, tenían clara una cosa: había que sacar a Bella de allí cómo fuera. Al ver el silencio sumiso de su nieta, dedujeron que no era la primera vez que la pegaba.

-Bella- la llamó Esme -vamos a recoger tus cosas; no permitiremos que te quedes un segundo más aquí- ésta asintió lentamente, dejando que Esme la sacara del salón, seguidas de Carlisle.

-Eso, vete de una vez... maldita mocosa- Carlisle, que oyó el comentario, iba a regresar al salón, a cantarle las cuarenta a esa mujer, pero Bella lo retuvo por el brazo.

-No, por favor- le pidió -sólo quiero irme de aquí-.

La habitación de la muchacha parecía una celda de prisión; sólo había una pequeña cama, pegada a la pared, una mesilla y un pequeño armario. En una maleta y una mochila cupieron todas las pertenencias de la joven; Esme iba doblando la ropa, dándose cuenta de que la mayoría estaba vieja y remendada. Carlisle metió unos pocos libros y una foto de Bella con su padre en la mochila. Una vez tuvieron todo preparado, Bella dejó la destartalada casa, sin mirar atrás. Esme la ayudó a meterse en el coche. Carlisle, después de cerrar el maletero, se volvió hacia Lucy McAdams, que desde el porche, le desafiaba con la mirada.

-No hace falta que le advierta que no quiero que vuelva a molestar a su nieta; y mucho menos, pedirle dinero- el tono frío y amenazador de aquel hombre hizo que la mujer se encogiera un poco. La mujer masculló algo ente dientes mientras se metía en el interior de la casa, dándole a Carlisle con la puerta en las narices.

-Bruja- maldecía Carlisle, yendo hacia el coche y poniéndose al volante. Bella, acurrucada en el asiento de atrás y en los brazos de Esme, cerró los ojos, respirando aliviada, dejando una vida pobre y miserable atrás, y sin ni siquiera volver la vista hacia la que había sido su casa hasta entonces.

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El vuelo a Houston no salía hasta el día siguiente por la tarde. Nada más llegar al lujoso hotel de Seattle, Carlisle pidió una habitación para Bella. La joven estaba apabullada, nunca había imaginado que pisaría un sitio tan lujoso en su vida.

Una vez acomodados, Bella llamó a su trabajo, comunicando a su jefe que lo dejaba y explicándole la situación y lo que le había ocurrido a su padre. El señor Perkins siempre se portó bien con ella, y le deseó buena suerte, alegando que la echarían de menos. Apenas pudo probar la cena, y se retiró pronto a la cama, cayendo agotada por todo lo vivido en el día.

A la mañana siguiente, se reunió con Carlisle y Esme en el comedor a la hora que habían quedado la noche anterior. Llevaba unos vaqueros negros y una blusa color azul, con unas deportivas; era lo más decente que tenía, y aun así, se sintió fuera de lugar; la gente que ocupaba esas mesas la observaba de arriba abajo. Esme se levantó, yendo a su encuentro y conduciéndola a la mesa.

-Buenos días hija; espero hayas descansado- la saludó con afecto Carlisle. La joven asintió lentamente; era obvio que estaba muy triste, y le costaría superar el fallecimiento de su padre.

Esme le sirvió un poco de café, y Bella comió con ganas, ya que el día anterior casi no había probado bocado. Mantuvieron una relajada conversación, y Carlisle y Esme aprovecharon para contarle cosas del rancho y el origen de éste.

-Te vas a llevar muy bien con los chicos; son muy simpáticos- la animó Esme.

-¿No están casados?- preguntó Bella extrañada -son mayores y...- soltó una risa vergonzosa, ya que Carlisle le había hablado de sus hijos y qué edad tenían.

-Sólo Emmet, el segundo- le respondió el hombre -te llevarás muy bien con Rosalie- le dijo.

-Emmet es el único que no trabaja en el rancho- relató Esme -es ingeniero informático; Rosalie es pediatra. Tiene un consultorio en el pueblo; ellos viven dentro del rancho, pero en una casa independiente-.

-Están esperando su primer hijo- expresó Carlisle con orgullo -dentro de tres meses, un nuevo miembro en la familia Cullen- Bella les escuchaba atenta; en verdad, eran una familia unida y feliz.

-Jasper y Jake son muy extrovertidos, y Emmet también- le contaba Esme -te reirás mucho con ellos.. pero tendrás que mantenerlos alejados de la nevera, o te dejarán sin provisiones- Bella rió ante el divertido comentario.

-¿Y su otro hijo...?- preguntó con curiosidad.

-Edward- le ayudó Carlisle.

-Eso, Edward-.

-Bueno...- Carlsile meditó antes de hablar -también es muy simpático... pero desde que su novia lo dejó, su carácter cambió -pero no temas, verás cómo te llevas muy bien con él también-. Bella no dijo nada al comentario, y Esme notó su silencio.

-Soy muy tímida- se adelantó Bella -siempre me ha costado hacer amigos, y entablar confianza con la gente- confesó, bajando la cabeza.

-Con calma, Bella; verás cómo todo va bien- la animó ésta. Al terminar el desayuno, Carlisle le entregó a Bella un papel, que ésta leyó con detenimiento.

-¿Y este dinero?- preguntó confusa.

-Eran los ahorros de tu padre; el banco, al no tener constancia de que tuviera familia, canceló la cuenta, y nos lo entregó a nosotros- le explicó -no es mucho, pero ese dinero es tuyo-.

-Puedes hacer con el lo que quieras- le siguió explicando Esme. Bella se mordió el labio inferior; eran apenas tres mil dólares... y una idea cruzó por su cabeza.

-Podría comprame algo de ropa nueva.. y querrí devolverle el importe del alojamiento- propuso con timidez; Carlisle y Esme vestían muy bien, y se sentía avergonzada de su ropa vieja, la mayoría de segunda mano.

-Por supuesto... excepto lo de la habitación- apoyaron Carlisle y Esme -además, necesitarás botas y vaqueros para salir a cabalgar- dijo éste -¿sabes montar a caballo, verdad?- los ojos de la chica se iluminaron.

-Soy hija de Charlie Swan- respondió contenta -mi padre me enseñó; me encantan los animales-.

Acompañada por Esme y Carlisle, Bella renovó su vestuario; Esme sonreía mientras ella se admiraba en el espejo, probándose un vestido azul. En ello se les fue la mañana, y por la tarde, por fin, abordaron el avión.

Bella, vestida con unos pantalones vaqueros nuevos, una camiseta blanca y unas bailarinas negras, sentía que los nervios crecían y crecían en la boca de su estómago... pero a la vez, respiraba aliviada; por fin le pasaba algo medianamente bueno, aunque para ello, su padre hubiera tenido que morir. En cierta manera, era cómo si él siguiera cuidando de ella, desde dónde quisiera que estuviese.

Casi cuatro horas después, el avión llegaba a su destino... y Bella al que sería su hogar a partir de ahora. Después de recoger el equipaje y pasar las puertas de llegada, Carlisle hizo a una seña a un hombre. Era moreno y fuerte, y vestía botas, vaqueros y una camisa de cuadros.

-Bienvenido a casa señor Cullen; Esme- saludó a ambos con educación -espero que hayan tenido un buen viaje-.

-Gracias Sam; ella es Isabella, la hija de Charlie- la muchacha, al lado de Esme, esbozó una tímida sonrisa.

-Es un placer conocerte; lamento mucho lo de tu padre-.

-Gracias; también es un placer conocerle- agradeció en voz baja.

-Bienvenida a Texas- el hombre, aunque parecía serio y callado, le inspiraba confianza.

-Sam era el segundo capataz- le explicó Carlisle -ahora sustituye a tu padre en el cargo de primer capataz- le siguió contando -¿cómo han ido las cosas estos dos días?- interpeló a su empleado, mientras se dirigían al coche.

-Jake y Edward tuvieron un altercado ayer- le contó Sam, con preocupación -uno de los toros de los Denali rompió el cerco y pasó a nuestros pastos -Carlisle emitió un bufido -corneó a varios de los terneros que estaba allí-.

-Maldito Eleazar- siseó cabreado -le previne hace tiempo que alejara a los toros de ese pasto, y los llevara a otro lejos de los terneros-.

-Eso mismo le recordaron Jake y Edward cuándo fueron a reclamarle; al parecer se encararon con James y Garret, y por poco se pegan allí mismo-.

-¿Los terneros...?- Sam le tranquilizó al momento.

-Hay algunos heridos, pero ninguno ha muerto-.

-Tendré que hablar con Eleazar seriamente; ésto ya pasa de castaño oscuro- murmuraba enfadado Carlisle de camino al coche. Esme y Bella, que iban detrás, iban escuchando atentamente la conversación de los hombres.

-¿Quiénes son los Denali?- le preguntó Bella.

-Nuestros vecinos; las familias no se llevan bien- le contó con una mueca de preocupación -Garret y James son los hijos de Eleazar- Bella escuchaba con curiosidad la historia.

-No son de fiar; siempre están jugando sucio- le dijo, con una mirada inquieta; Bella no quiso preguntar nada más, y caminó en silencio hacia el coche. Todavía les quedaban dos horas de camino hasta Hunstville; Bella miraba por la ventanilla, atónita del verde paisaje que les rodeaba.

-¿Qué te ocurre?- le dijo Esme.

-Pensaba que el paisaje de Texas era distinto -dijo ella, un poco asombrada -me lo esperaba de color amarillo, y desértico- confesó. Carlisle y Sam, desde los asientos delanteros, esbozaron una divertisa sonrisa.

-Y así es al oeste del estado- le explicó Esme -pero el este es verde y húmedo- le explicó.

-Por eso los ranchos texanos tienden a ubicarse en esta zona del estado- siguió relatando Sam.

Dos horas después, el coche pasó las barreras de entrada del rancho Killarney. Una imponente casa blanca de dos pisos, de estilo colonial, con la fachada y columnas blancas, y un espléndido porche apareció ante Bella. Se quedó contemplándola en silencio, impresionada.

-¿Te gusta?- le sondeó Esme al bajar.

-Es enorme, y muy bonita- dijo admirada. La enorme puerta de madera oscura estaba abierta, y cinco personas los recibieron en la entrada. Carlisle y Esme se adelantaron para abrazarles y saludarles. Una vez terminaron los saludos, Carlisle y Esme rodearon a Bella.

-Ella es Isabella, la hija de Charlie- les dijo Carlisle- Bella, ellos son Jake, Emmet, Jasper y Edward, mis hijos- los señaló de mayor a menor -y ella es Rosalie, la esposa de Emmet- Bella vio cómo la aludida, rubia, alta y guapísima, se adelantó para darle un suave abrazo.

-Bienvenida Bella- le dijo mientras la abrazaba -siento mucho lo de tu padre-.

-Gracias, es un placer conocerte- respondió con una pequeña sonrisa.

-Lo mismo digo; verás qué bien estás aquí- se apartó, volviendo al lado de su marido.

Bella se sentía intimidada ante cuatro chicos altos y fuertes, todos con vaqueros, botas con espuelas y camisas de cuadros, a excepción de Emmet, que llevaba un traje gris con corbata.

-Vaya- habló uno de ellos era alto, moreno y con ojos negros alegres y chispeantes -pensábamos que serías más joven- dijo con simpatía- soy Jake, el mayor... y la flor y nata de la familia- replicó orgulloso. Bella arqueó una ceja, mientras sus hermanos y su padre rodaban los ojos.

-¿Qué?- se encogió inocentemente de hombros -soy el relaciones públicas- se auto nombró -si alguno de ellos te hace rabiar, no dudes en pedirme ayuda- le dijo a Bella, guiñándola un ojo.

-Seguro- otro de los chicos, de melena rubia y ojos grises, muy parecido a Carlisle, se adelanto -no le hagas caso; soy Jasper- se presentó, tendiéndole una mano -sentimos mucho lo de tu padre, todos nosotros- señaló a sus hermanos.

-Gracias; es un placer conoceros- dijo con voz suave.

-Bienvenida al rancho Killarney- el que llevaba traje se adelantó, dándole un suave abrazo, al igual que Rose -soy Emmet; verás que bien estás aquí; y no le hagas caso a Jake... no te vamos a comer- dijo con una sonrisa pilla, pero a la vez cariñosa; Rose por poco le da un capón.

-Encantada; muchas gracias por el recibimiento- agradeció; su vista se posó inconscientemente en el hermano pequeño, sin duda, el más atractivo de los tres; sus ojos esmeraldas la observaban detenidamente, estudiándola de arriba abajo; Bella se sintió un poco intimidada por esa mirada. Su padre le lanzó una mirada de advertencia, y por fin habló.

-Soy Edward... lamento mucho lo de tu padre- su profundo tono de voz impresionó a la joven, que le hizo un pequeño gesto con la cabeza, sonriéndole tímida... pero el no le devolvió la sonrisa, al contrario, la miró de nuevo, frunciendo el ceño.

-Bien- Carlisle alivió la situación -Bella va a vivir con nosotros- les anunció.

-Ya lo sabíamos- replicó Jake, como si fuera obvio; su padre negó con la cabeza, suspirando resignado -déjame terminar- le pidió -va a ocupar el puesto de la señora Filding- les dijo.

-¿Sabes cocinar?- la pregunta de Jasper sonó un poco desesperada.

-Sí- dijo ella -he trabajado en la cocina de un restaurante- les explicó.

-Estupendo- Jake y Emmet se frotaban las manos, y Rosalie se dirigió a Bella.

-Son unos glotones- le dijo, ante el enfado de su marido y cuñados.

-Eso no es cierto... estamos en edad de crecimiento, y tenemos que alimentarnos bien- Bella reprimió una risa ante la contestación de Jake.

-Si con treinta y seis años todavía estás en edad de crecimiento, te llevamos a un congreso de medicina- le espetó Emmet, alzando una ceja, ante la divertida mirada del resto -ganaríamos una fortuna con el descubrimiento- Jasper y Edward ahogaron una carcajada, al igual que Esme, Rose y Bella. Carlisle resopló, dándose paciencia así mismo.

-Chicos- llamó su atención -sobra decir que Bella será parte de la familia, al igual que Esme, y aunque trabaje aquí, esta será su casa-.

-Eso se da por supuesto- dijo Jake, a lo que Jasper y Emmet asintieron, al igual que Rose. Edward se quedó callado, cómo era su costumbre... no sabía si la presencia de esa chica le incomodaba o no... pero había algo en ella que le perturbaba.

Después de ese rato de presentaciones, Emmet y Rose se despidieron.

-Rose está agotada- le dijo Emmet, pero mañana vendremos a cenar- le dijo a Bella.

-Haré algo especial, entonces- prometió con una pequeña sonrisa. Una vez partieron a su casa, Esme condujo a Bella a su habitación; estaba en el segundo piso, al otro lado del pasillo, dónde dormía la familia. Era una habitación espaciosa, decorada en tonos cafés, con una cama de matrimonio, una cómoda y dos mesillas. Un enorme armario reposaba frente a la cama. El mobiliario, en tonos claros, era moderno y de buena calidad. La habitación tenía un pequeño cuarto de baño; Bella nunca había tenido un cuarto así, y observaba maravillada cada rincón.

-¿Te gusta?- le preguntó Esme.

-Es enorme- dijo asombrada -me encanta-se asomó a la ventana, cubierta por unas cortinas blancas, desde dónde había una vista preciosa de los jardines traseros. Después de instalarse, con la compañía de Esme y los chicos, le enseñaron la casa. Era inmensa, y estaba exquisitamente decorada, con muebles de estilo colonial español. La cocina era espaciosa, moderna y equipada con los mejores aparatos.

-Vaya- decía Bella, cada vez que descubría otra habitación.

-¿Te ha gustado la casa?- le interrogó Jasper.

-Es preciosa- admiró Bella, adentrándose en la cocina; observó que Edward no había abierto la boca en todo el rato, y se quedó en el marco de la puerta, con los brazos cruzados.

-Mañana te enseñaremos el rancho- dijo éste, con una sonrisa de simpatía.

-¿Habéis cenado?- interrogó Esme a Jake. Éste asintió.

-Rose ha cocinado- dijo con un gracioso mohín -no tiene ni idea- le confesó a Bella, que le miraba divertida. Esme miró el reloj, y se dio cuenta de que ya pasaba de la media noche.

-Estoy agotada, me voy a dormir. Buenas noches chicos- se despidió de ellos -te veré mañana Bella, espero que descanses-.

-Buenas noches Esme- se despidió, quedándose con los tres chicos a solas. Jake y Jasper miraban a Esme subir las escaleras.

-Ya tardaba; papá hace rato que se ha ido a dormir- dijo Jake, ahogando una risita. Edward le lanzó una mirada reprobatoria, señalándole a Bella con la cabeza.

-Vamos Edward; ella va a formar parte de la familia, y se terminará enterando- Edward siseó entre dientes, mientras que Jasper le explicaba a Bella.

-Nuestra madre murió cuándo nació Edward- Bella asintió, ya que Esme y Carlisle le habían contado la historia -desde entonces, papá no ha rehecho su vida, hasta que apareció Esme a trabajar aquí, hace diez años- a Bella no le sorprendió la revelación.

-Si- dijo ella -me hablaron de ella, ¿se llamaba Mary o algó así, no?-.

-Meredith- le corrigió Edward, lanzándole una fría mirada; Bella se encogió un poco, debido al tono que utilizó.

-Claro, lo siento -se disculpó mordiéndose el labio inferior -me he confundido-.

-¿No puedes ser un poco más amable?- le regañó Jake a su hermano. Edward apartó la vista, pero se quedó quieto en su sitio, mirando de reojo a la joven.

-¿Por qué lo de vuestro padre y Esme es secreto?- interrogó de nuevo, intentando recomponerse.

-Ellos lo quieren mantener así- Jazz se encogió de hombros -piensan que no sabemos nada- rió malicioso.

-¿Cómo es que no te sorprende?- preguntó Jake.

-En el avión, mientras volvía del servicio, los vi abrazados- confesó Bella, con una media sonrisa -y al oírme llegar, se separaron de repente- se encogió de hombros -de modo que no hice ningún comentario-. Jake y Jasper rieron, incluso Edward no pudo evitar sonreír con disimulo.

-Pues ya eres cómplice del mayor secreto de la familia Cullen- le dijo Jake, rodeándole los hombros -suponemos que estarás cansada- Bella ahogó un bostezo.

-Un poco, ¿a qué hora os levantáis?, por tener el desayuno a tiempo-.

-A las ocho solemos bajar a desayunar- le dijo Jasper, pero Edward habló.

-¿Eres la cocinera, y Esme no te ha explicado los horarios de las comidas?- interrogó un poco brusco. Bella se quedó cortada, sin saber qué decir. Todos en la familia eran muy amables, pero Edward... estaba claro que, por alguna razón oculta, ella no le caía nada bien, y no lo disimulaba en absoluto.

-Mañana se lo preguntaré todo- se excusó agachando la cabeza, y se giro hacia Jake y Jasper- buenas noches chicos, que descanséis- esbozó una pequeña sonrisa a los dos.

-Buenas noches Bella- al salir por la puerta, pasó al lado de Edward sin mirarle, y él hizo lo propio.

-Estupendo- masculló Jasper, una vez que Bella subió las escaleras -¿tanto te cuesta ser amable?- le recriminó a su hermano pequeño -va a pensar que somos unos lunáticos-.

-Ella viene a trabajar aquí- dijo Edward -no la hemos adoptado, ni nada por el estilo-.

-¿Acaso no escuchaste antes a papá?- le espetó Jake -esa chica ha sufrido mucho, y está muy falta de cariño-.

-Y más ahora, que Charlie no está- le recordó Jasper. Edward recordó lo que les había contado su padre cuándo Bella y Esme subieron a la habitación de la joven; eso era cierto, había sufrido mucho, y la muerte de su padre había sido un mazazo para ella... pero no iba a decirlo en voz alta; ninguna mujer joven se merecía su compasión, fuera cual fuera el motivo.

-La vida te pone a prueba de vez en cuándo- se encogió de hombros.

-Edward- dijo Jake lentamente -¿cuando coño vas a convencerte que no todas las chicas son cómo Jessica?- le interrogó hastiado.

-No puedes ser así con todas las mujeres jóvenes que te conocen- le espetó Jasper -así que por el bien de todos, intenta ser un poco amable con ella- le advirtió severo. Sin decir una sola palabra acerca del tema, se dio la vuelta, dejando allí a sus hermanos y subiendo a su cuarto.

Tumbado en la cama, hizo un repaso mental de todo lo acontecido esa noche; e intentó buscar una explicación a por qué esa chica no le era indiferente. Ya habían destrozado su corazón una vez, y no permitiría que nadie volviera a hacerlo, se juró a si mismo, cerrando los ojos.


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listo nenas, tarde pero seguro... disfuten!!!

3 comentarios:

  1. soy la primera? ay q genial, me encanto, no puedo esperar el proximo cap esta genial sigue asi =D y q le pasa a eddy x dios pobre bella no se merese ese recibimiento =(

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  2. si si siiiiiii me gusta la historia!!!Los dos han sufrido a su manera, quizas por eso no le resulta tan indiferente. Es triste pensar que para que ambos sean felices ( o eso espero...) charlie haya tenido que morir porque de otro modo quizas nunca se hubieran conocido. pero en fin, asi es la vida y asi es la historia... :P un beso chicasss!!!

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  3. me encanto el recibimiento que le an dado los hermanos Cullen ecepto Edward claro ya que no es muy cortez que digamos....Son geniales chicas siguan asi....Besos...

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