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Capitulo 30.- Bienvenida
Edward pov
La comida estuvo llena de sorpresas, apenas termino la entrega de regalos, varios de los hombres que entrenaban con Emmet, quitaron las mesas del centro y realizaron una representación muy cómica, según mi esposa, de mí, Emmet y Jasper dominados por nuestras mujeres embarazadas.
Estaba a nada de infartarme y mandarlos a azotar cuando note que mi esposa se rie con muchas ganas, seguida de Jasper y Rose. El único que parece indignado es Emmet. Pero una mirada a su mujer le basto para cambiar la cara de oso furioso.
Tienen razón los bromistas, nuestras mujeres nos dominan, embarazadas o no.
-trabajaran todo el año en las caballerizas después de entrenar- dije en cuanto terminaron de burlarse de mí.
-si señor- dijo uno de ellos sonriendo.
Vaya, me estoy ablandando. Antes de Bella solo por eso los habría matado. Pero la cosa mejoro cuando las mujeres hicieron una representación de Alice, Rose y Bella… embarazadas e insoportables. Las risas aumentaron aunque mi esposa está entre la furia y la risa.
-yo no me pongo así- dijo cuando una de las mujeres puso una expresión parecida a la que tiene justo ahora.
-si lo haces amor- dije en su oído.
Me miro con cara de asombro.
-te conviene no preñarme de nuevo…- dijo sonriendo dulcemente.
Me quede pensando en sus palabras, tres hijos son más que suficiente. Yo no comparto la idea de que mientras más hijos tengan más hombre soy. Con hacer gritar a mi esposa por las noches, mañanas, medias tardes o medios días, en otras palabras cada que la tome, me es suficiente para sentirme el más hombre de todos.
Ella me hace sentir así.
-¿podemos evitarlo sin dejar de…?- no termine la pregunta pero fue obvio.
-sí, podemos- dijo seria esta vez.
El día dio paso a la tarde. De verdad estaba siendo ameno el cumpleaños de mis hijos.
-los llevare a dormir, están realmente cansados- dijo Carmen llevando a Huracán mas dormido que despierto.
-voy con ustedes- dijo mi esposa.
Quien se nota igual o más cansada. Considerando que apenas una hora después de hacerle el amor de manera poco considerada estuvo despierta y en pie de nuevo, me pareció buena su idea.
-vamos, te llevo a la recamara- dije.
-me quedare con los niños- dijo.
-no, te quedaras en nuestras recamara, los niños estarán bien, tú necesitas dormir- dije sereno pero seguro.
-Edward…-
-Emmet, manda a dos hombres a la puerta de la habitación de los niños y dejas a otros dos en la parte del descansillo y otros dos en la escalera, asegúrate que sean relevados en tres horas y que no estén bebiendo- dije en alto para que mi esposa lo escuchara.
-como ordenes Edward- dijo mi primo dejando a su hija en las piernas de Esme y saliendo del salón.
-gracias- dijo mi esposa con su hermosa sonrisa.
-vamos, estas cayéndote de sueño-
Nos despedimos de los ahí presentes. El sol ahora a medio camino de bajada, aun brilla en el cielo así que decidí llevarla y regresar. Tengo mucho que hablar con mi tío y los demás miembros del consejo.
-me despiertas para la cena y por favor discúlpame con los del consejo, de verdad estoy muy cansada- dijo al entrar en la habitación.
-anda, olvídate de todo y solo preocúpate por ti, ya no debe faltar mucho para que nazca- dije acariciando su vientre.
Me respondieron con un leve golpe seguido de un movimiento.
-sí, ya no debe tardar mucho…- no termino la frase.
-¿estás bien?- pregunte cuando se puso algo pálida.
-sí, solo fue un dolorcito, ya paso. Estaré así me imagino hasta que nazca, con los niños fue igual ¿recuerdas?- pregunto.
Claro que me acordaba, dormía con el pantalón puesto y las botas en la puerta por si me agarraba a media noche con que ya era hora, lo cruel del caso fue que le toco mientras no estaba. Justo la noche que no estaba. Bueno, no pasara de nuevo. No pienso separarme de mi esposa hasta que mi tercer hijo este fuera.
-si me acuerdo… ya duérmete Bella- dije cuando se dio la vuelta de un lado a otro en la cama.
-¿te irás?- pregunto.
-no muy lejos, estaré abajo con los invitados, pero le diré que Carmen que se quede contigo si eso te hace sentir más tranquila-
-no, mándala con los niños, eso me dejara tranquila- dijo tratándose de acomodar de nuevo.
Últimamente no lo consigue no importa cuánto trate y su constante movimiento me tiene en vela a mi también. No es que me moleste, pero si me parece que ella lo pasa mal. Le deje un beso en la frente y salí. Me tope con uno de los hombres que Emmet mandara.
-El señor Emmet dice que me quede aquí, afuera de la habitación de la señora- explico ante mi mirada interrogante.
-bien, si escuchas algo que no sea o no suene normal me avisas de manera inmediata, ahora mismo está dormida- dije.
Asintió y me dirigí a las escaleras.
-¿te relato los avances ahora?- dijo mi tío en cuanto llegue a la puerta del salón.
-sí, vamos al estudio, no quiero nadie nos escuche, Bella no debe enterarse de nada aun- dije sonriendo
Le tengo una sorpresa y estoy seguro que le gustara. Dos horas después cuando terminamos de arreglar ese asunto regresamos a la fiesta.
-Edward, me da gusto ver que estas bien y vivo, tu esposa tan hermosa como siempre y… suerte con ese par. Me temo que es hora de irnos- dijo Rodrigo, uno de mis tantos primos.
-gracias por venir, sé que es una distancia considerable desde tu castillo a este- dije abrazándolo.
-no tienes que darlas, cuando supimos del secuestro de tu hijo y lo que desencadeno estuvimos muy preocupados, nadie como tú está preparado para atender el clan. Y perder un hijo es… - calló de pronto - pero me da mucho gusto saber que no fue así- término por sonreír.
Él y su esposa habían enterrado a su hijo de ocho años cuando se ahogo en el rio, en las tierras altas, del otro lado del mar apenas dos años atrás.
Con Rodrigo se despidieron todos lo que vinieran en el mismo navío. Su hermana Patricia y su cuñado William, hermano de su esposa y la esposa del último.
-señor… la señora lo necesita- llego corriendo el guardia que dejara en la puerta.
Solo podía ser algo relacionado con el bebe o el hombre no estaría blanco como la sal.
-¡¡¡Carmen…!!!- recordé que esta con los niños -¡¡¡Rose, saca a mis hijos de las habitaciones, llévalos al salón, Jasper manda a la partera!!!- grite mientras corría escaleras arriba.
Cuando llegue mi esposa estaba a los gritos, las sabanas mojadas y en claro alumbramiento. Detrás de mi entro Esme, Alice y Berenice, la esposa de Rodrigo.
-yo te ayudo, mi partera me enseño mucho cuando mi hermana estuvo embarazada- dijo mientras olvidándose de su vestimenta arranco las mangas que colgaban casi hasta el suelo.
-Alice será mejor que salgas, sé que es tu amiga y que esto no es nuevo pero mientras menos gente haya mejor, ayuda a Rose- dijo Esme tomando unas sabanas y entregándoselas a Alice.
-¿Qué hago?- pregunte.
-lo mismo que la ultima vez, abrázala, ayúdala- dijo Esme mirándome.
Por un momento me congele, mi esposa grita con ganas y esta sudando. Me senté con ella y la apoye en mis brazos.
-ya estoy contigo cariño, en poco tiempo te sentirás mejor- susurre en su oído.
-cuando esta criatura salga, te matare- dijo entre grito y grito.
Eso es nuevo.
Preferí no hacer caso al comentario, sobre todo cuando Esme dijo que eso es normal y entendible considerando que esta vez la tristeza no le había minado el carácter. Decidí creer eso y seguir con lo que hacía.
-Vamos Bella, esta coronado, ya veo su cabecita, puja con ganas- dijo Berenice.
Sentada entre las piernas de mi mujer, con Esme a su lado y lista para cualquier cosa, en una mano sostenía una palangana con agua, las tijeras y en el brazo una manta.
-¡¡¡¿Qué madre crees que hago?!!! ¡¡¡Echando una siestecita!!!- grito mi mujer entre pujido y pujido.
Su respuesta hizo que Esme se riera, mientras Berenice abría los ojos tan grandes como sus parpados permitía.
-cariño, cálmate… solo intenta ayudar- pedí tratando de no reír.
-¡¡¡esto es tu maldita culpa Edward idiota Cullen!!! ¡¡¡No me dejaste en paz hasta que me preñaste…!!! Pero es la ultima… ¡¡¡la ultima!!!- dijo mientras enterraba sus uñas en mis brazos y pujaba de nuevo.
Un llanto fino y agudo inundo la habitación. Esme envolvió a la criatura y espero a que Carmen abrazara a mi esposa mientras yo cortaba el cordón. Me entrego a mi hijo… no… no es un hijo, es…
-tenemos una niña Bella- dije mientras caminaba con mi hija en brazos.
Me senté junto a mi esposa y deje que abrazara a nuestra nena. En cuanto Bella la tomo, la abrace de nuevo.
-falta la placenta… no está saliendo, Bella tendrás que pujar de nuevo- dijo Berenice.
En ese momento entro Margarita, la partera.
-lo siento… estaba atendiendo un parto del otro lado del pueblo, he venido tan rápido como he podido- se excuso.
-no sale la bolsa- dijo Berenice.
-eso no es bueno- dijo la mujer.
Mi atención paso de mis mujeres a Margarita.
-¿puedes sacarla?- pregunte.
-puedo intentarlo…- dijo mientras Berenice se levantaba y dejaba el espacio.
-me duele mucho…- se quejo Bella casi blanca.
-Esme lleva a mi hija para que la vean y quédate allá- pedí mientras tomaba a mi nena y la dejaba en sus brazos.
Me senté con mi esposa mientras pujaba una vez más, con las mismas ganas que antes. Pero parecía no estar funcionando.
-Dale láudano o no soportara lo demás, creo que tardara en sacarla- dijo la mujer.
-¿Qué pasa?- exigí.
Me pasó una taza que de inmediato le ofrecí a mi esposa, se tomo el contenido y se quedo casi dormida en prácticamente nada de tiempo.
-no está sacando la bolsa en la que creció la nena, eso no es bueno, no debe quedarse ahí o se desangrara… así perdieron a su madre- dijo la mujer.
El terror me aporreo con ganas.
Esto es lo que temí cuando me entere de su estado, esta situación es la que me aterro cada noche durante el segundo en que pensaba en el alumbramiento y que todo lo que podía salir mal, saldría mal.
-¿Qué hacemos?- pregunte tratando de no entrar en pánico.
-esperaremos un ratito, a veces la bolsa sale sola en un dolor- dijo de nuevo.
El silencio se instalo en la habitación. Hasta que un grito lo rompió. Mi esposa estaba pujando de nuevo. La abrace mientras la parte le daba instrucciones.
-salió, por fin salió la bolsa… esta completa…- dijo.
Mi alma regreso. Abrace muy fuerte a mi esposa mientras la notaba respirara con más calma.
-te dije que no te dejaría- susurro.
No encontré palabras y solo me dedique a abrazarla.
Dos horas después, con una bata limpia y la ropa de cama cambiada, dormía profundamente. Me senté con mi hija en el sillón junto a la chimenea como aquella noche un año atrás. Se quedo dormida y la deje en su camita, con Carmen al pendiente de ambas baje al salón.
Mis hijos ya no dormían, con toda la excitación de los eventos pasados estaban jugando de nuevo en la sala donde los amigos más cercanos y mi familia estaban celebrando el nacimiento de mi hija.
-¡¡¡felicidades papa!!!- gritaron Emmet y Jasper apenas me vieron cruzar la puerta.
-gracias… es hermosa- dije con la cara de imbécil.
-lo sé, ese cabello rojo te hará pasar problemas… vas a tener a los tipos volándole como moscas- dijo Emmet.
Me puse serio, es cierto, mi hija será tan hermosa como su madre, el poco cabello que tiene se le había rizado apenas se seco y con la poca luz de las velas juro que es rojo. Carajo.
-bueno, no seré el único- dije mirándolo.
Mi amigo se puso serio, su hija es rubia de ojos azules como su madre. Ahora todos reíamos menos él.
-¿crees que la cuiden mucho?- pregunto Jasper señalando a mis desastres.
-claro que lo harán, ellos se encargaran de que ningún pendejo se le acerque, yo me asegurare que así sea- dije serio.
Mi posición como señor de un clan enorme me ha dado la facilidad de planear y realizar estrategias tanto de defensa como de guerra y las usare para ver que ningún hombre indigno se acerque a mi hija y mis hijos serán mis ojos y oídos, mis hijos serán los eternos guardianes de mi hija.
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Mis niñas les tengo abandonas, lo sé pero en mi defensa diré que termino tan cansada del trabajo que solo quiero relajarme y dormir....
pero como me olvido de ustedes aquí les tengo el capi... quedan menos, por favor no dejen de leer la historia.
Ya tengo la que se quedará en su lugar y espero les guste y me apoyen como en el pasado.
Les quiero niñas, repórtense más seguido ;)!!!!