domingo, 25 de noviembre de 2012

La Bestia del Castillo


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20.- Una noche de pasión 


Bella pov 

-deberíamos ir por los niños, Jasper y Alice querrán tener la noche para ellos y Tornado no es nada fácil de dormir- dije mientras me abrazaba Edward. 

Por insistencia de mi amiga deje que se lo llevaran a la torre donde viva con su ahora esposo. 

-estarán bien, además es bueno que los niños se queden con otras personas además de nosotros, Emmet juro y perjuro que podrían con Huracán - respondió. 

-no sé, nunca han dormido separados, ¿Qué tal si se extrañan tanto que no duermen?- pregunte de nuevo tratando de mantener el hilo de mis palabras. 

-estarán bien- dijo de nuevo pero esta vez recorrió con un dedo mi costado. 

-no puedo pensar en nada que sirva de pretexto si no dejas de tocarme así- me queje cuando su dedo llego a mi intimidad. 

Apenas me rozaba pero yo sentía cada centímetro de su piel en la mía. Me toco despacio, entro despacio mientras yo abría mis piernas presa del placer que sé viene a continuación. 

-¿Qué quieres Bella?- pregunto dejando su dedo en la entrada y sin moverse ni un milímetro más 

-que me hagas tuya- respondí. 

-¿y cómo lo quieres?- pregunto rozando solo una vez mi botón. 

-no me hagas esto… solo tómame… no me hagas esperar- pedí, suplique tan mojada que soy consciente de cómo escurre. 

-no… hoy tendrás que pedirlo… cada cosa que quieras- susurro metiendo y sacando su dedo solo una vez. 

-eres perverso, malvado y me encanta- dije mientras entendía por donde iba el asunto. 

Esta tomando venganza de mí por hacer que se corriera mientras lo chupaba la noche anterior y no le deje tocarme mientras lo montaba, llevándolo hasta la locura. Aun cuando me suplico y pude ver como se desesperaba cada que me acariciaba los senos sin dejar de moverme sobre él. 

-¿entonces… que hago?- pregunto sonriendo. 

A la luz del fuego en nuestra habitación pude ver la sonrisa perversa y de lado que me pone a temblar. 

-hum… - dude en pedirlo en voz alta pero… es mi esposo, ¿Cuánta pena puedo tener con él? - mételo despacio, sácalo de nuevo y repite- pedí mientras con mi mano jalaba un poco más la suya. 

Lo hizo, lento primero y muy suave. 

-mete otro y muévete más rápido- pedí cuando empecé a sentir la tensión en mi vientre. 

De nuevo hizo lo que pedí. 

-mas rápido… tócame- pedí mientras colocaba su otra mano sobre mi seno derecho. 

Lo hizo, metió y saca sus dedos con una velocidad hecha para hacerme gritar, con su otra mano apretó, acaricio y pellizco. 

-bésame aquí- pedí mientras se colocaba sobre mi cubriendo con sus labios mi otro seno. 

Me aferre a sus brazos mientras me sentía llegar al paraíso. 

-entra… entra por favor y hazme tuya- pedí cuando sentí el primer orgasmo solo con sus dedos. 

-todo menos eso - susurro sin dejar de chupar. 

Para cuando mis gritos se hicieron mayores solo sus dedos hacían su magia sobre mí, estaba incorporado mirándome retorcer. Con una mano me apretaba los senos y con la otra seguía enloqueciéndome. 

-por favor, entra, te lo suplico no aguanto… Quiero… por favor…- suplique de nuevo. 

Por su mirada supe que está muriendo por hacerlo, sus labios entreabiertos y temblando, la mirada de lujuria, todo su cuerpo en tensión me lo dice, pero no se movió, decidí jugar sucio también. 

Tome su miembro duro y mojado entre mis dedos. 

Sin saber cómo me moví o se movió, puse su punta en mi boca, lo chupe sin delicadeza, con ganas de enloquecerlo… y lo hice, en poco tiempo lo sentí tensarse mucho más. Sus movimientos se hicieron salvajes en mi cuerpo, los míos se hicieron erráticos sobre su miembro. 

Apenas me estremecí una vez me dejo sobre la cama y se acomodo sobre mí. Entro de una sola embestida, grite más de placer que de otra cosa, me tomo de la cintura y se movió con muchas… muchas ganas, me tuvo gritando y suplicando que no se detenga. 

Pero lo hizo. 

De la nada se detuvo. Lo mire sin saber que está mal y la sonrisa diabólica regreso. Esta torturándome. Y lo sabe. 

-¿Qué mas hago?- pregunto apenas con algo de aliento. 

-baja sin dejar de besarme…- pedí mirándolo. 

Este juego empieza a gustarme y mucho. 

Bajo besando mi cuello, siguió por el espacio entre mis senos, no sin antes morderlos apenas lo suficiente para hacerme quejar, recorrió la piel de mi vientre despacio, mordió al llegar a mi botón, su lengua es caliente, suave y enloquecedora. 

La pasó una vez, luego otra y otra después, lento, como si no existiera nada más que mi cuerpo, chupo y mordió de nuevo y empezó de nuevo. Me abrí más para él, para que me haga mucho mas, para que me haga todo lo que se le ocurra. 

-mete tus dedos- pedí -sin dejar de hacer lo que estás haciendo- agregue cuando su boca se separo de mi. 

-eres perversa y vas a matarme- dijo entre mordisco, metida y chupada. 

-tu quisiste jugar… tu pusiste las reglas… si no te gustan… siempre puedes entrar y hacerme feliz- replique cuando me acorde de cómo hablar. 

-¿y perderme esto?... Yo creo que no- 

-cállate y sigue- logre pedir antes de gemir. 

Aumento el movimiento, las fuerza y por último la rapidez haciéndome llegar en la mitad del tiempo. Apenas soy consciente de otra cosa que no sea su boca haciéndome gritar. Sus dedos se mueven rápidos y lentos, siguiendo así hasta que me libere. 

-¿y ahora?- pregunto con la voz cargada. 

-ahora es mi turno- dije levantándome no sin temblar un poco más. 

Lo empuje lentamente hasta dejarlo con la espalda pegada al cabeza de la cama. Su mirada es de total excitación, así como la firmeza de su miembro. Camine apoyada en mis manos y rodillas hasta llegar a donde él esta. 

No pregunte que quiere porque eso es más que claro. 

-¿lo harás hoy? - pregunto mirándome. 

-¿urgencia esposo?- 

-mucha esposa- 

Sonreí por su respuesta, con lentitud acerque mi boca a la suya, me atrapo rápido, llevando sus manos a mi espalda y jalándome por completo hacía él. Me dejó encima de su cuerpo, a horcadas y con su miembro justo donde lo quiero. 

-muévete- pidió separándose de mí. 

Lo hice, me moví despacio, apenas friccionando nuestros cuerpos, puedo sentir como la chispa crece hasta convertirse en fuego. 

-más rápido- susurro conteniéndose de tomarme y moverme a su gusto. 

De nuevo hice lo que me pidió, aumente la velocidad solo un poco más. 

-más Bella, mas… estas acabando conmigo con esta lentitud…- 

-entonces hazlo tu- dije llevando mis manos a mis senos y acariciándolos solo para él, provocándolo a seguir mi ritmo. 

Y tal como lo pensé, quito mis manos colocando las suyas. Apretándome, masajeándome, lamiéndolos con ganas y succionando con más todavía. 

Me hizo gritar mucho antes de haber llegado. Me mantuvo así mientras aumentando el movimiento lo volví loco, lo cual es justo considerando como me tiene. Por fin después de unos minutos tomo el control de mi cuerpo. 

Y llegamos juntos, satisfechos con lo que el otro nos da. 

-me haces feliz amor- dijo contra la piel de mi hombro. 

-me haces feliz también, gracias por todo lo que me has dado- dije mirándolo. 

-no te he dado más que dolor y sufrimiento. Eres tu quien me ha dado todo, me diste dos hijos hermosos, una familia, amor, me trajiste de nuevo a la vida, no soy más la bestia que aterroriza a mi gente, gracias a ti soy un hombre de nuevo- dijo. 

Y con cada palabra una lágrima cayó. Su confesión me hace feliz y aun así dude en creerlo todo. 

-¿me dejas tomarte otra vez?- pregunto cuando mis manos lo acariciaron en el torso. 

-si… pensé que tendría que pedirlo- dije. 

-caramba, de saber que esa posibilidad existía, te habría dejado sufrir un poco más- 

-cállate… eres despreciable, me desnudas, te metes entre mis piernas, me haces gritar, temblar, gemir, suplicar, pedirte más y todavía me toca rogar... Cullen te juro que estas ganándote una semana en la otra habitación- dije casi indignada. 

Yo con el deseo en la superficie y él con sus bromas. 

-¿entonces ahora soy malo?- pregunto mientras me dejaba bajo su cuerpo con un tono de juego perverso y sexual 

-muy malo Sr. Cullen- respondí siguiéndole, así me gusta jugar 

-¿y qué me hará al respecto Sra. Cullen?- ataco una vez más mientras sus labios se apoderaban de mi pezón duro y deseoso de sus caricias. 

-nada Sr. Cullen, no hare nada… ni siquiera pienso tocarlo- dije alejando mis manos. 

-ah eso facilita todo- dijo tomando las cintas de mi vestido. 

Acto seguido me amarro al cabezal de la cama. Y me deje por que a cada segundo que pasa me gusta mucho más este nuevo juego. 

-señor Cullen… ¿Qué hará conmigo?- pregunte cuando amarro delicadamente mis pies. 

-todo lo que se me ocurra Señora Cullen- 

-¿lo prometes?- casi jadee al sentir sus dedos en mi pierna por la parte de adentro, muy cerca de mi centro. 

-lo juro por mi honor señora… le hare todo y mucho más- 

Y lo hizo. 

Por horas me tuvo gritando, pidiendo más, suplicando por más. Me corrí en su mano, su boca y con su miembro en mi. 

Se corrió de verme llegar, de escucharme gritar mientras me chupaba, de sentirme mojada, gritando y completamente loca de placer. 

Por fin me soltó apenas un par de horas después de que el sol estuviera en lo alto y solo porque el ruido de los hombres entrenando no me dejo gritar como él quiere. 

-escucho a nuestros desastres llorar, será mejor que… salgamos- dijo cuando el llanto de nuestros hijos inundo el pasillo. 

Fue una noche maravillosa, la mejor de nuestro matrimonio. Y por sus palabras supe que no será la última.

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martes, 20 de noviembre de 2012

Cowboy de mi corazón


Capítulo 16: Barbacoa estilo Cullen


-Buenos días preciosa- Bella sintió un suave cosquilleo en su nariz y en sus mejillas. Abrió lentamente sus ojos, encontrándose con las orbes esmeraldas de su novio mirándola con cariño. Parpadeó varias veces, intentando desperezarse por completo, pero al segundo sintió un agradable peso caer encima suyo. Sonrió complacida mientras abría sus brazos y Edward se acomodaba dentro de ellos, suspirando satisfecho y quedándose ambos en un cómodo y cómplice silencio.

Desde esa noche, en la que ambos se unieron de la manera más íntima posible, Bella sintió que algo había cambiado en su relación; ahora era mucho más profunda e íntima en todos los aspectos; y después de algunos meses en los que las inseguridades eran la tónica habitual en la personalidad de la joven, éstas parecían haber pasado a un segundo plano. Edward le había demostrado con creces lo que ella significaba para él, no sólo la inolvidable noche del prado, sino también en las que siguieron a partir de ésta.

-¿A qué le da vueltas esa cabecita tuya?- murmuró Edward, cómodamente apoyado en el pecho de su novia; ésta sonrió mientras sus dedos jugueteaban con su pelo cobrizo.

-A nada en particular- le respondió -ha pasado casi un mes y aparte de la universidad de Houston, ninguna otra ha dado señales de vida-.

-Todavía estamos dentro del plazo- le recordó su novio -además, muchas veces no llega la respuesta hasta principios de junio; y todavía estamos en mayo- Bella suspiró a modo de asentimiento, y cambió completamente de tema.

-¿Qué vais a hacer hoy?- indagó curiosa.

-Hoy viene Nessie a vacunar a los terneros recién nacidos; y también tenemos que actualizar la base de datos- su novia le escuchaba atenta; todo animal que entraba o nacía en el rancho era meticulosamente añadido al sistema informático, con su correspondiente ficha de datos -¿y tú?- inquirió curioso.

-Tengo que ir con Esme al pueblo, para comprar todo lo necesario para la barbacoa del sábado- le explicó -y después hacer la comida, ayudar a Esme con la limpieza...- empezó a enumerar. Todos los años por estas fechas, Carlisle y sus hijos organizaban una barbacoa para todos los trabajadores del rancho y algunos de los amigos más allegados a la familia.

-Verás qué bien te lo pasas- le animó Edward -espero que Jake y Jasper no terminen cantando una serenata, cómo el año pasado- Bella rió divertida, imaginándose a los hermanos, borrachos cómo una cuba y cantando hasta desafinar.

-Me gustaría verlos- admitió, todavía entre risas. Edward también rió, y levantando la cabeza observó a su pequeña; le encantaba verla reír, feliz y despreocupada. Su vista se posó en los labios entreabiertos de la joven, y no hubo manera de que se resistiese a besar esa boca pequeñita y suave.

Las manos de la joven se aferraron al cabello de su novio, abriendo automáticamente su boca para él y disfrutando de ese estupendo beso de buenos días. Edward se deleitaba con la suavidad de su piel; sentirla desnuda junto a él era una sensación indescriptible para él... los brazos de aquella pequeña se habían convertido en su hogar. Apretó su agarre contra la cintura de la joven, a la vez que un hormigueo de placer le recorrió a lo largo de todo su cuerpo cuándo sintió las piernas de Bella rodear su cadera y empezar a moverse contra su intimidad.

Ahí fue cuándo se nublaron todos sus sentidos, y el beso que compartían se volvió mucho más intenso; sintió las suaves manos de Bella recorrer su cuerpo con avidez, y la situación se caldeaba por momentos... hasta que unos insistentes golpes en la puerta terminaron por reventar esa íntima burbuja.

-¡Buenos días Bellie Bells!- la aludida rodó los ojos ante la mención de su nombre -hace un estupendo día de primavera, perfecto para trabajar en un rancho- canturreó Jake con voz divertida. Edward lanzaba dagas con los ojos en dirección a la puerta, maldiciendo a su hermano... definitivamente, no veía la hora de que Bella empezara el curso universitario y mudarse.

-Te esperamos abajo- le dijo el hermano mayor, conteniendo la risa -por cierto; buenos días a ti también, Eddie-.

La pareja oyó los pasos de Jake alejándose, y Bella soltó la carcajada, a la vez que su novio maldecía por lo bajo.

-Parece que tu mudanza de habitación ya es de conocimiento general- dijo inocentemente su novia, mordiéndose le labio para no reírse de la cara de póquer que tenía Edward. Aunque su ropa siguiera en su habitación de siempre, todas las noches se escabullía para abrazar a su pequeña mientras ambos dormían. La miró con una ceja arqueada, pero al final terminó riendo con ella.

-Creo que tenemos que prepararnos y bajar- le susurró con cariño contra sus labios; la joven asintió con un suspiro, y una vez dejó un casto beso en la boca de Bella, se levantó buscando su ropa interior y su pantalón de pijama; la vista de Bella voló al cuerpo de su novio, mordiéndose el labio y sonrojándose ligeramente, cómo hacía siempre que lo veía desnudo.

Meneando la cabeza bajó de su ensoñación, y estirándose perezosamente saltó de la cama con la sábana enrollada por su cuerpo. Buscó una muda de ropa interior en sus cajones, y de nuevo sintió los brazos de Edward rodeando su cintura.

-Podríamos compartir la ducha- le sugirió ella con voz melosa.

-No hay nada que me gustara más- concedió Edward, besando su cuello- pero creo que si nos encerramos ahí, no te dejaría salir en todo el día...- le dijo con voz ronca y dejando la frase inconclusa. A sus oídos llegó la divertida protesta de su pequeña, negó divertido y se despidió de ella con un beso en su cuello, que no hizo otra cosa que hacer sonreír a Bella, suspirando cual tonta enamorada y encaminándose hacia el baño.

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Una vez duchada y cambiada, Bella bajó los escalones y se apresuró hacia la cocina, dónde ya estaba Esme poniendo la mesa, y a Jake y Jasper cómodamente sentados alrededor de ésta, comentando unos papeles que tenían enfrente.

-Buenos días- canturreó Bella feliz.

-Buenos días hija- le devolvió Esme el saludo.

-Hola Bellie Bells- replicaron al unísono sus cuñados, sin despegar la vista de sus papeles. Bella rió divertida, y dirigiéndose hacia el mostrador, empezó a preparar los elementos necesarios para hacer tortitas. Al cabo de quince minutos aparecieron Carlisle y Edward por la puerta, saludando al resto y uniéndose a Jake y Jasper en su conversación. Unos minutos después todos estaban sentados en torno a la mesa, comentando el intenso día que tenían los chicos por delante.

-¿Has hablado con Jenkins?- interrogó Jasper a su padre.

-Ayer por la tarde- le confirmó éste, dejando su taza de café encima de la mesa -ha hablado con el abogado de Eleazar-.

-¿Y?- preguntó Edward, haciendo un gesto con la mano para que continuase.

-Bien; cómo ya sabréis, he intentado llegar a un acuerdo con los Denali, pero se niegan en redondo a hacerse cargo del arreglo de la cerca-.

-¿Por qué no me sorprende?- refunfuñó Jasper, cabreado.

-¿Qué aconseja Jenkins?- interrogó Esme, con un deje de preocupación en su voz.

-El ha intentado llegar a un acuerdo con el abogado de Eleazar; pero ni siquiera a eso acceden- suspiró resignado -de modo que no queda otra vía que demandarlos-.

-Deberíamos haberlo hecho la primera vez que ocurrió- siseó Jake. Bella miró preocupada a Edward; no sabía que represalias tomaría la tediosa familia, pero estaba segura de que no se lo tomarían muy bien.

-Tranquila- le intentó consolar Edward, acariciando su mano por debajo de la mesa -no es un juicio por asesinato, pero la ley de delimitación de tierras es severa en el estado de Texas- le explicó con cariño.

-Simplemente les obligarán a pagar el arreglo de la cerca, y puede que una pequeña multa- añadió Jake. Bella asintió un poco más tranquila... pero era nombrar a esos hermanos y un estremecimiento la recorría entera.

La conversación pasó a un tema más agradable, y así terminó el desayuno. Los chicos se levantaron de la mesa, y Bella acompañó a Edward fuera.

-¿Necesitas que te traiga algo del pueblo?- le ofreció ésta. Edward negó en silencio, rodeando la cintura de su pequeña estrellita y acercándola a él.

-Espero que tengas una buena mañana con Esme- le deseó.

-Y tú no te canses mucho- le dijo ella de vuelta, abrochando uno de los botones de su camisa de cuadros.

-Te veré a la hora de comer- se despidió Edward; su novia esbozó una de sus tímidas y preciosas sonrisas, y levantó la cabeza para darle un beso. El joven la alzó en sus brazos, para tener mejor acceso a su dulce boca.

No muy lejos de allí, Esme les observaba a través de una de las ventanas de la cocina con una sonrisa cómplice en su cara.

-¿Qué miras tan atenta?- los brazos de Carlisle la abrazaron por detrás.

-Míralos- le indicó ella con un gesto de cabeza -se les ve felices juntos- el patriarca posó la vista en la joven pareja, y asintió con un imperceptible movimiento de cabeza.

-Sí, se les ve felices juntos- repitió las palabras de la mujer -te confieso que al principio me preocupé; Bella es muy joven-.

-Pero se les ve muy enamorados- añadió ésta, tomando una de las manos de Carlisle y entrelazando sus dedos con los de él.

-Eso no lo puedo negar; además, te confieso que Bella, para la edad que tiene, es una joven muy madura, con la cabeza en su sitio- le explicó -me alegro que decidiera continuar sus estudios; Charlie estaría orgulloso- murmuró sonriendo con melancolía, recordando a su capataz y amigo.

-Sí, aunque los echaremos de menos cuándo ella y Edward se vayan- le recordó -otro de los chicos que abandona el nido-. Carlisle emitió un suspiro de paciencia... adoraba a sus hijos... pero ya iba siendo hora de que cada uno tuviera su vida y su familia.

-Con Jake y Jasper tenemos para rato- Esme rió ante las palabras de Carlisle -a veces creo que Bella tiene la edad de Jake y viceversa-.

-Tienes que reconocer que nos reímos mucho con ellos- rebatió ella, divertida ante la resignación de Carlisle, que decidió cambiar radicalmente de tema.

-Y ahora que nos han dejado solos... ¿no vas a darme un beso de buenos días?- indagó éste con voz juguetona, girando a la mujer para que quedara frente él.

-Ya te he dado uno- le rebatió riéndose -pero te doy otro encantada- susurró en voz baja. Los labios de ambos se encontraron a mitad de camino, y dejaron de tener noción de todo lo que pasaba a su alrededor por unos minutos, hasta que Esme fue deshaciendo poco a poco el beso.

-Debo ir con Bella al pueblo- le explicó jadeante -y un día nos pillarán- le recordó de nuevo.

-Es que no puedo contenerme- le reclamó éste, con voz profunda y sugerente; ella le dio un suave golpe en el brazo, gesto que sólo hizo que Carlisle sonriera malicioso.

-Me voy, luego nos vemos- se despidieron con un pequeño beso, para después dirigirse cada uno por un lado.

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A media tarde, Jasper y Edward todavía se encontraban en la nave de los terneros, y ayudados por dos peones del rancho, se dedicaban a pesarlos y anotar su fecha de nacimiento y otras características, paras que a Nessie le resultara más fácil su trabajo.

-¡Trae al siguiente, Jared!- le indicó Jasper al vaquero, mientras Edward tomaba notas a toda velocidad.

-Sólo quedan dos- suspiró aliviado Edward, poniéndose al lado de su hermano.

-Espero que antes de cenar acabemos con ésto- exclamó Jasper, quitándose el sudor de la frente -¿sabéis algo ya del resto de universidades?- se interesó éste.

-Todavía nada, a parte de lo que ya sabéis- le contestó su hermano pequeño.

-Me parecerá raro no verte día a día en el rancho- le dijo Jasper -pero creo que haces bien acompañándola- Edward sonrió ante el comentario de su hermano.

-Ahora que la he encontrado, no la puedo dejar escapar- le recalcó -¿sabes una cosa?- Jasper miró a su hermano con curiosidad, esperando a que continuara -Jake y tú podríais poner un consultorio sentimental... se os da bien hacer de celestinos- canturreó con una sonrisa inocente.

-Teníamos que hacer algo; dudo mucho que te hubieras acercado a Bella sin que hubiéramos intervenido- se encogió tranquilamente del hombros, sin intención alguna de arrepentimiento. Edward negó con la cabeza, y cambió de tema.

-¿Cómo van las cosas con Alice?- le preguntó interesado.

-Está mucho más tranquila- le explicó -pero es lógico que tenga miedo, ahora que Peter puede encontrarla-.

-Malditos Denali del demonio- murmuró el hermano pequeño entre dientes.

-Si Peter la encuentra quebrantará la orden de alejamiento que pesa sobre él- siguió explicándole su hermano -así que si es un poco sensato, se mantendrá alejado de ella-.

-No podemos relajarnos; ese tipo de hombres están obsesionados con sus víctimas- le recordó Edward. Jasper se estremeció; no podría soportar que le pasara algo. Cierto era que ahora Alice se mostraba más abierta y relajada en su presencia; incluso habían vuelto a sus divertidas batallas dialécticas.

-No le pasará nada; no si puedo impedirlo- dijo desviando al vista de su hermano- Edward palmeó el hombro de su hermano en señal de apoyo; justo en ese momento vieron a Jake parado en el marco de la puerta, agarrando a Nessie por la cintura y acercándola a él, para después besar suavemente sus labios.

-Buscaos una habitación y dejad de pervertirnos- se burló Jasper. La joven se puso roja y se ocultó bajo el abrazo de Jake, que miraba a sus hermanos con una ceja alzada. Edward contuvo la carcajada mientras observaba la cara de su hermano mayor.

-Cierra la boca Jasper- masculló Jake, ayudando a Nessie con su maletín a la vezs que se acercaban a ellos.

-Hola chicos- saludó la joven, un poco menos sonrojada; los hermanos la saludaron de vuelta.

-¿Has venido con Alice?- Jake y Edward sonrieron ante la pregunta de Jasper.

-Sí; se ha quedado en la nave de engorde, hablando con Sam- le indicó ésta, guiñándole imperceptiblemente un ojo.

-Voy para allá entonces, os veo luego- se despidió del resto, e ignorando las risitas de sus hermanos, salió rumbo hacia la nave de engorde. Se quedó apoyado en la entrada, observando a su pequeña amiga, que acariciaba el hocico de una de las reses y se dedicaba palabras en voz baja. Al momento, la suave música para piano de Chopin inundó el ambiente; rodando los ojos fue a su encuentro.

-¿Compartiendo secretos?- preguntó a modo de saludo; la joven le encaró, sonriendo mientras seguía acariciando al animal.

-Ellos son buenos confidentes para escuchar- se encogió la joven de hombros; Jasper sonrió divertido.

-¿Cómo has estado estos días?- indagó el joven; ambos empezaron a pasear al lado de las barreras de la seguridad de los animales.

-Bien; hemos tenido mucho trabajo en las oficinas- le explicó ésta -de modo que he estado ocupada, y me he distraído-.

-Eso está bien- concordó Jasper, mirándola sin descaro alguno. Los pantalones vaqueros negros se ajustaban a sus caderas, y la blusa negra que llevaba hacía juego con el color de su pelo, que estaba graciosamente peinado con las puntas disparadas hacia todas direcciones.

-¿Cómo han estado mis pequeñas amigas?- señaló a las vacas, que dormitaban plácidamente por todo el establo.

-Cómo puedes comprobar, no están extresadas- señaló con un gesto Jasper. La joven bufó para sus adentros, pero el joven Cullen la oyó, le encantaba hacerla rabiar.

-Pues los estudios del laboratorio van viento en popa; los resultados son buenísimos- contraatacó la joven -cuándo se mande la primera partida de reses al matadero, tendremos resultados definitivos-.

-¿Y después qué pasará?- preguntó Jasper.

-Se le dará opción a cada rancho el poder seguir con el experimento por su cuenta- dijo ella. Jasper asintió en silencio... eso haría que la joven no tuviera que pasarse tantas veces por el rancho cómo lo venía haciendo... y una sensación extraña se instaló en su pecho.

-Pero para eso faltan unos cuántos meses todavía- añadió Alice.

-Eso es cierto- concordó el joven. Continuaron hablando durante un buen rato, hasta que Nessie y Jake aparecieron por allí.

-Me tengo que ir, he venido con Nessie; mi coche está en el taller- le dijo Alice.

-Todavía no hemos acabado- Jasper soltó esa frase un poco desesperado; parecía un niño pequeño. Jake rodó los ojos, pero decidió echar un cable a su hermano.

-De hecho, iba a decirle a Nessie si quería salir a cenar; Alice podría quedarse aquí y después la llevas a casa- sugirió cómo si tal cosa.

-No hace falta- dijo Alice -puedo irme ahora con ella y así Jasper no tiene que coger su coche-.

-No es molestia- exclamó Jasper, esperanzado porque se quedara un rato más -así terminamos de hablar- Alice pareció dudar, pero Nessie también la animó.

-Quédate Alice- la guiñó un ojo. La joven miró de reojo al joven; por una parte quería quedarse con él... pero por otra, y aunque Jasper le gustara, no quería sufrir de nuevo si empezaban algo y no funcionaba. Finalmente aceptó, animada por Jake y Nessie. Se despidieron de ellos, y ellos continuaron su andadura por el rancho. Una cosa tenía que reconocer; aunque Japer fuera arrogante y bromista, se podía hablar con él de cualquier cosa. Le veía el lado divertido a todo, y sobre todo; la hacía reír, rasgo que a Alice le encantaba.

-Se está haciendo tarde- exclamó ella con sorpresa, después de mirar su reloj. Llevaban más de dos horas hablando y riendo sin parar.

-Vamos entonces- dijo el joven, poniéndose de pie -señorita- le ofreció su brazo galantemente, a la vez que hacía una pequeña reverencia.

-Qué galante- admiró divertida la joven -eres todo un caballero sureño- dijo admirada.

-Cómo buen texano- corroboró éste, de camino al garaje -hay muchas cosas de mi que todavía no sabes- murmuró en tono seductor.

-¿Ah, no?- inquirió ésta, mostrando un fingido desinterés mientras montaban en el coche.

-Si tú quisieras, te lo podría demostrar- insistió éste, con esa sonrisa torcida marca Cullen.

-Hum...- meditó la joven -antes respóndeme a una pregunta-.

-Lo que quieras- la animó a seguir el joven, sin despegar la vista de la carretera.

-¿Con cuántas mujeres has salido?- interrogó curiosa. Jasper esbozó una sonrisa traviesa.

-Eso es curiosear demasiado- la previno -pero voy a responderte- la joven morena se acomodó en su asiento, dispuesta a escuchar -no he salido con tantas- le reveló -solamente he tenido una novia seria, y eso fue en mis años universitarios-.

-¿Por qué se acabó?- éste se encogió de hombros.

-Rompimos al comienzo del último año; descubrimos que nos llevábamos mejor cómo amigos que cómo pareja- Alice le miraba expectante -discutíamos mucho, casi siempre por tonterías... pero ahí descubrimos que no pegábamos cómo pareja-.

-¿Cómo discutimos tú y yo?- preguntó la joven morena. Jasper negó con la cabeza.

-María era muy seria, y siempre me estaba regañando porque soy muy bromista; tú y yo tenemos debates muy interesantes, aunque sea de bromas-.

-De modo que chocabais en vuestros caracteres- dedujo sabiamente -¿lo pasate mal cuándo tomasteis la decisión de romper?-.

-Algo así;- confirmó éste -y respecto a tu segunda pregunta, al principio sí; estuvimos juntos casi cinco años- hizo una pausa -pero comprendimos que era mejor así, y antes de que llegara a más...- dejó la frase inconclusa, pero Alice captó perfectamente el significado.

-¿Sigues en contacto con ella?- Jasper afirmó con una sonrisa.

-Se ha convertido en una buena amiga; se casó hace cuatro años, tiene una niña y hace un año y medio se fueron los tres a vivir a Nueva York- algo en el interior de Alice se relajó al escuchar sus palabras; se veía que no sentía por ella nada más que una sincera y cariñosa amistad.

-¿Y después de María?- siguió interrogando.

-Después ha habido varias, lo reconozco- respondió sin pudor alguno -pero fueron citas sin importancia-.

-¿Sin importancia?- repitió Alice, enarcando una de sus perfectas cejas.

-En ninguna de ellas surgió la chispa- le aclaró éste, tomando la calle de la joven.

-¿Cómo sabías dónde vivo?- preguntó extrañada; no se había dado cuenta de que hacía rato que habían entrado en el pueblo.

-Tengo mis contactos- le reveló con voz misteriosa -cuándo algo o alguien me importa de verdad, me preocupo y hago mis averiguaciones- la joven abrió los ojos, sorprendida por ese comentario y sonrojándose ligeramente -¿vives en el mismo bloque de Nessie, cierto?- le aclaró el joven -se lo pregunte a Jake- le dijo, parando el motor y bajándose del coche. La ayudó galantemente a salir, y una vez en en portal, Alice se volvió hacia el joven.

-Muchas gracias por traerme- agradeció ésta, todavía flotando interiormente por esa frase que le había dedicado Jasper.

-Ha sido un placer- sonrió el joven, perdiéndose por unos segundos en los ojos de la joven. Alice desvió su mirada, incapaz de sostener la intensa mirada que le dedicaban esos bonitos ojos grises.

-Hasta luego- se dio la vuelta, dispuesta a entrar en su casa, pero una mano se posó suavemente en su brazo. Se giró, sintiendo miles de mariposas recorrer su estómago y mirando de nuevo a su improvisado chófer.

-El sábado celebramos la barbacoa anual para los empleados del rancho; Nessie también va, y me gustaría que tú me acompañaras- le pidió esperanzado, pero a la vez con cautela. La joven suspiró audiblemente, tomándose unos minutos para pensar.

-¿Nunca te rindes, verdad?- le cuestionó; llevaba más de un mes invitándola a salir... pero no estaba preparada; y lo que más le gustaba es que Jasper estaba siendo muy paciente, y si decía que no, no la presionaba. Jasper negó, sonriendo de manera seductora.

-Lucho por lo que me importa, ya te lo he dicho en el coche- Alice se quedó muda después de escucharle... en verdad el joven se preocupaba por ella... ¿y por qué no darle una oportunidad?. Se merecía volver a ser feliz, olvidar los malos recuerdos... y sentía una completa atracción por el hombre que tenía enfrente; la sentía desde el primer momento que pisó el rancho Killarney.

-Acepto- exclamó la joven, esbozando una pequeña sonrisa; Jasper sonrió de oreja a oreja, complacido por las palabras de Alice.

-Te prometo que no te arrepentirás; lo pasaremos muy bien- respondió éste contento -¿te paso a recoger el sábado a las siete?- la joven afirmó con la cabeza; titubeó un poco, pero lentamente se acercó a Jasper, dejando un suave beso en su mejilla. El joven Cullen cerró unos segundos los ojos, disfrutando de la cercanía de la joven y reprimiendo el impulso de girar la cara y posar sus labios contra los de ella. Alice se separó lentamente de él, levemente ruborizada.

-Hasta el sábado- le dijo, para después girarse y entrar en su bloque. Jasper se aseguró de que entraba en casa, y canturreando feliz se encaminó de nuevo hacia el coche.

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El sábado fue un día ajetreado para todos los habitantes del rancho. Los hermanos estuvieron toda la mañana y parte de la tarde preparando las enormes mesas y adecentando el patio trasero, lugar dónde se celebraría la fiesta. Esme, Rosalie y Bella se pasaron la mañana en la cocina, preparando los entrantes fríos y otras cosas que servirían esa noche.

Por fin, a eso de las siete y media, todo estaba preparado, y los empleados del rancho, junto a sus familias y varios de los amigos íntimos de la familia Cullen empezaron a llegar. En menos de una hora el patio trasero del rancho estaba atestado de gente; el tiempo acompañaba, y la noche prometía ser divertida y agradable.

-Está lleno de gente- le dijo Bella a su novio; éste asintió, mirando con cariño a su pequeña.

-Estás muy guapa- nada más decir esas palabras, el sonrojo tan característico de la joven invadió su rostro; su novio la miraba embelesado, estaba preciosa con ese vestido veraniego en tonos marrones y dorados, contrastando con su piel de porcelana, unas sandalias planas y su pelo recogido en una coleta alta, dejando algunos mechones sueltos.

-Adulador- le murmuró en voz baja, sacándole graciosamente la lengua. Su novió rió divertido ante el infantil gesto, y la agarró por la cintura, atrayéndola a su cuerpo. Justo en ese momento se acercaron el resto de los hermanos, con sus respectivas acompañantes.

-Esto está más concurrido que otros años- exclamó Emmet, frotándose las manos.

-Cierto- le dio la razón Jake -¿creéis que papá cambiará el discurso de bienvenida?.

-Carlisle siempre empieza el discurso con las mimas palabras- les aclaró Rosalie a Bella, Nessie y Alice.

-Queridos amigos- empezó Jasper, intentando imitar la voz de su padre -otro año más, nos reunimos aquí...- el resto rieron, divertidos por la imitación. Justo en ese momento, la música cesó, y los invitados se volvieron hacia su anfitrión. Carlisle carraspeó audiblemente antes de hablar.

-Queridos amigos- Alice sonrió mirando a Jasper y al resto de los hermanos -otro año más , nos reunimos aquí...-.

-Os lo dije; tenemos que escribirle otro discurso- exclamó Jake divertido en voz baja.

-Que lo haga Eddie, que es el que tiene más maña para eso de las palabras formales- sugirió Emmet, mirando a su hermano con una sonrisa socarrona.

-¿Queréis callaros los tres?- siseó Rose, mirándolos seria.

Una vez que terminó el discurso, la familia Cullen se mezcló con los invitados, saludándoles y deseando que pasaran una agradable velada. Carlisle se hizo el dueño y señor de la barbacoa, sirviendo hamburguesas y alitas de pollo a todo el que se acercaba.

-A tu padre sólo le falta el delantal- le dijo Alice a Jasper.

-Le regalaré uno por navidades- le devolvió éste por respuesta; la joven se lo estaba pasando muy bien en compañía de las chicas y el resto de los hermanos, y sobre todo con Jasper, del que apenas se separaba.

-¿Te apetece bailar?- la música había pasado a un ritmo más lento, y Alice aceptó encantada la invitación.

-¿Lo estás pasando bien?- interrogó el joven, rodeando su pequeña cintura.

-Muy bien- confirmó con una pequeña sonrisa.

-¿Entonces... eso quiere decir que habrá más citas?- Alice miró la cara inocente que puso Jasper, y rió divertida.

-Puede- se encogió de hombros -de momento, vas por buen camino- le tranquilizó, guiñándole un ojo; el joven Cullen sonrió complacido, y la acercó más a su cuerpo, girando lentamente por toda la pista. Distinguió a Jake y Nessie bailando muy pegados el uno al otro, y a Rose y Emmet charlando con Sam y Emily.

Edward y Bella estaban junto a la barbacoa, conversando con los padres de Rosalie y Esme, y vigilando que Carlisle no quemara la carne. En ese mismo instante Seth se acercó a ellos corriendo.

-¿Qué ocurre, Seth?- inquirió Edward.

-James y Garret Denali están entrado- al oír esos nombres, Edward se tensó, al igual que Carlisle, que no creía lo que estaba oyendo.

-¿Cómo se atreven?- masculló furioso Edward -Bella, quédate aquí-.

-¡Edward!- le llamó su padre, pero éste hizo caso omiso, y Bella fue a alertar a Emmet, que era el que estaba más cerca de ellos. Los pasos de Edward resonaban en el empedrado de la entrada; al llegar a la puerta principal, se encontró frente a frente con ellos.

-¿Qué diablos hacéis aquí?- les preguntó, rezumando ira con cada palabra.

-Tranquilo Cullen- se burló Garret -no queremos interrumpir vuestra estúpida fiesta-.

-Pues lo habéis hecho, de modo que ya os estáis largando de aquí- les previno, con los puños apretados a ambos lados de su costado.

-Pero antes le dices a tu querido abogado que se puede meter ésto por dónde le quepa- James sacó un papel del bolsillo trasero de su pantalón y lo agitó frente a su cara.

-Si hubierais cooperado, no habríamos llegado al extremo de tener que demandaros- contestó el hermano pequeño, cruzando sus brazos.

-Pues nos da igual; es responsabilidad de nuestro capataz lo que ocurrió, que lo pague él- contraatacó Garret.

-Pero cumplía órdenes directas; de modo que es vuestra responsabilidad- volvió a responder Edward -y ahora fuera de esta casa; todo lo que tenga que decirse acerca de este asunto lo decidirá un juez- justo en en ese momento llegó el resto de la familia.

-¿Qué diablos hacéis aquí?- Emmet se puso al lado de su hermano pequeño.

-Es de muy mala educación presentarse en una fiesta sin educación, chicos- canturreó Jake.

-Tranquilos; no pisaríamos vuestra casa por nada del mundo- exclamó James, con un gesto de desagrado en su cara. Bella maldijo para sus adentros... ésto se lo venía venir. Nessie y Alice permanecían en silencio, al lado de Rosalie y Esme. Carlisle se adelantó un paso, con el ceño fruncido y dándoles a los hermanos una mirada de advertencia.

-Fuera de mi casa- Bella nunca había escuchado a Carlisle tan enfadado -y decidle a vuestro padre que nos veremos en el juzgado-.

-Eso habrá que verlo, maldito carcamal- le encaró Garret, adelantándose un paso; pero Jake y Emmet se volvieron rápidamente.

-No insultes a mi padre- le amenazó Jake.

-¿Me estás amenazando, bastardo?- siguió provocando James.

Bella no vio lo que sucedió. Pero el grito de Nessie resonó en el ambiente, y en unos segundos vio que Jake y James estaban en el suelo, enzarzados en una pelea, y al resto de sus hermanos y a Garret intentando separarlos.

-¡Basta ya!- gritó Carlisle; finalmente consiguieron separarlos.

-Te vas a arrepentir de ésto- amenazó James a Jake, que se revolvía furioso en los brazos de Jasper y Edward; después de esas palabras, Garret y James se dieron media vuelta, escoltados por Sam y otros peones del rancho. Nessie se acercó a Jake, abrazándolo preocupada. Y conteniendo un sollozo.

-Deja que te revise esa herida- le pidió la joven; la respiración de Jake fue volviendo a su ritmo normal, y sin decir palabra alguna, se encaminó al interior de la casa, acompañado de su chica y seguidos por Rose y Emmet.

-Impresentables- murmuraba Jasper entre dientes; Alice le dio un apretón en el brazo, en señal de apoyo.

-Volvamos a la fiesta- dijo el patriarca, con voz seria y sin ningún tipo de réplica. Esme le acompañó, seguidos de Edward, Bella, Jasper y Alice.

-¿Te encuentras bien?- interrogó la joven castaña, preocupada.

-Sí cariño, no te preocupes- besó su frente -anda, volvamos; los invitados se estarán preguntando qué ha pasado-.

Bella asintió... ahora sí que tenían un problema, y bien desagradable. Sabía que esa denuncia tendría consecuencias fatales... y por desgracia, no se había equivocado.

¿Y mi final feliz?




Capitulo XVIII
Ni un día más…


Suspire… era lo único que hacía desde que todo este embrollo había pasado. Ya más de cuatro horas de eso.

Me sentí totalmente cohibida desde el momento en que entre al salón cuando Tanya nos había llamado a Edward y a mí. Alice me miraba preocupada y Edward, este tenía un aire sombrío y extraño.

Agradecí que mis padres hablaran sobre como estarían distribuidos los amigos de Edward en la casa, estos utilizarían las habitaciones del tercer piso exceptuando a Tanya quien extrañamente para mi se quedaría a dormir en la habitación de Edward.

Estaba muy triste, sí, pero al parecer descubrí que yo Isabella Cullen era una hermana celosa, tuve una extraña sensación en el estómago cuando mis padres le preguntaron a Tanya si se quedaría a dormir con Edward y esta contesto que sí. Por favor, papa y mama, estamos en el siglo veintiuno pero ¿Qué clase de ejemplo me están dando? Lo correcto era que la señorita se quedara en otra habitación y si no quería estar sola ahí estaba Rose para acompañarla o yo en última instancia.

Me agradaba Tanya, era una linda persona y por lo poco que la conocía sentía que tenía buenos sentimientos hacia mi hermano. Pero aun así, no sentía correcto todo aquello. ¿No deberían estar casados primero?

Ingenua no era, ya sabía que mi hermano no era un santo y que Tanya tal vez no sería la primera en su cama. Con sus veintiún años Edward ya era mayorcito y hacia lo que quería con su vida, aquí yo solo era una espectadora de ella.

Me senté sobre un taburete de la cocina, esta se encontraba sola después de la cena y necesitaba pensar, necesitaba tomar el control de la situación y hablar con Edward. Pero aunque intentaba pensar en Jake y en lo que había hecho mi mente solo vagaba al hecho de que yo ya no era tan importante en la vida de Edward. Si cuando se fue a estudiar al extranjero me sentí en segundo plano (ridículo) ahora me sentía en tercer o cuarto lugar en su vida. Ya no necesitaba con quien hablar, Tanya estaría ahí, ella sería su hombro, su apoyo, su confidente, su amiga y el amor de su vida.

Era estúpido pensar de esa manera pero, es que… Edward y yo siempre habíamos sido tan unidos que ahora me sentía desplazada.

Me sentía incomoda, sola, más sola de lo que ya estaba, en mi cabeza retumbaba la idea de que había perdido a mi hermano. ¿Por qué era tan tonta? ¿Por qué no podía estar feliz por el hecho que Edward hubiera encontrado a alguien que lo hacía feliz?

-Bella… - oi una voz conocida acercándose a mí – ya se te pasara, solo tienes que acostumbrarte a la idea.

Alice coloco su barbilla en mi hombro y me dio un abrazo cargado de cariño y apoyo. Agradecí el gesto respondiendo lo mejor que pude a este pero no entendía de lo que me hablaba.

-¿De qué hablas? – le pregunte sin ánimos y aun sin verla de frente.

- Te vi Bella – callo un segundo – vi tu cara cuando tus padres invitaron a Tanya a quedarse en la habitación de tu hermano.

- Yo… - no pude terminar ¿qué le diría? Apenas me había dado cuenta de que era una hermana celosa, no terminaba de asimilarlo yo, ¿Cómo se lo diría ella entonces?

- Entiendo - dijo esta – estas celosa y es normal. Por lo que me has contado antes solo eran Edward y tú, pero ahora hay alguien más – sonrió cálidamente - Es normal Bella y se lo que se siente… Bueno, aunque sé que es diferente para ti porque apenas acabas de recuperar a tu hermano.

- Tienes razón, es diferente – sonreí disimulando mi tristeza.

- Alice – la llame buscando su mirada - ¿te quedarías conmigo esta noche? – le pedí, no, le rogué.

Ella sonrió asintiendo – dame un minuto y le diré a Emmett que le avise a mis padres – salió de la cocina dejándome nuevamente sola.

-¿Bella?... – oh no, Edward. No ahora - ¿podemos hablar?

Lo sentí acercarse lentamente hacia mí, sus pasos sonaban pesados, posiblemente se encontraba cansado por todo el viaje. No asentí ni dije nada, simplemente observe las vetas del mármol de la cocina. Era eso o enfrentarme a la mirada de Edward. Era eso…

-Preciosa – toco mi hombro buscando mi respuesta – ¡Bella! Mírame – levanto un poco la voz.

No quería hacerlo pero sabía que Edward seguiría intentándolo hasta que lo viera. Gire mi rostro lo más lento que pude, tenía los ánimos por el suelo por todo lo sucedido.

Sus ojos esmeralda (lo único físico que he envidiado) me veían desesperados - ¿Qué pasa? Me has rehuido desde que llegamos – estaba en lo cierto, no podía estar en la misma habitación que el mas del tiempo necesario porque su intensa mirada seguía cada uno de mis movimientos intentando leerme – pensé que me extrañabas – vi colocarse la tristeza en sus ojos ¿o era el reflejo de los míos?

-Eso no es cierto – hable bajo, mintiendo – es solo que quería darte tiempo con nuestros padres.

- Mentirosa… - sonrió levemente - señorita Cullen, recuerde que la conozco demasiado bien para saber cuándo miente.

- No miento – no quería discutir pero debía zafarme del tema por el momento, tal vez mañana sería diferente. Hoy simplemente quería dormir y olvidarme de todo.

Increíblemente Edward no rebatió mi respuesta – Está bien. Pero hablaremos mañana.

Su actuar me dejo sorprendida, era la segunda vez que hacia algo como eso. Primero cuando estaba con Jake y luego en este preciso momento. Definitivamente mi hermano ya no era predecible para mí, tristemente yo si lo seguía siendo para él.

-Bella, ya está – oi a Alice desde la puerta – oh Edward, no sabía que estarías aquí.

-¿ya está Qué? – le pregunto. Yo por mientras volví a mi tarea de ver el mármol.

- Me quedare a dormir con Bella esta noche – le informo - ¿No te lo ha dicho?

- No, no ha tenido la molestia de informarme – sonó ofendido, aunque sabía que solo jugaba.

- Mmm… Pues ahora ya sabes – dijo está caminando hacia mí – Bella, Emmett quiere despedirse.

- Vamos – tome de su mano – el oso se desespera rápido si nos tardamos.

- Hoy, lo dudo – rio Alice, me esforcé un poquito imaginándome la razón de sus palabras: Rose.

Atrás quedo Edward, nunca pensé necesitar a Alice como lo hacía en este momento. Era el último pilar que me quedaba para apoyarme, Jacob se había enojado conmigo y Edward lo haría pronto.

Me despedí de Emmett con un gran abrazo, sabía que se preocupaba por mí. Un – espero que todo se mejore – salió de sus labios en susurro antes de soltarme.

Lo vi despedirse de mis padres solamente ya que todos los demás se encontraban en sus habitaciones y lo seguí con la mirada hasta que arranco su jeep. Para cualquier persona que me viera parecía que estaba prendada de Emmett porque apenas y pestañee un par de veces, pero no era así, algo de él me proporcionaba ese amor de hermano que necesitaba de Edward y que no me sentía capaz de pedir.

Voltee buscando a Alice pero lo único que me encontré a la distancia fue la mirada retraída de Edward, este me miraba con una expresión vacía en su rostro, solo sus ojos reflejaban tristeza. Sabia la razón de esta, había preferido un abrazo de Emmett que el seguir hablando con él.

-Buenas noches – me despedí de él desde las escaleras subiendo estas a zancadas segundos después sin esperar su respuesta.

Alice ya me esperaba en la habitación con uno de mis piyamas puesto y con otro en sus manos obviamente para mí.

Lo tome y me dirigí al baño – gracias – le dije antes de entrar a este. Me veía fatal, era extraño que mis padres no lo hubiesen notado. Pero al final estaba agradecida, era una explicación menos que dar.

Gracias a mi querida y necesitada amiga no tarde mucho en dormirme. Sus suaves arrullos y sus manos sobre mi cabello me proporcionaron la tranquilidad que necesitaba.

.

Menos de un día había pasado desde que Edward volvió. En mi cabeza recuerdos del día anterior rondaban como perros callejeros frente a un pedazo de carne (la carne era yo) insistentes y desesperados por llegar a ella.

Siete de la mañana marcaba el reloj de mi celular. Ni una tan sola llamada o mensaje de Jake. Si Bella, se supone que eres tú la que debería de llamarlo a él. Bueno, eso había dicho antes de irse.

Me estaba cansando esta situación, esto de ser cobarde realmente era una estupidez. Jake lo sabía y me lo había dicho; solo era mi hermano.

Me levante de la cama ya que era imposible para mí seguir durmiendo, Alice a mi lado descansaba tranquilamente. Me sentí mal por haberla desvelado con mis silenciosos llantos pero su apoyo había sido de gran ayuda para mí.

Salí de mi habitación tomando una sudadera del perchero, eso y mis pantuflas eran lo único que necesitaba; además de una taza de café. La casa estaba en un total silencio, ese sonido de vacío le dio un poco de serenidad a mi mente.

Es hoy o nunca, no dejaría pasar un día mas este asunto. Edward debía saber toda la verdad si yo quería volver a ver a Jake.

Unos pasos se escucharon minutos después de mi descenso. A esta hora el único que podía rondar la casa era mi padre. Pero para mi sorpresa no era él. Un Edward vistiendo solamente unos boxes se restregaba los ojos sin notar mi presencia.

-Oh, Bella… no te vi – hablo.

-Buenos días – lo salude actuando normal - ¿quieres algo para desayunar?

- No te preocupes, yo lo preparo – se acercó a la estufa y comenzó con un vaivén de movimientos. Mientras tanto yo me cohibía recordando cuando había sido la última vez que había visto a mi hermano vestir solamente con ropa interior. Antes de irse era lo más normal, de ahí mi comentario de que era una lombriz, pero ahora sus torneados brazos y piernas y su muy masculino pecho me decían que este definitivamente no se parecía al Edward que se había ido.

Tal vez no solo su físico había cambiado, tal vez su mentalidad lo había hecho un poco y ya era una persona madura como para entender que su hermanita había dejado de ser una bebe.

-Edward – lo llame decidida a hablar con él. Pero no pude continuar, una voz femenina que supe identificar entro a la cocina en ese momento.

-Amor ¿Por qué me dejaste sola? – Tanya le preguntaba sin notar mi presencia. ¿Es que ahora era invisible o qué? – te extrañe en la cama.

Vi a Edward congelarse un segundo por las palabras que Tanya le decía. Y no sé si fue incomodidad o pena lo que sus ojos me reflejaron segundos después.

-Lo siento – dijo este con la cabeza baja (habrá sido para mí o para ella) – ¿Quieres desayunar con nosotros?

- Eh… Bella, cariño. No te había visto – rio avergonzada – buenos días.

- Buenos días – la salude de regreso – y no te preocupes, me pasa a menudo – le dije viendo a Edward de reojo. Este solo sonrió ladeado porque entendía mis palabras.


Ok, no se dio, pero lo intentaría más tarde. Por el momento salir de ese mal triangulo era la misión. Edward en boxes, Tanya en un camisón de encajes y yo con mi piyama de ositos y mis pantuflas de conejito no éramos lo que se llama una buena escena.

Me levante de la silla – permiso, regresare con Alice – me excuse caminando hacia fuera de la cocina. Eso de ser el sobrante nunca me había gustado. Tocar violines no era lo mío.

-¿No vas a desayunar? – Me pregunto Edward a la distancia – creí… creí que nos acompañarías.

Primera vez en mi vida que me sentía como en una escena de película. Las palabras de Edward me recordaban la parte en donde los protagonistas de Alguien tiene que Ceder se juntaban en una piyamada de madrugada y luego la hija de esta aparecía cancelando sus planes sin saberlo.

-En otra ocasión será, todavía estoy algo cansada pero gracias – lo rechace lo más amablemente que pude intentando no reír por mi comparación.

Camine de regreso a mi habitación, tenía hambre pero bajaría a desayunar cuando Alice se despertara. Este hecho no tardaría mucho ya que la señorita se encontraba sentada en la cama mordiendo sus perfectas uñas.

-¿Pasa algo? – le pregunte intrigada por su actuar.

- Oh Bella… - volteo a verme – estoy enamorada – canto.

-¿Qué? – las palabras de Alice casi me dejaron en shock.

- Es increíble pero cierto – sonrió – siento mariposas en el estómago y pienso en el cada minuto que estoy despierta…. Y dormida – agrego.

-No me digas… - señale hacia el techo sin terminar la oración – que de….

- Si Bella – volvió a sonreír – estoy enamorada de Jasper, estoy enamorada del amigo de tu hermano.

- Pero Alice… apenas y lo conoces – negué con mi cabeza intentando entender el asunto – tal vez has cruzado diez palabras máximo con él.

- Lo sé – me vio con su mirada tiernas – no creas que no lo he pensado, pero es algo mágico. Como en los cuentos de princesa cuando al encontrar a tu príncipe azul todo encaja.

Sonreí ante tal comparación. ¿Por qué nunca imagine que si algo así pasaría, seria a Alice? La forma en que ella entendía la vida era muy diferente a la de la mayoría, por no decir al mundo entero.

Pero aun así no podía procesar por completo tal información - ¿Estas segura? – La mire fijamente – ni siquiera yo que soy la novia de Jake puedo decir que estoy enamorada de el – le hice una comparación, tal vez así pensaba bien las cosas.

-Tan segura como para apostar mi vida – sus ojos brillaban intensamente y sus palabras produjeron en mi más preocupación de la que creí.

- Por favor Bella, ¿podrías creerme? – sentí que mis dudas le dolían. Ella me confesaba sus sentimientos hacia Jasper y yo racionalizaba las cosas de manera negativa.

Asentí avergonzada por mi actitud, aunque estaba segura que no era la única que lo vería así.

-¿Y qué harás?

- Le diré lo que siento – aseguro con su cabeza – no puedo perder el tiempo en dudas si se lo que quiero.

Ouch… eso dolió.

-Lo siento – se disculpó al ver mi reacción ante sus palabras – no fue mi intención que te sintieras mal.

- No te preocupes Alice, estoy bien – me senté junto a ella – me alegro de que sepas lo que quieres y luches por ello.

Nos abrasamos por un momento y luego seguimos con la conversación en la cual me contaba su plan Confesándole a Jasper, el cual seria mañana.

Ya eran las nueve cuando bajamos a desayunar (gracias a que Alice se pasó más de una hora arreglándose para salir glamorosamente empiyamada). Todos estaban ahí a excepción de Edward y Tanya.

Ahora mi cabeza la regían tres personas: Edward, Jacob y Alice. Terminaría rendida al final del día.

domingo, 11 de noviembre de 2012

La Bestia del Castillo



Capitulo 19.- Aprendiendo a vivir de nuevo 



Bella pov 

-tengo que viajar por unos días, ¿te gustaría venir conmigo?- pregunto Edward en la mañana mientras desayunábamos en el comedor. 

- no - dije en respuesta. 

Termine y me levante rápidamente. Quiero bañar a mis hijos, Carmen me acompañará a llevarlos al campo un rato. 

-Bella… por favor, no podemos estar así más tiempo, hace dos semanas que no duermes conmigo y que no me hablas, por favor… te juro que nada paso, perdóname ya. Esto no nos hace bien- suplico siguiéndome. 

Quiero decirle que todo está bien, quiero creerle, quiero borrar todo lo que nos separa pero la imagen de él saliendo de donde ella y la mirada de ella saliendo de su despacho no me deja. 

-Estaré en el pueblo con los niños, no sé a qué hora regreso- fue mi respuesta. 

Me aleje de él. 

Porque estar cerca me mata. Arregle a mis hijos y los vestí mientras Carmen preparaba la comida que llevaríamos. Salí con ambos en cada brazo. 

Pesan lo suficiente como para pensarlo bien antes de bajar. Es arriesgado llevarme a los dos al mismo tiempo, me regrese dejando uno y llevando al otro. 

-yo voy por Charlie, Carmen está en la cocina, si no te molesta iré contigo al pueblo, quiero asegurarme que ella se ha ido tal como ordene- dijo mi esposo cuando lo encontré en el comedor. 

-¿ella se va?- pregunte sin saber si he entendido bien. 

-sí, eso le dije esa noche, que debía irse. No quise que te sintieras incomoda con su presencia- dijo mirándome -sé que no me crees y que no me quieres cerca pero te voy a demostrar que te amo y que nada es más importante para mí que tu. Si para el fin de este día aun estamos mal… te dejare ir con los niños de vuelta a Forks- dijo sin mirarme. 

Se dirigió a la habitación mientras mi corazón sentía algo que lo aplastaba. 

Yo quiero dejarlo, o eso creí hasta que la posibilidad estuvo ahí. Vi pasar a Garrett. Lo llame y le entregue a mi hijo con la orden de que lo llevara con Carmen. Subí corriendo a donde Edward estaba. Sentado en la cama, mi otro hijo aun en la cuna, mi esposo llorando en silencio. 

-no quiero irme, no quiero estar lejos de ti, pero… las cosas parecen no tener arreglo entre nosotros. No sé como sentirme, no sé cómo ser tu esposa de nuevo… no sé como…- callé cuando vi a Carmen en la puerta. 

-señora, señor si no les molesta llevare a los niños con mi hija, una de las chicas me ayudara. No se preocupen por nada, los traeré en la noche- dijo la mujer entrando, tomando a mi hijo y saliendo tan rápido que parecía huir de algo. 

-quédate… quédate a mi lado, quédate conmigo. Te amo…- dijo tomando mi mano y jalándome hacía él, besándome lento al principio. 

Con un suave abrazo apenas. Tocándome solo lo necesario. 

-no sé como… ya no sé cómo ser tu esposa- repetí mientras lo abrazaba fuertemente. 

-déjame enseñarte como…- dijo soltando los lazos del vestido. 

Lo deslizo por mis caderas dejándome semidesnuda. Me sentí incomoda, aun estoy enorme, según Carmen inflamada por los bebes, han pasado menos de tres meses desde que nacieron y no me siento segura de mi cuerpo. 

Me cubrí apenas pude soltarlo, no me gusta la imagen que el espejo me muestra y no creo que le guste tampoco a él. Ese es el motivo por el que verlo salir de casa de ella me dejo en pedazos. 

-no lo hagas, no te cubras de mi, eres hermosa… justo así- dijo tomando mis manos y retirándolas de mis cuerpo. 

-estoy gorda- 

-estas recuperándote de lo que Tornado y Huracán hicieron contigo… parece que los hombres de esta familia solo servimos para lastimarte e incomodarte- susurro con sus labios en mi piel. 

La piel entre mis senos fue el primer objetivo, siguió el sendero de besos primero hacía uno, luego hacía el otro. Apenas los rozo. 

-tus desastres naturales ya comieron- murmure. 

Acto seguido sentí sus labios tomar uno y chupar apenas. Suavemente, con toda la ternura que hacía mucho no veía. Me acerco mas a él, con sus manos en mi espalda sujetándome mientras su boca hace maravillas en mi cuerpo, en mis senos lechosos, espero que no se me arruine el momento. 

No fue así. 

Apenas intensifico el movimiento empezaron a gotear. 

-carajo- me gire mientras tomaba una manta de la cuna. 

-creo que evitare ponerles tanta atención, ven no te alejes, no me dejes así- dijo levantándose de la cama y abrazándome por la espalda con su erección pegada a mis nalgas. 

Tomo la manta y la dejo sobre mis senos mientras me besaba el cuello sin dejar de acariciarlos, apretarlos y estrujarlos. 

-harás que salga más- dije entre gemidos. 

Dejo las manos quietas pero sus besos se convirtieron en mordiscos, suaves al principio, mas fuertes mientras los minutos pasaban. Bajo sus manos por mi vientre, acariciándome con reverencia. 

-te amo…- susurro en mi oído mientras me llevaba a la cama sin separar su cuerpo de mi. 

Se desnudo y nos acostamos, entre besos y caricias suaves más que amarme puedo decir que rindió tributo a mi cuerpo, no dejo una mínima parte sin besar, acariciar, tocar. 

Me amo con delicadeza, sin prisas. Lo ame de igual manera. 

No hubo variedad en posiciones esta vez. No me siento segura como para eso. Pero fue igual de excitante que antes… como al principio de nuestras noches de placer. 

La noche llego sin que estuviéramos satisfechos del todo, pero el llanto de mis hijos fue suficiente para que nos vistiéramos y dejáramos el placer para después. 

-señora ya comieron pero no dejan de llorar- dijo Carmen mientras me dejaba a Tornado… Marco y entregaba a Charlie a su padre. 

-nosotros nos encargamos Carmen, gracias- dijo mi esposo cerrando apenas salió la mujer. 

Lo puso en su hombro mientras yo le daba de comer al que tenía en brazos. Apenas lo acomode se pego a mí. En minutos estuvo dormido. Lo puse en su cuna mientras Ed me entregaba a Charlie, quien hizo lo mismo que su hermano. 

-¿crees que ya pueda…?- no termino de preguntar pero sus manos tomaron mis senos semidesnudos. 

-no sé, a veces pienso que no tienen y de la nada…- dicho eso gotearon de nuevo. 

-bueno, no será permanente, alguna vez regresarán a mí- Dijo besándome en los labios. 

Sonreí ante su comentario. Me acomode en mi lado de siempre. Pero esta vez me deje abrazar por mi esposo quien no salió y a quien no le pedí salir de la habitación. 



Edward pov 

El llanto de los niños me despertó, mire por la ventana, aun esta oscuro. Sentí a Bella levantarse. 

-déjame ayudarte, si no van a comer yo puedo atenderlos- pedí. 

-es hora de comer, se levantan dos o tres veces durante la noche, aunque hoy, esta la primera vez. Sigue durmiendo, no tomará mucho tiempo- dijo. 

Me quede acostado pero no me dormí. 

En silencio la escuche hablar. La historia que le contaba a uno es del legendario Charlie Swan y como evito la revuelta que amenazaba con romper la paz en sus dominios cuando su despiadado, bruto, malvado y pecoso hijo mayor torturo hasta la locura a Henny, la muñeca favorita de su hija menor, haciendo que dicha hija perdiera los estribos y persiguiera a su hermano con un leño más grande que ella, hasta que el increíble y todo poderoso Charlie tomo a ambos de la mano y los castigo en la almena de la torre, al despiadado muchacho de seis años lo dejo sosteniendo la muñeca por arriba de su cabeza por dos horas y al hermosa pero furibunda niña de cuatro, la dejo sentada a los pies de su hermano sosteniendo el leño en sus rodillas el mismo tiempo. Jamás pelearon de nuevo. 

La escuche levantarse de nuevo y tomar a otro de los niños. Se sentó de nuevo en la cama y otro relato fue contado. El rescate de la hermosa princesa del Castillo Forks, la encantadora Bella Swan, realizado por el valiente, apuesto e increíblemente dulce Mike Swan, cuando dicha princesa se cayó del tronco sobre el que jugaba haciendo que su pie se atorara entre las ramas. Sus gritos desesperados atrajeron inevitablemente al hombre de ocho años, el valiente caballero con manos y pies rompió cuanta rama encontró hasta liberarla, sin importar los cortes, rasguños y espinadas que se dio en el proceso. Y fue recompensado con un beso húmedo de lagrimas de la dulce damisela quien lo amaba más que a nada y la cual fue llevada en brazos por su héroe hasta los patios donde el rey del castillo estaba, el rey agradecido recompenso al valiente guerrero con una taza más que enorme de chocolate y la dulce princesa fue atendida y para calmar su dolor mimada con una taza del mismo tamaño y del mismo bálsamo curativo. 

Por fin se levanto de nuevo y acostó al último de mis desastres. Se sentó en la cama y a escuche llorar. Apenas y tratando de no hacer ruido. 

-cariño…- 

-lo siento no quise despertarte- dijo entre sollozos. 

-no me has despertado, ven cuéntame otra historia del valiente caballero Mike Swan y del legendario Charlie Swan y no olvides contarme alguna sobre la hermosísima princesa Bella- pedí abrazándola. 

Lloro más fuerte abrazada a mí. 

Después de un rato donde lo único que pude hacer fue esperar que se desahogará empezó a relatarme como Mike le enseño a saltar bardas, trepar arboles, caer en dos pies, trepar rocas sin cortarse, montar caballo, cambiar las herraduras, distinguir un macho de una hembra…- 

Para cuando el sol estuvo en lo alto y después que Carmen se llevara a los niños apenas abrieron los ojos, mi esposa dormía sobre mi pecho. 

En las oscuras horas de la noche-madrugada conocí a su familia y entendí el enorme sacrificio que fue para Bella intercambiarse por su hermano al aceptar casarse conmigo, no porque fuera algo que nunca hubiera hecho antes, sino por que dejaba atrás a su padre, su roca, su motivo de vivir y a su hermano, su eterno cómplice de andadas. 

La manera como ese hombre entrego la vida por sus hijos, los cuido y enseño, hizo de Mike un hombre y de Bella toda una mujer con nada más que el amor que se tiene por un hijo, me hizo sentir miserable, yo hice prisionero a ese hijo y obligue a casarse a esa hija. 

-Mike no…- hablo dormida. 

Se levanto de golpe mientras abría los ojos, miro donde estábamos y las lagrimas regresaron. No había llorado tanto desde que se entero. Algo está mal, ella no puede seguir así. 

-¿amor que pasa? ¿Porque esta tristeza? pensé que de alguna manera lo estabas superando- pregunte abrazándola. 

-mañana es… sería el cumpleaños de Mike… veinticinco años- dijo llorando de nuevo. 

-entonces ordenare una misa por su alma y de la de tu padre, pero por favor… no llores más, me mata verte así - pedí sin soltarla y al contrario apretándola más fuerte. 

-gracias eso sería muy lindo- dijo apenas -los niños deben comer- agrego mientras se llevaba las manos a sus senos. 

Sus muy hermosos, dulces, blancos y ahora enormes senos. 

-los traeré- dije saliendo a toda prisa. 

Para cuando regrese estaba dormida de nuevo. Me quede pensando, con mis hijos en los brazos, que hacer. El gritito de uno de ellos la sobresalto haciendo que se sentara de golpe otra vez. Me miro un momento antes de sonreír. Tomo a uno en brazos mientras me sentaba a su lado con el otro. 

Por perverso que suene me excita verla mientras les da de comer. Me gusta mucho esa parte de su anatomía y extraño probarlos, tocarlos, morderlos… 

-deja de pensar en mis senos o no te dejare estar en la misma habitación mientras los alimento- dijo sin mirarme. 

-¿Cómo supiste que…?- 

-Estas con la boca abierta, tu hijo se ha movido hasta la orilla de la cama y al estar en pantalón se nota tu… condición- dijo mientras con su pie evitaba que Marco se acercara mas al borde. 

-lo siento es solo que… te extraño para mí solo- dije tomando a Tornado antes de que se cayera. 

La rutina se estableció de nuevo. 

Mi esposa me entrega todo de sí por las noches y no se detiene al salir el sol. Mis hijos duermen solos en la habitación sin puerta sobre la nuestra. 

Emmet y Jasper regresaron con sus esposas, de alguna forma todo regreso casi a la normalidad, salvo que ahora mi esposa se pierde con las mujeres y los bebes. Sus paseos sobre Divina regresaron también, verla salir todos los días de la torre mientras entrenamos es lo mejor de la mañana. 

Cada hombre se detiene al verla pasar, su color y brillo han regresado. El fuego de su mirada y su cabello también. Los saludos tardan hasta una hora en terminarse pues todos se aseguran de darle los buenos días y ella se asegura de responder. 



Por fin mis hijos llegaron a los cinco meses. 

Y con esto, Carmen empezó con la idea del bautismo. La idea le gusto a tanto a mi esposa que se encerró con sus amigas para hacer vestidos. Al menos la tristeza desaparece en ella dejando en su lugar más espacio para la felicidad. 

-cierra la boca Edward, quien te vea diría que tu esposa es algo de comer y no una mujer- dijo riéndose. 

-deja de joder Emmet- pedí riendo mientras mi mirada esta sobre mi esposa, conteniendo apenas mi impaciencia por que llegue la noche para amarla de nuevo. 

-¿si tanto que urge porque no solo te la llevas a la cama?- pregunto Jasper a mi lado arrimado a la barda donde yo estaba. 

-no los mato solo y únicamente porque… me llevare a mi esposa para poder morirme un rato. Les veo después, creo…- dije mientras sus carcajadas retumbaban en todo el lugar haciendo que mi esposa mirara en esa dirección. 

-¿Qué pasa Edward?- pregunto un poco alarmada cuando la tome de la mano y la lleve directamente a la habitación sin decir nada a una velocidad que le costó seguir. 

-pasa que… necesito con urgencia hacer esto- dije mientras le rasgaba el vestido por completo y sin delicadeza alguna la desnudaba. 

La tome contra la pared urgido de sentirme dentro de su cuerpo, para cuando termine de jadear y moverme frenético dentro de ella, me tomo del rostro besándome. La lleve a la cama y le hice el amor de nuevo pero más suave. 

-ya no me sale tanta como antes, apenas algo- dijo cuando mis manos tomaron posesión de sus hermoso senos. 

Con esa nueva información pase horas mordiendo, chupando y acariciando todo su cuerpo, nadie nos molesto, nadie se acerco a la recamara. 

Mis hijos se las tendrán que apañar sin su madre porque hoy, solo por este día, solo por esta noche, Bella será mía únicamente y por más egoísta que suene, mía y de nadie más. 

-¿Qué haces?- pregunte cuando bajo por mi cuerpo sin dejar de besar. 

-amarte completo- dijo antes de ponerme dentro de su boca. 

Jamás lo había hecho. 

Y morí como imbécil mientras mi esposa me hacía feliz.