domingo, 4 de noviembre de 2012

Cowboy de mi corazon.


Capítulo 15: Fuego ardiente


A partir de ese día, Bella durmió arropada por los brazos de su novio; cada noche , y después de que la casa se sumiera en el silencio, Edward se escabullía a la habitación de su pequeña, dónde ésta siempre le esperaba despierta. Bella adoraba esos momentos de intimidad con su novio, dónde las confidencias íntimas, caricias y besos eran el mejor reflejo del amor que se profesaban.

Abril pasaba rápido; con el trabajo que había en el rancho apenas tenían tiempo para pasar unos minutos juntos durante el día, pero esas noches eran cómo una recompensa para ellos. Una de esas noches, casi al final del mes, Edward y Bella mantuvieron una crucial conversación sobre un tema de vital importancia para ambos.

-¿Cómo van las solicitudes de las universidades?- interrogó éste a su novia, que se encontraba cómodamente acurrucada en su pecho.

-El miércoles mandé las últimas solicitudes; las primeras que mandé todavía no han contestado- le explicó con una mueca de resignación. Edward sonrió mientras besaba el tope de su cabeza.

-Hay que esperar cariño; todavía es pronto- le recordó -¿has decidido lo que vas a estudiar?-.

-Educación infantil- le reveló contenta -¿qué te parece?- sondeó con cautela.

-Creo que serás una profesora estupenda, te encantan los niños; pero no me tienes qué pedir opinión, tienes que estudiar lo que a ti te guste- le explicó. Bella sonrió complacida, escuchando las palabras del joven, era increíble cómo la apoyaba en todas sus decisiones. Con el dinero ahorrado estos meses, gracias a su trabajo, podía permitirse pagar la matrícula del primer año; Edward había insistido en hacerse cargo, pero fue una batalla perdida para el joven Cullen. De modo que llegaron a un acuerdo; ella se encargaría de pagar todo lo referente a la universidad, y Edward buscaría un apartamento dónde ambos se mudarían una vez empezara el año lectivo. El segundo año, si todo iba bien, ya verían lo que hacían.

-¿Tienes alguna preferencia en lo que a ciudades se refiere?- interrogó Edward a Bella.

-Me gustaría San Antonio; es la que más cerca está de Hunstville, apenas hay una hora y media en coche- le contó -estaríamos cerca del rancho, y podríamos venir los fines de semana-.

-Cierto- le dio la razón éste -pero ya sabes que si te aceptan en Dallas, incluso en Houston, no pasa absolutamente nada- le recordó, mirándola con una ceja arqueada.

-Sí papá, me acuerdo perfectamente- recitó cual niña de parvulario. Su novio rió, divertido por la mueca que puso su pequeña. En la oscuridad de la habitación continuaron hablando de su futuro, hasta que ambos se quedaron dormidos en brazos del otro.

Durante las dos semanas que siguieron, Bella esperó ansiosa las respuestas de las diferentes universidades; se llevó una pequeña desilusión al recibir la negativa de la universidad de Houston, pero había enviado multitud de solicitudes, y Edward la animó, diciéndole que no todas iban a ser respuestas favorables, y que había que ser pacientes. De eso hablaban mientras se dirigían en coche hacia el bar de Félix; era un sábado por la noche, y Emmet y Jake les esperaban allí, con sus respectivas parejas; Jasper había regresado de un viaje esa misma tarde, y prefirió quedarse en casa a descansar.

Edward tomó de la mano a su pequeña, adentrándose en el local y buscando a sus hermanos con la mirada. Los encontró sentados alrededor de una mesa, y ambos se dirigieron hacia allí.

-En verdad se nota que hay trabajo en los ranchos; el local no está muy lleno- le dijo a Edward, extrañada de ver tan poca gente en el bar un sábado por la noche.

-Mejor, así estaremos más tranquilos- respondió el joven, pasando una mano por su espalda y conduciéndola hacia la mesa.

-Hola chicos- saludó animada la joven castaña mientras tomaba asiento al lado de Rosalie.

-Ya era hora- rodó los ojos Emmet -pensábamos que ya no vendríais-.

-Papá se retrasó para la cena; además, el vuelo de Jasper se ha retrasado también, y ha llegado tarde- les explicó Edward, que tomó asiento al lado de su pequeña.

-Excusas- se burló malicioso Jake -seguro que os habéis perdido con el coche por algún paraje oscuro- movió las cejas de forma sugestiva, pero su cara cambió a una de sorpresa al sentir un fuerte manotazo en su nuca.

-Deja de avergonzar a la pobre Bella- le riñó Nessie, al ver la cara roja de la joven.

-Ella sabe que mis bromas son sin malicia- se excusó el mayor de los Cullen -¿verdad, cuñada?-.

-Bella; yo que tú, lo dejaba a dieta un par de días- le sugirió Emmet con una sonrisa malévola -verás que pronto se le quitan las ganas de bromear-.

-Es una posibilidad- meditó la joven en voz alta, dedicando a Jake una inocente sonrisa, pero la respuesta de Jake no llegó a salir de su boca, ya que uno de los camareros llegó a tomar nota del pedido. Una vez todos tuvieron sus bebidas en la mesa, los hermanos se enfrascaron en una charla acerca de varios asuntos pendientes del rancho, de modo que las chicas los dejaron hablar tranquilos.

-¿Sabéis algo de Alice?- interrogó Rosalie.

-La vi hace dos días, cuándo fue al rancho para continuar con el estudio- explicó Bella -desde entonces no la he visto-.

-Le dije que se viniera esta noche con nosotros, pero es excusó diciendo que estaba cansada- añadió Nessie -no quise insistir mucho-.

-¿Pero va mejor de ánimos?- siguió interrogando Rosalie -Owen ha estado enfermo esta semana, y entre eso y el trabajo apenas he tenido tiempo de llamarla-.

-Yo tampoco la he visto mucho entre semana, y eso que trabajamos en la misma empresa y vivimos en el mismo bloque- relató Nessie, dejando su vaso encima de la mesa.

-Me dijo Jake que has estado fuera hasta ayer; me extrañó no verte con Alice por el rancho- le dio la razón Bella.

-La comisión me mandó esta semana a Houston, a un congreso de veterinaria- siguió relatando con una mueca de fastidio -odio esas reuniones, las conferencias son soporíferas- las jóvenes rieron divertidas ante la cara de frustración de la joven.

-¿Qué es tan divertido?- interrogó Emmet; los chicos se habían girado hacia ellas, señal de que habían dado por concluida su conversación laboral.

-Nessie nos contaba cuánto le gustan los congresos de veterinaria- exclamó Bella, conteniendo la risa.

-Para otra vez deberías llevarte compañía- le sugirió Rose, con una sonrisa pícara y mirando a Jake.

-Tendré que tenerlo en cuenta para la próxima vez- contraatacó pensativa.

-Sabes que yo estoy dispuesto- se ofreció Jake, con una graciosa reverencia.

-Eso lo sabemos- rodó los ojos Edward, ante las carcajadas de los presentes.

-Habló el que se va a ir con su novia en otoño- le devolvió la jugada -¿has pensado en nosotros?- se llevó una mano al corazón cómicamente.

-Eso- apoyó Emmet -nos dejas sin cocinera- Edward y Bella se rieron ante los lastimosos pucheros de los hermanos mayores.

-Tenéis a Esme, a Rose, a Nessie...- enumeró la aludida -seguro que ellas no dejan que muráis de hambre-.

-Ellas no cocinan cómo tú- dijo Jake con un lánguido suspiro, ganándose una mirada intimidatoria de Rosalie y Nessie.

-No os ofendáis- intentó arreglar la situación -pero las albóndigas de Bella son insuperables-.

-Y su estofado de carne- añadió Emmet -pero tu comida es excelente también, cariño- añadió atropelladamente, viendo la mirada que le dirigía su esposa.

Edward y Bella ya no podían disimular las carcajadas... pero la divertida conversación se vio interrumpida por una voz femenina, que hacía mucho tiempo que no oían.

-Hola Edward- éste se dio la vuelta, mirando a la joven rubia que estaba frente ellos, esbozando una sonrisa entre tímida y nerviosa. Bella palideció para sus adentros... si en las fotos le había parecido alta y atractiva, al natural era aún mejor; miró a su novio de reojo. El rostro de Edward tenía una expresión indescifrable... y sus ojos miraban entrecerrados a la que una vez fue su prometida.

-Jessica- saludó con in movimiento imperceptible de cabeza.

-Vaya, pero si es Miss Petarda- saludó Rosalie, burlona y mordaz -¿a qué debemos el honor de tu visita?-.

-Pero si es la gran Rosalie Hale- le devolvió la respuesta burlona -oh, perdona... ahora eres Rosalie Cullen-.

-Creo que no estás en posición de ser sarcástica- le recordó Emmet.

-Sólo quería saludar a Edward- se defendió ella. Bella permanecía callada, mirando a la escultural joven que había estado a punto de casarse con Edward... dios... ellas dos eran polos opuestos, literalmente hablando... ¿cómo podía Edward estar ahora con ella?... Jessica tenía cuerpo, belleza, estilo... en cierto modo hacían muy buena pareja.

-Pues ya me has saludado, si nos disculpas, esto es una reunión privada- le respondió éste, rodeando a Bella por la cintura y acercándola más a su cuerpo. Jessica se dio cuenta del gesto, y en su cara se dibujó una mueca de sorpresa.

-Reunión privada y familiar- aclaró Jake, mirándola con una sonrisa de suficiencia -y creo que tú ya no eres parte de la familia-.

-Habló el grandullón- masculló molesta – ya me extrañaba que estuvieras tan calladito, Jacob- pronunció su nombre con retintín.

-Ya me conoces- contestó resuelto y tranquilo, rodeando los hombros de Nessie -no puedo evitarlo- Jessica rodó los ojos, pero no le dirigió contestación alguna, y su vista se posó de nuevo en el que una vez había sido su prometido.

-¿Te importaría que habláramos un momento... a solas?- remarcó las últimas palabras, mirando a Emmet y Jake con desagrado.

-No creo que tengamos nada de que hablar- respondió Edward con voz fría y cortante. Bella miraba a Jessica de reojo, apretando los dedos de Edward en un gesto involuntario.

-No voy a ocuparte más que unos pocos minutos- respondió la joven airada – y estate tranquila, no voy a robártelo- le dijo a Bella con una sonrisa burlona. La joven castaña iba a contestarle, pero Edward resopló sonoramente mientras se ponía de pie; lo que menos quería es que Jessica montara uno de sus numeritos.

-Ahora vuelvo- les dijo al resto; Bella miró a su novio preocupada, pero Edward negó imperceptiblemente con la cabeza, diciéndole en silencio que no pasaba nada. Vio cómo ambos se dirigían hacia la salida.

-Tranquila Bella, Edward no creo que tarde mucho en despacharla- la tranquilizó Jake. Bella asintió con una tímida sonrisa; no tenía duda alguna en lo referente a Edward... pero el ver a la mismísima Jessica en persona hizo que su autoestima, de por si baja, estuviera ahora en el subsuelo... ¿cómo podría competir alguna vez con ella?.

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Edward la siguió hasta la entrada, y una vez ambos salieron al exterior, esperó pacientemente a que ella empezara a hablar. Al ver el titubeo de la joven, resopló mientras se agarraba el puente de la nariz.

-¿Vas a hablar o no?- le espetó, perdiendo la paciencia. La joven le miró apenada y dolida.

-Sólo quería saludarte, y preguntarte cómo estabas- contestó con cautela.

-Pues muy bien, cómo puedes comprobar- respondió serio.

-Ya veo- murmuró ella -¿cómo está tu padre, y Esme, y Jasp...- el joven la cortó de malas maneras.

-Todos están muy bien-.

-Edward- suspiró frustrada -yo... ésto...- hizo una pausa, meditando muy bien sus palabras -yo sólo quería pedirte perdón, por cómo sucedió todo- Edward guardó silencio, escuchando las sorprendentes disculpas de Jessica -sé que lo que hice estuvo mal, muy mal... per...-.

-¿Todavía tienes un pero?- le preguntó, incrédulo y mordaz -te recuerdo que íbamos a casarnos; si no estabas segura, o incluso si querías parar la boda, sólo debiste hablar conmigo, y no acostarte con ese impresentable a mis espaldas-.

-No metas a mi esposo en ésto- respondió ofuscada.

-¿Qué no le meta?- se carcajeó incrédulo, haciendo que las personas que estaban ahí volvieran la vista, curiosas por lo que pasaba -te recuerdo que fue con el con quién te pillé en la cama-.

-Reconozco que lo que hice estuvo mal- admitió ella -pero nuestra relación estaba mal, Edward... y si hubiéramos seguido adelante con la boda, no habría funcionado-.

-Es posible- concedió Edward -pero esa no fue la mejor forma de decirme que no nuestro no funcionaba-.

-Por eso mismo quiero pedirte perdón- siguió relatando ella, pero Edward no la dejó terminar.

-¿Sabes?, estuve hundido mucho tiempo... pero hoy agradezco que pasara eso- la joven le miraba sin entender -porque gracias a eso, me di cuenta de cómo eres realmente-.

-Edward...-.

-Nunca me quisiste de verdad- acusó él.

-Al principio fuimos muy felices- rebatió ella.

-Eso no lo pongo en duda; pero fuiste cambiando- la joven ya no pudo retener la rabia.

-Eras un completo y obsesivo celoso- siseó Jessica entre dientes -a mi me gustaba salir, no servía para pasarme el día encerrada en un rancho-.

-Nunca tuviste queja alguna- dijo burlón -y sé que ese encuentro con Mike no fue el primero- la joven abrió los ojos, sorprendida e indignada -después de nuestra ruptura, me enteré de los encuentros que tuviste con Tyler, Austin... con James Denali-.

-Eso es ment...-.

-No trates de negarlo Jessica; ahora sé cómo te entretenías mientras yo tenía que ausentarme por negocios- respondió el joven, cruzando los brazos bajo su pecho -y créeme que ya le partí la cara a James por eso, aunque él lo negara cómo lo estás haciendo tú-.

-Tus empleados son muy cotillas- siseó ella -deberíais tener cuidado con quién contratáis-.

-Es lo que tiene liarse con alguien a la vista de miradas indiscretas- la joven bajó la vista... era inútil intentar negarlo... pero ahora ya daba igual.

-Siento mucho el daño que te hice- se disculpó ella de nuevo.

-No lo sientas; hace mucho tiempo que dejó de dolerme; me sirvió para abrirme los ojos, y ver la clase de persona que eras- un incómodo silencio se instaló entre ellos; Edward miró hacia una de las cristaleras, y vio la carita de su pequeña... gracias a ella, la vida le sonreía de nuevo. Iba a volver adentro, sin despedirse de la tediosa joven que tenía enfrente; quería tranquilizarla, y decirle que todo estaba bien... pero una mano en su brazo se lo impidió.

-Esa chica... ¿es tu novia?- interrogó con cautela.

-Sí- contestó él -es la hija de Charlie-.

-¿Charlie tenía una hija?- preguntó asombrada, acordándose del hombre serio y taciturno que iba de un lado a otro del rancho. Edwarsd afirmó con la cabeza, pero le dirigió una mirada Jessica, que ésta interpretó bien, y no hizo comentario alguno acerca de eso, pero no pudo evitar que un pensamiento que rondaba por su cabeza saliera al exterior.

-Parece muy joven, ¿cuántos años tiene?- interrogó.

-Diecinueve- respondió con tranquilidad.

-Vaya Edward... no sabía que te gustaban tan jóvenes- comentó con una sonrisa burlona.

-Hay muchas cosas de mi que no sabes; y ahora, te agradecería que me soltaras- le advirtió en voz baja; la joven reconoció ese tono furioso, y decidió no tentar a su suerte... sabía que era muy difícil que él la perdonara, y no le extrañaba... le había hecho mucho daño, y ella lo sabía.

-Adiós Edward, espero que las cosas te vayan muy bien- se despidió mientras le soltaba el brazo. El joven hizo un movimiento imperceptible con la cabeza a modo de despedida, y se adentró de nuevo en el local.

Al acercarse a la mesa vislumbró las caras interrogantes de sus hermanos y cuñadas, y la preocupación escrita en el rostro de su novia.

-¿Qué te ha dicho?- preguntó Jake -habéis estado hablando un buen rato- Bella no se atrevía a levantar la vista de su regazo, dónde jugueteaba nerviosa con sus dedos.

-Sólo quería disculparse, y preguntarme cómo me iba- relató con el ceño fruncido.

-Un poco tarde para pedir disculpas- masculló Rose, molesta.

-No creo que vuelva a molestarnos- Edward decidió zanjar el asunto, y todo su interés se posó en Bella; notó que estaba callada y cabizbaja... tenía expresión triste.

-¿Te encuentras bien, cariño?- preguntó preocupado, tomándola de la cintura y acercándola a su lado. Bella afirmó imperceptiblemente con la cabeza, pero sin levantar la vista de su regazo -Bella- la llamó en un susurro.

Al no obtener respuesta alguna por parte de la joven, puso un dedo debajo de la barbilla de Bella, obligándola a mirarlo. Los ojos de ambos se encontraron, y Edward percibió tristeza e inquietud en los ojos chocolate de su pequeña.

-No ha pasado nada cariño, no tienes por qué estar triste ni preocupada- Bella afirmó con una pequeña sonrisa... pero esa alegría no llegó a sus ojos, y Edward se preocupó todavía más.

-¿Quieres ir a casa?- le ofreció; a él también se le habían quitado las ganas de seguir allí.

-Sí,por favor- le pidió en un susurro. Sus hermanos y Rose y Nessie, que habían presenciado la íntima conversación en silencio, no hicieron comentario alguno, y no les insistieron para que se quedaran.

Una vez se despidieron de ellos, y ya dentro del coche, un incómodo silencio se instaló entre ellos; ninguno dijo nada hasta que Edward apagó el motor, ya en el garaje.

-¿Qué te pasa, cariño?- le preguntó por enésima vez, desabrochándose el cinturón y volviéndose hacia ella.

-Nada- negó Bella con la cabeza, pero Edward resopló incómodo.

-Bella; no hecho otra cosa que escuchar lo que ella tenía que decirme- le explicó -y te aseguro que no he sido muy amable con ella-.

-Eso ya lo sé, Edward- respondió la joven -confío en ti, y no tienes que darme explicación alguna-.

-Claro que te las tengo que dar; eres mi novia- le recordó con una sonrisa y llevando una de sus manos a su mejilla -¿entonces, qué te pasa?-.

-Me ha impresionado verla en persona- le confesó la joven, con un poco de vergüenza -es muy guapa- musitó, desviando su mirada de nuevo. Edward rodó los ojos, adivinando por dónde venía la preocupación y los temores de su pequeña.

-Ella es muy atractiva- le dio la razón -pero es una belleza fría... tú , en cambio, destilas ternura y cariño... eres cálida- le susurró -y eres preciosa, Bella; no tienes nada que envidiarle a Jessica-.

La joven escuchó sus palabras en silencio... ¿entonces por qué no quería estar con ella?... ¿por qué no quería hacer el amor con ella?... ¿y si eso de esperar a que ella estuviera preparada era sólo una excusa?; levantó la vista, mirándole fijamente.

-Bella, por favor- suspiró derrotado -ya no sé cómo decírtelo- murmuró cansado.

-No quiero que me lo digas con palabras- dijo ella con voz temblorosa y las lágrimas asomando por sus ojos -quiero que me lo demuestres... físicamente- terminó de decir. Edward la miraba de hito en hito -yo te quiero, Edward... y quiero estar contigo- le dijo bajo una mirada suplicante, llena de lágrimas.

-Cariño, yo también quiero, créeme, per...- la rabia bulló en el interior de la joven, y bajó repentinamente del coche, dando un portazo. Edward tardó casi un minuto en reaccionar, pero cuándo lo hizo bajó de un salto del coche, interceptando a su novia y deteniéndola.

-Bella- la llamó serio; la joven no paró su caminar, y a Edward no le quedó otro remedio que seguirla y tomarla de la mano para que parara -Bella, por favor...- la joven se dio la vuelta, mirándole fijamente.

-¿Por favor qué, Edward?- interrogó enfadada -¿cómo crees que me siento?- le espetó, rechinando su dientes.

-Bella, yo...- la joven castaña lo volvió a interrumpir.

-Me dices que me quieres, que me deseas... pero no haces más que darme largas- le espetó enfadada -sé que soy muy joven, y muy inexperta en ese tema- dijo con pena y rabia a la vez -y puede que no te sepa dar lo que ella te daba-.

-Bella, eso no es cierto- le rebatió Edward, enfadado consigo mismo por verla llorar.

-Entonces demuéstramelo- le imploró Bella; al ver que Edward no contestaba, se zafó suavemente del agarre de su novio.

-Buenas noches, Edward- musitó en voz baja. Se dio la vuelta, y bajo la escrutadora mirada de su novio, se adentró en la casa.

Cuándo se cerró la puerta principal, Edward pasó la mano por su pelo, resoplando frustrado. Él simplemente quería hacer las cosas bien con su pequeña... dios... se moría por estar con ella, y marcarla cómo suya para siempre; cada vez que ella le tocaba, aunque fuera de forma inocente, algo en su interior se encendía. Si ella supiera lo loco que se volvía cada vez que ella le besaba... cada noche que su cuerpo se pegaba al suyo, cuándo sentía el calor que emanaba su pequeño cuerpo, y que tan loco le volvía...

Levantó la vista, enfocando la ventana de la joven... la luz estaba apagada; si estuvieran solos en casa, iría directo hacia su cuarto, y le explicaría con besos y caricias lo que ella le provocaba; pero cómo siempre ocurría, no estaban solos en la casa... ¿cómo diablos lo hacían Esme y su padre?, se preguntó para sus adentros, hasta que la lógica le golpeó, acordándose de que el cuarto de su padre estaba bastante más alejado del resto, casi en la otra punta de los otros dormitorios.

Cansado y enfadado consigo mismo, decidió entrar también en la casa; al pasar frente al dormitorio de su pequeña, abrió la puerta con cuidado; Bella estaba hecha un ovillo, y su respiración era acompasada, señal de que ya se había dormido. Acarició su espesa melena castaña, hundiendo los dedos en él, disfrutando de su suavidad. Su pequeña se revolvió inquieta, quedando poca arriba y destapándose en el camino.

Al quedar la sábana por debajo de su cintura, Edward se recreó en su delicada figura, cubierta por una minúscula camiseta de tirantes; su vista recorrió las formas de su rostro, su esbelto y delicado cuello... pasó un dedo por él, deleitándose una vez más con la suavidad de su piel; sus ojos siguieron recorriendo el cuerpo de su novia... sus clavículas, su escote, las formas de sus senos... recodó cómo solamente hace unas pocas noches, las caricias habían sobrepasado todos lo límites impuestos por él mismo, y aunque fuera con el sostén de por medio, disfrutó de esas deliciosas y delicadas cumbres de su novia... sintió un calor repentino, y cierta parte de su anatomía empezaba a reaccionar de forma contundente; así que para no tentar al diablo, dejó un pequeño beso en la frente de Bella, y decidió irse a dormir a su cuarto.

Una vez en la soledad de su habitación, dio vueltas y vueltas en la cama, sin poder dormir y pensando en cómo demostrarle a Bella que estaba totalmente equivocada; mejor dicho, se devanó los sesos buscando sorprender a su pequeña, puesto que sabía de sobra cómo debía demostrarle todo lo que sentía... hasta que una idea cruzó por su mente. Con una sonrisa satisfecha, se sumió en sus sueños... mañana tenía trabajo.

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A la mañana siguiente, una pálida y ojerosa Bella abrió los ojos, y descubrió con una mueca de tristeza qué había dormido sola. Edward se había enfadado con ella de nuevo, estaba segura de eso; pero ella no podía evitar sentirse inferior a Jessica; esa chica era el sueño de cualquier hombre, y no ella.

Su reacción de ayer por la noche quizá había sido desmedida... pero se moría de ganas de que Edward la amara por completo; pero lo primero de todo, y lo que más le importaba, no quería estar enfadada con Edward, así que todavía en pijama, salió hacia su habitación. Entró sin hacer ruido, pero allí se encontró la cama vacía, con las sábanas revueltas. Extrañada, miró el reloj; apenas eran las nueve y media de la mañana, y era domingo... qué raro... pensó para sus adentros.

Volvió a su habitación, para darse una ducha y bajar rauda a la cocina; allí se encontró con Esme, apoyada en la encimera y con la taza de café entre sus manos; al ver a la joven, le dedicó una sonrisa cariñosa, cómo siempre hacía.

-Buenos días Esme- saludó.

-Buenos días hija, ¿descansaste?- interrogó.

-Sí- dijo no muy convencida, pero camuflándolo con una sonrisa -¿dónde están los chicos?- interrogó curiosa y preocupada a la vez.

-Sam ha llamado a las ocho de la mañana- le empezó a relatar -al parecer, las máquinas que dispensan el pienso se han averiado, y han ido todos a la nave de engorde-.

-Vaya- lamentó ella; eso significaría que no vería a Edward en toda la mañana, y probablemente en parte de la tarde -qué mala suerte, y justo en domingo-.

-Si, ha sido mala suerte- corroboró ésta -pero los animales tienen que comer, sea domingo u otro día cualquiera- le explicó con una sonrisa.

-Eso es verdad- le dio la razón Bella -espero que puedan arreglarlo- suspiró -y deberíais haberme llamado- protestó con un puchero -podría haberme levantado y preparado el desayuno-.

-Jake y Jasper iban a hacerlo- le explicó Esme con una risa- pero Edward les ha advertido que te dejaran dormir; que después, a media mañana, vendrían a tomar un tentempié- Bella sonrió mientras se servía una taza de café... la cuidaban demasiado en esa casa. Esme notó el silencio de la joven, y las ojeras que resaltaban en su pálida piel.

-¿Has dormido bien?; te noto cansada- dijo ésta,acercándose a ella. Bella resopló para sus adentros... no sabía disimular en absoluto.

-¿Quieres hablar?- le ofreció; Bella meditó el ofrecimiento unos segundos, hasta que al final aceptó.

-Ayer nos encontramos con Jessica- murmuró en voz baja. Esme abrió los ojos, sorprendida con la revelación, pero dejó que la joven continuara hablando -quería saludar a Edward, y habló con él unos minutos a solas-.

-¿Ocurrió algo más?- cuestionó la buena mujer; Bella negó con la cabeza.

-Simplemente quería saludarlo- se encogió de hombros -hablaron fuera unos minutos, y por la cara de Edward, no fue una conversación agradable-.

-Eso es comprensible; no se veían desde lo ocurrido- musitó pensativa la buena mujer.

-Es muy guapa- pensó Bella en voz alta, pero Esme lo oyó.

-Es muy guapa, es cierto- le dio la razón Esme -pero Edward ahora no es capaz de mirar a una mujer que no seas tú- Bella se sonrojó ante el comentario, y la buena mujer le sonrió con cariño.

-No debes tener esas inseguridades, corazón; Edward te quiere muchísimo-.

-Ya lo sé... pero es sorprendente- Esme la miró sin entender -Jessica y yo somos totalmente opuestas, y a veces todavía me resulta increíble que esté conmigo-.

-En eso sólo el corazón sabe las razones; Edward te vio y se enamoró de ti; y estoy segura de que vio algo más aparte de tu apariencia física- Bella esbozó una pequeña sonrisa, agradeciéndole con ese pequeño gesto sus palabras.

-Y no debes hacer comparaciones Bella; tú también eres hermosa; seguro que si le preguntamos a Edward, dirá lo mismo- la joven castaña rió divertida por la obviedad.

-Eso espero- exclamó con una pequeña risa, a la que se sumó la propia Esme.

-Nunca dudes de los sentimientos de Edward por ti- le dijo, tomándole de la mano -gracias a ti, ha recuperado la ilusión... y todo llega- Bella la miró extrañada, sin entender el comentario, pero Esme simplemente le guiñó un ojo, de manera cómplice, dejándola en la cocina, sumida en sus pensamientos y cavilando la manera de abordar a Edward, para hablar de lo sucedido la noche pasada, y arreglar las cosas.

Pero apenas le vio una hora escasa en la comida, ya que la avería era bastante más seria de lo que presentían al principio. Tuvieron que llamar a Emmet para que les echara una mano, ya que debían hacer un apaño provisional hasta el martes que vinieran a repararla los mecánicos. Los hermanos y Carlisle apenas pararon para comer, y en menos de una hora ya se iban de nuevo.

-¿Os queda mucho?- le preguntó mientras le acompañaba a la puerta, una vez comieron.

-Todavía tenemos para un rato- le explicó él -pero para la hora de la cena estará solucionado- le explicó con una sonrisa -¿te encuentras mejor?- le interrogó preocupado. Bella agachó los ojos, emitiendo un suspiro.

-Edward... yo... en serio siento lo de anoche- se explicó atropelladamente -no dudo de ti, en absoluto, y no quiero qu...- Edward la interrumpió, tomándole de la mano.

-No pasa nada; es normal que reaccionaras así al encontrarte con Jessica- Bella se mordía el labio, nerviosa. Edward iba a añadir algo más, pero una voz le interrumpió.

-Vamos Edward, a ver si terminamos de una vez- le instó Jasper, saliendo por la puerta. El joven le dedicó a su pequeña una mirada de disculpa.

-A la noche hablamos- la joven asintió tímidamente; levantó la cabeza, dirigiéndose hacia la boca de su novio y dejando allí un pequeño beso, que el joven correspondió encantado.

-Hasta luego preciosa- nada más darse la vuelta, una sonrisa apareció en el rostro del joven; esperaba que lo que había planeado para esa noche, sorprendiera a su pequeña.

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Los hermanos se demoraron toda la tarde con las reparaciones, de modo que no aparecieron por la casa hasta la hora de la cena. Bella había estado un poco más tranquila, y había pasado la tarde ayudando a Esme con la plancha; después ambas se habían sentado en el salón, Bella libro en mano y Esme viendo una película.

La cena transcurrió tranquila, y en cuánto Bella terminó de recoger la cocina, esperó pacientemente a que Edward se duchara y se pusiera ropa limpia; iba a proponerle ir a dar un paseo, y poder estar un rato a solas.

Pero después de más de media hora, empezó a preguntarse por qué tardaba tanto. Extrañada y cansada de dar vueltas por la cocina, decidió subir a la habitación de éste. Su sorpresa fue mayúscula al encontrarse la luz apagada y la habitación perfectamente ordenada; y por supuesto, sin rastro alguno de su novio.

¿Edward?- preguntó mientras accionaba el interruptor de la luz; se acercó con cautela a la puerta del cuarto del baño, pero la encontró entornada y con la luz apagada, señal de que tampoco había nadie.

-Qué raro...- murmuró con voz distraída -quizá haya tenido que salir de nuevo- iba a girarse y salir de la habitación, pero algo rojo llamó su atención. Una rosa roja reposaba en la cama, resaltando sobre la colcha blanca; a su lado, un papel doblado. Bella esbozó una tímida sonrisa mientras olía la flor, para después coger el papel y desdoblarlo; reconoció la pulcra caligrafía de Edward, y ansiosa leyó la escueta nota.

"No se me ocurrió otra forma

de demostrarte cuánto me importas

y lo mucho que te quiero.

Sí tu quieres, ven a nuestro

lugar secreto... 

Edward"

Bella no podía quitar la sonrisa de su cara, y tomando la rosa en una de sus manos, salió cómo una exhalación por la puerta, bajando las escaleras de dos en dos, tan deprisa que por poco se cae. Salió tan rápido hacia los establos, que no se dio cuenta de coger una chaqueta; pero la noche era inusualmente cálida, cómo lo llevaba siendo toda la semana.

Entró deprisa en el establo, dispuesta a ensillar a Mistie, pero paró de repente al encontrarse a Edward, que la miraba con una sonrisa misteriosa.

-Veo que has aceptado mi invitación- le dijo con esa sonrisa torcida que tanto le gustaba a Bella.

-¿Cómo sabrías que vendría aquí?- interrogó tímida y sonrojada como una amapola. El joven se acercó a ella, tomándola de la cintura y acercándole a él.

-No iba a permitir que fueras a nuestro lugar secreto sola, a estas horas de la noche- le explicó, mirándola fijamente -así que supuse que vendrías aquí o al garaje, para coger uno de los coches; te vi salir de la casa y vi que te dirigías hacia aquí- Bella negó con la cabeza, pero a la vez esbozó una sonrisa.

-Gracias por la rosa, me encanta; es preciosa- le agradeció.

-No es ni la mitad de bonita qué tú- susurró el joven sobre sus labios, dejando un pequeño beso en ellos. El lánguido suspiro que salió de la garganta de la joven resonó en las paredes del establo.

-Siento lo de ayer, no deb...- Edward negó con la cabeza, haciendo que se callara.

-Después hablamos... ahora vámonos de aquí- condujo a Bella hasta su caballo, y una vez la ayudó a subir, él hizo lo mismo, pero antes de salir deslizó un pañuelo por ojos de su pequeña, riendo divertido ante el respingo que ésta dio.

-¿Edward, que haces?- interrogó extrañada.

-Shiisssstttt... es parte de la sorpresa- susurró en su oído; la piel de Bella se erizó al sentir el aliento de Edwards tan cerca de su piel; éste, regalándole un dulce beso en la base de su cuello, tiró de las riendas para que Concord avanzase.

Durante todo el trayecto se mantuvieron en silencio... pero el corazón de Bella repiqueteaba ruidosamente; el fuerte brazo de Edward rodeaba por entero su cintura, y que su aliento golpeando una y otra vez su cuello no ayudaba para nada a que se tranquilizara. Cada vez que hacía alguna pregunta, sentía el cuerpo de su novio sacudirse de la risa, y por respuesta obtenía un beso en sus cabellos, de modo que al cuarto intento desistió de preguntar más. Veinte minutos después, Bella supuso que llegaron a su prado, ya que Concord aminoró la velocidad.

-No te muevas- susurró Edward, dejando un pequeño beso en el lóbulo de su oreja; Bella respiró profundamente antes de asentir con la cabeza. Se percató de que Edward bajó de la grupa del caballo, y oyó pasos presurosos de un lado a otro. Se sentía tonta encima de una caballo y con los ojos vendados, pero la curiosidad la reconcomía, de modo que esperó pacientemente, hasta que una manos tomaron con delicadeza su cintura, posándola cuidadosamente en el suelo.

-¿Ya está?- preguntó divertida; su novio le tomó de ambas manos, conduciéndola con cuidado para que no tropezara. Unos metros más adelante, sintió que Edward se ponía a su espalda, y tomaba el nudo del pañuelo.

-¿Preparada?- el gesto afirmativo de la joven fue la señal, y cuándo la venda cayó de sus ojos y enfocó su vista, se llevó ambas manos a su boca, soltando un jadeo por la impresión.

Estaban en su lugar secreto, aquel en el que Edward le confesó lo que sentía por ella. La luna mandaba destellos plateados que se reflejaban en el lago; gracias a que la primavera ya había llegado, las flores asomaban tímidamente, y las copas de los árboles rebosaban, llenas de hojas verdes.

Pero lo que le dejó sin aliento fue el precioso camino trazado con pequeñas y tintineantes velas, para terminar en un círculo, también rodeado por las pequeñas lucecitas; en medio de éste, una improvisada cama, hecha con un suave y mullido edredón de plumas blanco, con miles de pétalos rojos cubriéndola. Estaba totalmente asombrada; su corazón no podía dejar de latir, sentía un cúmulo de sensaciones atoradas en su pecho, y no fue consciente de nada hasta que Edward la rodeó con sus brazos.

-¿Te gusta?- preguntó en voz baja. La joven se dio la vuelta lentamente, mirándole emocionada.

-Es precioso Edward; yo... yo no sé que decir...- balbuceó con voz torpe, casi tartamudeando. El joven sonrió a su pequeña con cariño, abrazando su pequeña cintura.

-Bella- hizo una pausa, tomando aire -te debo una disculpa, por lo de ayer; sé que el encontrarte con Jessica así, de esa manera, no fue agradable-.

-Yo también te debo una disculpa- murmuró ella en voz baja -no debí enfadarme así... tú no hiciste nada- bajó los ojos, ocultando las lágrimas que afloraban en sus ojos chocolate, pero el dedo de Edward alzó su cara.

-Bella... no tienes por que pedir perdón, y no quiero verte llorar... ni tampoco quiero que pienses que no te deseo- la joven sintió que sus mejillas volvían a sonrojarse, pero Edward no le dejó que apartara sus ojos de él.

-Edward...- susurró en voz baja.

-No tienes que compararte con Jessica... porque no tienes absolutamente nada que envidiarle; eres preciosa, eres inteligente, eres buena y cariñosa... eres muchas cosas que ella no es- hizo una pausa, sopesando las palabras -y si tu quieres y me dejas esta noche, te lo voy a demostrar- la joven sintió que su respiración se paralizaba.

-¿Qu... qué me vas a demostrar?- consiguió preguntar, muerta de nervios.

-Lo mucho que te amo... y lo mucho que te deseo- la voz de Edward se tornó ronca y profunda y sus ojos esmeralda ardían impregnados de un sentimiento que Bella nunca había visto... pero esa mirada hizo que un fuego ardiente recorriera de la cabeza a los pies, provocando en ella que una sensación que no supo describir se instalara en su vientre.

-Po... por eso...- miró a su alrededor, deteniendo su vista en la improvisada cama.

-Quería que tu primera vez fuera especial, y que la recordaras siempre- por primera vez en su vida, le pareció ver un ligero rubor en las mejillas del joven; llevó una de sus manos hacia su cara, acariciando suavemente su mejilla, gesto que encantó a Edward, que ladeó la cabeza y apoyó su mejilla en la palma de la mano de su pequeña.

-Edward... yo...- no pudo decir nada más, ya que la boca de Edward buscó sus labios, y cuándo ambas bocas se encontraron, ya no hubo palabras.

Los brazos de Bella se enredaron alrededor del cuello de Edward, acercándolo más a ella; su lengua, tímida y cautelosa, se abrió paso adentrándose en la boca de su novio. Eso provocó que Edward gimiera audiblemente, y que todo su autocontrol desapareciera; la forma en la que Bella le estaba besando le volvió loco, y tras unos pocos segundos de asimilación, pasó una mano por su espalda, pegándola más a su cuerpo y haciendo que el beso se tornara más profundo y desesperado. Sus lenguas luchaban entre ellas por llevar el control de la situación; los puños de Bella se aferraban a su cabello, y esos suaves tirones que le daba provocaba que escalofríos de placer recorrieran su columna vertebral.

Sus manos cobraron vida propia, y dejaron la cintura de su novia para iniciar su paseo por los costados de la joven, provocando que unos graciosos y sexys gemidos brotaran de la garganta de ésta. A duras penas consiguió separarse de ella.

-Ven conmigo- murmuró sobre sus labios; observó la reacción de su pequeña; sus labios hinchados y húmedos, de un apetecible color rojo muy suave, sus mejillas arreboladas y coronadas por unos adorables coloretes, y su respiración errática y dificultosa.

-Ed... Edward... yo... yo no sé qué debo hacer- dijo en un tímido susurro, pero Edward negó con la cabeza, tomándola en brazos cómo a una novia.

-Tranquila por eso... esta noche es sólo para ti, mi amor- su novia sonrió emocionada, escondiendo su cara en el hueco de su cuello y depositando pequeños besitos en esa zona de piel que quedaba libre por debajo de su camisa. Edward sintió que sus piernas flaqueaban mientras se dirigía a la improvisada cama, y con todo el cuidado del que fue capaz la depositó cómo si fuera lo más delicado del mundo. El manto de estrellas que cubría el cielo, el lugar, las velas, los pétalos de rosa... no podía ser más romántico el momento y el lugar.

Edward se tumbó a su lado, apoyado en un su brazo y mirando el rostro de su pequeña; uno de sus dedos pasó suavemente por la cara de Bella, recorriendo en una sutil caricia su frente, la suave piel de sus párpados, su pequeña y graciosa nariz, sus mejillas...

-Eres tan bonita- susurró casi para él, que seguía deleitándose con la piel de porcelana de su pequeña. Ésta, que había permanecido con los ojos cerrados, disfrutando de tan agradable sensación, los abrió lentamente, dedicándole una mirada suplicante a su novio. Sin decir una sola palabra, arremetió de nuevo contra la dulce boca de su pequeña, y poco a poco fue posicionándose encima de ella. Por instinto, Bella abrió las piernas, para que Edward se acomodara mejor; los brazos de éste quedaron a ambos lados de la cabeza de la joven, y pronto sus labios abandonaron su boca, para bajarlos por su cuello, saboreando el dulce sabor de la piel de Bella, deleitándose con su suavidad.

-Edward...- suspiró la joven, enredando los dedos en el pelo cobrizo de él.

-Sabes tan bien, Bella... me vuelves loco- exclamó con voz ronca, antes de volver a estrellar su boca contra la de ella; la joven aceptó gustosa ese nuevo beso, y cerrando de nuevo los ojos, disfrutó de las sensaciones que invadían su cuerpo, tan insoportables y tan placenteras a la vez.

Edward se volvía loco por momentos... esa parte tan íntima de su anatomía cada vez apretaba más y más... lentamente y con mucha cautela, sus manos agarraron el borde del jersey de Bella, levantándolo lentamente hasta que consiguió sacarlo por la cabeza de la joven. Pero las manos de Bella no se quedaron rezagadas, y torpemente, fue desabrochando pacientemente los botones de la camisa, hasta que él mismo la ayudo y se deshizo de ella.

Miró embelesado el cuerpo de la joven, sus deliciosas curvas y sus senos, todavía cubiertos con un sujetador de encaje blanco. Posó una de sus manos en su vientre, provocando que Bella se estremeciera ante su toque y contuviera la respiración cuándo esa misma mano buscó el botón de sus vaqueros. Los bajó lentamente, quitándole también las deportivas de camino.

En un abrir y cerrar de ojos, la joven estaba en ropa interior, toda expuesta para él. La respiración de la muchacha era errática y pesada, pero sintió que el sonrojo volvía a sus mejillas al verse tan expuesta. Cuándo Edward recorrió con sus manos toda la piel expuesta, sintió un placentero hormigueo recorrerla de arriba abajo, su piel se estremecía bajo las yemas de sus dedos hasta límites insospechados, y de pronto, sus pequeñas manitas empezaron a recorrer con timidez el duro pecho de Edward.

-Eso es cariño, tócame- le dijo éste en voz baja, encantando por sentir las manos de Bella en su cuerpo; alentada por su novio, sus manos se deslizaron por aquel torso con un poco más de seguridad; podía sentir los gemidos tan sexys que brotaban de la garganta de Edward, señal de que le encantaban esas caricias. Edward no abandonaba el cuello y el escote de su pequeña, besándolo y lamiendo la vena del cuello, justo dónde su pulso se desbocaba por momentos.

-Bella, arquea la espalda- la joven lo hizo sin rechistar, y después de una rápida maniobra, sus pechos quedaron al descubierto. El joven se deleitó, admirando esos pequeños y suaves montículos que nadie más, a excepción de él, había visto. Bella sintió la mirada abrasadora de Edward recorrerla de arriba abajo, y una súbita ola de vergüenza y timidez se apoderó de nuevo de ella, haciendo amago de cubrirse; pero Edward negó con la cabeza, atrapando sus muñecas y posándolas a ambos lados de su cabeza.

-No te cubras cariño... eres preciosa- le volvió a repetir -y estás conmigo- le recordó. Ésta pareció relajarse ante esas palabras... la trataba con tanta delicadeza, con tanto cariño... con tanto amor.

-¿Estás bien?- inquirió Edward, un poco preocupado; la joven asintió tímidamente, alzando su cuello y besándole... pero los labios del joven pronto abandonaron esa parte de su cuerpo, para ir bajando por sus mentón y por su escote hasta llegar a su pecho izquierdo.

-Ahhh...- un suspiro escapó de los labios de la joven, que inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, invadida por un torrente de placenteras sensaciones. La boca de Edward hacía cosas inimaginables en sus pechos, y su espalda de arqueó cuándo uno de sus pezones se vio atrapado entre los labios de su novio.

-Ahhh... dios- gemía palabras incoherentes, y Edward estaba encantado de cómo reaccionaba ella a sus caricias; siguió entretenido en esas deliciosas cumbres, dándoles caricias, besos y lamidas por doquier; las caderas de Bella se sacudían en un movimiento que le estaba volviendo loco, y ya sin poder soportarlo más, dejó un torrente de besos en sus costillas, en su estómago, su ombligo...

-Edward, bésame- demandó suplicante y jadeante; su novio accedió gustoso a su petición, y rápidamente subió por su cuerpo, para volver a tomar los suaves labios y devorarlos. Las manos de Bella se volvieron a aferrar a su cuello y a su cabello, empujándole contra ella y respondiendo con ansias.

-Bella- jadeó Edward, cuándo los labios de la joven bajaron por su mentón y con su cuello -dios cariño, me encantas-.

-Quiero más Edward- le pidió ansiosa y excitada cómo nunca -sigue por favor- le imploró entre jadeos. Esas palabras enloquecieron al joven, que se apartó un momento para despojarse de sus botas y pantalones. Bella se mordió el labio, en un gesto de timidez e inocencia al verle completamente desnudo... dios... era magnífico. Las manos de Edward fueron al borde de la única prenda que le quedaba puesta, bajándola lentamente y descubriendo el centro de su feminidad.

Ya no había inseguridades, ya no había timidez... quería que Edward la hiciera suya; un excitante hormigueo se había instalado en su bajo vientre, y podía sentir que estaba mojada, muy mojada... hecho que corroboró el joven cuándo se volvió a posicionar sobre ella y sus dedos palparon delicadamente el centro de la joven. No pudo reprimir el jadeo de sorpresa al sentir los largos dedos del joven acariciando esa parte de su cuerpo... cerró los ojos de nuevo, perdiéndose en un mar de sensaciones.

-Estás tan húmeda, tan caliente... - le susurraba éste beso y beso; su dedo pulgar trazó sinuosos círculos en ese hinchado botón de placer, y cuándo lo pellizcó con delicadeza, ahogó el grito que quiso salir de los labios de su pequeña.

-Aaaahhh... ooohhhh...- Bella gemía descontroladamente, sin pudor alguno. Edward siguió acariciándola, hasta que sintió que las uñas de Bella se clavaban con fuerza en sus hombros y gritaba su nombre.

-Aaahhhh... sí así... más por favor- clamaba su pequeña, de modo que incrementó la intensidad de sus dedos, hasta que una fuerte convulsión sacudió a su novia de arriba abajo; poco a poco retiró su mano, y observó la imagen de su pequeña, todavía temblando del orgasmo que acababa de recorrerla e intentando regularizar su respiración. Su perlado cuerpo estaba cubierto por una fina capa de sudor, y su apetecible boca entreabierta le llamaba a gritos, pidiendo ser besada de nuevo, de modo que eso hizo, pero tranquila y pausadamente, dejándola recuperarse.

-Edward... - murmuraba la joven, deslizando sus manos por el pecho de Edward, deleitándose con cada músculo que sobresalía. Los sexos de ambos se rozaban el uno contra el otro, y eso, unido a los dedos de su pequeña, que bajaban sinuosamente por su bajo vientre, por sus caderas, hizo que empezara a gemir.

-Bella... si sigues por ese camino, no aguantaré mucho sin hacerte mía- dijo entre dientes; no podía aguantar esas caricias que recorrían la marcada uve de sus caderas.

-Eso es lo que quiero- le respondió ella, para después volver a besarle. Edward no necesitó ninguna otra señal, y sin dejar sus labios en ningún momento, guió su miembro hacia la entrada de la joven. Sintió su pequeño cuerpo tensarse, debido a los nervios.

-Tranquila mi amor- la reconfortó, dejando pequeños besos por toda su cara -intentaré tener cuidado- Bella aspiró profundamente, y sintió cómo sus paredes recibían a Edward, hasta que la barrera de su inocencia frenó la incursión. Emitió un ruidito de protesta, y su novio se detuvo.

-Sólo dolerá un momento- la intentó reconfortar -seré muy cuidadoso- su pequeña esbozó una pequeña sonrisa, agradeciéndole sus palabras.

-Te amo- le dijo ella, subiendo las manos hasta sus cabellos; Edward sonrió de manera torcida.

-Te amo... mi pequeña estrellita- susurró contra sus labios, para después besarlos y adentrarse en ella de un solo empujón.

Bella sintió un doloroso calambre recorrer su bajo vientre, y ahogando un chillido de dolor, escondió su cara en el cuello de Edward, que tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano por permanecer quieto, para no hacerle más daño. La calidez y la estrechez de Bella le estaban volviendo loco. Al cabo de unos pocos minutos sintió que el cuerpo de su novia no estaba tan tenso, y lentamente volvió a salir para adentrarse en ella.

-Ohhhh dios, cariño... - siseó con un gemido -eres tan estrecha- Bella se aferró a su ancha espalda, y alzó un poco más sus caderas, chocando con las de su novio, que no pudo reprimir un jadeo de placer ante ese gesto. Lentamente volvió a salir para adentrarse en ella, iniciando ambos un sensual baile con sus cuerpos.

Bella cerró los ojos de nuevo, disfrutando de las oleadas de placer que se clavaban en su cuerpo cada vez que Edward entraba de nuevo en ella, recorría su inmensa espalda con sus manos, hundiendo sus dedos en si piel.

-Te quiero- le dijo ella, con esa voz suave y dulce.

-Y yo también cariño... te quiero mucho- le murmuraba de vuelta su novio, buscando una de sus manos y entrelazando sus dedos con los de ella.

No hubo más palabras; sus cuerpos hablaron por los dos; las arremetidas de Edward, constantes y suaves, fueron adquiriendo fuerza y velocidad, llevándolos a ambos a un mundo paralelo, dónde sólo existían ellos dos.

-Edward..- repetía ella una y otra vez, arqueando su cuerpo, incapaz de decir algo coherente. El roce de sus cuerpos, sudorosos y exhaustos, el calor que emanaba de ellos, hicieron que Edward empujase cada vez más adentro, sintiendo una añorada espiral de placer arremolinarse en su bajo vientre. Las cálidas paredes de su novia apretaron su miembro, y supo que ambos estaban por llegar.

-Ohhh dios... Bella... Bella- busco los labios de la joven, que besó hasta saciedad hasta que Bella lo sintió convulsionar y estremecerse entre sus brazos; la joven sintió un fuego atravesando su cuerpo de la cabeza a los pies, pero el grito que pugnaba por salir de su garganta murió en los labios de Edward; su piel estaba completamente erizada, y recibió de buena gana a Edward, que jadeante y sudoroso se desplomó en sus brazos. Cerró los ojos, disfrutando de ese momento tan íntimo; todavía no se hacía a la idea de lo que acababa de suceder. Edward levantó la cabeza al cabo de unos minutos; sonrió mientras contemplaba a su pequeña, todavía intentando recuperar la respiración, y sonrojada hasta el extremo.

-¿Estás bien?- le preguntó; la joven afirmó levemente con la cabeza, sonriendo y apartando de su frente un mechón de pelo. Le devolvió la sonrisa, dejando un pequeño besito en su nariz.

-Ahora eres completamente mía- le susurró en voz baja.

-Sólo tuya- afirmó Bella, abrazándose a él y escondiendo la cara en su cuello.

-Para siempre- sonrió al escuchar las palabras de Edward.

-Para siempre... se repitió para sus adentros.

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Niñas disculpen la tardanza en las actualizaciones, me han dejado sola con el blog y la verdad es que se me complica un poco. Tratare de ponerme al día con las historias y de hacer los indices, para que puedan llevar una lectura mas ordenada.

¿alguien que quiera ayudarme con los indices? Mandarme correo por favor, gracias!!!! aler_piper@yahoo.com.mx, asunto: apoyo para indices.

Gracias nenas....

4 comentarios:

  1. fue una espera larga pero es GENIAL el cap!!!

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  2. OMG me fascinoooooo gracias linda y vale la pena esperar....

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  3. ohhhh que primera vez tan hermosaaaa, no me esperaba menos de edward.adoro esta historia :D gracias linda!!!

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  4. Mori,,, por Dios, maravilloso, no se que decir, eso fue lo mejor de lo mejor. Eres fantástica mujer, que Dios te siga bendiciendo.

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