martes, 5 de febrero de 2013

Cowboy de Mi Corazón.




                   
                      Capítulo 24:                        Costumbres y manías

El tiempo nunca pasó tan deprisa para Bella cómo lo hicieron estas últimas semanas; estaban sucediendo muchos cambios en su vida, y poco a poco iba asimilándolos. Los primeros días de universidad, que básicamente consistieron en la presentación y funcionamiento de las asignaturas, dejaron paso al auténtico comienzo de las clases, y sus horas se llenaron de apuntes y libros que leer, trabajos que presentar y otras actividades estudiantiles. El flamante ordenador portátil, regalo de sus cuñados, fue llenándose de miles de páginas escritas; aunque ya tenía hecha una lista con sus asignaturas favoritas y las que no le hacían tanta gracia, intentaba esforzarse al máximo en cada una de ellas.

La amistad con los compañeros que conoció el primer día se afianzó todavía más; con Leah enseguida cogió confianza, y ambas parecían siamesas dentro de lo muros de la facultad. Henry y Zack también eran muy simpáticos, y los cuatro solían desayunar juntos todos los días, en el intervalo de descanso entre las clases, incluso había días que se unía a ellos Cindy, la novia de Zack; ella estudiaba psicología, y las facultades estaban pegadas la una a la otra. Era una chica simpatiquísima, con el pelo corto y rubio cómo el color del heno, y unos preciosos ojos azules.

Annie, la otra chica que conoció el primer día se les solía unir a veces; no coincidían en todas las clases, por lo que había días en las que apenas la veían unos minutos; era muy observadora, y su forma de hablar a veces podía parecer hasta cortante y fría. Leah y Bella no terminaban de coger confianza con ella, algo había en esa chica que no les terminaba de convencer.

-¿Cómo habéis pasado el fin de semana?- la pregunta de Henry hizo que la joven castaña dejara sus meditaciones mentales, para concentrarse en la conversación y en el delicioso capuccinno que tenía delante de ella. Era el descanso entre tercera y cuarta hora, y ya estaba agotada; esta semana se le iba a hacer eterna.

-Descansado- contestó primero Leah -Randall ha doblado turnos durante toda la semana, y estaba agotado-.

-Pues Cindy y yo más de lo mismo- apuntó Zack -hoy exponía un trabajo oral, y se ha pasado ensayando conmigo todo el fin de semana- protestaba mientras rodaba los ojos, lo que provocó las risas del resto.

-¿Y tú Bella?- interrogó Leah -¿habéis ido Edward y tú a Huntsville este fin de semana?-.

-No- respondió ésta -Edward lleva desde el miércoles en Montana, en un congreso de ganaderos junto con su hermano Jasper- les relató -no regresa hasta el jueves-.

-¿Por qué no me llamaste?- le reprochó Leah con cariño -si llego a saber que estás sola, podríamos haber salido a dar un paseo, o a tomar un café- Bella se encogió de hombros, sonrojándose levemente.

-Tenía cosas que hacer en casa- se disculpó -además, tendrías ganas de ver a tu marido- le recordó, cosa que hizo que Leah sonriera.

-Hablando de Edward- interrumpió Annie -haber si nos lo presentas de una vez; llevamos más de un mes de clases y no le hemos visto, empiezo a pensar que no existe-.

-Viaja mucho, y además está muy liado con el trabajo- contestó la joven, rodando los ojos mentalmente... ¿por qué tenía que ser tan seca?.

-Podrías hablarnos un poco de él- añadió Zack, intentando cambiar de tema; a él tampoco le caía muy bien Annie.

-¿Y qué queréis saber?- interrogó Bella, divertida y un poco más relajada.

-Cuántos años tiene, qué ha estudiado...- empezó a enumerar el chico. Leah sonreía, pues ella ya conocía la historia.

-Si tiene hermanos disponibles- exclamó Cindy divertida, que justo en ese momento tomaba asiento.

-¿Me quieres cambiar por otro?- preguntó Zack a su novia, con el labio sobresaliendo en forma de puchero.

-Sólo si te portas mal- contestó divertida y resuelta -hola chicos- saludó al resto mientras se sentaba.

-¿Cómo ha ido la exposición?- le preguntó Henry.

-Parece que bien- se encogió la joven de hombros- veremos a ver la nota, la semana que viene-.

-Esa es mi chica- la jaleó su novio. Después de pedirse algo de beber, para desgracia de Bella, volvió a retomar la pregunta que le hizo.

-Cuéntanos algo de Edward- le pidió Cindy de nuevo.

-Bueno...- se mordió el labio, en un gesto pensativo -sabéis que su familia tiene un rancho en Huntsville; son cuatro hermanos y él es el pequeño- les empezó a relatar -y ninguno de ellos está libre- le aclaró divertida a la joven.

-¿Están casados?- preguntó Annie, que de repente prestaba atención.

-Sólo los mayores, Jake y Emmet; pero Jasper también tiene novia-.

-Háblanos de Edward; ya que nunca le vemos... así le conocemos un poco- le pidió Zack.

-Estudió Administración y dirección de empresas en Harvard- siguió explicando.

-¿Harvard?- preguntó asombrado Henry -wauuuuu... mi padre siempre ha dicho que el negocio de ganado da mucho dinero-.

-Todos los rancheros tienen mucho dinero- le aclaró Cindy -se nota que en Philadelphia no tenéis vacas- comentó divertida, lo que arrancó las risas del resto.

-Pues ha tenido suerte- añadió Annie -encontrar trabajo nada más terminar de estudiar es una suerte-.

-Trabaja en el rancho familiar, llevando las cuentas- le aclaró Bella -y terminó de estudiar hace ya un tiempo- Cindy y Annie se miraron extrañadas -Edward tiene veintinueve años-.

-¿Veintinueve?- repitió Annie, arqueando una ceja -¿os lleváis casi diez años?- preguntó asombrada; Bella asintió con la cabeza ante la estupefacta mirada de los presentes, a excepción de Leah.

-Wou...- exclamó Cindy -nunca me lo hubiera imaginado-.

-Yo tampoco- añadió Zack.

-¿Y cómo le conociste?- preguntó Henry.

-Mi padre era el capataz del rancho; falleció hace un año, de un infarto- les empezó a relatar -yo vivía con mi abuela materna en Forks... pero la relación no era buena- recordó con pena.

-Lo siento mucho- musitó Henry.

-No lo sabíamos- se excusó Annie.

-No pasa nada; no suelo hablar de ello- trató de quitarle importancia la joven castaña -el caso es que mi padre le pidió a Carlisle Cullen que me ayudara... y me ofreció un empleo en el rancho-.

-De modo que ahí fue cuándo os conocisteis- murmuró Cindy, a lo que Bella asintió con la cabeza.

-Vaya... eres una caja de sorpresas Bella- reconoció Annie, que ni por asomo se imaginaba que la vida de esa joven tímida e insignificante fuera tan ajetreada.

-Nos lo tienes que presentar, me muero por conocerle- exclamó Leah, emocionada.

-Y tú nos tienes que presentar a Randall- la interrumpió Zack; la aludida rodó los ojos.

-Ya me lo has dicho muchas veces; ya quedaremos alguna noche para tomar algo- le prometió.

Bella miró el reloj, y vio con asombro cómo apenas tenían tiempo de llegar a la siguiente clase; alertó a los chicos, que se despidieron apresuradamente para seguir con el horario.

Por fin el timbre anunció el fin de las clases; Bella y Leah se despidieron hasta el día siguiente. Al llegar al apartamento Bella se dejó caer pesadamente en el sofá. La casa estaba sumida en un tranquilo silencio... extrañaba a Edward ; recordó con una pequeña sonrisa cómo su novio había protestado hasta la saciedad cuándo Jasper le dijo de debían ir a ese congreso en Montana; pero Emmet no podía dejar su trabajo, y Jake debía quedarse en el rancho. Cómo no podía ser de otra manera, le dio una y mil recomendaciones antes de tomar el avión, y la llamaba al menos dos veces al día.

Después de unos minutos descansando, con los ojos cerrados, decidió que estaba muy cansada para cocinarse algo, así que tomó el teléfono y llamó al restaurante chino.

Media hora después, Bella saboreaba unos estupendos tallarines con gambas mientras ojeaba una revista. Tan concentrada estaba que su móvil sonó varias veces antes de cogerlo; se levantó apresurada, rebuscando en su bolso.

-¿Sí?- contestó una vez que lo encontró, sin fijarse quién la llamaba.

-Hola- sonrió complacida al escuchar la suave voz de Edward -¿dónde estabas?-.

-Estaba comiendo y tenía el móvil en el bolso- es excusó mientras se volvía a sentar a la mesa.

-Echo de memos tu comida- se quejó graciosamente -estoy harto de comer en restaurantes; ¿qué estás comiendo?- le preguntó con verdadera curiosidad.

-Ahora te pareces a tus hermanos- exclamó Bella, aguantando la risa -he pedido comida china-.

-¿La mejor cocinera del mundo no tiene ganas de cocinar?- preguntó entre risas.

-Cocinar para mi sola no es divertido- protestó ella, lo que hizo que ambos rieran.

-¿Cómo estás, cariño?- le preguntó Edward, ya poniéndose serio.

-Bien, pero te echo de menos- dijo la joven, con un suspiro.

-Y yo también; estoy deseando que termine este dichoso congreso, y poder regresar a casa- suspiró -pero no podremos estar a solar, al menos hasta el viernes- le recordó. Cierto, Jasper pasaría la noche en su apartamento, antes de volver al rancho a la mañana siguiente.

-¿Cómo está Jasper?- interrogó.

-Bien, deseando ver a su cocinera favorita; por cierto, te manda saludos. Lo tengo justo al lado-.

-Devuélveselos... y dile que le haré una cena especial el jueves por la noche- a lo lejos se escuchó un gracioso ¡gracias cuñada!, que hizo reír a Bella.

-¿Cómo te han ido las clases?- preguntó Edward con verdadera curiosidad.

-Bien, a excepción de la clase de la señora Vods- rodó cansinamente los ojos; durante los siguientes cinco minutos, ambos se contaron anécdotas de todo lo que les había ocurrido, hasta que Edward se tuvo que despedir.

-Cariño, en diez minutos comienza la siguiente reunión del congreso- le advirtió -¿qué vas a hacer esta tarde?-.

-Quedarme en casa- replicó sin dudarlo -quiero adelantar un trabajo, y descansar-.

-¿No sales con Leah, o con Cindy?- le propuso.

-Edward, estoy bien, cálmate- le paró amablemente Bella... definitivamente, Edward nunca cambiaría.

-Perdona cielo- es excusó su novio -es que no me gusta dejarte sola tantos días-.

-Pero es tu trabajo, y debes ir- le recordó -bastante has hecho con dejar el rancho y venir conmigo- musitó ella en voz baja.

-Y me iría contigo al fin del mundo, si fuera preciso- las palabras del joven hizo que se sonrojara profusamente... nunca terminaría de asimilar las cosas tan bonitas que le decía -cariño, tengo que irme, te llamaré a la noche, te quiero-.

-Yo también te quiero- le devolvió ella por respuesta -no te duermas en la reunión- le dijo burlona.

-Después te lo diré; hasta luego preciosa-.

-Hasta la noche- la joven colgó el teléfono con una sonrisa, deseando que el tiempo pasara deprisa hasta llegar al jueves.

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Por fin el ansiado jueves llegó; Bella se levantó animada, pensando que a la noche por fin estaría entre los brazos de Edward. La semana se le había hecho terriblemente larga y pesada. Dado que Edward había estado toda la semana fuera, este fin de semana tampoco irían a Hunstville... y aunque le encantaba volver a casa, en verdad que este fin de semana prefería quedarse con Edward en San Antonio. Jasper se iría a la mañana siguiente, mientras ella estaba en la universidad.

Leah la notó más contenta que de costumbre, pero no le preguntó nada; entendía perfectamente a Bella, y las ganas que tendría que ver a su novio, al igual que le pasaba a ella cuándo su marido se iba con la cuadrilla a trabajar fuera de la ciudad.

Al finalizar la última clase, se despidió rauda de sus compañeros, y decidió comer un bocadillo rápido para después dirigirse al mercado central; ubicado en el casco antiguo, era un edificio precioso, de la época victoriana, y dónde vendían la mejor carne de la ciudad; sabía de sobra que tanto él cómo Jasper vendrían hambrientos y deseosos de comida casera... sonrió mientras que, ya en casa, ordenaba todo y se ponía cómoda, para empezar a preparar la cena.

A eso de las siete de la tarde escuchó cómo introducían una llave en la cerradura de la puerta principal. Corrió presurosa a la entrada, para justo después abalanzarse en los brazos de su novio, que la recibió cariñosamente.

-Hola vaquero- susurró ella, con la cara escondida en su cuello, aspirando ese aroma tan familiar y ya necesitado para ella.

-¿Cómo está mi pequeña estrellita?- la joven sonrió a la mención de su íntimo y cómplice apodo.

-Bien; te he extrañado- suspiró -pero ya estás en casa- expresó contenta; sus labios iniciaron un camino de besos, pasando por su cuello, su barbilla tan firme y delineada, hasta que llegó a la boca de Edward, que devolvió el beso a su pequeña con ganas y un poco de fuerza... dios... cómo la había echado de menos todos estos días.

El tiempo desapareció para Bella, cómo siempre que le ocurría al estar entre los fuertes brazos de su novio... pero un ligero y familiar carraspeo hizo que Edward liberara los suaves labios de Bella.

-Antes de que ahogues a mi pequeña cuñada, déjame saludarla- Bella rió encantada, y en un segundo cambió de brazos, para abrazar a su cuñado.

-Me alegro de verte Jazz-.

-Y yo a ti Bellie Bells- la joven rió divertida, sólo sus cuñados y cuñadas la llamaban así -¿mi hermano se porta bien contigo?- le interrogó divertido, una vez la posó en el suelo. Bella rió divertida ante la mueca de Edward, que decidió rodar los ojos en silencio y se concentró en meter las maletas al interior de la casa.

-Me trata cómo a una reina- exclamó divertida- vuestra cocinera está a salvo- le tranquilizó.

Jasper y Edward decidieron darse una ducha, y quitarse el traje y la corbata, prenda a la que ninguno tenía especial simpatía. Bella dio los últimos toques a la cena y dispuso la mesa del comedor. Un buen rato después aparecieron ambos hermanos por la puerta del salón, más relajados gracias a la ducha, y con sus acostumbrados vaqueros y camisas de cuadros. Bella se mordió el labio cuándo Edward se pasó las manos por su pelo, todavía húmedo, desordenándolo más si eso era posible; la camisa de cuadros abierta dejaba ver la camiseta blanca que llevaba, resaltando su duro y firme pecho. Con una pequeña sonrisa se adentró de nuevo en la cocina, para comprobar si la carne ya estaba lo suficientemente hecha.

Edward dejó a Jasper un momento en el salón, y se apoyó en le marco de la puerta de la cocina; Bella tarareaba una canción mientras rebuscaba algo en un armario. Con paso felino y silencioso se acercó a ella por detrás.

-¿Necesitas ayuda?- susurró en su oído; la joven pegó un bote, debido al susto, lo que provocó que riera encantado.

-Ya está todo listo- le informó su pequeña, pegando su espalda en su pecho; las fuertes manos del joven acariciaban delicadamente su cintura, lo que condujo a que un pequeño escalofrío la recorriera de arriba abajo. Edward la giró, para poder besarla, pero la voz de Jasper cortó todo intento de seducción.

-Dejad los momentos íntimos para más tarde- Bella sonrió divertida, y se escapó del amarre de su novio, que cogió la botella de vino a regañadientes, para después dirigirse al salón. La cena transcurrió tranquila, amenizada por las ocurrencias de Jasper y el relato del, según ellos, inacabable y aburridísimo congreso de ganadería.

-Esos temas le van más a Jake; pero con Nessie así no quiere alejarse muchos días del rancho- dijo Jasper, aceptando la taza de café que le ofrecía Bella.

-Es lógico y normal- añadió Edward -por cierto cariño, la cena estaba estupenda- la felicitó, dejando un pequeño beso en su mejilla.

-Doy la razón a Edward- expresó su hermano, de manera rotunda.

-Seguro que Alice cocina estupendamente- contestó la joven. Jasper sonrió, acordándose de su señorita Brandon, cómo el la llamaba.

-No lo hace nada mal- reconoció -pero tú le das un toque especial-.

-Eso es secreto de la cocinera- replicó Bella -te he preparado un par de cosillas, para que te lleves- Jasper se frotó las manos, sonriendo satisfecho.

-Albóndigas con salsa de tomate y lasaña- añadió Edward -tienes los tuppers encima de la mesa de la cocina-.

-Entonces tendré que esconderlos, sobre todo el de albóndigas; no me fío de Jake- musitó pensativo -¿y galletas?- preguntó esperanzado a su cuñada.

-Eso lo prepararé allí, el próximo fin de semana que vaya al rancho- le aclaró.

-No hacéis otra cosa que pensar en comer- protestó Edward.

-La culpa es de Bella, por cocinar tan bien- contestó su hermano -y que conste que no me quejo, Alice se defiende... pero Nessie y Rose...- dejó la frase inconclusa, negando con la cabeza.

-Pues procura no comentarlo delante de Nessie, o sufrirás las consecuencias de las hormonas- le aconsejó Bella -¿ya sabe lo que son?- preguntó ilusionada.

-No que sepamos; creo que la semana que vienen van otra vez al médico- les relató.

Durante un buen rato Jasper respondió pacientemente a las preguntas de Bella; les contó cómo Owen ya gateaba a toda velocidad por toda la casa, para delicia de Esme y Carlisle; el empeño de Emmet en encargar un hermanito y la negativa rotunda de Rosalie acerca del tema, y también cómo iban las obras de la casa de Jake y Nessie; si todo salía según lo planeado, en navidades estaría acabada y podrían mudarse.

-¿Y lo del juicio?- preguntó Edward, poniéndose serio.

-Jenks cree que después de Acción de Gracias se empezará a mover más el asunto- les explicó -pero por lo demás, no hemos vuelto a tener ningún encontronazo con ellos, al menos que yo sepa- Bella se revolvió incómoda en su silla, ojalá esos indeseables no causaran más problemas.

-¿Cómo van las cosas con Alice?- cambió Edward de tema, observando el gesto de inquietud de su novia.

-Mucho mejor- sonrió Jasper -es una chica increíble- dijo con una sonrisa.

-Y te sabe llevar muy bien- acotó Edward -¿no ha tenido ningún problema con eso, verdad?- Jasper negó con la cabeza.

-No sabe absolutamente nada de ese impresentable- pronunció su hermano, poniéndose serio -y que no se le ocurra aparecer por allí, y se atreva siquiera a mirarla- siseó entre dientes.

-Tranquilo hermano; no le pasará nada- intentó animarle Edward. Jasper sonrió levemente, agradeciendo a su hermano pequeño sus palabras; ese tema era un lastre que no dejaba a Alice disfrutar de una vida del todo tranquila; el terror de que un día ese cabrón se presentara en Huntsville, y pudiera acercarse a su novia, hacía que le hirviera la sangre.

Por suerte, nada malo había ocurrido, y decidió cambiar radicalmente de tema.

-¿Cómo van las clases?- preguntó a su cuñada.

-Muy bien; la carrera me gusta mucho, aunque hay asignaturas que son muy pesadas- le contestó.

-¿Y los compañeros?- siguió interrogando el joven.

-Muy bien también; Leah y Cindy son estupendas, al igual que los chicos; hoy les he hablado de ti- contaba mientras miraba a Edward, que le sonrió con cariño.

-¿Y qué les has contado?- inquirió su novio, con auténtica curiosidad.

-Pues cómo no te conocen, me han preguntado a qué te dedicas, y esas cosas... y quieren conocerte- añadió. Edward arqueó una ceja, sorprendido.

-Vaya hermanito, tienes suerte- comentó Jasper -podrás vivir una segunda época de juergas universitarias-.

-Ya viví mi etapa de juergas universitarias, hermano- siseó fastidiado.

-Casi nada; eras un muermo, que te pasabas el día estudiando- expresó Jasper, divertido.

-Al contrario que tú, que eras conocido en todas las fiestas universitarias- Bella rió ante la cara de sorpresa de su cuñado.

-Tampoco era para tanto- le quitó hierro al asunto.

-Deberías preguntarle a papá- exclamó Edward, conteniendo la risa -seguro que no opina lo mismo-.

El divertido pique entre los hermanos siguió mientras Bella recogía la cocina; ella tenía clase al día siguiente, por lo que se despidió de Jasper, que volvía al rancho nada más levantarse y desayunar.

-Recuerda llevarte la comida- le dijo por enésima vez, mientras le abrazaba con cariño -y dales muchos besos a todos por allí-.

-Tranquila, se los daré; os veré allí la próxima semana- Jasper se retiró a la habitación de invitados, y la joven pareja decidió hacer lo mismo.

Una vez solos en su dormitorio, Edward la aprisionó entre la puerta y su cuerpo, besándola profundamente. La joven rodeó su cuello con sus manos, acercándola a ella todo lo que pudo, devolviéndole el beso con ganas, ya que en la entrada no pudieron saludarse en condiciones.

-Te he echado de menos; odio dormir solo- se quejó su novio, una vez la dejó respirar.

-Yo también- admitió ella -pero creo que vamos a tener que esperar a mañana- dijo con un gracioso mohín y aludiendo a que esa noche no estaban solos en casa.

-En eso llevas razón- admitió el joven -ahora que nos hemos acostumbrado a estar solos, somos un poco ruidosos- la divertida afirmación hizo sonrojar a su pequeña, de modo que después de besarla hasta dejarla prácticamente sin respiración, la liberó para que pudiera ponerse el pijama. Una vez acurrucados en la cama, Bella abordó de nuevo el tema de sus compañeros.

-Mañana los chicos han quedado a la tarde, para tomar algo- dijo cómo si tal cosa.

-¿No vas a ir?- le preguntó Edward, a la vez que pasaba un dedo por la suave piel de su pequeña.

-Acabas de llegar, y no te he visto en una semana entera- le recordó -podrías venir conmigo- le sugirió, levantando un poco la cabeza y mirándole con una sonrisa.

-Son tus compañeros cariño, y deberías pasarlo bien- le explicó -además, ¿qué pinto yo ahí?-.

-Pero yo quiero que vengas, eres mi novio- le rogó, con un puchero lastimoso -además así te conocen; pensaban que no existías, porque nunca te han visto-.

-Voy a buscarte muchas veces- le recordó éste.

-Pero siempre me esperas a la salida del campus, alejado de la puerta principal- contraatacó su pequeña -les he hablado de ti, y tienen mucha curiosidad por conocerte-.

-¿Y eso por qué?-.

-Les he contado acerca de ti; Annie casi se cae de culo cuándo se ha enterado de la edad que tienes- el joven sonrió, imaginando la escena; Bella le había hablado alguna vez de esa chica, y de lo seria y borde que era a veces.

-¿Y qué opinan acerca de eso?- preguntó Edward con cautela.

-Nada en absoluto, porque no tiene nada de malo- contestó ésta, un poco seria -el corazón no tiene en cuenta la edad de las personas de las que nos enamoramos-.

-Eso ya lo sé Bella; pero no quiero quitarte tiempo para que te puedas divertir, y disfrutar de estos años- volvió a repetir Edward.

-Y lo hago, pero también quiero disfrutarlos contigo- le explicó ella, pacientemente -pero si te vas a sentir incómodo, lo comprendo- musitó un poco triste.

Edward se percató del cambio de tono en las últimas palabras de su pequeña, y por nada del mundo quería verla triste... pero le daba cierto reparo el unirse a los compañeros de Bella; ¿qué pintaba él, con casi treinta años, en una reunión de universitarios de primer curso?.

Al ver que el silencio se adueñó de la habitación, Bella decidió dar por zanjado el tema, para no incomordarlo más.

-Es tarde Edward, y mañana tengo clase a las ocho y media- dijo ella -¿podrías apagar la luz?- le pidió mientras se levantaba de su pecho y se tapaba con las sábanas. El joven hizo lo que le pidió, y una vez la luz estuvo apagada volvió a atraer a Bella contra su pecho; ésta no puso resistencia, pero no dijo una palabra más, y al de pocos minutos sintió su respiración pausada y tranquila, señal de que ya estaba dormida.

Edward permaneció despierto varios minutos, observando el perfil de su pequeña... sabía que tarde o temprano este tema saldría; pero por ella decidió hacer un esfuerzo, bastante había sufrido durante sus primeros meses de estancia en Killarney por su actitud arisca e insoportable; sonrió satisfecho consigo mismo, imaginando la cara que pondría su pequeña mañana a la salida de clases.

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Listo, un capi mas...
Les digo que por estos dias ando muy FELIZ!! Mi vida es todo un rollo de cosas, pero me Gusta!
Las quiero mucho desde Colombia, besos...

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