sábado, 29 de junio de 2013

¿Y mi final feliz?


Capitulo XX

Bella POV

Desde nuestra discusión en el bosque Edward se había pasado toda la semana siendo amable y atento conmigo. La mayor parte del tiempo se encontraba en el hospital por su pasantía pero una vez que regresaba antes de saludar a su novia se acercaba a mí y depositaba un beso en mi frente.

No habíamos vuelto a tocar el tema, pero las cosas no iban como deseaba. Aunque finalmente Jake podía visitarme, (después de una larga llamada pidiendo perdón, tanto el como yo) Edward jamás se encontraba en el mismo lugar que él, las únicas palabras que habían cruzado fue la primer vez que Jacob paso a recogerme.

Habíamos quedado en ir a tomar un helado con Jake y el pasaría a buscarme a las cuatro. El timbre sonó mientras Edward y yo nos encontrábamos en la sala. No tuve tiempo de levantarme cuando mi hermano se acercaba a la puerta.

-Jacob – hablo Edward con voz amenazante.

-Edward – contesto este.

Se miraron unos segundos mientras yo quería tomar la mano de Jake y salir corriendo de ahí. La tensión era palpable – si la hieres te mato – Edward se volteo sin darle tiempo a Jake de contestar. Por una extraña razón sus palabras no me sonaron tan mal como creí que lo harían. Solo vi su espalda antes de salir de la casa.

Esperaba, no, deseaba que poco a poco Edward entendiera que Jacob estaba en mi vida.

Edward POV

Lo había jurado y lo cumpliría. Recuperar la confianza de Bella era lo más importante para mí, la necesitaba.

-Edward – llamo Tanya desde mi habitación.

-Un momento, ya subo – me encontraba dejando mi maletín sobre la mesita del living. Estaba exhausto, ya eran tres semanas de mi pasantía ayudándole a mi padre con sus pacientes y colaborando con la clínica.

Las cosas habían mejorado (si podía llamarle así a las cortas y casi inexistentes conversaciones que bella y yo teníamos), yo intentaba controlar mi carácter lo mejor posible, la idea de ver a mi hermana junto a ese perro era como tragar hiel gota a gota.

Gracias a Dios jamás tenían demostraciones de cariño frente a mí y no es como si pudiera verlas ya que en cuanto él llegaba yo me iba, su sola presencia me fastidiaba hasta lo más profundo.

-Edward – volvió a gritar Tanya.

-Voy – le dije mientras caminaba lento hacia el segundo piso.

Solo quería tirarme sobre la cama y descansar. Sabía que olvidaba algo pero en este momento no tenía ni ganas ni fuerzas para pensar en lo que podía ser. Al parecer Tanya tenía otra idea porque en cuanto abrí la puerta solamente vestía un muy sugestivo Baby doll rosa, se miraba preciosa como siempre pero mis ánimos no eran los adecuados para lo que ella quería.

Sonrió al verme y se acercó a mí de manera coqueta cerrando la puerta con llave - ¿Qué haces? – le pregunte.

-Pienso besar a mi novio – dijo acercándose a mi cuello.

¿Beso? Oh… beso. Ya recordaba mi olvido.

-Tanya – le llame mientras sentía que dejaba besos húmedos sobre mí, lo que en otra ocasión significaba mi perdición ahora había perdido toda eficacia.

- ¿Has visto a Bella? – di un paso hacia atrás.

- ¿Qué? – pregunto bajo buscando mi oreja.

La tome de los hombros alejándola de mi - ¿Qué si sabes donde esta Bella? ¿La has visto? – frunció los labios molesta.

-Bella, Bella, Bella, Bella – hablo fuerte moviendo las manos – lo único que sale de tu boca desde hace dos semanas es solo Bella. Que si ¿dónde está? ¿A dónde salió? ¿Con quién salió? ¿A qué hora regresa?... estoy harta – grito.

-Es mi hermana y me gusta saber dónde está – le respondí molesto por su reclamo.

-Ese es el problema – busco un abrigo y se lo coloco – es solo tu hermana. Pero pareces un hombre celoso; si no supiera lo que es en tu vida diría que estás enamorado de ella.

-¿Qué? –reí por su loca idea. – Estas demente.

-Oh sí, yo soy la demente – dijo irónica – no soy yo la que me paso con el reloj en mano contando cuanto tiempo se tarda Bella en llegar si sale con Jacob o la que se va a la habitación contigua a escuchar sus conversaciones. – Se puso los zapatos – aquí hay alguien demente y definitivamente no soy yo.

-Yo no lo soy – le grite molesto – solo me preocupa su seguridad y que él no le haga daño.

Tanya exageraba las cosas, es que no podía ver lo mucho que temía que él le hiciera algún daño. Yo mismo le había contado parte de las cosas del día que lo conocí y ella había dicho que era todo un amor por cuidar a mi hermana como yo lo hacía y ahora me salía con esto.

-Claro que lo eres – sonrió sin vida moviendo la cabeza – estás enamorado de ella, acéptalo.

- Estas loca – me acerque a ella viéndola a los ojos – yo estoy enamorado de ti no de ella, ella es mi hermana. Esa es la cosa más espantosa que has dicho. ¿Qué es lo que te pasa?

-¿Por qué simplemente no lo aceptas y ya? – me empujo cuando intente abrazarla.

-No voy a aceptar algo que no es verdad – en serio, ¿Qué le pasaba a Tanya para decir esa barbaridad? – solo estas celosa porque no te pongo tanta atención como antes.

-Ja… - ironizo – tal vez estaré celosa pero sé que digo la verdad, o si no… - dejo caer el abrigo que traía – bésame y hazme tuya en este momento.

Me acerque a ella dando grandes zancadas, solo tres pasos nos separaban. Pero por alguna razón me quede ahí viéndola a los ojos con poca sino nula tentación hacia sus labios.

-No puedes verdad – soltó mi abrazo – no le has dado un beso a tu Bella como para poder darme uno a mí.

-Eso no es cierto – me aleje de ella caminando al otro lado de la habitación – es solo que estoy demasiado cansado como para tener sexo contigo.

-¿Sexo conmigo? – Levanto una ceja - ¿desde cuándo tenemos solo sexo? Siempre decías que lo nuestro era hacer el amor.

Me tiro una de las pantuflas que andaba pegándome en el hombro – ves, si eso no es una prueba más de que tú ya no sientes por mí lo que sentías antes entonces no sé lo que es – bajo su cabeza – pero una cosa sí es cierto. Te enamoraste de tu hermana y tú ni siquiera te diste cuenta.

-Estás loca – le grite pasándome la mano por el cabello – que clase de pervertido me crees para cometer incesto y con mi hermanita. Es Bella por Dios, la bebe que he visto crecer toda mi vida.

-Sera muy tu hermanita… - saco unos pantalones de la gaveta y se los coloco – pero eso no impidió que te enamoraras de ella.

Mi cabeza me daba vueltas, el cansancio y la ahora supuesta verdad de Tanya me tenían al borde de un colapso. ¿Cómo se le podía ocurrir algo así? Sabía que no le había puesto mucha atención últimamente pero no era como para que se inventara algo como eso.

-Sí, para mañana en la tarde estaría bien – me había perdido en mis pensamientos cuando me percate que Tanya se encontraba ya totalmente vestida y hablaba por teléfono – a Londres… no solo de ida.

¿Se iba? Su reacción llegaba al límite de lo absurdo – tu no vas a ningún lado – le quite el teléfono de las manos.

-¿Me detienen tú y quien más? – tomo su maleta y empezó a llenarla con su ropa – porque la verdad Edward no puedo pelear por algo que ya perdí.

¿Cómo reaccionaba a todo esto? No sabía si reírme por su tonta ocurrencia, enojarme por su calumnia o llorar porque me dejaba; aunque de lo último no tenía ningún sentimiento parecido.

Se acercó con paso decidido hacia mí, por un segundo pensé que me daría una golpe, una cachetada o algo por el estilo pero fue todo lo contrario. Me abrazo con necesidad y me vio a los ojos totalmente dolida pero con orgullo.

-Adiós Edward, espero la vida te dé más que esto y puedas enamorarte de alguien más que no sea tu hermana – y seguía con lo mismo – porque de verdad mereces ser feliz.

Beso mis labios suavemente despidiéndose. No pude corresponderle, mis labios no reaccionaron al contacto de los suyos. Se sentía nada, se sentía como si los nervios sensibles se hubieran desconectado.

Tomo sus maletas y camino hacia la puerta – me despediré de tus padres – me vio a los ojos – no te preocupes, no les diré las verdaderas razones por las que me voy.

-No te vayas – vi sus ojos brillar – yo te llevare al aeropuerto mañana - ¿Pero que había dicho? Se supone que debería de estarle rogando a la mujer de mi vida para que se quedara pero no… aquí estaba yo diciéndole tal cosa.

-No es necesario – bajo su mirada, sabía que la había herido, yo me estaba convirtiendo en el peor patán de mundo – me iré a un motel.

-¿Quieres que te lleve? – sigue así Edward y te odiara para toda la vida.

Vi una lágrima recorrer su mejilla, pero no supe que hacer. No tenía esa necesidad de consolarla como antes, era como ver a una chica desconocida que llora y lo único que se te pasa por la mente es ¿Qué le pasara? Pero de ahí nada. Me sentí basura, era un completo desgraciado. ¿Dónde habían quedado mis palabras de querer pasar con ella el resto de mi vida? ¿Dónde estaba esa necesidad de pasar junto a ella cada minuto que pudiera?


Me encontraba en mi habitación meditando todo lo que había ocurrido unas horas atrás. ¿Por qué había pasado todo esto? ¿Qué había sido del amor que sentía por Tanya? ¿Por qué me sentía cómodo con la idea de no estar con ella? Y sobre todo ¿en un mundo extraño e imposible Tanya tendría razón?

Miles de preguntas se amontonaban en mi cabeza sin posibilidad de darles respuestas, estaba confundido, estresado y un fuerte dolor de cabeza hacía imposible que conciliara el sueño.

Oi la puerta principal abrirse, eran las dos de la mañana y ya todos estaban en casa o lo suponía. Me levante pensando en que tal vez alguien había entrado a robar. Me puse una camiseta y baje a averiguar.

Alice POV

Jamás me había divertido tanto con Bella desde que la conozco, ella siempre había sido tan tímida y a todo decía que no. Todavía no entendía por qué había aceptado la apuesta de Emmett. Después de cinco tequilas su ánimo estaba a mil. Era la primera vez que probábamos alcohol, y aunque a mí no me gusto parece que a mi querida amiga le había resultado diferente.

Todavía no podía creer que Bella viniera con la camisa de tirantes anudada hasta arriba y con los pantalones descendidos hasta la parte baja de las caderas. ¿Dónde había quedado mi santa amiga? Estúpido Emmett que le había dicho que no era capaz de lucir sexy y atrevida. Sabía que él no lo hacía por verla porque Rose lo tenía más que embobado y ahora para el no había otra mujer que no fuera ella, solo lo había hecho por molestarle y para sorpresa de todos ella (ya subida por los tragos) acepto.

Abrimos la puerta de la mansión Cullen (porque si era, aunque parecía un castillo para mi) muy entrada la noche. Supuestamente ella se quedaría en mi casa pero por alguna extraña razón se la paso brincando de un lado para otro pidiendo que la trajéramos de vuelta. No podía dejarla sola en su estado y menos si sus padres la veían; sería un fijo castigo para ella y por consecuencia para mí. Definitivamente mi hermano era la peor influencia del mundo.

Le quite el abrigo empapado por la lluvia e hice lo mimo con el mío. Hacia frio pero pronto estaríamos en su habitación (si nadie nos pillaba). Bella no dejaba de reírse y hablar incoherencias. Se miraba tan mona describiendo en la oscuridad lo lindo que era Jake cada vez que le daba un beso y con su imitación de cómo le tomaba los cachetes para molestarlo.

-Edward no quiere a Jake – hablo bajito apoyándose en mi hombro – y no sé porque.

-Cariño, ya se le pasara. Solo ten paciencia – recogí hacia un lado su cabello mojado.

- Y sabes que es lo peor de todo… – sus ojos se veían perdidos - Que lo extraño demasiado, quisiera que volviéramos a ser los de antes.

Mi amiga sufría por su hermano. Ella en pocas ocasiones me había contado lo sucedido y el como el intentaba arreglar las cosas pero por alguna razón no lo lograban. Muchas veces intente hablar con ella pero cambiaba el tema mencionándome a Jasper y yo como loca enamorada me pasaba horas describiendo lo feliz que era.

Mi Jazzy es un amor. Su semana de cortejo fue tan hermosa y oh, cuando me beso, sentí millones de mariposas en mi estómago, las piernas me temblaban, mi corazón palpitaba queriendo salir de mi cuerpo y me sentía flotar. Jamás había besado a nadie más pero sabía que eso solo se sentía si amabas a alguien y yo Alice Swan estaba completamente enamorada de él.

-¿Bella? ¿Alice? – O no, nos encontraron - ¿Por qué están en la oscuridad?

-Edward… hola – piensa Alice, piensa – es que no queríamos despertar a nadie.

Encendió la luz, sus ojos me miraron inquisitivos buscando comprobar mi respuesta y yo como lo buena actriz que era le sonreí mostrando mis dientes (dicen que una buena sonrisa convence a cualquiera) su cuerpo se relajó un segundo antes de ver a Bella.

-¿Qué…que, que? – Sus ojos se abrieron de par en par observándola de pies a cabeza – Bella, que es, que es, que es eh… - lo vi respirar errático ¿Qué pasaba aquí?

– Tú – me señalo

-¿Yo? – le pregunte inocente

- ¿Qué es esto? – miraba a Bella de reojo.

-¿Qué es qué? – yo no tenía la culpa y mi mejor defensa era hacerme la desentendida.

- ¿Qué dijiste?

Esta era la situación más extraña del mundo, Edward no estaba enojado y miraba constantemente a Bella.

-Edward –me incline buscando su mirada – oh Edward – le llame de nuevo pero no contestaba ni me veía. Sus ojos estaban totalmente concentrados en ver a su hermana.

Bella hasta el momento no había dicho palabra alguna – Edward – chillo esta al percatarse de su presencia - te extraño – camino hacia él.

Ella lo abrazo, en otras circunstancias yo sería la primera en alegrarme por el hecho pero hoy, precisamente esta noche las cosas no eran como debían. Mi frustración estaba llegando al límite. Mi sexto sentido había decidido abandonarme. Maldito alcohol.

Una cara de espanto apareció segundos después en el rostro de Edward y antes de que me diera cuenta desapareció de la sala, solo una Bella tambaleando quedaba en la habitación. ¿Qué había pasado aquí?

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Perdón el retraso chicas, pero aqui esta el capitulo correspondiente al viernes :)

martes, 25 de junio de 2013

Cowboy de mi corazón



Capítulo 37: Espejismos

-

Bella, ¿te encuentras bien?- la pregunta de Leah hizo que la mente de la joven castaña bajara de nuevo a la tierra. Otras dos semanas habían pasado desde que Edward volviera de su último viaje, y ambos sellaran una relativa reconciliación.

Relativa en el sentido de que, aunque todo este tiempo había permanecido tranquilo y ellos no habían discutido, volvía a sentir a Edward ausente y perdido en sus pensamientos. Cuándo él pensaba que ella no la miraba, o sentía que estaba solo, Bella podía vislumbrar, otra vez, el atisbo de preocupación y desasosiego en sus orbes esmeraldas.

-Perdona- murmuró ésta, meneando ligeramente la cabeza, cómo auto despertándose de un pesado e incómodo sueño.

-Tranquila- le quitó importancia Leah -¿cómo van las cosas?- interrogó con cautela; sabía que su amiga y compañera no estaba pasando por uno de sus mejores momentos.

-Bueno...- se encogió ligeramente de hombros -las cosas están más o menos en calma- escogió cuidadosamente sus palabras, antes de seguir -pero tengo una sensación rara; llámalo presentimiento si quieres, de que es algo así...-.

-Cómo una relativa calma antes de la tempestad- acabó su morena amiga la frase por ella; ésta afirmó con la cabeza y en absoluto silencio -¿Edward no te ha dicho nada?-.

-Ni palabra- suspiró frustrada -y aunque me ponga buena cara, sé que algo se cuece en su mente-.

-Tiene que pensar muchas en muchas cosas, Bella... tú misma se lo dijiste- le recordó su morena amiga -hay personas a las que les cuesta abrirse y compartir sus inquietudes; y todos no reaccionamos igual ante las situaciones- le explicó.

-¿Por qué tiene tanto miedo?- susurró su castaña amiga, con voz trémula -antes no dudaba así... desde lo de Henry está muy cambiado- Leah escuchaba con atención el desasosiego de su compañera; no podía creer que la pareja hubiese llegado a esta situación, pocas veces se había encontrado con personas tan enamoradas el uno del otro

Con un pequeño gesto, hizo que la siguiera fuera del campus, conduciéndola a un parque cercano y comprando dos cafés para poder tomarlos al aire libre. La primavera empezaba a hacerse notar, cómo era habitual en los primeros días del mes de abril. Bella siguió a su amiga con una ceja alzada, permaneciendo muda a lo largo de todo el trayecto, hasta que la hizo sentarse en uno de los bancos; al ser más del mediodía, el sol brillaba tímidamente, haciendo el ambiente un poco más caluroso.

-¿Nos vamos a saltar la última clase?- interrogó Bella, con una pequeña sonrisa.

-Caso de extrema urgencia- se excusó su amiga, sonriéndola de manera cómplice y ofreciéndole uno de los cafés -y ahora, empieza a desahogarte-.

-Cómo he dicho antes; no entiendo por qué duda tanto de mis sentimientos... ¿tan herido le dejó Jessica?-.

-Bella- llamó la atención Leah -era una persona muy importante para él, claro que Jessica le hizo mucho daño... y aunque pareciera que lo tenía superado, no era cierto... pero lo va haciendo-.

-No lo sé- exclamó ésta, frustrada -durante los primero meses de relación la cosa iba muy bien- rebatió.

-Y a eso debes añadir también que lo ocurrido con Henry no ha ayudado en absoluto- la previno -no ha sido una situación agradable para nadie, y eso también os ha pasado factura-.

-Lo sé- admitió la joven castaña; desde aquella vez que se lo encontró mientras esperaba a Edward, no se lo había vuelto a cruzar por la universidad, y por lo que le comentó un día Zack, el joven había cambiado de horario la asignatura en la que antes coincidían. Así que en ese aspecto estaba mucho más tranquila, y ese nerviosismo que se adueñaba de su cuerpo cada vez que traspasaba la puerta del campus había desaparecido -al menos en ese sentido, las aguas han vuelto a su cauce- exclamó, seguido de un pequeño suspiro.

-Gracias a dios- le dio la razón Leah -ya podéis pasar esa página-.

-Pero ese no es el problema; parece que a veces le da la razón a las palabras de Henry- masculló, enfadada y pesarosa la mismo tiempo.

-¿Qué quieres decir?- preguntó su amiga, frunciendo el ceño, señal de que no entendía nada.

-No dejaba de decir que quizá tuviera razón- se explicó -es cómo si estuviera esperando que alguien más... acorde a mi edad, aparezca y yo lo abandone...-.

-Bella- la interrumpió -eso tiene un nombre, y se llama miedo; yo no creo que dude de lo que sientes por él, sino que le aterra que un día te puedas alejar de él; toda relación es complicada, y más cuándo hay una diferencia de edad considerable-.

-Y eso me demuestra que no confía en mi; yo nunca le haría eso... si me quiere a su lado para siempre, ¿por qué no quiere casarse conmigo?-.

-Yo creo que sí que quiere; tú misma me has contado muchas veces que antes lo mencionaba con frecuencia-.

-Antes de venirnos a San Antonio- le aclaró con una mueca de pena, recordando aquellos tiempos que parecían tan lejanos.

-Pues yo, en parte, entiendo su postura; eres muy joven Bella, y es lógico que quiera que disfrutes de tu juventud- la joven castaña iba a protestar, pero Leah se lo impidió -déjame terminar- le medio ordenó, alzando la mano -ya sé que me vas a decir que yo me casé con tu edad y todo eso; es cierto que se pueden conjugar ambas cosas... pero para dar ese paso, hay que estar muy seguro; eso debéis conversarlo, pero...-.

-Antes debe superar sus miedos- terminó Bella por ella, esbozando una triste sonrisa. Su amiga le sonrió de vuelta, apretando de manera cariñosa su brazo.

-Y estoy segura de que vas a ayudarle, pero Bella, créeme que tarde o temprano todo eso pasará-.

-Ojalá- sonrió, pero no le llegó la alegría a los ojos -gracias por escucharme, Leah- le agradeció, sincera.

-No se merecen; tú me has escuchado y has estado ahí siempre que lo he necesitado- le agradeció de vuelta -y ahora vayámonos a casa... es casi la hora de comer-.

Bella miró la hora, sorprendida de que se hubiera hecho tan tarde, y se despidió de su amiga hasta el lunes. De camino a casa pensó que quizá podría proponerle a Edward que hicieran algo juntos. Su novio llevaba días sepultado debajo de una montaña de albaranes y contratos pendientes, aparte de estar un poco gruñón con su padre.

Edward había acabado por sucumbir ante una de las sugerencias de Alice, y llevaba más de dos semanas intercambiando opiniones con su padre y hermanos acerca de cambiar la dieta del ganado. Jake y Emmet habían escuchado pacientemente las explicaciones de su hermano pequeño, incluso le apoyaban, pero Jasper y su padre no las tenían todas consigo.

Bella no sabía si Edward no estaba bien de ánimos, o en verdad Carlisle no estaba para nada convencido del nuevo cambio, y eso se traducía en cansancio y agobio; de modo que su mente se puso a dar vueltas para encontrar un plan para que se relajara, ambos lo necesitaban. Ella misma necesitaba un respiro después de entregar todos los trabajos que tenía pendientes.

Según cerraba la puerta de casa, escuchó a Edward hablando por teléfono; dejando el bolso y el abrigo encima de la mesa, se encaminó hacia el estudio. Allí se encontró con la figura de su novio, pegado al teléfono y agarrándose fuertemente el puente de la nariz.

-Está bien, papá- oyó que decía -iré a ver ese rancho y la fábrica- Bella rodó interiormente los ojos... otra vez de viaje. Sabía que era su trabajo, pero por una vez no quería que su novio se marchara. Oyó que Edward se despedía y colgaba el teléfono mosqueado; su vista se posó de nuevo en la pantalla del ordenador, ya que no se había dado cuenta de la presencia de su novia.

-Hola- susurró Bella, sonriéndole de manera tenue; el saludo sacó al joven de su letargo, levantándose de inmediato para ir a su encuentro.

-Hola cariño- le dijo antes de inclinarse y besar suavemente sus labios -no te he oído entrar-.

-No quería interrumpirte- se excusó -¿cómo están todos en casa?-.

-Bien- se encogió de hombros Edward -la semana que viene tengo que viajar- rodó los ojos en señal de fastidio -mi padre todavía no está muy convencido con lo del cambio del alimento, y quiere que haga un informe y un presupuesto detallado-.

-¿Y a dónde tendrías que ir?- le preguntó, a la vez que una idea se cocía en su cabeza.

-A un granja que utiliza el pienso ecológico que dice Alice, y después a la fábrica dónde se produce- le explicó éste, sentándose de nuevo y arrastrando a su pequeña hacia sus piernas. Con un movimiento de mano, le señaló la pantalla del ordenador; en la pantalla se reflejaba una dirección, que la joven leyó despacio.

-Burlintong- leyó -¿dónde está eso?- al hacer la pregunta volvió su vista hacia Edward, que sonreía divertido al ver la mueca de su pequeña.

-En Iowa- le aclaró -tendría que coger un avión; sólo son dos horas de vuelo, y tengo que hablar con el gerente de la granja, para concretar la cita- su novia se quedó pensativa, hasta que una idea cruzó por su mente.

-¿Puedo ir contigo?- le pidió -había pensado que este fin de semana podríamos hacer algo juntos, y relajarnos un poco, y...- habló de manera torpe, retorciéndose las manos. Edward se la quedó mirando, sorprendido por esa petición.

-Perderías clase, Bella- le advirtió -incluso si los dueños pudieran recibirme mañana, o incluso el domingo, hasta el lunes no iría a la fábrica- la desilusión hizo acto de presencia en los ojos de su novia, pero inmediatamente la borró, para asentir con una pequeña sonrisa.

-Sólo sería un día, dos a lo sumo; pero lo entiendo- Edward se quedó pensando unos minutos, sumido en su silencio; Bella nunca le había acompañado, y reconocía que le hacía ilusión, pero no quería que por su culpa perdiera clases, ahora que estaba en la recta final del curso.

-Bella...- su novia negó con la cabeza, levantándose de su regazo.

-No pasa nada; voy a preparar la comida- se disculpó para después salir del estudio, rumbo a la cocina.

El joven ranchero la observó en silencio, pero cuándo su novia cerró la puerta tras de si, se frotó la cara, en un gesto molesto.

-Joder- siseó entre dientes; sabía que había metido la pata de nuevo, y aunque Bella le hubiera quitado importancia, sabía que la vuelto a herir. Resoplando enfadado, se acercó a la ventana. Desde que habían tenido esa tremenda discusión sentía que, poco a poco, estaba perdiendo a su pequeña.

No era el sólo el hecho de no haber discutido en todo este tiempo, pero había algo que no estaba bien... él mismo se daba cuenta. Puede que su mutismo fuera una de las causas, pero era una de las cosas que iba con su carácter. Siempre se guardaba para él sus problemas y preocupaciones, los demás no merecían sufrir ni preocuparse. Pero por otro lado, hace un mes se prometió así mismo que no iba a permitir que su novia volviera a sufrir.

Esbozando una media sonrisa traviesa, volvió a su mesa, cogiendo el teléfono. Después de veinte minutos de conversación, colgó el teléfono con una sonrisa satisfecha. Oía a su pequeña trastear en la cocina, y un olor delicioso llegó a sus fosas nasales; su estómago se removió inquieto, pero continuó con sus investigaciones a través de internet. Tan concentrado estaba que apenas levantó la vista de la pantalla del ordenador hasta que su pequeña regresó al estudio.

-La comida está lista- anunció; se iba a dar la vuelta, pero la voz de Edward la detuvo.

-Mira ésto, Bella- le pidió; al darse la vuelta vio una sonrisilla asomando por los labios de éste; extrañada, se acercó a su posición y de nuevo la mano de su novio hizo que se sentara en sus rodillas.

-¿Qué es ésto?- le preguntó, mirando a la pantalla sin entender nada.

-Hoteles en Burlintong- le explicó -ya que vas a venir conmigo, me gustaría que lo eligieras- los ojos de Bella se abrieron por la sorpresa, pero poco a poco apareció una inmensa sonrisa en su cara -he hablado con los de la granja, y mañana por la mañana podemos pasarnos por allí-.

-¿De verdad que puedo ir contigo?- Edward asintió complacido, viendo por fin, después de días, los ojos de su pequeña brillar alegres -¡gracias!- exclamó, antes de abrazarse a su cuello y dejar un sonoro beso en sus labios -te prometo que no te molestaré, sé que ésto es tu trabajo-.

-Tú nunca molestas, cariño- le corrigió, enmarcando su cara y acariciando sus mejillas -tienes razón, nos merecemos un descanso... y aunque tenga que trabajar, también tendremos tiempo para nosotros- Bella agradeció sus palabras besándole con ansias, gesto que el joven devolvió, acercándola un poco más a su cuerpo.

-Gracias- volvió a repetirle ésta, una vez que sus labios se separaron y juntado sus frentes -¿a qué hora nos vamos?-.

-Eso lo averiguaremos en unos minutos- le explicó Edward, entrando en la página web de American Airlines; finalmente consiguieron pasajes para esa misma noche, fijando la vuelta para el lunes por la tarde; hubieran querido quedarse más días, pero la joven sabía que no podía perder tantas clases.

-Voy a avisar a Leah; no tardes, la comida se va a enfriar- le previno su pequeña, con una sonrisa permanente en su cara; Edward la miraba complacido y feliz... serían unos días muy especiales para ellos.

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A la mañana siguiente, la pareja intentaba encontrar el camino que llevaba a la granja. Edward maldecía entre dientes, mientras su pequeña echaba una ojeada, por quinta vez, al mapa de la zona.

-Edward, te dije que era la I-198, dirección Fort Madison, y sin dejar esa carretera encontraríamos el desvío hacia la granja- repitió su novia por cuarta vez e intentando contener la risa, al ser testigo del mosqueo de su novio.

-¿No pone el kilómetro de desvío?- preguntó éste, buscando un sitio seguro para dar la vuelta.

-No- frunció el ceño su pequeña -menuda porquería de mapa; con lo que cuesta alquilar el coche, podrían incluir mejores mapas de la zona- refunfuñó.

Edward rió divertido ante el comentario de su novia. Habían desembarcado ayer en Des Moines, capital del estado de Iowa, para después conducir casi dos horas hasta llegar a Burlintong. El pueblo era pequeño, pero Bella estaba encantada con sus casas blancas y las calles antiguas. El hotel era un edificio de ladrillo color rojo, totalmente reformado. El joven hacía mucho que no veía sonreír así a su pequeña, y cada vez se convencía más de que el viaje había sido una buena idea.

Después de más de una hora dando vueltas, por fin dieron con el dichoso desvío y pudieron acceder a la granja. Al bajar del coche, Bella mirada admirada hacia todos los lados; si el rancho de Carlisle era grande, éste era inmenso. Cientos de reses pastaban tranquilamente por los prados delimitados. Se encontraban justo a la entrada de una casa enorme, más grande que la casa principal del rancho Killarney y de ladrillos color rojizo, cómo era habitual en la zona.

-Wau...- exclamó la joven asombrada, una vez que salió del coche -es enorme- Edward sonreía mientras la cogía por la cintura, pegándola a su costado.

-No está nada mal- le dio la razón, dejando un pequeño beso en su sien; justo en ese momento un hombre de unos sesenta años, seguido de un joven de edad similar a Edward se acercaron a ellos.

-Usted debe ser Edward Cullen- se dirigió hacia la pareja -soy August Wilman- Bella vio cómo estrechaban sus manos, a modo de saludo.

-Un placer conocerle; su rancho es increíble- respondió el joven Cullen.

-Gracias- el hombre esbozó una sonrisa cordial y simpática -le presento a mi hijo Ryan- el joven, moreno y tan alto cómo los hermanos Cullen, y con ojos color castaño, de adelantó un paso.

-Es un placer conocerte; hemos oído hablar maravillas del rancho Killarney- al igual que su padre, era un joven muy amable y simpático.

-Gracias por lo que me toca- respondió Edward, sonriendo -ella es Isabella, mi novia- presentó, mirando a su pequeña.

-Estamos encantados de recibirla aquí, considérense en su casa- la saludó August.

-Muchas gracias- agradeció la joven, con una tímida sonrisa.

-Bienvenida- se dirigió Ryan a ella -mi esposa lamenta no estar aquí, pero su padre no está muy bien de salud, y ha ido a visitarlo-.

-Espero que no sea nada grave- frunció ligeramente el ceño Bella.

-Achaques propios de la edad- se explicó el joven -pero afortunadamente, nada alarmante- le restó importancia.

Después de los obligados saludos y de compartir un agradable café en el amplio salón, los cuatro se encaminaron rumbo a los establos. La maquinaría para dispensar el alimento era prácticamente similar a la que tenía el rancho Killarney, y Edward no hacía más que preguntar acerca de las ventajas y desventajas del famoso pienso ecológico.

-Principalmente tiene menos grasas que el pienso convencional, lo que hace que su alimentación sea más sana- Bella, cómodamente agarrada al brazo de su novio, también prestaba atención a las explicaciones.

-De modo que para el ganado destinado al consumo también es beneficioso- meditó Edward en voz alta.

-El tanto por ciento de grasas saturadas es menor- concordó August.

-¿Eso es bueno, no?- interrogó Bella a su novio, en voz baja.

-Muy bueno- asintió éste, guiñándola un ojo -mi padre estará muy satisfecho con el informe- exclamó con una sonrisa. Prosiguieron el agradable paseo, hasta que Ryan se dirigió a ella.

-¿No te molesta el olor del ganado?- preguntó -Rachel, mi esposa, apenas pisa los establos- inquirió divertido, provocando la risa de la pareja.

-Estoy acostumbrada; mi padre fue durante algunos años el capataz de Killarney; y antes de eso tuvo su propio rancho-.

-Así que también entiende de este mundo- exclamó August. La joven se sonrojó, sonriendo de forma tímida.

-Tampoco mucho- le quitó importancia -era el trabajo de mi padre, y ahora lo es el de novio; sé que un rancho implica muchísimo trabajo, y conlleva un gran esfuerzo sacarlo adelante- contaba mientras apretaba ligeramente el brazo de su pareja.

Después de casi dos horas la visita concluyó. Se despidieron de los dueños, agradeciendo su tiempo y su amabilidad; Edward quedó en seguir en contacto para futuros negocios, ya que había visto unas reses en las que seguro, su padre estaría interesado en adquirir.

-La visita ha ido muy bien- exclamó contenta su pequeña, ya acomodados en un acogedor restaurante; dado que tenían libres casi dos días, decidieron hacer un poco de turismo por la zona -tu padre no pondrá muchas pegas en cuánto le cuentes y lea los informes-.

-Eso espero- suspiró éste, atrapando la pequeña mano de Bella y acariciando sus dedos -mi padre nunca había puesto tantas pegas a una sugerencia- le explicó -es perro viejo, y le cuesta adaptarse a los cambios- su pequeña meneó la cabeza, en desaprobación.

-Estoy segura de que en ésto te hará cambiar de opinión; es una buena idea Edward, que ayudará al rancho- el joven la miraba sonriendo -Emmet y Jake también te apoyan-.

-Tú me apoyas- la corrigió Edward -más que nadie -cualquier otra chica me hubiera mandado a la porra hace mucho- exclamó en broma; Bella rodó los ojos para sus adentros -creo que mis hermanos tienen razón... soy un poco gruñón-.

-Pero eres mi gruñón- contestó su pequeña, ganándose una sonrisa y un beso en los labios, que duró muy poco para su gusto, ya que el camarero interrumpió justo en ese instante para dejar sus platos frente a ellos.

Los días pasaron demasiado rápidos para la pareja, pero fueron inolvidables. Recorrieron la zona, descansaron, disfrutaron de su mutua compañía... era agradable de poder disfrutar el uno del otro, sin discusiones de por medio. Parecía que esos días habían borrado esa sombra de preocupación en los ojos de su novio, y esas orbes esmeraldas que tanto amaba lucían de nuevo alegres y felices.

En su visita a la fábrica, horas antes de coger el avión, y al igual que pasó el sábado en la granja, su pequeña estrellita permaneció en todo momento a su lado, haciendo incluso preguntas al gerente que los acompañó. Edward estaba sorprendido, nunca la había visto tan implicada en los asuntos que concernían al rancho, y sabía que ella lo hacía para apoyarle en este nuevo proyecto, para darle ánimos y estar a su lado.

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Al regreso de su periplo por Iowa, las cosas siguieron tranquilas; de nuevo los negocios y los estudios reclamaron casi la totalidad de atención de la pareja. Después de redactar el extenso informe, incluyendo un detallado presupuesto con las cantidades y precios a servir; una semana después Edward viajó a Hunstville, y cómo bien había predicho su pequeña, su padre se mostró sorprendido y complacido con lo que le contó.

Satisfecho y contento de que su padre y sus hermanos llegaran a un acuerdo acerca del cambio de alimentación, nada más volver a San Antonio abrazó y besó con efusividad a su novia, agradeciéndole su apoyo. Bella sonreía feliz mientras le escuchaba; esperaba que poco a poco, el joven ranchero se diera cuenta de que ella le apoyaría en todo, y que podía compartir sus preocupaciones con ella, fueran las que fueran.

Los días seguían pasando en el calendario; había veces que las semanas parecían interminables, y otras pasaban sin que apenas se diesen cuenta. Mayo había aparecido en todo su esplendor, y eso se tradujo en un constante goteo de viajes de Edward a Hunstville. Era la época del año en la que más trabajo había en los ranchos, y comprendió perfectamente a su novio, pidiéndole que estuviera tranquilo y que no se preocupara por eso.

Había fines de semana en los que ella le acompañaba, pero mayo también era un mes complicado para los universitarios. Ya habían salido las fechas de los exámenes finales, y era hora de ponerse manos a la obra con ello. De esta cuestión se quejaba una noche a Rosalie, que se puso con ella al teléfono cuándo se despidió de Esme; Edward hacía rato que había vuelto de Hunstville, y llevaba una hora profundamente dormido, preso del cansancio de los últimos días.

-En serio Rose, no sé si podré con ello- musitó frustrada.

-Tranquilízate, Bells- de seguro su cuñada estaría rodando los ojos -a todos nos pasa lo mismo el primer año de universidad; seguro que Nessie te habrá soltado el mismo sermón- indagó su cuñada, riendo levemente.

-Exactamente ha pronunciado las mismas palabras, hace dos doras- le sacó de dudas la joven castaña, con una mueca de fastidio cruzando su rostro.

-Lo hiciste maravillosamente bien en los parciales de febrero- le recordó Rosalie -apuesto a que te lo han repetido mil veces, y el primero cierto ranchero de pelo desordenado- sonrió a la mención de su novio.

-Es estupendo, me apoya en todo- le confesó, con la sonrisa bailando todavía en su rostro; su cuñada captó la ilusión en su tono de voz.

-Las cosas van mejor entre vosotros, ¿me equivoco?-.

-No te equivocas- contestó Bella de inmediato -las cosas han mejorado mucho; no siempre estamos de acuerdo en todo... per...- Rosalie interrumpió su frase.

-Cómo todos los matrimonios y parejas, Bella- le explicó con un suspiro -habéis pasado una mala época, no le des más vueltas; según nos contaste en tu última visita, todo seguía bien- la joven se había puesto al día con todas sus cuñadas en su última visita al rancho; sabían todo lo ocurrido, excepto lo que realmente sucedió con su lesión se muñeca.

-Y sigue bien- le dio la razón -no he vuelto a saber nada de Henry; y en cuánto a Edward, se va abriendo más, incluso creo que su carácter ha mejorado, ya no es tan gruñón- dijo ahogando una risa, que su cuñada no pudo reprimir.

Prosiguieron con la charla un buen rato, cambiando completamente de tema; justo en el momento en el que Rosalie le contaba la última travesura de Owen, que ya había desarrollado según su madre, el gen Cullen revoltoso, vio que tenía una llamada entrante. No reconoció el número, pero pensó que quizá pudiera ser para Edward, por asuntos laborales.

-Rose, hay otra llamada entrante; tengo que dejarte- se despidió, después de repetirle que la llamaría en cuánto pudiera, y pulsó la tecla.

-¿Diga?- preguntó con el ceño fruncido.

-Ehhh... hola; ¿es la residencia de Edward Cullen?- una voz masculina, que no conocía de nada salió del auricular.

-Es aquí- contestó ella -pero ahora mismo no se puede poner, ¿quiere que le deje algún recado?-.

-No se preocupe; soy Alec Tilerman, un antiguo compañero de Harvard- la joven hizo memoria, y al de pocos segundos dio con el nombre, ya que Edward le había hablado de su compañero de universidad -he llamado al rancho, y me han dado este número-.

-Edward me ha hablado de ti; soy Isabella, su novia- le aclaró -está durmiendo, ha llegado esta misma tarde de viaje; ¿quieres que lo despierte?-.

-No, por favor; sólo quería decirle que estoy en Dallas, y había pensado en acercarme a Hunstville para vernos- le explicó el joven.

-Podrías venir aquí, a San Antonio- le propuso ésta -estoy segura de que Edward estará contento de verte-.

-Entonces tranquila; mañana le llamaré y hablaremos; encantado de conocerte Isabella- se despidió; el joven era muy amable y simpático, tal y cómo le había contado su novio varias veces.

-Igualmente Alec, hasta pronto- se despidió ella también.

Tal y cómo Bella había predicho, a Edward le hizo mucha ilusión la llamada de su compañero de universidad, y no perdió el tiempo en invitarlo a cenar. Así que tres días después de la llamada, la joven por fin conocía al amigo de su novio. De la misma edad que Edward, no muy alto y rostro y carácter simpático. Vivía en Nueva York, y estaba de viaje de negocios por varias ciudades del estado de Texas.

Al venir un día entre semana, Edward sugirió que se acercara al apartamento para cenar y ponerse al día con sus respectivas vidas; aunque mantenían el contacto, no se veían con la frecuencia que querían.

-La cena estaba estupenda, cariño- la felicitó su novio, una vez dieron buena cuenta del postre.

-Cocinas de maravilla- se maravilló Alec.

-Gracias- exclamó, un poco sonrojada ante tanto halago -¿tomaréis café, verdad?- ambos jóvenes asintieron, de modo que fue un momento a la cocina, para volver al comedor dos minutos después, cargando una bandeja. Alec y Edward conversaban animadamente, y decidió dejarles a solas. Su novio frunció el ceño cuándo vio que se ponía a recoger la mesa.

-¿No quieres tomar café?- la joven negó con la cabeza, sonriendo.

-No me apetece mucho; además, creo que tenéis que poneros al día, así que aprovecharé y recogeré un poco por la cocina-.

-No cariño, siéntate con nosotros; yo te ayudo luego- le propuso éste, pero Bella negó de nuevo con la cabeza.

-Quédate Bella, todavía tengo que contarte los trapos sucios de tu novio en su época universitaria- le dijo Alec con voz de misterio, lo que arrancó las risas de ambos, y que las cejas de Edward se arquearan.

-No, en serio; recogeré un poco y luego vengo- por más que insistieron Bella se enfrascó en la cocina, sonriendo mientras le llegaban las risas procedentes del comedor.

Cuándo iba a regresar a por más platos, una frase que salió de la boca de Alec hizo que se detuviera en el pasillo, justo al lado de la puerta. Sabía que no estaba bien espiar conversaciones ajenas, pero no pudo evitar quedarse ahí parada.

-Bella es estupenda, Edward- oyó que le decía Alec.

-Sí que lo es- corroboró éste, sonriendo complacido.

-Y muy distinta a Jessica- añadió el joven rubio, conteniendo una mueca y ganándose un leve puñetazo en el hombro por parte de Edward -¿qué?- se frotó la zona golpeada -sabes que nunca terminé de tragarla, por muy buena que estuviera-.

-No eras el único- rodó los ojos su novio; iba a apostillar algo más, pero Alec le interrumpió.

-No te enfades, Edward; pero has tenido suerte, por encontrarla a ella- el joven volvió a sonreír, ante la nueva mención de su pequeña -reconozco que me sorprendí al conocerla, es muy joven-.

-Lo sé- le tranquilizó Edward, debido a la cara de disculpa que puso nada más decir la última frase.

-Me alegra que hayas rehecho tu vida- le felicitó su amigo -y la edad no tiene por qué ser un obstáculo, para nada-.

-Pero es complicado, a veces- Bella arrugó el ceño, escuchando muy interesada -a veces me sorprendo, y me pregunto qué hace conmigo- la mueca de Bella no se hizo esperar, pero no le dio demasiada importancia al comentario.

-Te quiere- se encogió de hombros Alec -y eso te debería bastar para darte cuenta-.

-Lo sé; te aseguro que ella ha tenido motivos más que sufiecientes para mandarme a paseo- de nuevo Bella rodó los ojos, mientras le escuchaba -a veces pienso que hubiera pasado si no la hubiera conocido...-.

-Eso no lo puedes saber, Edward -le interrumpió Alec ahora -debes olvidar el pasado, dejar de pensar en lo que pudo haber sido; podrías haberte casado con Jessica, podrías no haberte casado con ella, haber conocido a otra persona... ¿quién lo sabe?- hizo una pequeña pausa, para después continuar -sé que has superado lo de esa chica, sino no estarías con Bella- la mencionada se quedó parada, esperando la contestación de su novio.

-Superado lo tengo- contestó éste -amo a Bella, de eso no tengo dudas- la sonrisa emocionada surcó el rostro de la joven.

-Espero la invitación de boda, entonces- bromeó Alec.

-Eso todavía tardará un tiempo; ella es muy joven... y no quiero atarla a un matrimonio tan pronto- meditó Edward en voz alta; el corazón de Bella se contrajo por la pena al oír esas palabras

-¿Ella quiere casarse?- interrogó de vuelta el joven rubio. Edward afirmó con la cabeza, antes de responder, pero de nuevo Alec se adelantó -¿y tú?- la respiración se contuvo en los pulmones de la joven.

Edward suspiró, permaneciendo callado unos minutos, sopesando la respuesta -sabes que soy un hombre tradicional pasa esas cosas- le recordó; Alce hizo un gesto afirmativo -pero cómo te vuelvo a repetir, no quiero atarla tan pronto-.

-Un matrimonio no es atar a una persona, Edward- le recordó su amigo -y sé que Jessica al principio no quería casarse... pero al final aceptó- esa revelación dejó a Bella fuera de combate.

-Y ya ves cómo terminó el asunto...- esa respuesta de su novio hizo que el corazón de la joven se hiciera jirones en tan sólo unos segundo... ¿era posible que siguiera pensando que lo ocurrido con Jessica era culpa suya?... ¿en verdad Edward continuaba con eso... de que para ella era un capricho casarse con él?.

Derrotada y hundida se encerró en la cocina, sin querer seguir escuchando, y dónde sus lágrimas ya hicieron acto de presencia... jamás pensó que la sombra de Jessica iba a estar tan presente en su relación; si bien su novio no se negaba, había algo que no le dejaba seguir adelante con ello. Y no era la cuestión de querer casarse o no... el problema era que Edward seguía sin confiar y creer en sus sentimientos, y eso para ella era letal.

A lo lejos se oyeron las risas de ambos jóvenes, y supuso que habían cambiado radicalmente de tema. Se concentró en recoger a toda prisa, escondiendo su pena y sus lágrimas; lo único que quería era encerrarse y llorar, lo necesitaba. Tuvo que entretenerse en la cocina, limpiando varias veces los fogones para poder calmarse e ir a despedirse al salón aparentando tranquilidad.

-¿Has terminado, cariño?- le preguntó; su corazón se constriñó al oír ese apelativo cariñoso... pero el dolor que le habían causado sus palabras lo tiñeron de frustración y pena.

-Sí- consiguió decir, esbozando un atisbo de sonrisa -venía a despedirme, es tarde y mañana tengo clase- se excusó. Edward frunció el ceño, algo le pasaba a su pequeña estrellita, sus ojos estaban rojos y un poco hinchados.

-Es cierto, soy un desconsiderado- se disculpó Alec, haciendo un amago de levantarse -además, es tarde-.

-No, por favor- le detuvo la joven -quedaos vosotros y disfrutad-.

-¿Estás segura?- le preguntó su novio -¿Bella, te encuentras bien?-.

-Sí- susurró, con voz ahogada -sólo estoy cansada- haciendo un esfuerzo sobrehumano, se acercó a Alec, para despedirse de él -ha sido un placer conocerte-.

-Lo mismo para mi- contestó éste -le he dicho a Edward que en verano tenéis que venir a Nueva York, Melissa estará encantada de conocerte- dijo, aludiendo a su esposa.

-A mi también me gustaría; bueno chicos, que disfrutéis de la tertulia- la seca y corta despedida no dejó tranquilo al joven ranchero; pero cuándo iba a preguntarle de nuevo, Bella se dio la vuelta, desapareciendo rumbo a su habitación.

Allí, en la oscuridad, y una vez acurrucada en la cama, Bella descargó toda su frustración y rabia... todo este tiempo en el que ambos volvían a ser la enamorada pareja del rancho había sido un espejismo... y no sabía si podría recuperarse de esa nueva desilusión.

Agotada por el llanto, cayó en un pesado sueño... pero con una opresión rara y asfixiante en su pecho.



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Niñas retomo la publicación de las historias, no dejen de pasar por el blog...

saludos!!!! ;) 

domingo, 23 de junio de 2013

Volvemos al amor

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Prologo

Bella pov

-Anímate Bella serán unas vacaciones fabulosas, las ultimas antes de entrar a la universidad, por favor di que si, no será lo mismo sin ti, además Jasper ya hablo con nuestros padres y les aseguro que tu vendrías, por favor te lo pido, di que sí… míralo así necesitamos conocer antes de que empiecen las clases, que mejor manera que pasar dos meses de turistas- suplico Rosalie, mi mejor amiga desde la siempre.

-no lo sé, hum, ya me conoces, no soy de viajar mucho y estoy segura que apenas toques suelo Ingles no pararas de antro en antro y la verdad no seré capaz de seguirte el ritmo esta vez- 

-Isabella Swan, no tienes excusa, desde el ‘incidente’ no te has permitido algo de diversión verdadera, lo necesitas y será algo bueno, anda por favor, te juro que después me dedicare a estudiar así como tú, saldré de antro una vez al mes y solo si vienes, por favor las vacaciones no serán iguales si no estás, eres mi mejor amiga, me verte así…- termino en un susurro

- yo…-

-amores ¿listas para la aventura? ¿Aún no te decides Bella?, cariño por favor, eres la única que controla a Rosalie, si no vienes seguro me enloquezco detrás de ella, hazlo por mí, te necesito a mi lado para sobrevivir- dramatizo Jasper, entrando y sentándose a mi lado.

-Jasper, no es justo que me manipules así, te odio- proteste entre sus brazos

-no es así, me amas y mientras más rápido te des cuenta, mejor- respondió antes de poner sus labios sobre los míos, con tanta delicadeza que apenas sentí un roce. 

-y ¿cuándo es el dichoso viaje? necesito hablar con mi abogado, a ver de cuanto dispongo…-

-no, no lo necesitas, estos dos meses lo pago yo, si quieres llevar para tus caprichos me parece genial pero todo lo demás, incluyendo lo que Rosalie te obligue a comprar corre por mi cuenta y no aceptare un no por respuesta- dijo tras besarme otra vez demorándose unos segundos más en romper el contacto.

-si eso te hace feliz, está bien- accediendo a lo que me pide.

-nos vamos mañana en la mañana para llegar en la tarde o algo así, las reservaciones están listas, supuse que compartirían habitación así que reserve dos en uno de los hoteles cerca del centro así podremos desplazarnos mucho mejor, nos quedaremos unos días ahí y después nos moveremos a casa de unos amigos de papa y mama, hace años que no los vemos y según entiendo regresan de vacaciones una semana después de que lleguemos, están al tanto de nuestro viaje y nos darán alojamiento en su casa- finalizo Jasper mientras Rosalie, brincaba de alegría.

-¡¡Veré a Emmet!! es tan guapo, bueno lo era hace ocho años, no lo he visto desde entonces, pero no creo que pueda estar peor, era alto, cabello negro, ojos café dorado, esa familia tiene ese color en general, excepto el hijo de en medio, él tiene los ojos verdes y por supuesto veremos también a la más pequeña de la familia, Alice, siempre imagine que era una especie de duende o algo así, te caerán bien, si logras entender al desadaptado de Edward, siempre ha sido muy serio, muy callado, nada sociable, más bien como el patito feo de la película, no era muy guapo, pero no sé, quizá mejoro con el tiempo- parloteó Rose mientras yo me mareaba con su plática.

- ya deja que Bella haga sus maletas y empieza con las tuyas. Lo necesario Rosalie, puedes comprar todo lo que quieras en cuanto tengas oportunidad, así que no lleves el armario entero- advirtió Jasper, conociendo el tipo de equipaje que mi amiga suele llevar - me voy cariño, debo revisar y confirmar los boletos además los pasaportes- besándome otra vez. 

¿Por qué le dejo hacerlo?, ah sí, porque no hay motivo para detenerlo

-¿te despedirás de alguien Bella?- 

-no Jas, no hay nadie de quien despedirme- conteste con tristeza, recordando una vez más que solo los tengo a ellos, a sus padres y… a nadie más.

-cariño lo siento yo…-

-déjalo, lo sé, gracias por preocuparte-

-hay Jasper, piensa antes de abrir la boca idiota, vamos Bella, te ayudo a prepara todo, mi equipaje está listo desde hace una semana y no, no llevo todo el armario- rezongo mirando a su hermano con espadas filosas en lugar de ojos

-hola niños, ¿listos para el viaje? – Pregunto la mayor de nuestra casa - Bella espero puedas controlar a Rose estando allá, eres la única razón por la que los dejo ir solos – me abrazo fuertemente la mujer apenas antes de besar a la rubia.

-Gracias Carmen por todo, no sé qué haré sin ti, te voy a extrañar mucho- la abrace de nuevo mientras un par de estúpidas lagrimas se me escapan, ella me hace recordar a mi madre. 

Me trata como si lo fuera, nunca en los años que tengo a su lado me ha tratado diferente, siempre está ahí para mí, como si fuera su verdadera hija. Hasta en los peores momentos se mantuvo de pie a mi lado, no dejándome caer.

-Cariño, también te voy a extrañar, no sé como hare ahora que han decidido irse a la universidad, ¿están seguros que no prefieren una más cerca de casa?- pregunto por millonésima vez. 

La repuesta fue la de siempre y a coro.

-no-

- pues si ya se han decidido, está bien, Jasper contacte a los Cullen, solo los muchachos regresaran al parecer Esme y Carlisle se quedaran en Italia más tiempo por una convención de médicos, por lo que tú padre y yo nos iremos para allá después que se marchen ustedes- 

-no sabía que tu y Eleazar saldrían de viaje ¿así que este es el motivo por el que nos mandas a Londres? una segunda luna de miel ¿sin niños? –bromee al tiempo que la sonrisa afloraba a sus labios.

-me atrapaste-

-cuídense mucho, los quiero- me despedí yendo hacia mi recamara, Rosalie ya estaba sacando mi ropa y seleccionando que llevar. 

Dado que la mayoría la escojo con ella, sabe lo que hay ahí mejor que yo.

-hace muy poco frio en esta época del año, así que llevaremos poca ropa manga larga y algunos abrigos, lo que más se da por allá es la lluvia, así que nada de zapatillas abiertas, botas y cerrados serán lo mejor. Creo que las negras y las grises serán suficientes, si faltan compramos-

-Rosalie, de todos modos compraremos, así que solo llevare las negras. Y los Jimmy’s negros. Hum, ¿qué bolsas?-

-Cariño, como si necesitaras preguntar, Prada, Dolce, y Oscar, allá podremos conseguir más.-

-bien y por último, ¿perfumes?- pregunte.

-Lacoste, Givenchy, hum, pensándolo mejor solo llevaremos a Dolce y Givenchy en todo, deja Lacoste, no está de temporada-

-amén a eso hermana – reí en tono de burla- entonces mi maleta esta lista, esta al menos, la roja la preparo yo, pásame la ropa de Calvin K, está en el segundo cajón. Y algo de Polo Ralph, primer cajón -

-¿porque que llevas eso?- pregunto mi amiga

-porque a diferencia de ti yo pretendo estar cómoda, mis playeras de algodón son geniales y necesito ropa interior de verdad, no andaré con encaje todo el tiempo, los Victoria ya están en la maleta morada, junto con la ropa de salir, esta es para estar en casa, necesito los Jeans, hum qué opinas, ¿todos o solo los de línea?-

-lleva tres de cada uno si te faltan lo compras-

-chica inteligente, bueno, ¿Qué me falta?-

-¿maquillaje?- 

-con el que tu llevas es más que suficiente, deja repaso que tengo… maleta morada ropa de línea, maleta roja ropa de casa, maleta azul, ¿Qué hay en la maleta azul?- pregunte.

-vestidos toda ocasión, las bosas, perfumes y cinturones-

-genial, entonces está todo listo. Es hora de dormir- dije al verla bostezar una y otra vez, me beso antes de salir.

No habría imaginado mi vida así años antes. 

Soy la hija de René Swan, dueña de una cadena de restaurantes, aunque nunca supo cocinar y Charlie Swan, jefe de una agencia de investigaciones financieras de Washington, donde vivíamos, éramos una familia feliz, unida, nos relacionábamos con los mejores, mi vida era buena, tenía amigos, padres, una niñez feliz. 

Todo cambio después del accidente. 

Con el inminente viaje, la separación de los Hale, la única familia que tengo ahora, la ansiedad de conocer un lugar nuevo y gente nueva, seguro tendré pesadillas…

Diablos… no quiero dormir, pero el cansancio es enorme, mis ojos se cierran solos, no aguantare mucho mas…

Está lloviendo otra vez, es la tercer noche desde que empezó el temporal, los Hale están en casa por fortuna, ojala deje de llover, así no tendré que pedirle a Eleazar que venga por mí, no le gusta manejar en lluvia y Harry el chofer esta de descanso. Rosalie está en clases aun y Jasper… ojala tenga suerte con esa chica.

-¿Bella te llevo?- James, el chico más guapo del instituto, ultimo año, está por salir, que emoción, me llevara. 

Aunque tal, vez no sea buena idea, los rumores sobre él son demasiado serios, pero quizá solo son rumores.

-claro, gracias- conteste subiéndome a su deportivo, a sus 17 años es perfecto, rubio, ojos azules, sonrisa encantadora, labios rojos

¿Cómo será besarlo?

Que estúpida apenas cumplí 15, probablemente solo quiere ser amable.

-hum, espero no te moleste, necesito pasar a mi casa antes, deje unos libros y debo entregarlos hoy, ¿te importaría?- me sonríe de una manera que no puedo decirle que no.

-no, claro que no, solo no tardes mucho, necesito llegar a casa pronto-

-no tardare, es más, si me ayudas a buscarlos no tardaremos nada-

-bien, te ayudare...-

La casa está en silencio, no hay nadie más, su recamara esta en el segundo piso, apenas cruzo el umbral cierra la puerta tras él, algo me dice que no está bien, que debo salir rápido.

-hum, creo que mejor te espero afuera- trato de llegar a la puerta

-no, tú no te vas hasta que nos divirtamos un poco…-

Grito pero nadie está para ayudarme, no hay nadie más y mis fuerzas no son nada en comparación.

No dejo de luchar, muerdo, pateo, entierro las uñas, grito de nuevo, hasta que un golpe me deja sin aire y sin fuerzas para más…

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Lo prometido es deuda mis niñas. Aquí esta el prologo de "Volvemos al amor"... saludos!!!!!!    ;)

viernes, 21 de junio de 2013

¿Y mi final feliz?



Capitulo XIX
Diciendo la verdad...
¿Qué clase de domingo era este?...
Me sentía en la dimensión desconocida. Edward y Tanya (estos no contaban), Alice y Jasper e increíblemente Emmett y Rose se encontraban emparejados en diferentes puntos de la casa como si esta fuera un lugar de citas. Y para el colmo mis padres habían salido a Seattle a una reunión importante y luego se tomarían la noche para una velada romántica.
La pobre Bella (o sea yo) tuvo que ingeniárselas para no sentirse más mal de lo que ya soportaba. Si tan solo Jake estuviera aquí toda esta situación no me importaría en lo más mínimo. Oi música alegre, casi compro una secadora que ni necesito por ver TV ventas, ordene pizza, arregle mi habitación y hasta platique con un pajarito que se asomó a mi ventana preguntándole como se veían las cosas desde el cielo. Ridículo, pero todo con tal de llevar una tarde tranquila.
Definitivamente había sido ignorada por todos. Desde que Alice cruzo más que un hola con Jasper después del desayuno estos no dejaron de hablar, tanto así que eran las cuatro y mi amiga todavía estaba en piyama.
Cuando Emmett llego, como a eso de las once se asombró al ver a Alice de esa manera pero no le importó una vez que Rose se asomó. ¿Qué acontecimiento cósmico había ocurrido ese día para que todos encontraran a su pareja?
-Qué más da – me dije a mi misma caminando hacia la parte trasera del jardín. A lo lejos se veía un camino y pensaba seguirlo. Si querían estar solos, solos estarían.
No avise a nadie ¿para qué? Simplemente tome mi celular, me coloque mi gorro favorito y mi sudadera y emprendí mi viaje a no sé dónde. Muchas veces había visto ese camino pero hasta hoy me atrevía a seguirlo.
Todo a mí alrededor era verde y más verde, simplemente precioso, pero tristemente la imagen solo traía a mí un recuerdo: unos ojos esmeralda.
-Eres tonta – me regañaba – todo va a estar bien, simplemente necesitas decir las cosas y punto. No seas una cobarde, el necesita saberlo. Edward debe saberlo – asentí aceptando mis palabras.
-¿Qué es lo que debo saber? – esa voz, mi corazón se congelo en el momento en que la primer palabra salió de su boca. ¿Me había seguido? En qué momento, no oi a nadie detrás de mí.
- Ed… Ed…. Tú – termine señalándolo ya que no pude llamarlo por su nombre - ¿Qué haces aquí?
Me miro avergonzado y luego volvió a su postura original – necesitamos hablar – su voz era seria y muy segura.
-Tienes razón – era hora de la verdad y estábamos solos, no podía desaprovechar el momento.
- Tú empiezas primero – se sentó sobre una roca húmeda junto al camino así que me pare frente a él y tome aire.
¿Cómo empezaba? Mi corazón palpitaba tan rápido como un colibrí y sentía sus ojos analizar todos mis movimientos. Mordí mi labio inferior buscando las palabras correctas, pero cuales palabras, a esta altura mi única opción era ser directa y honesta.
-Te mentí – solté sin verlo a los ojos - y te he ocultado información.
- Lo sé – movía sus manos incomodo – lo supe en el momento en que… bueno, dijo que era tu amigo.
-Edward – lo llame ya que veía hacia otro lado cuando dijo lo último – él no es mi amigo.
Vi sus ojos cambiar, ¿eso que reflejaban era alegría? – De verdad – sonrió… creo que sí.
-No del todo – acepte – él es…
- Alguien al que le gustas –afirmo.
Asentí, era cierto, yo le gustaba a Jake. Por algo era su novia o no. Ok Bella, aquí vamos, mi mente ya lo había decidido.
-Jake y yo somos Novios – hubo silencio, solo el viento rosaba mi cara dándome la serenidad que necesitaba en ese momento.
Dos minutos después y nada, Edward no se movía, no pestañeaba, ni una tan sola palabra salía de sus labios. Me estaba preguntando si lo de Alice era contagioso cuando Edward se levantó abruptamente.
-No es cierto – grito acercándose a mí – dime que no con él. Por favor Bella… - apretó un poco mis hombros.
- Me lastimas – moví mis hombros para zafar su agarre pero este solo apretó más – Edward.
- Déjalo – me ordeno – termina con él y olvida que existe.
- ¿Qué? – la reacción de Edward fue peor de lo que creí. Sabía que se molestaría pero esto era demasiado. Como era capaz de pedirme algo así.
- Él no es bueno para ti – sus ojos eran penetrantes – hazlo por mí.
- Edward… No entiendo ¿Qué es lo que pasa? ¿Porque no te gusta Jake? – habla suave intentando calmar las cosas.
- Y todavía lo preguntas – mantenía sus puños apretados desde hace varios segundos – él te hirió Bella y yo no puedo permitir algo así.
- Él no me ha herido – estaba entendiendo mal las cosas – yo fui la de la culpa. Si no hubiera sido por mi miedo a decírtelo el jamás habría actuado como lo hizo.
-¿Miedo? – Abrió sus ojos incrédulo de mis palabras - ¿me tienes miedo?
Se veía desilusionado, pero algo me decía que no era de mí. Su antes postura defensiva se había convertido ahora en una temerosa ¿pero de qué?
-Un poco – acepte – tenía miedo a esto. Temía el hecho de que no quisieras que Jake estuviera en mi vida y ahora lo confirmas.
- Bella…. Yo… yo… - suspiro sonoramente pasando su mano por su broncíneo cabello – yo solo quiero tu seguridad.
- ¿Qué significa eso Edward? Porque la verdad no te entiendo – sus palabras me alteraron un poco – sabes, ya no soy una niñita que necesita protección. Puedo cuidarme sola y la verdad no necesito de ti para sobrevivir. Eres mi hermano, si, y siempre serás parte de mi vida pero el mundo no se mueve solo por ti.
No espere respuesta de su parte, sabía que mis palabras habían sido hirientes pero por el momento no quería arrepentirme, esperaba dejar ese sentimiento para después. Avance varios metros antes de sentir la mano de Edward detenerme.
-¿Qué? ¿Ahora qué quieres? – Le grite – no tuviste suficiente ya o quieres que te deje claro que no pienso dejar a Jacob solo porque ya no puedes controlar más mi vida.
-Cállate – tapo mi boca con su mano – antes de que sigas destilando ese veneno que tienes para mi déjame hablar.
Cruce mis brazos y retrocedí dos pasos dándole lo que tanto deseaba. Si quería hablar lo dejaría, nada podía salir peor de lo que ya estaba así que lo único que perdería sería un par de minutos porque lo de los hermanos inseparables ya ratos se había ido a la borda.
-Yo también te oculte información – comenzó – no te dije nada a cerca de Tanya y tú la aceptaste sin reprocharme nada. Eres mejor que yo en eso.
Se movía de un lado para otro y ya me estaba exasperando. Su actuar era como si no supiera que hacer, pero sus palabras, estas me habían dolido más de lo que podía reflejar. Él decía que yo era buena, pero mi comportamiento anterior no había sido el mejor.
-Preciosa… – tomo mis manos – perdóname. Tienes razón, tú ya no eres una niña y yo debo aceptar tus decisiones me gusten o no.
¿Por qué era tan lindo conmigo si yo lo había tratado mal?
Edward POV
Me sentí mal cuando Bella se excusó esa mañana en el desayuno. Quería hablar con ella pero Tanya había aparecido interrumpiendo el momento en que Bella parecía que me diría algo. Su mirada era de tristeza. Verla así me dolía, nada iba como me lo había imaginado en el momento que le dije que regresaría.
Tanya y yo nos encontrábamos en el balcón de mi habitación viendo el precioso paisaje trasero que nos brindaba la casa. Me sentía incómodo, toda la mañana y lo que llevaba de tarde me la pase pensando en cómo acercarme a Bella y hablar de lo que le sucedía.
Era grosero de mi parte no pasar más tiempo con ella, solo llevaba un día aquí y me la había pasado en la mayoría del tiempo solo con Tanya. Esta notaba mi incomodidad pero no decía nada, me conocía y sabía que las cosas salían por mi propia voluntad y si no le había dicho nada es porque no quería aun.
Necesitaba recuperar a mi hermana, me sentía solo sin ella. Siempre había sido mi amiga, mi confidente y la persona que mejor me conocía en el mundo. El vacío que tenía en mi pecho por su lejanía se mantenía latente y sin mejora alguna.
-¿Esa es Bella? – me pregunto Tanya señalando hacia el bosque.
Ella caminaba en dirección a una pequeña vereda junto a la casa ¿a don de creía que iba y sola?
Me levante caminando hacia la puerta para seguirla. Si pensaba ir a algún lado definitivamente iría conmigo. No necesite decirle nada a Tanya, ella entendía que mis problemas eran con Bella.
Afuera estaba helando y el sol apenas se notaba entre la espesura de Forks. Apresure mi paso intentando alcanzarla. Bella sola y en un bosque, no era la mejor idea que se le haya ocurrido.
Desde lejos la veía mover los brazos como si estuviera hablando con alguien y su caminar era apurado.
- cobarde, el necesita saberlo. Edward debe saberlo – eh… ¿de que hablaba Bella? Se oía conflictuada. ¿Qué era lo que me tenía que decir para que estuviera así? ¿y porque era cobarde?
-¿Qué es lo que debo saber? – le hable sin importarme el hecho de que no estaba al tanto de mi presencia.
Su expresión fue de susto al darse cuenta que era yo, sus ojos mostraban preocupación e indecisión.
- Ed… Ed…. Tú – tartamudeo - ¿Qué haces aquí?
Me dio algo de pena que me dijera eso, si era un intruso en su conversación personal pero eso no era a lo que venía – necesitamos hablar – hable para que entendiera las razones de mi presencia ahí.
-Tienes razón – suspiro mordiéndose el labio. Estaba nerviosa, solo hacia eso cuando era así.
- Tú empiezas primero – le dije, ella era la que hablaba sobre decirme algo. Me senté sobre una roca mientras Bella se colocaba frente a mí.
Parecía no decidirse, sus movimientos, su constante morder de labios y el hecho que no me veía a los ojos no era buena señal.
-Te mentí y te he ocultado información –finalmente dijo algo. Información que tenía a medias y que me confirmaba en ese momento. Pero si de personas poco informativas hablamos yo no me quedaba atrás.
- Lo sé – tome aire – lo supe en el momento en que… bueno, dijo que era tu amigo.
No me había gustado el hecho de que él lo dijera y menos me gustaba el que Bella lo confirmara, pero al fin de cuentas este o no feliz por eso era verdad.
-Edward – oí su vocecita llamarme – él no es mi amigo.
Mis sentimientos cambiaron totalmente, de creer que tendría que aceptar a ese hombre en la vida de Bella pase a emocionarme (sin reflejarlo) porque no lo volvería a ver. Era la mejor noticia del día.
– De verdad – no pude evitar sonreír cuando dije las palabras.
-No del todo – bajo la mirada – él es…
No es cierto, por favor. Retráctate, Bella… dime que solo es un conocido. Sus palabras amenazaban con martillar mi cabeza.
- Alguien al que le gustas – termine su oración. Eso se notaba a legua. La forma en como la veía cuando los encontré era una de las primeras cosas que me había molestado.
Movió su cabeza asintiendo, ella también lo sabía. ¿Qué pensaba decirme? ¿Qué también le gustaba? Eso no era una buena idea Bella, tu amigo no amigo no es merecedor de ti.
-Jake y yo somos Novios – soltó sin anestesia. ¿Qué ellos que? No podía procesarlo, no podía creerlo. Yo suplicando (mentalmente) que no le gustara a ella y está ya estaba con él, tanta desconfianza tenia de mí que no me había contado nada de eso.
Sentí mi cara arder, mi corazón palpitaba fuerte por el malestar que me producía la idea de ver a mi hermanita con ese animal. Porque eso era, un animal si había hecho llorar a Bella. No, no y no. Definitivamente Bella y el no serían novios, no en mi presencia. Mi hermana merecía a alguien mil veces mejor que él.
Me levante sin medir fuerzas. Tenía que hacer algo.
-No es cierto – le hable fuerte acercándome a ella – dime que no con él. Por favor Bella… - la tome de sus hombros buscando respuesta.
- Me lastimas – oi sus palabras pero no eran lo que quería escuchar y solo la sostenía para que no me dejara con la duda– Edward.
No me contestaba. Obvio Edward - hablo mi conciencia - Su silencio es la respuesta, el que calla otorga.
- Déjalo – salieron mis palabras sin medirlas, si, lo había dicho. Pero era cierto que quería que lo hiciera. – termina con él y olvida que existe.
- ¿Qué? – su pregunta me dolió. Es que acaso no entendió que él no la merecía. Acaso no veía bien las cosas.
- Él no es bueno para ti – la mire a los ojos – hazlo por mí – le pedí como última opción. Ella siempre había cedido a esas palabras.
- Edward… No entiendo ¿Qué es lo que pasa? ¿Porque no te gusta Jake? – su voz apenas llegaba a mis oídos por lo bajo que hablaba pero escuche cada una de sus preguntas.
- Y todavía lo preguntas – ¿es que hablaba en alemán para que no me entendiera? – él te hirió Bella y yo no puedo permitir algo así.
- Él no me ha herido – lo volvía a defender – yo fui la de la culpa. Si no hubiera sido por mi miedo a decírtelo el jamás habría actuado como lo hizo.
Por Dios, mi propia hermana me tenía miedo. ¿Qué clase de monstruo era para que sintiera eso por mí? Sentí mi corazón quebrarse, era imposiblemente doloroso darse cuenta de lo que producía en Bella.
-¿Miedo? ¿Me tienes miedo? – pregunte intentando pensar que había escuchado mal.
Criticaba a su… novio, pero yo no era mejor que él.
-Un poco – acepto– tenía miedo a esto. Temía el hecho de que no quisieras que Jake estuviera en mi vida y ahora lo confirmas.
Su voz sonaba dolida.
- Bella…. Yo… yo… - ¿Qué le decía? Sentir mi cabello entre mis manos solo provocaba querer arrancármelo – yo solo quiero tu seguridad.
- ¿Qué significa eso Edward? Porque la verdad no te entiendo – tenía una expresión que jamás había visto en su rostro – sabes, ya no soy una niñita que necesita protección. Puedo cuidarme sola y la verdad no necesito de ti para sobrevivir. Eres mi hermano, si, y siempre serás parte de mi vida pero el mundo no se mueve solo por ti.
Sus palabras, demasiado ciertas me hicieron sentir peor. Sí, yo era su hermano mayor, si yo prometí protegerla pero ahora me daba cuenta que no solo era de los demás que debía hacerlo. Perdí el hilo del exterior mientras pensaba y fue después que me percate que Bella no estaba conmigo. Ella se movía decidida a través del camino. Tenía que conseguir su perdón, podía perder cualquier cosa pero no podía perderla a ella.
-¿Qué? ¿Ahora qué quieres? – Grito cuando me tome su mano – no tuviste suficiente ya o quieres que te deje claro que no pienso dejar a Jacob solo porque ya no puedes controlar más mi vida.
Suficiente, no podía dejar que su corazón se llenara de odio hacia mí -Cállate – le dije tapando su boca con una de mis manos, necesitaba que dejara de hablar - antes de que sigas destilando ese veneno que tienes para mi déjame hablar.
¿Dónde estaba la niña dulce que había conocido? – Guardada muy al fondo de su corazón para no ser herida ahora por ti – gritaba mi conciencia torturándome. Si buscaba enemigos yo mismo era uno.
-Yo también te oculte información – quería hacerla sentir mejor – no te dije nada a cerca de Tanya y tú la aceptaste sin reprocharme nada. Eres mejor que yo en eso.
Era verdad, había actuado mal al no contarle y sentía que su desconfianza hacia mí era el producto de mis actos al no tomarla en cuneta.
-Preciosa… – tome sus pequeñas manos– perdóname. Tienes razón, tú ya no eres una niña y yo debo aceptar tus decisiones me gusten o no.
Necesitaba su perdón, necesitaba que las cosas volvieran a ser como antes. Jamás había pensado que Bella y yo nos encontraríamos en esta posición.

Haría lo que fuera necesario para que ella volviera a creer en mí. Aunque me tocara soportar a su noviecito y fingir aceptación. Pero por Bella haría cualquier cosa.

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Mis niñas después meses de no actualizar esta historia por fin la retomamos...

El lunes que viene tendran capi nuevo de "Volvemos al Amor"