jueves, 15 de diciembre de 2011

CUC - CAP 17. Despedidas y Bienvenidas


Autora: Sarah Crish Cullen

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Meyer.
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CURANDO UN CORAZON

Capítulo 17. Despedidas y bienvenidas.

La semana pasó sin complicaciones. En el hospital todavía no habíamos anunciado nada; preferíamos ver primero la ecografía y asegurarnos de que todo estaba bien para dar la noticia, tanto en mi servicio como en el de Edward.

El jueves, día anterior a la cita con el doctor Simmons, yo iba de mañanas y Edward libraba, de modo que se quedó en casa con Megan. A media mañana, la doctora Sanders nos reunió en la salita, acompañados de un chico y seis chicas. Todos nos miramos extrañados.

-Bien... tengo noticias de dirección; Cómo ya sabéis, el St. Anne´s Memorial ha hecho recortes de personal y reunificación de plantilla, transfiriendo personal a otros hospitales. Esto quiere decir que habrá incorporaciones y una baja, y un pequeño cambio en el funcionamiento del servicio- empezó su discurso.

Seth y nos miramos extrañados y confusos.

-¿Va a ver despidos?- preguntó preocupado. La doctora Sanders negó con la cabeza, pidiéndole en silencio que le dejase terminar.

-Bien, ya sabéis todos que el Dr. Newton se marcha al UCLA Medical Center, en Los Angeles, para ocupar un puesto de adjunto- siguió su discurso. Todos asentimos, mañana era su último día.

-Esa es la baja que quería comunicaros. Y dado la transferencia del personal del St. Anne´s, ampliaremos el servicio, pasando a tener dos equipos. Ese mismo equipo lo integrarán siempre el mismo grupo de personas. De modo que vosotros -nos señaló a los veteranos- pasareis a formar parte del mismo equipo; para guardias de noche y de fin de semana se rotarán parte de los equipos. En el caso de necesitar cambios u otra cosa, el mismo equipo se reorganizará para cubrirlas- nos explicó.

Todos estábamos muy sorprendidos, de repente nos metían a siete personas nuevas, con unas costumbres y ritmo de trabajo que igual no eran las nuestras.

-Bien, os presentaré al segundo equipo- un hombre de unos cincuenta años y una mujer de mediana edad, de unos treinta y cinco años, se adelantaron- ellos son los nuevos adjuntos, la doctora Laura Fernández y el doctor Ethan Banks-. Ambos nos saludaron muy amablemente.
-La doctora Amy Ross, residente de primer año- una chica con el pelo corto rubio y mirada simpática de adelanto, saludándonos con una sonrisa.

-Y ellas son Meg, Susan, Heather y Beth, enfermeras- Meg, Susan y Beth era también muy simpáticas, Heather me recordaba a Rosalie, rubia, con un cuerpo de infarto y muy atractiva. Simplemente nos hizo un gesto con la cabeza.

-A partir del lunes y hasta el viernes habrá una reunión de doce de la mañana a dos de la tarde, para que conozcan de primera mano cómo funcionamos y por supuesto, para aportar sugerencias y mejoras en el servicio. En principio -nos señaló al equipo anfitrión- se mantiene vuestro turno de mañana y las guardias y los días libres que ya teníais programados- terminó de explicarnos.
Después de responder a las distintas preguntas, nuestros nuevos compañeros se quedaron un rato con nosotros, charlando amablemente y preguntándonos el funcionamiento del servicio. Quedamos en vernos el lunes para empezar las reuniones.

A la salida me cambié rápidamente y me dirigí al coche de Edward, para ir pitando a casa. Edward ya había dado de comer a Megan y me estaba esperando con la mesa puesta y una sonrisa en la cara. Era agradable contar a alguien cómo había ido la mañana y las novedades que se iban a producir en el servicio.

A la mañana siguiente, a las doce y media, estaba esperando a Edward en el piso de obstetricia, para la ecografía. Llegó corriendo, ya que acababa de salir de quirófano. El doctor Simmons nos esperaba. Me indicó que me tumbara y me levantara la parte superior del pijama. Después de aplicarme el frío gel, encendió el monitor, mientras pasaba el ecógrafo por mi vientre. Edward estaba muy nervioso, ya que su mano, que sujetaba la mía, temblaba un poco. El doctor Simmons giró la pantalla... y allí estaba nuestro pequeñín.

Una sombra oscura, la bolsa gestacional, con un pequeño punto gris, que era nuestro niño. Sonreí emocionada, mirando a Edward, que estaba mudo de la impresión, mirando fijamente la pantalla.
-Bien- empezó a explicarnos el doctor -no hace falta que os explique mucho; está muy bien implantado, y el tamaño es de un embrión de unas siete semanas, lo cual concuerda con tus niveles hormonales... enhorabuena- nos felicitó con una sonrisa.

-Edward- lo llamé, apretando ligeramente su mano. Me miró con una gran sonrisa, besándome la frente.

-Es increíble- murmuró emocionado -no es primero que veo ni mucho menos...- empezó a decir, pero el doctor lo interrumpió.

-Pero el ver a tu propio hijo es inexplicable- nos dijo con una sonrisa cómplice. Al momento conectó el doppler, y un palpitar intenso y rápido inundó la consulta.

El corazón de nuestro hijo latía fuerte y sano; no pude reprimir mis lágrimas, Edward lo escuchaba embelesado, mientras el doctor Simmons nos miraba con una sonrisa.

Después de quitarme los restos del gel, nos sentamos en la consulta.

-Bien, la próxima ecografía será el mes que viene, en la semana doce de embarazo. Debes comer equilibradamente, y complementarlo con yodo y ácido fólico, con un comprimido por las mañanas será suficiente- me dijo dándome la receta.

Después de responder a unas preguntas que le hizo Edward, ambos salimos de la consulta, con las imágenes de la ecografía en la mano.

Nos dirigimos a mi servicio, ya que necesitaba comer algo. Al entrar, Emmet vino hacia nosotros, ansioso.

-¿Todo bien?- nos preguntó en voz baja. Edward asintió con una sonrisa... pero Jasper preguntó curioso.

-¿Ocurre algo?, ¿estás enferma?-.

-No... veréis, Bella y yo queremos contaros algo- dijo hacia el resto. Todos menos Tyler, Mandy y Angela estaban allí.

Disimuladamente, saqué el anillo de mi bolsillo y me lo puse, mientras Edward hablaba.

-Bueno... como ya habréis adivinado, Bella y yo nos reconciliamos- empezó a decir.

-Eso se veía venir- dijo Seth con una sonrisa.

-Y...- no pudo seguir, ya que Emmet bufó molesto.

-¿Tantas vueltas para decir que vais a casaros y que Bella está embarazada?- nos preguntó con los brazos en jarras.

Estaba muda de la impresión; Edward quería asesinar a su hermano... y mis compañeros nos miraban atónitos. Al fin, alguien dijo algo.

-¡Aaaahahahahha... Bella!- chilló Alice, que se me acercó dando saltitos y aplaudiendo como una niña pequeña.

Ella y Rosalie se lanzaron a mis brazos, totalmente emocionadas. De reojo observé como Jasper le daba un gran abrazo a Edward, seguido de Seth y Mike.

-No sabes lo que me alegro por ti Edward- le dijo Jasper, a la vez que se acercaba a darme un gran abrazo.

-Nos gustaría invitaros a comer a la salida- les dijo Edward, a lo que todos asintieron. El asedio de preguntas no se hizo esperar; en ello estábamos, cuándo llamaron a la puerta. Esme y Carlisle aparecieron con Megan en brazos.

-Mamá- me llamó mi niña, tendiéndome sus bracitos. Inmediatamente la cogí, saludando a Esme y Carlisle.

-Veníamos a ver qué tal ha ido todo- nos explicó éste con una sonrisa.

Edward les contó nuestra cita en el médico, poniéndolos al corriente. Emmet se adelantó para coger a la niña.

-Ven aquí con el tío oso- le dijo haciéndole graciosas muecas. Megan frunció el ceño.

-Emmet, no la asustes- le reprendió Rose girando los ojos.

-¿Asustarla?; ella adora a su tío, ¿verdad preciosa?- le dijo haciéndole monerías, pero Megan seguía enfadada.

-Papi- dijo seria.

Rosalie no pudo evitar la carcajada, al igual que el resto, mientras Edward cogía a la niña.
-La pequeña es inteligente- aclaró Rosalie con una gran risotada.

Esme y Carlisle se fueron, quedando con ellos mañana para ir a ver tres casas por su barrio. Nosotros fuimos a cambiarnos, para ir a comer con nuestros compañeros. Megan estaba aturullada, iba pasando por los brazos de todos. Una vez le dimos su puré, la sentamos en la silla, y no tardó en quedarse dormida.

-¿Cuándo es la boda?- preguntó ansiosa Alice.

-El 10 de julio- respondí con una sonrisa.

-Eso nos da...- hizo cuentas mentales- ¡tres meses!- dijo con horror.

-¿Y...?- repuse yo, alzando una ceja -Alice, queremos algo pequeño e íntimo- la aclaré.

-¿Dónde será?- preguntó esta vez Seth.

-En la iglesia de St. Mary, en Santa Cruz- les expliqué.

-¿La pequeña capilla al lado del mar?- preguntó Alice, ya que ellos le recomendaron el sitio a Edward para regalarme el viaje.

Edward asintió con una gran sonrisa.

-Es preciosa, muy romántica- aprobó.

-Por supuesto, no hay que decir que todos estáis invitados, incluidos Tyler, Mandy y Angela y la doctora Sanders- enumeré.

-Y Mark, Lisa, el doctor Gills, el doctor Sinclaire y Lenny de cirugía- añadió Edward.

-Aparte de sus padres y de mi hermano y Leah- terminé yo.

La comida siguió, entre risas y brindis por nuestra boda y por nuestro niño. Después de comer, los chicos se pusieron en un lado de la mesa, y las chicas me rodearon, para comentar detalles.
Después de una larga tertulia, nos fuimos a casa, para que yo descansara y Megan merendara. Estaba agotada, y tenía un hambre de mil demonios.

-Bella, voy a tener que ponerte a dieta- me regañó con una sonrisa Edward; ya habíamos cenado y yo me estaba acomodando en el sofá con el tarro de helado de chocolate. Hice un pequeño puchero.

Me debí de quedar dormida en el sofá, ya que no recuerdo ver terminar la película. Me desperté a la mañana siguiente, y oía la risa de mi hija desde el comedor. Me levanté y allí encontré a los dos, en pijama y agachados en la mantita de juegos de Megan.

-Buenos días cariño- me dijo Edward levantándose y dándome un pequeño beso.

-Oa mami- me saludó mi niña, que se levantó y vino hacia mi, con una de sus muñecas y un vestido en la mano.

-Pone a nena- me dijo selañándola.

Después de cambiarle de ropa a su muñeca, se fue a ponerla en su sillita de juguete, para empezar a pasearla por toda la casa.

Edward me rodeó por detrás, dándome un suave beso en el cuello.
-¿Cómo te encuentras?.-

-Bien... hambrienta- contesté. Edward rodó sus ojos, mientras me tomaba de la mano y me llevaba a la cocina.

Después de desayunar y de prepararnos, nos dirigimos hacia Álamo Square, para dejar el coche en casa de Carlisle e ir a ver las tres casas. Ellos vendrían con nosotros.

Nos dirigimos a la primera, que estaba dos calles más abajo que la de sus padres. La chica de la inmobiliaria ya estaba esperándonos en la puerta.

Recorrimos la casa mil y una veces. Era de dos pisos, bastante antigua y los dueños anteriores no se habían molestado en arreglarla. Además, sólo tenía un baño. La cocina estaba que se caía a trozos, lo mismo que la buhardilla, que tenía goteras.

-Lo que piden por ella me parece un poco desorbitado, teniendo en cuenta que necesita una buena reforma- dijo Edward, a lo que Carlisle asintió.

Esme y yo seguíamos en el salón.

-No me gusta- le murmuré a Esme.

-A mi tampoco- repuso ella.

La segunda que vimos estaba en la otra punta del barrio. Era de un solo piso, con cuatro dormitorios, una cocina amplia y el salón, también bastante amplio. La pega era el baño, que sólo tenía uno y era bastante pequeño.

-El precio es razonable- me dijo Edward.

-Ya... pero no termina de convencerme mucho- le dije.

-Bien, habrá que ver la tercera; no te desanimes cariño, no será fácil encontrarla en un solo día- me dijo rodeándome los hombros.

La tercera casa tampoco nos terminó de convencer en absoluto, los dormitorios muy pequeños y el jardín casi inexistente, aparte de carísima, para mi gusto.

Comimos en casa de Esme y Carlisle, y por la tarde decidimos dar otra vuelta por el barrio, por si había algún letrero de venta en algún jardín.

La rutina de las tres semanas siguientes fue la misma; trabajo y ver casas. Siempre íbamos con Esme. Carlisle, Emmet, Jake y Leah venían cuándo podían.

Estábamos empezando a desesperarnos, cuándo a una semana de la despedida de solteros de Seth y Leslie la encontramos.

Paseábamos por Hayes Valley, barrio residencial pegado a Álamo Square, cuándo un cartel de venta llamó nuestra atención. Una casa pintada de azul clarito, con los marcos de las ventanas y las puertas de madera clara, se alzaba ante nuestros ojos. Era de dos plantas, más la buhardilla.
Edward y yos nos quedamos mirándola.

-Qué bonita- suspiré.

Llamamos al timbre, y nos recibió un pareja joven, de nuestra edad. Les explicamos que nos interesaría ver la casa, y muy amablemente nos abrieron las puertas. El salón, amplio y luminoso, daba a la parte delantera y trasera de la casa. Unas puertas de cristal enormes permitían ver el jardín, no muy grande pero si más amplio de lo que habíamos visto hasta ahora. La cocina, moderna y grande, totalmente equipada. En el piso de abajo también había un pequeño despacho.

Una preciosa escalera de nogal daba paso a la parte superior. Allí había cuatro dormitorios, el principal con baño incorporado, y otro en la mitad del pasillo.

Después de enseñarnos el tercer piso y el garaje, Edward y yo hablamos unos minutos a solas.

-¿Qué te parece?- pregunté ansiosa.

-Me gusta, amplia y luminosa, cerca de casa de mis padres y de Jake y Leah; además apenas tendremos que reformar nada, la cocina está nueva- añadió.

-Si, a mi me encanta- le respondí contenta; ahora habrá que hablar del precio- murmuré. Edward asintió suspirando, besándome la frente y yendo en busca de sus propietarios.
Al decirnos el precio, Edward y yo abrimos los ojos por la sorpresa. No era tanto como nos habíamos imaginado.

-¿Cómo la vendéis a ese precio?; perdonad nuestra sorpresa, pero hemos visto casas peores por esta zona mucho más caras- les dijo Edward.

-Bueno, a mi marido lo trasladan a Chicago por cuestiones de trabajo, y necesitamos venderla pronto, ya que debemos mudarnos en dos semanas- nos explicó amablemente la chica.

-Además se nota que os ha gustado- nos dijo amablemente el marido.

-Necesitamos pensarlo... ¿podéis dejarnos vuestro teléfono?; prometemos daros una respuesta mañana mismo a lo más tardar-.

Ambos asintieron, y nos dirigimos a casa de Esme y Carlisle a comer. Estaba a quince minutos a pie.

Una vez allí, les comentanos las noticias.

-El precio me parece muy razonable, demasiado incluso- apuntó Esme pensativa.

-Además, con el dinero de la venta de mi apartamento apenas tendremos que pedir un crédito al banco- recalcó Edward. Asentí, ya que el apartamento de Edward se vendió hace diez días, a un matrimonio mayor, que se mudaba a San Francisco para estar cerca de sus hijos y nietos.

-Nos gustaría verla también- nos pidió Carlisle. Llamé a los chicos, quedando en pasar esa misma tarde. Una vez allí, y después de recorrerla de nuevo, les preguntamos.

-¿Qué os parece?- interrogué.

-Es preciosa chicos, imaginaos las habitaciones para los niños, con esos ventanales- dijo Esme soñadora. De seguro que en su cabeza ya cocían mil y una ideas para decorarla.

-Hijos, yo no me lo pensaría- espetó Carlisle -además, dudo mucho que encontréis algo así por el precio que os piden- nos susurró.

Nos dejaron solos, mientras salían con Megan al jardín, en compañía de los dueños. Pude observar a Megan correteando por el jardín.

-Podríamos ponerle un columpio a la niña- dije a Edward. El asintió con una sonrisa.

-Entonces...- Edward hizo un gesto con la mano para que continuase.

-A mi me encanta- respondí simplemente.

-Y a mi... entonces está todo claro- sonrió satisfecho Edward. Me abracé a su cintura, soltando un suspiro de alivio. Por fin teníamos nuestra casa.

Cerramos en trato con los chicos, quedando el jueves por la mañana en el banco para firmar los papeles, ya que era el día que librábamos ambos por la mañana. Ese mismo lunes, de todas formas fuimos hablar con el banco. Apenas nos quedaba hipoteca para pagar, y pedimos un pequeño crédito extra para amueblarla. Dado nuestros trabajos, y la plaza fija de Edward en el hospital, nos lo concedieron sin problemas.

Por fin, el jueves firmamos los papeles de venta y transmisión, con la presencia de un abogado. Los chicos se mudaban en apenas diez días, por lo que pronto estaríamos en nuestra casa.
Edward y yo decidimos pedir quince días de vacaciones, para poder hacer la mudanza tranquilamente. Avisé a mi casero que abandonaba el apartamento. No le debió hacer mucha gracia, ya que puso una mueca de disgusto.

Mi embarazo iba viento en popa. Ya estaba de casi doce semanas, por lo que nos tocó la segunda ecografía. Nuestro pequeñín ya estaba totalmente formado, aunque aún era muy pequeño.
Mi vientre ya iba haciéndose notar, y una graciosa curva empezaba a crecer, aunque aún no necesitaba ropa premamá. El doctor Simmons me echó la bronca con cariño, ya que comía por un regimiento... pero no podía evitarlo. Tal y como sucedió con Megan, ni nauseas, ni vómitos, ni mareos... simplemente el hambre y mis repentinos ataques de malhumor, que Edward sobrellevaba bastante bien, aludiendo a mis descontroladas hormonas.

En cuanto al trabajo, nuestros nuevos compañeros ya se habían incorporado al servicio. Con los médicos adjuntos y la residente, no hubo problemas, ya que teníamos formas de trabajar parecidas... pero en cuánto a las enfermeras... ahí saltaban chispas, sobre todo entre Heather y Rosalie. Cada hospital tiene su forma de trabajar, pero nuestras nuevas compañeras querían imponer su orden y ritmo. Nunca había visto a Alice tan cabreada, ni a Rose ni a Ángela. El bueno de Seth intentaba mediar, pero terminaba perdiendo la paciencia.

Pero la noche de la despedida de solteros de Seth y Leslie, la cosa terminó de estallar. La fiesta era en un restaurante moderno, que en el piso de arriba tenía una pequeña discoteca. La sorpresa vino cuándo Heather apareció por allí, del brazo de Emmet. Yo estaba pasmada, al igual que el resto.

-¿Qué narices hace ésta aquí?- cuchicheó Alice en mi oído.

-Pues parece ser que la ha invitado Emmet, ya verás Rosalie- gemí para mis adentros. La verdad es no nos caía muy bien Heather; en las casi tres semanas que llevaba en el servicio, se había insinuado a medio hospital incluidos Edward y Jasper, que muy sutilmente la mandaron a freír espárragos. Nunca olvidaré la mirada de Heather cuándo Edward me rodeó la cintura, presentándole a ésta su familia. Ni que decir tiene que Alice casi se la come una tarde, al verla coquetear con Jasper.

Heather se soltó del brazo de Emmet, y se dirigió a saludar a Seth y Leslie.

-Enhorabuena... no sabía que te casabas, no nos comentaste nada a nosotras- dijo aludiendo a sus tres compañeras, a lo que Seth contestó serio.

-Bueno... apenas nos conocemos, ya me entiendes- le dijo algo serio.

Edward, Jasper, Alice y yo escuchábamos atentos la conversación, con Mandy y Tiffany, su novia.

-¿En qué estará pensando mi hermano?- bufó Edward.

-No le des vueltas, es Emmet- concluyó Jasper rodando los ojos.

-Pues empieza el espectáculo- nos dijo Mandy, señalando la puerta. En ese mismo instante entraba Rosalie, espectacular con un vestido rojo de tirantes, hasta la rodilla. Nos saludó con la mano, acercándose a nuestro grupo.

Al acercarse, sus ojos se abrieron por la sorpresa, al encontrarse allí a Emmet y Heather. La observé de reojo, en su mirada había una pizca de desilusión, mezclada con rabia.

-Vaya Rose, que guapa estás- la saludé, intentado distraerla. Ella se quedó hablando con nosotros, pero Emmet y su acompañante se acercaron.

-Vaya Rosalie, por fin llegas- le saludó Emmet. Heather la miraba con una sonrisa triunfante, agarrada a Emmet como una lapa.

-Hola Emmet- le dijo escuetamente, y después posó su vista en la chica -vaya, no pensaba encontrarte aquí- dijo con desdén.

-Me ha invitado Emmet, no tenía pareja- le aclaró -no sois muy buenos compañeros, no sabíamos que Seth se casaba- nos reprochó en general, pero mirándola fijamente.

-Si has venido a amargarnos la fiesta, ya sabes dónde está la puerta- le respondió Rosalie con una sonrisa.

-No tienes derecho a decirnos eso, quién debía decirlo era el novio- le respondí seria.

-No tengo porque daros explicaciones, Emmet me ha invitado, pero me parece muy mal que vuestro equipo sea tan cerrado y no haya sitio para nosotros- nos lanzó con rabia.

-Quizá si fuerais más abiertas y menos altivas hubiéramos hecho buenas migas- aclaró Alice, poniéndose a la altura de Rose. Jasper la sujetaba por la cintura, y Mandy se puso en medio.

-Bueno, dejemos este tema; es una noche especial para Seth y no queremos amargársela, por favor- le suplicó seria a Heather.

-Heather, déjalo ya- le regañó Emmet.

Ésta asintió sin decir una palabra, alejándose para charlar con gente de otros servicios.

-¿Cómo se te ha ocurrido Emmet?- le espetó Rosalie furiosa.

-Yo no sabía que no os llevarais tan mal...- se excusó.

-Podrías haber venido sin pareja, yo misma lo he hecho así- le dijo ésta, con los ojos llenos de celos.

-O quizá... ¿te lo podría haber pedido, ¿cierto?- le repuso burlón. Rosalie se quedó callada, desviando su mirada.

-Llevo más de un año esperándote Rosalie... pero según tu, no tengo nada que hacer; además, Heather me gusta- dijo serio.

-Eso no es cierto... yo...- empezó a decir Rosalie, pero Emmet la cortó.

-¿Sabes?, puede que sea bromista y vacilón, pero tus negativas me dolían, aunque lo disimulara- le dijo enfadado -y dado que no te intereso, ¿por qué te fastidia que salga con otras personas?- preguntó dolido.

-Eso no es cierto, yo...- balbuceó Rose, pero Emmet la cortó.

-Rosalie, déjalo, en serio, no quiero amargarme la noche- dicho ésto, se fue en busca de Heather.
Rose tenía la mirada perdida, y el semblante triste.

-Vamos a sentarnos a la mesa, anda, y anímate- le dijo Alice con cariño. Se sentó entre ella y yo, e intentamos animarla.

-Rose -suspiré antes de seguir -no te quiero dar la charla, pero te lo advertí, y tu misma te diste cuenta aquella vez que hablamos; ¿por qué no le dices lo que sientes?- pregunté ofuscada.

-Vamos Rose, nos conocemos hace muchos años- le dijo Alice -y nunca me has engañado, sé que tarde o temprano terminarás con el- dijo ésta muy resuelta, cruzándose de brazos.

-¿Te crees la vidente del futuro?- preguntó Rosalie escéptica.

No pude menos que echarme a reír, era muy cómico verlas discutir acerca del tema. Los chicos estaban inmersos en el mundo de los deportes, de modo que no nos hacían mucho caso.

-Tienes que ir a por el, demostrarle que te gusta- le dije por enésima vez. Rose iba a protestar, pero de pronto Tyler se puso de pie, alzando la copa.

-Chicos, por Seth y Leslie, que después de un eterno noviazgo, por fin de han decidido. Que seáis muy felices, por los novios... y ya sabes Leslie, si te da problemas, haré que le pongan guardia tres fines de semana seguidos- terminó el pequeño discurso, provocando la carcajada general.

-Por los novios- coreamos todos, mientras yo daba un sorbo a mi refresco.

Después de los postres, pasamos a la discoteca, en la que afortunadamente había sillas y mesas para poder sentarse. Me acomodé en una de ellas, junto con las chicas y la mujer de Tyler, mientras los chicos iban a pedirnos las bebidas. En la pista estaban Emmet y Heather, bailando una pegadiza canción a todo trapo.

Una vez nos trajeron las bebidas, Rose se tomó su vaso de un sorbo, y poniéndose de pie, se dirigió a la pista.

-Vaya... pues si que se lo ha tomado en serio- murmuré alucinada. Edward y Jasper contemplaban el espectáculo con una pícara sonrisa. Al momento la música cambió, dejando paso a una romántica balada. Edward me tomó de la mano y me sacó a bailar, seguidos por Alice y Jasper.

-¿Lo estás pasando bien?- me preguntó cariñosamente. Asentí mientras me acurrucaba entre sus brazos.

-Si, muy bien... pero estoy agotada, la espalda me está matando- le dije.

-Tranquila cariño, este baile y si quieres nos vamos a casa- me besó suavemente, mientras nos movíamos al compás de la melodía. Sobre su hombro divisé a Rose hablando con Emmet, y a Heather darse la vuelta e ir a la barra, no tenía cara de estar muy feliz. Tendría que llamar a Rosalie mañana.

-Menos mal que estamos de vacaciones- suspiré contra su pecho. El rió ligeramente.

-Bueno, eso de vacaciones... te recuerdo que tenemos que empezar a empaquetar cosas- añadió.

-Ajá- asentí simplemente, me estaba quedando dormida en sus brazos. Edward me miró divertido.

-Anda, vamos a despedirnos de los chicos, estás reventada- me dijo tomándome de la mano. Nos despedimos de todos, y Seth y Leslie nos acompañaron hasta la entrada.

-Sentimos marcharnos tan temprano, pero Bella no puede más- dejo Edward.

-No os preocupéis, gracias por haber venido- nos dijo Leslie mientras me daba un gran abrazo, seguido de Seth.

Nada más llegar a casa, nos metimos a la cama, cayendo rendidos por el sueño.

A la mañana siguiente me desperté con energías renovadas. Emmet y Jake venían a ayudar a Edward con las cajas, y por la tarde iríamos con Esme a mirar algunos muebles.

Preparé café para un regimiento. A las diez en punto, aparecieron Emmet y Jake en la puerta.

-Buenos días- saludé, dándoles un beso a cada uno. En ese momento salió Edward del baño, duchado y cambiado.

-Hola chicos- saludó chocando las manos de cada uno. Nos sentamos en la cocina, a desayunar. Observé a Emmet, estaba muy callado y pensativo.

-¿Estás bien?, estás ausente- le preguntó Edward, mirándolo extrañado. Emmet simplemente asintió.

-Oh, oh... esa mirada significa problemas con el sexo opuesto- exclamó Jake.

-¿Es por Rosalie?- pregunté con cautela. Suspiró frustrado, asintiendo levemente con la cabeza.

-¿Qué pasó ayer?- preguntó Edward.

-Pues... estaba bailando con Heather, cuándo se plantó delante nuestra. Me pidió que habláramos a solas. Heather se enfadó y se fue a la barra, y yo salí con Rosalie un momento fuera...-.

-Emmet... quisiera hablar un momento contigo- dijo Rose muy nerviosa.

-Bien, te escucho- se cruzó de brazos, esperando pacientemente.

-Verás...puede que te suene tonto, infantil... y te preguntarás porqué ahora. Pero nunca admití lo que siento por ti, por soberbia y vergüenza. Pero desde que ya no pasas por reanimación tanto como antes...- tomó aire para continuar -te hecho de menos, mucho- terminó ella bajando la vista.

Emmet estaba sorprendido, ni por un millón de años se pensaba que su mujer ideal, su Rosalie, le dijera esas palabras. No sabía qué decir.
-¿Y has tenido que verme con otra persona para darte cuenta?- preguntó serio.

-Puede que suene cruel, pero si- admitió con pena.

-Rose, yo... -inspiró con fuerza, sin saber cómo seguir. Una parte de él deseaba decirle que no... pero su corazón latía furioso por esa mujer desde hace mucho, mucho tiempo. Iba a contestarle, pero Heather apareció.

-¿Volvemos a la fiesta Emmet?- preguntó con voz melosa.

Rose le miró fijamente, y al ver el silencio de Emmet, desistió.

-No quería molestarte, discúlpame- dijo dándose la vuelta y yéndose a paso rápido. Emmet la llamó, pero la música estaba demasiado alta, y no la volvió a ver más en toda la noche.

Los tres escuchábamos a Emmet con la boca abierta.

-¿Y qué pasó después?- preguntó Jake.

-Me disculpé con Heather, y me marché- contestó simplemente.

-¿No has hablado con Rose?- pregunté. Negó con la cabeza.

-Una parte de mi quería, pero confieso que me dejó tan alucinado que no sabía que hacer- confesó avergonzado.

-Emmet, llevo años viéndote suspirar por Rosalie; y a mi no me engañas. Si Heather te gustara tanto como te gusta ella, no estarías así; te tiene bien cogido- le dijo Edward.

-¿Qué hago?- preguntó.

-Llámala y habla con ella, dile lo que no le dijiste anoche- apuntó Jake, mientras yo asentía.

-Vamos Em- le animó Edward.

-Está bien, la llamaré al mediodía- dijo resuelto.

-Mañana quiero detalles- le advertí, apuntándole con el dedo.

Todos rieron, incluido Emmet. Decidimos no agobiarle más, y ellos tres se dispusieron a recoger cosas que ya no necesitábamos. Me escabullí a mi cuarto, y llamé a Rosalie, para saber su versión. Se notaba cansada y la voz delataba que había llorado. Después de aconsejarla que hablara con el, volví a la sala con una sonrisa. Siempre supe que, tarde o temprano, Rosalie sería mi cuñada.

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